El hermano de Luis XVIII, que
reinó con el nombre de Carlos X, según parece, debería de haber sido muy
supersticioso. Aparte de que nunca fue muy popular entre los franceses.
Cuando empezó a ver tambalearse su
trono, envió a uno de sus cortesanos a hablar con un famoso vidente, llamado
Thomas Martin. Este le dijo “una mano empuja a Carlos X de un trono sobre el
que no subió”. También le dijo que tendría que exiliarse y moriría en el
extranjero. Aparte de eso, que el duque de Angulema no sería rey y el conde de
Chambord, tampoco.
Así que Carlos X no se lo pensó
mucho y muy pronto se fue a la costa para embarcarse hacia Inglaterra, dejando
en el trono a un regente, que luego se proclamaría nuevo rey, Luis Felipe de
Orleans.
Es posible que se acordara que
otro vidente le recomendó a su hermano que tuviera mucho cuidado los días 21 de
cada mes. Efectivamente, tuvo varios accidentes en esos días. La última vez que
tuvo uno de esos problemas fue un 21 de enero, el día en que lo guillotinaron.
Precisamente, su cabeza rodó hacia el cesto a las 10,21 de la mañana.
Curiosamente, en 1833, apareció
en París un tal Karl Wilhelm Naundor ff. Parece ser que visitó al famoso vidente
y éste le dijo que lo reconocía como la persona que él había visto en sus
visiones.
Además, cuando surgieron todos
esos que decían ser Luis XVII, su hermana, Madame Royale, les remitió a algunos
de ellos un cuestionario con preguntas que, teóricamente, sólo podría haber
contestado su verdadero hermano.
Según dijo a sus amistades, ella
no reconoció a ninguno. Sin embargo, Naundorff, le parecía mucho más creíble
que los demás.
Parece ser que la familia real
nunca hizo ningún esfuerzo serio por conocer la verdad acerca de la muerte de
Luis XVII. Ni siquiera su hermana se vistió de luto, salvo cuando se lo
exigieron en la corte de Viena.
También existió un rumor en París
sobre el duque de Berry. Parece ser que, antes de su asesinato, había sostenido
una fuerte discusión con el rey, Luis XVIII, acerca de la posible supervivencia de Luis
XVII.
Incluso, entre las amistades que
rodeaban al conde de Chambord, posible sucesor al trono, se comentaba que Luis
XVII no había muerto en el Temple. Hay quien dice que este conde no quiso
reinar con el nombre de Enrique V, para que no lo considerasen un usurpador.
Ahora ya vamos a entrar de lleno
en nuestro personaje de hoy. Su nombre era Karl Wilhelm Naundorff.
La verdad es que hasta 1810 no se
sabe casi nada acerca de la vida de este hombre, año en el que llegó a Berlín y
se dedicó al oficio de relojero.
Ese dato es muy interesante,
porque de todos es sabido que los Borbones siempre fueron muy aficionados a la
relojería. Si alguno se da una vuelta por el Palacio Real, en Madrid, podrá
comprobar la afición de esa familia por los relojes y su mecánica.
Decían que eran muy buenos
mecánicos. Incluso, parece ser que, cuando le presentaron, antes de la
Revolución Francesa, la guillotina, al
rey Luis XVI, a fin de que la aprobase, como nuevo método para las ejecuciones,
creo recordar que comentó que la cuchilla sería más efectiva si la hoja estuviera
inclinada, o sea, biselada, y no recta.
Es más, me parece recordar que también recomendó que la hoja tuviera sierra.
Como todos sabemos, luego le tocó también
el dudoso honor de probarla.
Naundorff solía decir que le
habían sacado de la prisión del Temple, para encerrarle en otra parte. También
que le dieron documentos falsos, lo llevaron a América. Luego volvió a Europa,
etc. Pero, lo cierto, es que no tenía ninguna prueba de ello. Por lo que era
muy poco creíble.
Tras su llegada a Berlín, se mudó
a Spandau, donde obtuvo, muy fácilmente, la ciudadana prusiana. No olvidemos
que entonces no existía aún Alemania.
Parece ser que tuvo un pequeño
incidente, pues no coincidía el aspecto que tenía con los años que aparecían en
la hoja de identidad que aportó. Fue llamado al negociado de pasaportes y allí
le interrogaron. Al rato, dijo que él era el hijo de Luis XVI y que necesitaba
un pasaporte para esconderse de las tropas napoleónicas. Por ese motivo, le
dieron enseguida un pasaporte prusiano.
Durante la retirada de las tropas
napoleónicas, Spandau fue bombardeada y él cayó enfermo. Tras reponerse,
escribió al rey de Prusia y al emperador austriaco a fin de que le apoyaran
para intentar obtener al trono de Francia.
Incluso, le envió una carta a la
duquesa de Angulema, hermana de Luis XVII, la cual no contestó nunca a su
misiva.
En 1822, nuestro personaje, ya se
había casado y tenía tres hijos. Residiendo todos en Brandemburgo.
Al poco tiempo, fue llevado ante
los tribunales, acusado de falsificación y de haber incendiado su casa y la de
su vecino. Por ello, fue sentenciado a tres años de cárcel, aunque el juez
sospechaba que estaba loco.
Curiosamente, el alcaide de la
cárcel, estaba convencido de que era inocente y escribió al rey de Prusia para
que le indultara.
Tras su salida de la cárcel, se
mudó al pueblo de Crossen. Allí, alrededor de 1828, empezó a decir públicamente
que él era el hijo de Luis XVI.
Parece ser que ya no quiso mandar
más cartas a las personalidades. Sin embargo, escribió un artículo en la Gaceta
de Leipzig, donde daba todo lujo de detalles sobre la vida del hijo de Luis
XVI.
Además, afirmaba que había sido
sustituido por un chico huérfano sordomudo, mientras que él había sido
escondido en otra zona del temple, hasta que pudo huir de allí.
Esta noticia salió en algunos periódicos
franceses y esto no gustó nada al rey de Prusia, que ordenó detenerle. Como al
relojero lo avisaron previamente, le dio tiempo de huir, dejando en Prusia a su
familia.
Se fue hacia Suiza y, en
1833, llegó a Francia hecho un
harapiento. Allí contactó con los legitimistas monárquicos franceses, los cuales
hicieron una especie de corte alrededor de él.
Le organizan un encuentro con
Madame Rambaud, antigua cuidadora del niño. Ella le llevó un antiguo traje
azul, que era del Delfín. Le preguntó sobre él y nuestro personaje acertó de
pleno con su respuesta.
Incluso, llegó a contestar a
muchas otras preguntas con una seguridad que impresionaba, a pesar de que no
hablaba muy bien francés.
Otras personas de la antigua
corte también reconocieron a nuestro personaje como el niño que desapareció en
el Temple. Incluso, hasta Jean Bremmond, secretario privado de Luis XVI.
Intentaron que se entrevistara
con la otra hija de Luis XVI, pero ella siempre se negó. Incluso, cuando la
llamaron a testificar ante un tribunal.
Es más, escribió una carta al tribunal
que, por entonces, estaba juzgando al conde de Richemont, afirmando que él era
el verdadero Luis XVII y el acusado era un farsante.
En 1836, nuestro personaje, fue arrestado
por orden del rey Luis Felipe y expulsado al Reino Unido. Parece ser que
nuestro personaje pretendía llevar ante los tribunales al antiguo rey, Carlos
X, y a la duquesa de Angulema, porque decía tener derecho a algunos de los
bienes de Luis XVI.
Así que el Gobierno francés dio orden
de arresto contra él y de incautarle todas las pruebas que tuviera en su poder.
Esta vez, sus partidarios permanecieron en silencio.
En Londres, el Gobierno británico,
no le molestó y lo utilizó para poner en ridículo al rey Luis Felipe.
Incluso, en 1837, Naundorff, redactó
una petición a la Cámara de los pares y a la Cámara de Diputados, para que
reconocieran sus derechos como heredero al trono. Este documento iba firmado
por el duque de Normandía, que es como gustaba que le llamaran. Evidentemente,
fracasó en este y otro intento, efectuado al año siguiente.
Supongo que con la Iglesia
católica tampoco le iría muy bien, pues había dicho que, tras una visión, había
decidido hacer una reforma en la Iglesia católica. A lo mejor, por eso, el
Papa, Gregorio XVI, hizo un llamamiento a
los católicos de las Islas Británicas contra Naundorff.
Incluso, se dedicó a fabricar lo
que llamó “la bomba borbona”, la cual explotó a causa de un accidente,
provocando muchos destrozos en su propia casa. Más tarde, cuando la perfeccionó,
la vendió al Ejército de Holanda, junto con un fusil sin retroceso.
Por algún motivo desconocido,
predijo que sería coronado como nuevo rey de Francia el 1 de enero de 1840. Evidentemente,
esto no fue así. Por eso, mucha gente dejó de apoyarle.
En 1841, decidió mudarse a
Holanda, donde fue muy bien recibido. Incluso, le dejaron utilizar oficialmente
el apellido Borbón. Es más, le nombraron director de la Pirotecnia militar.
Murió el 10/08/1845 en su exilio
en Delft, Holanda. Algunos insinúan que
podría haber sido a causa de envenenamiento.
En su lápida se indica: “Aquí
yace el rey Luis XVII de Francia y de Navarra, nacido en Versalles el 27 de
marzo de 1785, murió el 10 de agosto de 1845”
Curiosamente, sus descendientes
siguen, hoy en día, reclamando sus derechos al trono de Francia. Incluso, han
añadido a sus nombres el apellido Borbón, siendo reconocido legalmente por
Holanda. A pesar de las protestas de Francia.
Concretamente, acudieron a los
tribunales franceses de Justicia en 1851 y en 1874, fracasando en ambos
intentos.
En el año 1954, un tribunal
francés, también falló en contra de uno de estos familiares, llamado René
Charles de Borbón, el cual trabajaba como director de un circo.
Ese mismo tribunal declaró
oficialmente el 08/06/1795, como fecha oficial de la muerte de Luis XVII.
También dictó una sentencia por la dictaminaba que los pretendientes con más
derechos al trono de Francia eran los miembros de la rama Borbón-Parma.
En 1943, un historiador llevó
unas muestras de pelo de Naundorff al célebre profesor Locard, para compararlas
con un mechón del Delfín. En un principio, se vio que tenían cierta similitud.
No obstante, hizo un segundo análisis y se vio que no eran de la misma persona.
Como ya he dicho en uno de mis
anteriores artículos, en 1999, se decidieron a realizar un análisis de ADN al
corazón, que se conservaba en Saint Denis y lo compararon con el pelo de María
Antonieta y de su hermana.
En abril de 2000, se llegó a la conclusión
de que ambas muestras tenían una relación familiar y que el corazón era de Luis
XVII.
Algunos seguidores actuales de
Naundorff han argumentado que el corazón podría pertenecer no a Luis Carlos,
sino a su hermano mayor, Luis José, fallecido en 1789 a causa de la tuberculosis .
Sin embargo, se sabe que el
cadáver de Luis José fue embalsamado, mientras que el corazón de Luis Carlos
fue conservado en alcohol.
No obstante, se le han realizado
otras pruebas. Esta vez, han comparado, su ADN, con el del rey Luis XVI y no
difiere demasiado. Por lo tanto, parece ser que existen sospechas de que
pudiera ser un hijo ilegítimo del monarca o una persona perteneciente a la casa
Condé, que es otra rama borbónica.
Se han descrito muchas teorías
sobre el tema. Entre las más curiosas, me gustaría citar la de un autor que
dice que Naundorff hablaba un alemán típico del sur del país y era anabaptista.
Casualmente, la última familia que se encargó de Luis XVII hablaba con ese
mismo acento y pertenecía a esa religión.
En cambio, otro autor, ha pensado
que, durante su infancia, Naundorff, pudo haber trabajado en casa de Elisabeth
Vigée le Brun, la pintora favorita de la corte de Luis XVI, y allí podría haber
aprendido todo sobre la familia real francesa. A esta pintora también le
dediqué otro artículo.
Bueno, pues aquí termina este
artículo. Espero que el mismo os dé mucho qué pensar.
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