Ya sabemos todos que los
franceses son gente que se “vende” muy bien a todos los niveles. Eso es algo
que lo hemos estado comprobando muy recientemente. En España, hemos sufrido miles de atentados y
casi nunca, que se sepa, ha venido ningún país a ayudarnos.
Lógicamente, cuando alguien
quiere “vender bien” sus productos, tiene que esconder otra serie de cosas
debajo de la “alfombra”.
Esta vez, vamos a hablar de uno
de los grupos que organizó el Gobierno de la República Francesa, en la zona no
ocupada, para ayudar en las tareas de policía a los invasores nazis.
La Milicia francesa fue una
fuerza de tipo paramilitar, creada por el Gobierno colaboracionista de Vichy,
presidido por Pétain, el 30/01/1943.
Su labor consistió en luchar
contra la propia Resistencia en Francia y así facilitar el trabajo a las tropas
alemanas de ocupación.
Es preciso aclarar que, hoy en
día, se calcula que los efectivos de la Resistencia nunca fueron más allá del
2% de la población de Francia en ese momento, aunque gozaron de muchas
simpatías entre el pueblo.
También es curioso el dato de
que, a pesar de que hoy vemos a los de la Resistencia como unos simples jóvenes
revolucionarios algo exaltados, la mayoría de ellos eran gente casada, con hijos
y con un trabajo estable.
Dentro de la Resistencia, los comunistas
al igual que los judíos tuvieron un papel muy importante, ya que eran los
colectivos más perseguidos por los nazis y sus aliados. Tampoco deberíamos
olvidar la cantidad de exiliados españoles que pagaron con su sangre el haber
combatido dentro de la Resistencia.
No obstante, también se unieron a
ellos gentes de todas las tendencias políticas, incluidos, nacionalistas franceses,
conservadores, antiguos militares y miembros de la Iglesia.
El líder político de la Milicia fue el presidente
del Gobierno, Pierre Laval, mientras que su líder, en la práctica, fue el
ministro fascista francés, Joseph Darnand, que llegó a ser ministro del
Interior, por las presiones de los invasores nazis.
El uniforme de estas milicias era
de color azul, con una camisa de color marrón y una boina azul oscuro, con el
escudo en el lateral derecho de la misma.
El antecedente de este grupo fue
el Servicio de Orden Legionario, creado para participar, junto con los alemanes
y las milicias de otras naciones, en la invasión de la URSS, en 1942.
Parece ser que, en un principio,
conformaron esta milicia solamente gente procedente de grupos de extrema
derecha. Seguramente, muchos de ellos habrían pertenecido al grupo llamado
Acción Francesa, que, antes de la guerra, se dedicó a hostigar, mediante
atentados terroristas a los partidos de izquierda de Francia.
Posteriormente, tras complicarse
la marcha de la economía en Francia, muchos se alistaron para poder gozar de un
salario fijo y bien remunerado y unas provisiones de comida, no sujetas al
racionamiento generalizado.
También, según dicen, muchos lo
hacían para asegurarse que no iban a ser deportados a Alemania, para trabajar
allí como obreros forzados.
En sus inicios, sólo actuaron dentro
de la Francia no ocupada, pero, al comprobar su efectividad, los nazis, les
dejaron operar en toda Francia, situando su cuartel general en París.
Aparte de combatir continuamente
contra los maquis y matarlos allí mismo, donde los encontraran, también fueron
muy efectivos para dar caza a los judíos y, lógicamente, entregarlos a los SS.
La conocida como Batalla de
Glieres, fue el mayor combate que realizaron los miembros de esta milicia. El hecho
se produjo en la zona de la Alta Saboya, muy cerca de la frontera con Suiza. Los
maquis les plantaron cara y resistieron duramente hasta que a la Milicia le
llegaron refuerzos del Ejército alemán.
Parece ser que los miembros de
estas Milicias fueron utilizados en muchas ocasiones para los fusilamientos y
las torturas contra los combatientes de la Resistencia.
Al mismo tiempo, sirvieron como
fieles ayudantes de la Gestapo, ya que conocían ampliamente las ciudades y el
idioma francés y podían infiltrarse en las redes de la Resistencia, así como localizar
fácilmente a los judíos.
A causa de la ferocidad de esta
Milicia, que llegó a competir con la de la Gestapo, la Resistencia dio orden de
asesinar a algunos de ellos. Ese fue el caso de Philipe Henriot, ministro de la
Propaganda, que cayó abatido a tiros en su propio apartamento parisino, por
unos miembros del Maquis, disfrazados con los uniformes de la Milicia.
Desgraciadamente, la Milicia no
se quedó quieta y, como respuesta, asesinó a varios miembros de la Resistencia
que se hallaban entonces encarcelados en varias prisiones francesas.
Incluso, un mes después, no se cortaron
un pelo, a la hora de matar a todos los presos de la Resistencia, que se habían
amotinado en la cárcel parisina de la Santé.
Tras el célebre Desembarco de
Normandía, un acontecimiento que cambió radicalmente la historia de la II GM, al
igual que proliferaron las acciones de la Resistencia, también ellos se
encargaron de matar a todo lo que “oliera” a la misma, incluidos los parientes
de los que militaban en ella.
Realmente, aunque era una fuerza
absolutamente ilegal, siempre funcionó a
las órdenes directas del Gobierno de Vichy y sus acciones estuvieron perfectamente
coordinadas con las de la Gestapo y las SS.
En 1944, el general Pétain, al
ver acercarse las tropas aliadas, para intentar salvar el pellejo, no se le
ocurrió otra cosa más estúpida que protestar contra las acciones de esta
Milicia. Las cuales, según él, eran “una mancha en la historia francesa”.
A estas declaraciones, le respondió
el líder de esta Milicia, el ministro del Interior, Joseph Darnand,
extrañándose de estas declaraciones, pues, desde el Gobierno, siempre habían
elogiado el trabajo de sus hombres por los servicios prestados a su régimen.
El caso es que Darnand, a pesar
de pertenecer a las Waffen SS, siempre se consideró más fascista que nazi. Sin embargo,
siempre odió a los judíos y a la Resistencia, por considerar que estaban a las
órdenes de la URSS.
Darnand consiguió escapar del
castillo de Sigmaringen, donde los nazis habían llevado a todos los cabecillas
fascistas franceses. Logró llegar hasta Merano, en el norte de Italia. No obstante,
tras la llegada a esa localidad de las fuerzas USA, fue entregado a las nuevas autoridades
francesas.
Durante su juicio, no negó estos
crímenes, aunque se quiso escudar en que, como tenía tantos cargos en el
Gobierno, no podía controlar la actividad diaria de las milicias.
No obstante, fue condenado a
muerte y ejecutado en el Fuerte militar de Chatillon, dos días antes que su
antiguo presidente, Pierre Laval.
Desgraciadamente, la población francesa,
durante la II GM, tuvo que aguantar la
lucha entre estos dos bandos. Incluso, en cierta ocasión, se le dieron instrucciones
a la guerrilla del Maquis para quemar algunos campos y así fomentar el
descontento entre la población. Algo que aprovechó la Milicia para aumentar la represión
contra la misma.
Esta unidad llegó a contar con
unos 35.000 hombres, cifra que se fue reduciendo tras el Desembarco de
Normandía.
Al final, unos 6.000 milicianos
huyeron a Alemania con su líder, y muchos de ellos lucharon contra los soviéticos
en Berlín.
Algunos de ellos formaron la 33
División de Granaderos SS Carlomagno, que participaron en varios combates
contra las fuerzas aliadas.
Otros se camuflaron en otras
zonas de Francia, donde nadie les conociera, para empezar una nueva vida, sin
tener que rendir cuentas ante la Justicia.
También, unos pocos, lograron
huir hacia España o Suiza, donde pudieron vivir tranquilamente el resto de sus
días, gracias a las malas relaciones entre estos países.
Los que no tuvieron tiempo de
salir corriendo, en su mayoría, fueron capturados por los miembros de la
Resistencia. Algunos fueron encarcelados por traición a Francia y otros, los
menos afortunados, fueron asesinados al ser apresados.
Como se suele decir, en la
Historia, las cosas nunca son blancas o negras, existiendo siempre una gran cantidad de gamas
de grises.
Me refiero a que, a pesar de que
la mayoría de los fascistas franceses apoyaron a los invasores alemanes, no
todos hicieron lo mismo.
Por ejemplo, el dirigente fascista
francés, François de la Rocque, líder del movimiento la Cruz de Fuego, que,
inicialmente, apoyó al Gobierno de Vichy, luego colaboró durante toda la guerra
con la Resistencia y a causa de ello fue encarcelado por los nazis, aunque
logró sobrevivir al conflicto.
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