Como ya prometí anteriormente, hoy
voy a continuar con el ciclo dedicado a los padres fundadores de la actual
Unión Europea. Esta vez le toca el turno al alemán Konrad Adenauer.

Se metió en el mundo de la
política, tras acabar la carrera de Derecho en la Universidad de Friburgo.
En primer lugar, se dedicó a la política
local, entrando a formar parte del Ayuntamiento de Colonia. En 1917, llegó a
ser su alcalde, puesto en el que estuvo hasta 1933, coincidiendo con la llegada
al poder de Hitler.
Como católico ferviente, militó
en un partido de tipo democristiano, llamado Zentrum. Concretamente, en la
corriente renana, que se distinguía por ser más liberal que la que había en
Prusia, donde la mayoría era protestante.
Precisamente, Heinrich Brüning,
miembro del partido Zentrum, fue el último canciller alemán, antes de la
llegada al poder de Hitler.


Volviendo a nuestro personaje, se
puede decir que, antes de la II Guerra
Mundial, ya era un político de prestigio. Se decía que había administrado muy
bien su ciudad en los años duros de entreguerras, donde Alemania estaba
absolutamente arruinada y el país sufrió varios intentos de golpe de Estado por parte
de los partidos más extremistas.

Lógicamente, con la llegada al
poder de los nazis, Adenauer, fue expulsado del Ayuntamiento de Colonia y le
fue negado cualquier otro puesto político en su país.
Parece ser que estuvo involucrado
en la conjura, que dio lugar al fallido atentado del coronel von Stauffenberg. A causa de ello, fue
encarcelado en las postrimerías de la II Guerra Mundial. Lo que parece muy
extraño es que no fuera ejecutado, como le ocurrió a muchos de los conjurados.

En la posguerra, fue
inmediatamente repuesto en su antiguo cargo, como alcalde de Colonia. Posteriormente,
fue de nuevo expulsado del mismo, ya que su ciudad quedó dentro de la zona
británica. Parece ser que, como en el Reino Unido, gobernaban ahora los
laboristas, preferían que ese cargo lo ocupara uno de sus colegas alemanes. O
sea, un socialdemócrata.

Supongo que, en un principio, los
aliados, no tendrían predilección por ninguno de los partidos alemanes. Sin
embargo, pronto cambiaron de opinión, tras la llegada de la Guerra Fría y al
comprobar que los socialdemócratas eran partidarios de la reunificación
alemana, aunque tuvieran que aceptar concesiones hacia la URSS.

Curiosamente, la CDU, se
diferencia del partido Zentrum en que se dirige a todos los cristianos, sean
católicos o no. De hecho, la propia Merkel es protestante.
Los fundadores de la CDU dejaron
muy claro que la política de ese nuevo partido iba a ser pro-occidental y
anticomunista.
Así que, en 1949, nuestro
personaje, por una parte, logró que se
fundara la República Federal Alemana y, por otra, ganó las primeras elecciones
legislativas.
De hecho, el anticomunismo de Adenauer fue tan visceral
que siempre prefirió aliarse con los liberales de la FDP, antes que hacerlo con
los socialdemócratas del SPD, que todavía parecían algo afines a las ideas
procedentes de Moscú.

Adenauer tuvo que lidiar con una
Alemania aún más arruinada que la que se encontró tras la I Guerra Mundial.
Además, esta vez, los aliados habían destruido, en gran parte sus ciudades y
casi todas sus infraestructuras. Os recuerdo que, durante la I Guerra Mundial,
los aliados no consiguieron invadir el territorio del Imperio alemán.
Fue el iniciador del llamado
Milagro Alemán, junto con su colaborador, Ludwig Erhard, que puso un país en
marcha, desde la nada hasta llegar a ser la primera potencia económica de
Europa y una de las primeras del mundo.
Como ya dije en mi anterior
artículo, aceptó entusiasmado la propuesta realizada por Schuman, por entonces,
ministro de Asuntos Exteriores de
Francia, y por Jean Monnet, para unirse a lo que luego sería la CECA.

También hay que decir que, desde
un primer momento, Alemania, supo atraer ingentes inversiones procedentes de
todo el mundo, pues los alemanes siempre han tenido fama de ser grandes
trabajadores y gente que se ha sabido organizar muy bien.
Realmente, en plena Guerra Fría,
a los aliados le convenía tener una Alemania fuerte tanto económica como
militarmente para poder parar un posible ataque de la URSS al centro de Europa.

Evidentemente, esa situación de
Guerra Fría le vino muy bien, pues cuanto más amenazaban los soviéticos a
Europa, más apoyaban los aliados a Alemania.

Trabajó en la política activa
hasta los 90 años, porque siguió siendo el presidente de su partido, la CDU,
hasta 1966. Murió al año siguiente.
Curiosamente, sus contemporáneos
decían que, debido a un grave accidente sufrido durante la I Guerra Mundial,
apenas gesticulaba con su cara y parecía más una estatua que un ser vivo.

También, durante el ascenso de
Hitler, opinaba que, si éste declaraba la guerra, sería una locura, porque la
perdería. De hecho, según parece, estaba deseando que la perdiera para que
cayera su régimen.

Entre los ideales de nuestro personaje
estaban fomentar el desarrollo individual de cada ciudadano y mantener a la
familia como eje de la sociedad.
El nuevo Estado debía
desarrollarse con una ética cristiana, organizarse federalmente y no tener
demasiados funcionarios.
Formó un tándem ideal con su ministro
de Economía, Ludwig Erhard, el cual diseñó la Economía del país y, sobre todo,
el nuevo marco alemán.

Su política económica fue tan
exitosa que atrajo a trabajadores de muchos países.

Sin embargo, también hubo voces
discordantes en Europa que trataban de impedir el logro de una Europa unida.
El político francés Daladier, al
que dediqué otro de mis artículos, decía: “Cuando hablan de Europa, se refieren
a Alemania y cuando dicen Alemania, aluden a la gran Alemania”.
Incluso, uno de los dirigentes de
las pequeñas y medianas empresas de Francia calificó el intento de crear la
Comunidad Económica Europea como únicamente beneficioso para “los trusts, las
multinacionales y las altas finanzas”.
Lo cierto es que De Gaulle tenía
simpatía por Adenauer. Así que a mediados de septiembre de 1958 lo invitó a su casa
en Colombey-les-deux-Eglises. Allí se considera que fundaron el famoso Eje
franco-alemán. Posteriormente, se reunieron en infinidad de ocasiones hasta
1962. Año en que se retiró Adenauer.
Parece ser que los dos tenían en común
su desprecio por el Reino Unido y el deseo de hacer de Europa una nueva
potencia al margen de USA o de la URSS. Adenauer, escribió en una ocasión: “Inglaterra
es como un rico que ha perdido toda su propiedad, pero no lo comprende”. Ambos
vieron que la entrada del Reino Unido en la antigua CEE podría ser una especie
de caballo de Troya a favor de USA y vetaron la solicitud británica.
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