Normalmente, la gente suele soñar
con le toque un día una fortuna y no hacer nada en su vida, salvo disfrutar con
ella.

Posiblemente, todos esos
problemas que tuvo fueron los que le llevaron a la muerte a una edad, que hoy
día consideraríamos demasiado temprana.
Como siempre, vayamos al principio
de esta historia. El infante Fernando fue el segundo hijo del rey Juan I de
Castilla y de su primera esposa, Leonor
de Aragón, hija del famoso Pedro IV el Ceremonioso y hermana de Martín I, ambos
reyes de Aragón.
Nació en 1380, en el palacio que
tenían sus padres en la vallisoletana ciudad de Medina del Campo.
Como su hermano Enrique, futuro
Enrique III el Doliente, padeció siempre muchas enfermedades, es posible que
Fernando concibiera la esperanza de llegar alguna vez a ser rey de Castilla.
No obstante, en 1390, ya le dotó
su padre con los títulos de duque de Peñafiel y conde de Mayorga. Precisamente,
en ese mismo año falleció su padre y subió al trono su hermano Enrique.

Ella era su tía al ser hija del
conde Sancho, hermano del rey Enrique II de Castilla, el primer rey Trastámara
de Castilla y el que mató a su hermanastro, Pedro I el cruel.

Para desdicha de Fernando, en
1405, su hermano, sólo un año antes de
su muerte, consiguió tener un heredero
varón. Sería el futuro Juan II.
Al año siguiente, murió su
hermano, el cual dejó indicado en su testamento que, hasta la mayoría de edad
del príncipe, fueran regentes, conjuntamente, Fernando y la esposa del
fallecido, Catalina de Lancaster. A ellos se unirían un consejo con 4 miembros
asesores.
Los nuevos regentes nunca se entendieron
muy bien. Así que hicieron un pacto para dividirse el reino. Fernando se
quedaría con la mitad sur y la reina con la zona norte. La frontera estaría en
la Sierra de Guadarrama.

Así, Fernando, continuó con uno
de los pasatiempos de los nobles castellanos de la época, que era la guerra
contra los moros. Aparte de las riquezas que adquirían con esta actividad.

Ese mismo año, en Aragón, moría
su tío Martín I el Humano. Su falta de descendencia trajo consigo un enorme
problema a su reino.
Fernando encargó que se presentara
su candidatura al trono, aunque ya había otros 5 más y no era el que tenía más
derechos.
Él siempre tuvo a su favor su
enorme patrimonio, pues era el dueño de media Castilla. También tenía un gran prestigio
militar, algo que se tenía muy en cuenta en la Edad Media. Esto, añadido a que
podía disponer del Ejército castellano, pues casi no le faltaba nada más.
De todas formas, reunió a un
consejo en Castilla para asesorarse si podía presentarse como candidato a un
trono extranjero y le dieron el visto bueno.



El 03/09/1412, jura el cargo ante las Cortes de Aragón,
reunidas en Zaragoza. Nombrando como sucesor a su hijo mayor, Alfonso. Un punto
importante es que a ese acto acudieron dos de los pretendientes, Fadrique de
Luna y el duque de Gandía, indicando
que renunciaban a sus derechos. No hará
falta decir que con este nuevo rey se estrenó la Casa de Trastámara en Aragón.
Luego, para quedar bien con todo
el mundo, fue a Lérida, donde le esperaban los antiguos partidarios de Jaime de
Urgel, que le rindieron vasallaje. A lo mejor, fue porque se presentó allí
fuertemente escoltado por sus tropas castellanas.
Como los préstamos se han de
devolver, se fue hacia Tortosa, donde le esperaba el Papa Benedicto XIII, que
le coronó como rey de Córcega, Cerdeña y Sicilia, entonces pertenecientes a
Aragón y a cambio le rey le dio su apoyo en el conflicto que mantenía este
pontífice contra otros Papas del momento, durante el llamado Cisma de
Occidente.

Para poder vencer a su oponente,
Fernando, contó desde el principio

En ese año, fue coronado en Zaragoza en una magna ceremonia que se inició con una procesión desde el Palacio de la Aljafería hasta la Seo. Dicen que les quiso dar una lección y para ello no reparó en gastos.
Los puntos destacados de su pequeño reinado fueron sanear la economía y la administración de la Corona. Reformas municipales para una mayor participación ciudadana. Aumento del poder de los monarcas, lo cual fue siempre algo muy contestado en esos reinos.
Heredó una serie de reinos que
estaban en un estado caótico, debido a la alta inflación, el bandolerismo, la
mala administración, la anarquía, etc. Consiguió vencer casi todos esos problemas
y dejó un reino en un estado infinitamente mejor que en el que lo halló.

Por otra parte, dejó que
ascendiera un peldaño el grupo formado por el patriciado urbano y la pequeña
nobleza, dispuestos a participar en ciertas tareas del Estado.
No obstante, siempre tuvo
problemas a la hora de solicitar nuevos fondos a las correspondientes Cortes. Especialmente,
con los catalanes.
Tampoco dejó nunca sus grandes
patrimonios en su reino de origen, lo que le dio, en la práctica, un gran poder
en Castilla.
Con una buena visión política, se
dedicó a buscar acomodo a su numerosa prole. Así, a Juan lo colocó como virrey
de Sicilia, terminando con la guerra civil producida desde la muerte de Martín
el Joven, hijo de Martín I el humano, y que murió antes que su padre. Luego, se
casó con Blanca, la viuda del joven Martín. También tomó posesión del reino de
Nápoles.

A sus hijas María y Leonor las
casó con los futuros reyes de Castilla y de Portugal, que tampoco está tan mal.
En lo tocante a la política
exterior, pese a haber sido apoyado por el Papa Benedicto XIII, muy pronto dejó
de serle fiel y tomó el camino que, a su modo de ver, le podría interesar más
al Cristianismo.
Se reunió con este Papa en 1414 y
también al año siguiente, para intentar convencerle para que abdicara, pero no
lo consiguió.

Así que Fernando dio orden de
retirar su apoyo a Benedicto XIII, también llamado el Papa Luna, con lo que
Aragón, que hasta entonces había navegado a contracorriente del resto de los
reinos europeos, volvió a ser tenido en cuenta para tomar cualquier decisión.
Sobre todo, en el área mediterránea. A partir de entonces, Benedicto XIII se
retiró a su castillo de Peñíscola hasta su muerte.


Algunos dicen que estas
discusiones alteraron su ya precaria salud y enfermó cuanto se hallaba en
Igualada, muriendo unos días después, con sólo 36 años. Ya no hubo problemas
sucesorios, pues el rey tenía 7 hijos, así que ésta recayó en su primogénito,
Alfonso, el futuro Alfonso V, al que le dediqué hace tiempo otro de mis
artículos.
En cuanto a su descendencia, como
ya he dicho antes el primogénito fue el rey Alfonso V, llamado el Magnánimo.
Como Fernando nunca quiso que sus hijos perdieran sus derechos sucesorios en Castilla
casó a Alfonso con María, hija de Enrique
III y heredera directa del trono, en el caso de que Juan II muriera sin descendencia.
Como estáis viendo, aquí nadie daba una puntada sin hilo.
A este le sucedió en el trono su
hermano Juan II de Aragón y de Navarra, por su matrimonio con Blanca. Este fue
el padre de Fernando el Católico.
Enrique fue conde de
Alburquerque, duque de Villena y gran maestre de la Orden de Santiago.
Sancho, solamente fue gran
maestre de la Orden de Alcántara.
Leonor casó con Duarte I de
Portugal y María con Juan II de Castilla. Este último rey, en su segundo
matrimonio con Isabel de Portugal, serían los padres de Isabel la Católica.
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