Cuando se empieza a estudiar la
Guerra Civil española una de las cosas que más sorprenden es que el Ejército
sublevado se pudiera imponer al del resto del país, teniendo, en principio, muy
pocos medios y, además, con el grueso de sus tropas destinadas en el norte de
África.
Así que está muy claro que el
bando nacional tuvo que tener mucha colaboración en el exterior, ya que la
mayoría de las fábricas de armas y otras industrias quedaron en la zona
republicana.
Nuestro personaje de hoy se llamaba
Johannes Eberhard Franz Bernhardt y nació en 1897 en una población llamada
Osterode, que actualmente pertenece a Polonia y ha pasado a llamarse Ostróda.
Posteriormente, participó en la I
Guerra Mundial, tanto en el frente oriental como en el occidental y fue
condecorado con la Cruz de Hierro.
Más tarde, se estableció en la
próspera ciudad de Hamburgo, donde fundó una compañía naviera. Parece ser que,
en un principio, le fue todo muy bien y se hizo rico.
Desgraciadamente, también se vio
afectado más tarde, por la famosa Crisis de 1929, agravada por las deudas que tenía que
pagar Alemania a los vencedores de la I GM.
No hay que olvidar que buena
parte de la economía alemana se basaba en las inversiones realizadas en ese
país por los USA. Al dejar de hacerlo, la economía alemana cayó en picado. Eso
fue lo que le ocurrió a él. Así que tuvo que vender todas sus propiedades a
causa de las
deudas contraídas y se marchó de su país.
Como otros muchos miles de
alemanes, se buscó otro sitio donde empezar de nuevo. Muchos de ellos vinieron
a España. Sobre todo, se establecieron en Cataluña, Madrid, Andalucía y el País
Vasco.
Nuestro personaje lo hizo en
Larache, ciudad situada entonces dentro del llamado Protectorado español de
Marruecos, cuya capital estaba en Tetuán. Parece ser que, desde 1930, se dedicó
al negocio de la exportación-importación de productos de todo tipo, llevando
también la representación de una empresa alemana. Algo más tarde, se mudó a
Tetuán, supongo que para estar más cerca del gobierno de ese territorio.
Allí sería dónde tomó contacto
con la flor y nata de los militares africanistas. Una amistad que, más tarde,
sirvió para beneficiar a ambas partes.
También, por esas fechas, se sabe
que se afilió al Partido Nacional Socialista, dirigido por Hitler, que acababa
de llegar al Gobierno de Alemania.
Como todo el mundo sabe, la
Guerra Civil española, fue la consecuencia de un golpe de Estado fallido, que
dio lugar a que el Ejército se dividiera en dos bandos.
Lógicamente, ninguno de los dos
bandos estaba preparado para meterse en una guerra, que tampoco sabían lo que
podría durar. Así que lo principal era avituallarse lo más rápidamente posible
y al precio que fuera. Con la diferencia de que el Gobierno republicano tenía
en su poder todas las reservas del Estado y el bando nacional no.
Parece ser que nuestro personaje
tendría un fino olfato para hacer negocios y aquí vio uno que no se le tendría
que escapar.
El día 21 de julio, sólo tres
días después del comienzo de la guerra, se entrevistó con Franco, que debería
de estar muy preocupado por la falta de suministros.
No obstante, convendría no
olvidar que, unos años antes, Franco fue el jefe del Estado Mayor central y
gracias a ese puesto conoció a muchos de los principales fabricantes de armas.
Así que el día 23 de julio le
entrega una carta nuestro personaje para
que se la lleve en mano al propio Hitler.
Parece ser que en esa carta le
pide aviones y diverso armamento. Supongo que sería para poder cruzar el Estrecho
y, posteriormente, llegar a entablar combates con las suficientes municiones
para ello.
Como buen hombre de negocios,
antes de partir hacia Berlín, negoció las condiciones económicas, para que pudiera
sacar un buen filón de este asunto.
También protestó porque, unos
días antes, las tropas del bando nacional habían confiscado un avión Ju-52 de
pasajeros, perteneciente a la conocida compañía de transporte aéreo civil
Lufthansa.
Precisamente, en ese mismo avión
partieron hacia Berlín, el mismo día 23 de julio, nuestro personaje; el jefe
del partido nazi en Marruecos, Adolf P. Langenheim y el capitán de la Aviación
española, Francisco Arranz Monasterio.
Este avión, tras hacer varias
escalas, aterriza en Berlín, donde el mismo día de la llegada consiguen hablar
con Rudolf Hess, hombre de confianza de Hitler, el cual les concierta una
entrevista con el principal jerarca nazi.
Como todos sabemos, Hitler,
siempre fue muy aficionado a las óperas de Wagner. Así que, en ese momento, se
hallaba asistiendo al famoso Festival de Bayreuth, donde todavía, cada año, se
siguen representando sus obras.
Nuestro personaje le mostró, personalmente,
la carta de Franco a Hitler y se la fue traduciendo. Parece ser que el líder
nazi también le preguntó acerca de la personalidad de Franco y si podría ser
alguien del que se pudieran fiar. A todo esto, Bernhardt, lo definió como un
famoso y victorioso líder militar.
Hoy en día, los especialistas
discrepan sobre el mucho o poco interés de Hitler en apoyar la causa franquista
en la Guerra Civil española. Parece ser que nunca se había planteado intervenir
en España, hasta que los enviados de Franco se lo pidieron oficialmente y a
partir de entonces no tardó en enviarles la ayuda prometida.
Así que, a finales de julio,
Hitler tomó la decisión de ayudar al bando nacional. Parece ser que llamó a
esta operación Fuego Mágico por el final de la ópera de Wagner que acababa de
presenciar en el citado festival.
Más adelante, el propio
Bernhardt, como buen empresario alemán, no quiso dejar ningún cabo suelto y
llegó a un acuerdo con el presidente de Portugal, Oliveira Salazar, a fin de
que permitiera desembarcar esos suministros en puertos de su país y así no ser
interceptados por las flotas republicanas y de otros países que patrullaban por
las costas españolas.
Parece ser que la propuesta de
Franco fue del agrado de Hitler, así que nuestro personaje le llegó a conseguir
el doble de los aviones de transporte,
que había solicitado en el mencionado escrito.
Curiosamente, Göring, que se había opuesto a esa ayuda a
Franco, fue al que le encargaron coordinarla con Bernhardt.
Sin embargo, cuando Göring fue
interrogado, durante su juicio en Nüremberg, dijo que le gustó la idea de
participar en la guerra de España, para así probar el rendimiento de sus
aviones en un auténtico conflicto bélico. De hecho, creó un organismo llamado
Estado Mayor Especial W, dentro de su Ministerio del Aire, con objeto de
coordinar todos los envíos de personal y equipos que se mandaran a España.
Además, a finales de octubre,
decidieron crear la llamada Legión Cóndor, compuesta por unos 5.000 soldados y
140 aviones, que se relevaban periódicamente.
Parece ser que lo primero que se
les ocurrió, para que el Gobierno alemán no figurara por ninguna parte, fue
crear una nueva compañía, llamada Hisma (Sociedad Hispano-Marroquí de
Transportes). Con lo cual, daban a entender que se trataba de una operación
comercial entre particulares.
Así que a partir del 31 de julio
comienza a llegar la ayuda prometida por Alemania. Lógicamente, por vía aérea.
Gracias a los aviones de
transporte aportados por Alemania, pudieron ser transportados, entre los meses
de julio y octubre de 1936, nada menos
que unos 14.000 hombres del Ejército de África hasta la Península Ibérica. Aparte
de diverso material de todo tipo.
A primeros de septiembre, nuestro
personaje, intervino en una entrevista entre un teniente coronel del Estado
Mayor alemán, llamado Walter Warlimont y Franco. Éste sería el enlace directo
entre Franco y el Gobierno de Alemania.
No obstante, los alemanes, que no
tienen un pelo de tontos, crearon una sociedad llamada Rowak, que se dedicaba a
exportar todas las materias primas halladas en la España nacional, que fueran
de interés para Alemania, como compensación por la ayuda prestada por ellos.
Parece ser que muy pronto, los
alemanes, se dieron cuenta de que el bando nacional no podría pagar la deuda
contraída con Alemania. Así que fueron obteniendo un trato preferencial a la
hora de fundar nuevas empresas para explotar las riquezas de España.
Entre otros productos se citan
minerales de todo tipo, aceites, pieles, cueros, lanas, frutas y otros productos agrícolas. Así que ya podemos
imaginar por qué en España duraron tanto tiempo las famosas cartillas de racionamiento.
Posteriormente, ambas empresas
pasarían a formar parte de una corporación más grande, llamada Sofindus, constituida
por unas 350 empresas, que se dedicaba a monopolizar el comercio con las
materias primas que precisaba urgentemente la industria alemana.
Supongo que ya se estarían
preparando para asegurarse esas materias de cara a una próxima guerra mundial. Como
así fue. No hará falta que diga quién fue el presidente de Sofindus en España.
Os lo podéis suponer.
Incluso, según parece, esta
empresa se dedicó a suministrar a las unidades alemanas en Francia, que habían
quedado desconectadas de su Cuartel General, tras el desembarco de Normandía.
Es más, el Gobierno español,
aguantó todo tipo de presiones de los aliados y hasta 1948 no cerró las instalaciones
de estas empresas en España.
Durante la II Guerra Mundial,
España, y sobre todo, Madrid, se convirtió en un nido de espías de varios
países. La mayoría de los centros alemanes se hallaban en los lugares más céntricos.
La propia embajada estaba situada
en un lugar muy visible, al comienzo del Paseo de la Castellana. En la acera de
la derecha, justamente al lado de un templo alemán, que sigue existiendo en ese
lugar. Actualmente, La embajada está situada en el mismo paseo, pero en la acera de
enfrente.
Volviendo a nuestro personaje, se
sabe que en los años 50 emigró a Argentina, como muchos otros de sus
compatriotas. Supongo que también lo haría, porque los aliados seguían presionando
a Franco para que entregara a los nazis que se encontraban refugiados en
España.
De hecho, le entregaron al
Gobierno español una lista con 104 nombres de nazis a los que andaban buscando
y nuestro personaje figuraba en el puesto número 7 de la misma.
Parece ser que sus problemas
terminaron en los años 70, cuando decidió volver a Alemania. Allí vivió y murió
en Munich en 1980.
Esta serie, solo menciona casi exclusivamente a los bando nacional. Nadie de la República merece la pena?.
ResponderEliminarSaludos
Pues sí, ahí tienes razón, pero También es verdad que hace tiempo hablé de varios individuos del bando republicano. No obstante, te tomo la palabra y ya en enero dedicaré unos artículos a gente del bando republicano.
EliminarSaludos.