ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 1 de diciembre de 2017

KONRAD ADENAUER, OTRO DE LOS FUNDADORES DE LA UNIÓN EUROPEA

Como ya prometí anteriormente, hoy voy a continuar con el ciclo dedicado a los padres fundadores de la actual Unión Europea. Esta vez le toca el turno al alemán Konrad Adenauer.
Nuestro personaje de hoy nació en 1876 en la casi bimilenaria ciudad alemana de Colonia, situada en el actual Estado federal de Renania del norte-Westfalia.
Se metió en el mundo de la política, tras acabar la carrera de Derecho en la Universidad de Friburgo.
En primer lugar, se dedicó a la política local, entrando a formar parte del Ayuntamiento de Colonia. En 1917, llegó a ser su alcalde, puesto en el que estuvo hasta 1933, coincidiendo con la llegada al poder de Hitler.
Como católico ferviente, militó en un partido de tipo democristiano, llamado Zentrum. Concretamente, en la corriente renana, que se distinguía por ser más liberal que la que había en Prusia, donde la mayoría era protestante.
Precisamente, Heinrich Brüning, miembro del partido Zentrum, fue el último canciller alemán, antes de la llegada al poder de Hitler.
Parece ser que este político rechazó un primer intento de unión europea, propuesto por el presidente francés, Aristide Briand, porque, en aquel momento, en Alemania, estaba de moda el nacionalismo y no quería que los nazis atrajeran a todos los nacionalistas. Así que no pudo aceptar la proposición llegada desde París, porque estaba obligado a realizar una política de tipo nacionalista. En cambio, intentó una unión aduanera con Austria, la cual fue vetada por Francia.
También hay que decir que ese canciller, no parecía ser del agrado del presidente de la República de Weimar (Alemania), el anciano mariscal Paul von Hindenburg, que fue el que entregó el gobierno a Hitler.
Volviendo a nuestro personaje, se puede decir que,  antes de la II Guerra Mundial, ya era un político de prestigio. Se decía que había administrado muy bien su ciudad en los años duros de entreguerras, donde Alemania estaba absolutamente arruinada y el país sufrió varios intentos de golpe de Estado por parte de los partidos más extremistas.
Su ideal siempre fue una apertura de Alemania hacia los países de la Europa Occidental. Sin embargo, en aquella época, la doctrina triunfante era la de que Alemania debía de priorizar su política hacia la Europa Oriental. Así que, a pesar de que, el presidente de la República, había contado con él, no fue elegido canciller de Alemania.
Lógicamente, con la llegada al poder de los nazis, Adenauer, fue expulsado del Ayuntamiento de Colonia y le fue negado cualquier otro puesto político en su país.

Parece ser que estuvo involucrado en la conjura, que dio lugar al fallido atentado del coronel von  Stauffenberg. A causa de ello, fue encarcelado en las postrimerías de la II Guerra Mundial. Lo que parece muy extraño es que no fuera ejecutado, como le ocurrió a muchos de los conjurados.
Es posible que, a esas alturas, el régimen no quisiera enemistarse con la Iglesia Católica a fin de que, presuntamente, le pidieran su ayuda para que los líderes nazis pudieran escapar de Alemania.
En la posguerra, fue inmediatamente repuesto en su antiguo cargo, como alcalde de Colonia. Posteriormente, fue de nuevo expulsado del mismo, ya que su ciudad quedó dentro de la zona británica. Parece ser que, como en el Reino Unido, gobernaban ahora los laboristas, preferían que ese cargo lo ocupara uno de sus colegas alemanes. O sea, un socialdemócrata.
Mientras tanto, Adenauer, junto con otros políticos de su mismo partido y de otros partidos liberales, formaron la CDU (Unión Demócrata Cristiana). Seguro que ese partido le suena a más de uno, porque su actual líder es Ángela Merkel.
Supongo que, en un principio, los aliados, no tendrían predilección por ninguno de los partidos alemanes. Sin embargo, pronto cambiaron de opinión, tras la llegada de la Guerra Fría y al comprobar que los socialdemócratas eran partidarios de la reunificación alemana, aunque tuvieran que aceptar concesiones hacia la URSS.
Así que, a partir de entonces, apoyaron decididamente a la CDU, un partido que llevaba el visto bueno del Vaticano, si es que no estaba patrocinado por la propia Iglesia Católica.
Curiosamente, la CDU, se diferencia del partido Zentrum en que se dirige a todos los cristianos, sean católicos o no. De hecho, la propia Merkel es protestante.

Los fundadores de la CDU dejaron muy claro que la política de ese nuevo partido iba a ser pro-occidental y anticomunista.
Así que, en 1949, nuestro personaje,  por una parte, logró que se fundara la República Federal Alemana y, por otra, ganó las primeras elecciones legislativas.
Fiel a su ideario, la nueva república no reconocía a la República Democrática Alemana, ni a los países que reconocieran a ésta, a excepción de la antigua URSS. Esto duró hasta la década de los años 70.
De hecho, el  anticomunismo de Adenauer fue tan visceral que siempre prefirió aliarse con los liberales de la FDP, antes que hacerlo con los socialdemócratas del SPD, que todavía parecían algo afines a las ideas procedentes de Moscú.
Esto llama mucho la atención, porque, precisamente, en su época como alcalde de Colonia, gobernó su ciudad durante varios años con el apoyo de los socialistas.
Adenauer tuvo que lidiar con una Alemania aún más arruinada que la que se encontró tras la I Guerra Mundial. Además, esta vez, los aliados habían destruido, en gran parte sus ciudades y casi todas sus infraestructuras. Os recuerdo que, durante la I Guerra Mundial, los aliados no consiguieron invadir el territorio del Imperio alemán.
Fue el iniciador del llamado Milagro Alemán, junto con su colaborador, Ludwig Erhard, que puso un país en marcha, desde la nada hasta llegar a ser la primera potencia económica de Europa y una de las primeras del mundo.
Como ya dije en mi anterior artículo, aceptó entusiasmado la propuesta realizada por Schuman, por entonces, ministro de Asuntos  Exteriores de Francia, y por Jean Monnet, para unirse a lo que luego sería la CECA.
Desde luego, hay que reconocer que tuvo la habilidad precisa para sortear todo tipo de suspicacias procedentes de los países a los que Alemania había invadido durante la guerra. Desde luego, Alemania, no era nada popular en ese momento.
También hay que decir que, desde un primer momento, Alemania, supo atraer ingentes inversiones procedentes de todo el mundo, pues los alemanes siempre han tenido fama de ser grandes trabajadores y gente que se ha sabido organizar muy bien.
Realmente, en plena Guerra Fría, a los aliados le convenía tener una Alemania fuerte tanto económica como militarmente para poder parar un posible ataque de la URSS al centro de Europa.
Por supuesto, los aliados, además de permitir que se creara el nuevo Ejército federal alemán, dejaron importantes guarniciones en ese país, por si a los soviéticos se les ocurría intentar conquistarlo.
Evidentemente, esa situación de Guerra Fría le vino muy bien, pues cuanto más amenazaban los soviéticos a Europa, más apoyaban los aliados a Alemania.

Aunque el final de la II Guerra Mundial le pilló ya con 69 años, no por ello dejó la política activa. Como ya he dicho antes, en 1949, fue nombrado canciller federal  y no cesó en ese puesto hasta 1963. Además, a partir de  1951, y durante 4 años, también ocupó el puesto de ministro de Asuntos Exteriores. No se le puede pedir más.
Trabajó en la política activa hasta los 90 años, porque siguió siendo el presidente de su partido, la CDU, hasta 1966. Murió al año siguiente.
Curiosamente, sus contemporáneos decían que, debido a un grave accidente sufrido durante la I Guerra Mundial, apenas gesticulaba con su cara y parecía más una estatua  que un ser vivo.
Parece ser que una de sus famosas previsiones fue que el desarrollo económico experimentado en Europa occidental haría que un día cayera el comunismo. Como así fue.
También, durante el ascenso de Hitler, opinaba que, si éste declaraba la guerra, sería una locura, porque la perdería. De hecho, según parece, estaba deseando que la perdiera para que cayera su régimen.
Curiosamente, Adenauer y otros personajes que fueron los artífices del reflotamiento de Europa, que había acabado casi destruida, tras la II Guerra Mundial, no eran jóvenes con muchas aspiraciones, sino individuos que ya habían pasado de los 60, pero a los que les movían sus ganas de trabajar y de dejar tras de sí un continente próspero y en paz.
Entre los ideales de nuestro personaje estaban fomentar el desarrollo individual de cada ciudadano y mantener a la familia como eje de la sociedad.

El nuevo Estado debía desarrollarse con una ética cristiana, organizarse federalmente y no tener demasiados funcionarios.
Formó un tándem ideal con su ministro de Economía, Ludwig Erhard, el cual diseñó la Economía del país y, sobre todo, el nuevo marco alemán.
Las ideas de ambos se transformaron en el comercio libre, las importaciones baratas basadas en unos aranceles bajos, mientras que se fomentaban las exportaciones. Nunca creyeron en la nacionalización y apostaron decididamente por la libre empresa.
Su política económica fue tan exitosa que atrajo a trabajadores de muchos países.
Entre ellos, miles de españoles. También a muchos ciudadanos de la nueva República Democrática Alemana, que a principios de los 60 solían escapar de allí a razón de una media de 1.000 personas diarias. Así que a mediados de 1961, el gobierno comunista alemán, dio orden de levantar el famoso Muro de Berlín.
Sin embargo, también hubo voces discordantes en Europa que trataban de impedir el logro de una Europa unida.
El político francés Daladier, al que dediqué otro de mis artículos, decía: “Cuando hablan de Europa, se refieren a Alemania y cuando dicen Alemania, aluden a la gran Alemania”.
Incluso, uno de los dirigentes de las pequeñas y medianas empresas de Francia calificó el intento de crear la Comunidad Económica Europea como únicamente beneficioso para “los trusts, las multinacionales y las altas finanzas”.
Hasta un historiador se atrevió a decir que lo que proponían Schuman, Adenauer y de Gaspieri era un intento de hacer revivir el Sacro Imperio Romano-Germánico.
Lo cierto es que De Gaulle tenía simpatía por Adenauer. Así que a mediados de septiembre de 1958 lo invitó a su casa en Colombey-les-deux-Eglises. Allí se considera que fundaron el famoso Eje franco-alemán. Posteriormente, se reunieron en infinidad de ocasiones hasta 1962. Año en que se retiró Adenauer.

Parece ser que los dos tenían en común su desprecio por el Reino Unido y el deseo de hacer de Europa una nueva potencia al margen de USA o de la URSS. Adenauer, escribió en una ocasión: “Inglaterra es como un rico que ha perdido toda su propiedad, pero no lo comprende”. Ambos vieron que la entrada del Reino Unido en la antigua CEE podría ser una especie de caballo de Troya a favor de USA y vetaron la solicitud británica.

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