Normalmente, cuando se habla de
las invasiones bárbaras en Hispania, se citan, principalmente, a los visigodos,
cuando la verdad es que llegaron otros pueblos. Así que hoy vamos a ver lo poco
que se sabe de uno de ellos. El de los suevos.
Para empezar, se cree que los
suevos procedían de la costa báltica de la actual Alemania. La zona donde,
actualmente, se asientan ciudades tan importantes como Hamburgo, Kiel, Rostock o Lübeck.
Parece ser que algunos autores
clásicos indicaron que los suevos no eran un grupo sólido y étnicamente
homogéneo, sino un conjunto de tribus a las que, para generalizar, se les
llamaba de esa forma.
Probablemente, por ese mismo
motivo, vemos que de ellos se desgajaron algunos grupos, como los alamanes, que
dieron su nombre a Alemania.
Sin embargo, muchos de estos
grupos sólo avanzaron hasta la actual Alsacia o a la antigua región de Suabia,
que está dividida entre los estados de Baviera y Baden-Würtemberg.

Seguro que la historia de este
ducado no se les pasó por alto a los historiadores nacionalistas alemanes del
siglo XIX, cuando tuvieron que buscar datos que sirvieran para implantar la
idea de un sólo país en la mente de los habitantes de los diferentes
territorios que constituyeron la Alemania unificada.
Este ducado fue uno de los más
importantes del territorio germano, pues no olvidemos que de allí surgieron
varios emperadores del Sacro Imperio, como Federico I Barbarroja.
De hecho, todavía se habla el
suabo en la zona suroeste de Alemania y es reconocido como uno de los dialectos
del alemán.

En un principio, en el siglo I, los suevos se asentaron en el Alto Danubio y
los vándalos en las orillas del Mar Negro.
Sin embargo, en el siglo IV,
tuvieron que salir huyendo de allí a causa
del ataque de los hunos, venidos de
Asia y encabezados por el famoso Atila. Así que estos dos pueblos tuvieron que
mudarse a la zona del alto Rhin.
Según los expertos, el año 406 d.
de C. fue uno de los más fríos que se recuerdan. Incluso, se llegaron a helar
las aguas del Rhin. Así que se formó un puente natural que invitaba a estas
gentes a cruzarlo.
Todo ello unido al hambre,
provocado por las malas cosechas, y a que Roma había retirado a la mayoría de
sus guarniciones en esa zona, para hacer frente a la invasión de otra tribu
bárbara en los Balcanes. Así que todo eso les facilitó el paso.
natural a los francos, pero se ve que no pusieron mucho
interés en su trabajo.
Según parece, también les fue imposible,
porque estas tribus y otras más, atravesaron el río por múltiples sitios, entre
las ciudades distantes de Maguncia y Estrasburgo.

Parece ser que penetraron a
través de la parte occidental de los Pirineos. Durante unos años, dirigidos por
su rey Hermerico, se dedicaron al
pillaje y ya en el 411, firmaron un pacto como federados con Roma, por el que
les permitieron asentarse, junto con los vándalos asdingos, en la provincia de
la Gallaecia.
Así que ocuparon la zona de la península
comprendida entre las actuales provincias gallegas, Asturias, León, algo de
Palencia y el norte de Portugal hasta el río Tajo. Su capital estuvo en la
ciudad portuguesa de Braga.

También se enfrentaron en varias
ocasiones los suevos contra los vándalos. Afortunadamente, en el 429, estos últimos,
junto con los alanos, tomaron la decisión de abandonar la península
y marchar hacia el norte de África. De ellos ya hablaré en un próximo artículo.
En el 438 el monarca suevo,
Hermerico, llama a su hijo mayor, Requila, para que comparta el trono con él.

Para no tener que enfrentarse
solo a las legiones romanas de guarnición en la península, se alía con unos
grupos de bandoleros, llamados bagaudas, para realizar ataques en varios sitios
a la vez.
De esa forma, llegó a tomar
Mérida y Sevilla. Sólo quedaron fuera de sus dominios las zonas de Aragón, Cataluña
y la costa levantina, que estaban mejor protegidas por las legiones romanas.
En el 448, murió el ambicioso
Requila y le sucedió su hijo Requiario. A pesar de que este nuevo monarca ya
era católico, no obstante, heredó las
ambiciones de su padre.
Fue el primero de estos reyes que
acuñó moneda con su nombre. Se supone que para fortalecer su poder, casó con
una hija del rey visigodo Teodorico I y también fue el primer monarca de estas
tribus, en toda Europa, que se convirtió
en católico.

A estas alturas, es preciso decir
que los godos tenían mucho poder en Roma. Incluso, se permitieron imponer a un
emperador, Marco Mecilio Avito.
El 05/10/456 se encontraron en las
orillas del río Órbigo, los suevos de Requiario con las fuerzas de Teodorico
II, formadas por godos y burgundios. Estas últimas eran mucho más numerosas, aparte de estar mejor preparadas para el combate, así
que lograron una victoria aplastante.
Las tropas de los suevos huyeron
por toda la península, siendo alcanzadas por Teodorico II en diciembre de ese
año. Requiario intentó escapar por el
mar y dirigirse hacia Italia, pero fue capturado y ejecutado.
Parece ser que Agiulfo fue asesinado
por Maldras en el 457 y éste mismo f ue asesinado en el 459.
Tras un período, donde varios candidatos ocuparon el trono de los suevos, a la muerte de Maldras, llega su hijo Remismundo, el cual todavía tuvo que enfrentarse contra otros posibles reyes. No obstante, consigue ser el rey de todos los suevos. Posiblemente, con el apoyo de Teodorico II.
Sin embargo, este rey también fue tan ambicioso como algunos antecesores suyos y no se le ocurrió otra cosas que tomar ciudades al sur de su reino, como la actual Lisboa. Así que los visigodos hicieron de Mérida su plaza fuerte para contener las ansias de expansión de ese pueblo.
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A partir del 550 reinó Carriarico y, según cuentan las fuentes, el reino se había convertido al arrianismo, como la mayoría de estos pueblos bárbaros.
Sin embargo, un hijo de este soberano había contraído la lepra. Alguien le habló de lo milagrosas que eran las reliquias de San Martin de Tours, posiblemente, el arzobispo San Martín de Braga, así que el rey hizo traer una de ellas y su hijo se curó. De esa manera, la corte y todo el pueblo suevo se convirtieron al catolicismo.

Entre los años 561 y 570 reinó Teodomiro. Se discute si la conversión de los suevos al catolicismo se hizo durante el reinado de Carriarico o en el de Teodomiro.
Entre el 570 y el 583 reinó su hijo Miro. Éste invadió zonas de las actuales Asturias y Cantabria, argumentando que antes habían pertenecido a la provincia de la Gallaecia, que era donde habían pactado asentarse con los romanos.
Las cosas habían cambiado mucho. Ahora el reino visigodo estaba muy unido, bajo el mando de su rey, Leovigildo. Como éste también reivindicó ese territorio como suyo, estalló la guerra entre ambos reinos. La cual duró entre 572 y 574, estableciendo el Duero como frontera entre ambos reinos.
En el 575, Leovigildo, volvió a invadir el territorio de los suevos. Tras diversas derrotas, el rey Miro, pactó su sometimiento al rey visigodo.
No obstante, tras la rebelión de Hermenegildo contra su padre, Leovigildo, apoyó al hijo, por ser católico, como él. Sin embargo, tras la derrota del hijo, hubo de pactar de nuevo con Leovigildo.
En el 583 le sucedió en el trono su hijo, Eborico. A éste no le quedó más remedio que estar a las órdenes de los visigodos. Esto le granjeó la enemistad de su pueblo y ser depuesto a manos de unos nobles, encabezados por su cuñado, Audeca o Andeca. Fue obligado a entrar en un convento de clausura.
Esta inestabilidad en el reino suevo le sirvió como excusa a Leovigildo para invadirlo de nuevo. Depuso al nuevo rey, Andeca, y también lo obligó a ingresar en un monasterio de clausura. Incluso, venció a un usurpador, llamado Malarico, que decía ser descendiente del rey Miro.
Esto fue el fin del reino de los suevos y el ingreso de este territorio, como una provincia más, dentro del reino de los visigodos de Toledo.
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