Como me había salido un artículo
demasiado largo, para que no haya quejas, por parte de los lectores, he
decidido dividirlo en varias partes y así, entiendo, que será más fácil de
comprender.
Empecemos por el principio, sobre
Luis XVII, o sea, Luis Carlos, lo único
que se sabe a ciencia cierta es que nació el 27/03/1785.
Como no era el mayor de los hijos de Luis XVI, su padre le dio el
título de duque de Normandía.
En cambio, como su hermano mayor,
Luis José, murió a mediados de 1789, en
esa época, pasó a ser el nuevo Delfín, o sea, el heredero a la corona de
Francia.
Tras la Revolución Francesa, que,
como todo el mundo sabe, comenzó con la toma de la prisión de la Bastilla, el
14/07/1789, se inició el principio del fin de la monarquía en Francia.
En octubre, un grupo de mujeres
se amotinaron y fueron hasta Versalles. Allí obligaron a la familia real a
volver a París para firmar una serie de medidas, que dieron lugar a la
aprobación de la Asamblea Nacional.
Dado que la situación se tornaba
peligrosa para la familia real, en junio de 1791, Luis XVI, decidió huir con
toda la familia hacia Austria, donde reinaba el hermano de María Antonieta.
Desafortunadamente, cuando
estaban casi a punto de cruzar la frontera, cerca de Varennes, su coche de
caballos fue a dar con un control, donde un miliciano reconoció al rey, porque
su efigie aparecía en todas las monedas de la época. Así que fueron detenidos y
escoltados de vuelta a París.
De esta forma, nuestro personaje
fue encarcelado, junto con su familia, en la fortaleza del Temple, el
13/08/1792.
El 21/09/1792, la Convención
Nacional, mediante una votación previa, abolió la monarquía y declaró la I República
Francesa.
Más tarde, la misma Convención, debatió
sobre la actuación de Luis XVI. La acusación más grave esgrimida contra él era
que había hecho un pacto con otros Estados, para que invadieran Francia y así
salvar su trono.
Parece ser que esta acusación se
basaba en que, al invadir las Tullerías, habían conseguido abrir una especie de
caja fuerte, donde encontraron algunos documentos incriminatorios.
Así que lo condenaron a muerte por 361 votos a favor, 288 en contra
y 72 abstenciones. Curiosamente, su primo, el duque de Orleans, que andaba
enemistado con los reyes, votó a favor de esa pena de muerte.
El 21/01/1793, fecha de la
ejecución de su padre en la guillotina , fue reconocido, por su madre, María
Antonieta, como nuevo rey de Francia.
Más tarde, fue reconocido por
todas las potencias europeas, incluso, la república de USA. Es más, Catalina
la Grande, expulsó de Rusia a todos los franceses que se negaron a reconocer al
nuevo rey.
El conde de Provenza se
autonombró regente de Francia y el conde de Artois, lugarteniente general del
reino. Por si acaso, ellos permanecieron exiliados en Westfalia.
Los ejércitos monárquicos, que
combatían a la República, en algunas regiones de Francia, enarbolaron
estandartes en honor al nuevo monarca.
Por otro lado, los
revolucionarios, jugaron sucio, durante el juicio contra María Antonieta, y
obligaron a declarar al niño, que había tenido juegos sexuales con su madre.
Poco más tarde, la reina rebatió
esta acusación y se indignó de tal manera que pidió a las mujeres del público
que se pusieran de su parte.
Tras la ejecución de su madre, a
mediados de octubre de 1793, unos 9 meses después de la de su padre, permaneció
solo en una celda de la cárcel y alejado de su hermana.
Posteriormente, le fue encargada
su custodia a un zapatero llamado Antoine Simon. Parece ser que este individuo
era un tipo alcohólico y agredió en diversas ocasiones al niño. Al año siguiente
fue detenido y guillotinado.
Otros dicen que no fue así, sino
que Simon le quiso tratar como a un niño republicano y le dejó jugar. Sin embargo,
el nuevo alcaide del Temple, Chaumette, despidió a Simon y dio órdenes para aumentar
la rigidez carcelaria sobre el niño.
Más tarde, el niño, fue aislado,
durante seis meses, en otra celda sin tener contacto con ninguna persona y en
unas condiciones muy insalubres. Como si fuera un peligroso delincuente.
De hecho, estaba custodiado por
cuatro guardianes, que se cambiaban continuamente. Parece ser que su hermana,
María Teresa, que se hallaba en otra celda del piso superior, desconocía si su hermano
estaba vivo o muerto.
Por cierto, el mismo Robespierre,
consideraba a Chaumette un tipo demasiado radical y hasta sospechaba que fuera
un agente extranjero, llegado del exterior para hacer fracasar la Revolución. Así
que no paró hasta llevarle ante los tribunales y guillotinarle ese mismo día.
En julio de 1794, el niño, fue visitado por el
político Paul Barras, el cual protestó por la forma en que se había tratado al
niño e insistió en que se deberían de mejorar sus condiciones de encierro.
A primeros de 1795, la Convención
Nacional, realizó una votación para decidir si deberían de mandar el niño al
exilio. Desgraciadamente, unos informes médicos indicaron que el chico ya no
estaba en condiciones de viajar a ninguna parte.
Parece ser que murió el
08/06/1795, en su celda del Temple, posiblemente, a causa de una peritonitis o
tuberculosis en las glándulas linfáticas.
Su cuerpo fue sepultado en una
tumba del cementerio de Santa Margarita, en París, sin indicación de ningún
tipo, salvo una D, que se pintó en su ataúd.
Tras su muerte, la sucesión pasó
a su tío, el conde de Provenza, que se hizo llamar Luis XVIII, aunque no
llegaría al trono hasta 1814, tras la derrota y el primer exilio de Napoleón en
la isla de Elba.
El encargado de realizar la
autopsia al cadáver del niño fue el doctor Pelletan. Éste, le sustrajo el
corazón y lo mantuvo dentro de un recipiente de cristal, en su domicilio.
Lo cierto es que siempre hubo
dudas acerca de la identidad del niño difunto. La misma esposa de Antoine Simon
declaró que el cesto de ropa sucia, que
había dentro de la celda tenía un doble fondo y ahí se podría haber escapado el
chico y haber puesto a otro en su lugar.
El médico mantuvo el corazón
dentro de un frasco, pero fue robado por uno de sus estudiantes.
El ladrón, antes de morir, pidió
a su esposa que devolviera el corazón a los miembros de la familia real.
En 1828, su viuda entregó la
reliquia al arzobispo de París. Sin embargo, tres años más tarde, unos ladrones
robaron en su casa y arrojaron el corazón a un vertedero de basura.
Un hijo del doctor Pelletan logró
encontrarlo. Lo momificó y declaró ante Notario que era el corazón de Luis
XVII.
Parece ser que intentó, en
diversas ocasiones, hacer llegar esta reliquia a los siguientes monarcas, Luis
XVIII y Carlos X, pero ellos se negaron a recibirla, por entender que debía de
ser falsa. Posteriormente, fue recibido por el conde de Chambord, jefe de la
Casa Real.
En 1895, esta reliquia fue
trasladada, secretamente, a una iglesia
de Venecia, donde pasó las dos guerras mundiales.
En 1975, el corazón, fue
entregado a la Basílica de Saint-Denis, donde están enterrados la mayoría de
los reyes de Francia. Allí lo introdujeron en un gran recipiente de cristal.
Parece ser que hubo disparidad de
opiniones entre los descendientes de la Casa de Borbón. El conde de París había
dicho que hacerle las pruebas de ADN lo consideraba
“una pérdida de tiempo”.
No obstante, transigió y pudieron
sacar de Saint Denis la urna de cristal, donde se hallaba el corazón. La cubrieron con un velo, que tenía bordada una flor de lis, transportándola en una carroza negra hasta el
laboratorio, donde se realizarían esas pruebas.
Posteriormente, dos reputados
científicos, uno de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, y otro de la de
Münster, en Alemania, lograron demostrar, comparando la muestra con unos
cabellos de María Antonieta y de sus hermanas, que efectivamente, se trataba
del corazón de Luis XVII.
Parece ser que el mechón de pelo
de María Antonieta fue enviado por ésta a su madre, antes de morir y se
conservaba dentro de un medallón.
El resto del cuerpo nunca fue
hallado, porque se enterró en una fosa común. De hecho, en 1846, se buscó entre
los cadáveres enterrados en la fosa común. Sólo se encontró el cadáver de un
chico de unos 14 años, sin embargo, Luis XVII, murió a los 10 años.
Curiosamente, durante esa
autopsia, uno de los presentes se hizo con un rizo del pelo del niño. Luego se
ha visto que no podía ser de Luis XVII, porque ese chico había muerto a causa de
otra enfermedad.
En 2004, una vez concluidas todas
las pruebas de ADN, se celebró un funeral, colocando el recipiente de cristal
dentro de un mausoleo situado en la cripta de ese templo. Lugar donde reposa
también el resto de su familia.
Realmente, había cierta discusión
entre los miembros de la Casa de Borbón. Si se demostraba que el corazón
perteneció a Luis XVII, ganarían los legitimistas, encabezados por el duque de
Beauffremont, como descendientes legítimos de Luis XVI.
En cambio, los de la rama de
Orleans sostenían que el niño no murió en la cárcel y podrían tener razón alguno
de los muchos pretendientes, que han ido surgiendo a lo largo de la Historia. En
otros artículos, hablaré de ellos.
Precisamente, los legitimistas,
nunca han olvidado que Luis Felipe de Orleans votó a favor de la pena de muerte
contra su pariente, Luis XVI. Eso sólo le sirvió para que él durara dos años
más, antes de ser también guillotinado.
En resumen, esta fue la vida de un pobre chiquillo, cuyo único "delito" fue ser el hijo del rey y el heredero a la corona de Francia.
Gracias por tan Buen relato.
ResponderEliminarMe alegra mucho que le haya gustado.
ResponderEliminarSaludos.
Excelente relato de la historia de Luis XVII, su corta vida fue apagada por la venganza y el odio hacia sus padres!
ResponderEliminarPor ese mismo motivo, en pleno siglo XX, asesinaron a los zares junto con sus hijos.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y saludos.
Pobre niño en verdad no me parecio lo que le hicieron su unico delito fue ser hijo de los reyes. Muy inhumanos fueron los revolucionarios en este aspecto
ResponderEliminarSupongo que sería una forma de eliminar la sucesión a la corona de Francia.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y saludos.
EliminarDesoladora historia del martirio de un niño inocente. Es extraordinario que la ciencia haya podido demostrar que se trataba del corazón del Delfín 211 años después de su muerte. Al fin podrá descansar en paz.
ResponderEliminarLa verdad es que el chico vivió en un momento incierto para la monarquía francesa. Parece ser que esos revolucionarios nunca supieron qué hacer con ese chico. Ellos sólo iban a por su padre y, posteriormente, también a por su madre.
EliminarPor otra parte, también me parece extraordinario que la Ciencia actual haya podido demostrar con fiabilidad que ese corazón perteneció al chico, tras haber pasado por múltiples manos, que podrían haber contaminado su ADN.
Muchas gracias por su comentario y saludos.
Que historia tan Injusta y dolorosa..Los mismos Complejos de inferioridad y Resentimientos Sociales existen todavía hasta nuestros días con El mismo tipo de personas que no toleran Que otros tengan más Que Yo?? Pobre niño Dios lo tenga en su Gloria por Siempre
ResponderEliminarPues sí. Lo que pasa es que este chico hubiera sido un peligro para los republicanos, si hubiera caído en manos de los legitimistas franceses. Ya que tendrían un heredero, que podría reivindicar el trono para sí y sus sucesores.
EliminarOtra cosa hubiera sido que él hubiera rechazado sus derechos sucesorios y es posible que lo hubieran dejado en paz los republicanos, aunque no los legitimistas.
Muchas gracias por su comentario y saludos.