ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 28 de diciembre de 2018

RENÉ CARMILLE, UN HÉROE INJUSTAMENTE OLVIDADO


Aunque parezca mentira, poco a poco nos vamos enterando de lo que ocurrió durante la II Guerra Mundial. Yo creo que eso puede ser porque las potencias aliadas tienen mucho que esconder sobre su actividad antes y durante ese conflicto. Incluso, algunos autores han llegado a afirmar que se desconoce alrededor del 70% de lo que ocurrió durante ese gran episodio bélico.
De todas maneras, hoy traigo al blog a un personaje al que creo que debería conocerse y recordarse como es debido. Igual no ha sido así, porque los Estados tienden a premiar más a los héroes militares que a los civiles. Supongo que será por aquello de fomentar los sentimientos patrióticos.
Vayamos al grano. Nuestro personaje de hoy se llamaba René Carmille. Nació en 1886, en una población muy pequeña, casi una aldea, llamada Trémolat. Situada en la región de la Dordoña, al suroeste de Francia.
Debió de ser todo un portento, pues ya vemos que se graduó en 1906 en la elitista École Polytechnique, donde han estudiado las mentes más privilegiadas de Francia. Entre ellos, 3 premios Nobel, 4 mariscales y 3 presidentes de la República 
Francesa.
Curiosamente, se trata de un centro que siempre ha pertenecido al Ministerio de Defensa. De hecho, sus alumnos suelen desfilar uniformados en la gran parada militar que tiene lugar cada 14 de julio, aniversario de la famosa Toma de la Bastilla.
Lo cierto es que Carmille se convirtió en un gran especialista en Estadística, llegando a ser controlador general de las Fuerzas Armadas y, más tarde, director general del Servicio Nacional de Estadística.
También fue uno de los primeros especialistas en  Contabilidad y  Estadística por medio de tarjetas perforadas. De hecho, llegó a proponer que el código que figuraba en esas tarjetas fuera el que también se utilizara en la Seguridad Social. Algo que todavía sigue en vigor en Francia. Se le llama el número de Carmille.
En 1890, Herman Hollerith, inventó el sistema de las tarjetas perforadas, el cual sería la base de los actuales ordenadores.
En 1896 ya fundó su propia empresa dedicada a la computación, utilizando sus tarjetas perforadas, la cual llegó a ser una gran empresa en 1911. En 1924, se fusionó con otras empresas para crear el gigante informático que todos conocemos como IBM.
Seguro que más de uno ha oído que IBM vendió su sistema de tarjetas perforadas al régimen de la Alemania Hitler para detectar quiénes eran y dónde vivían los judíos. A fin de poder arrestarles y confiscarles todos sus bienes. Posteriormente, utilizaron ese mismo sistema para localizarlos en los países que iban siendo ocupados.
Sin embargo, seguramente, no conoceréis una obra del investigador USA Edwin Black, titulada “IBM y el Holocausto” (2001), donde relata con todo detalle todos estos pormenores. Sin embargo, también dedica un capítulo a narrar las relaciones entre esa multinacional y el régimen de Franco.
Parece ser que, sólo en los 3 meses finales de la guerra civil, le vendieron unas 700.000 tarjetas perforadas para mecanizar el censo y así poder localizar dónde se hallaban sus oponentes políticos. Estas fueron de mucha utilidad para el SIPM (Servicio de Información y Policía Militar) en la inmediata posguerra.
Aparte de ello, se sirvieron de la neutralidad de España para hacer grandes negocios con Alemania e Italia, ya que el Gobierno USA les prohibía realizar directamente esas transacciones con los mencionados países.
Volviendo a nuestro personaje de hoy, hay que decir que, en 1934, también propuso,  utilizar este novedoso sistema para agilizar la movilización militar en Francia. Se ve que, aunque parezca mentira, ya se estaban preparando para una futura guerra con Alemania.
Tras la increíble derrota militar de Francia, en la II Guerra Mundial, llegó a proponer al Gobierno colaboracionista de Vichy, crear un registro secreto. Éste se utilizaría para, llegado el caso, poder movilizar de manera inmediata a millones de hombres para la guerra contra el ocupante alemán. Supongo que ese detalle no les pasaría desapercibido a los miles de franceses que colaboraban, habitualmente, con los alemanes.
Curiosamente, el Gobierno de Vichy, aceptó ese ofrecimiento y fundó un servicio al que llamó eufemísticamente Servicio de Demografía, camuflada dentro del Ministerio de Finanzas, donde crearon una gran base de datos, llevada a cabo por técnicos y militares desmovilizados. La central estuvo en Lyon, mientras que tuvo otras delegaciones en varias capitales de provincias y en otras ciudades de la antigua África colonial francesa.
Tampoco debería de ser casual que Alemania designara a la empresa Dehomag, filial de la IBM en Alemania, cuyo presidente era un ferviente admirador de Hitler, para que controlara el cumplimiento de los términos de la rendición de Francia. Para realizar esa labor nombrará a 3 de sus representantes, que se situarán muy cerca del Gobierno de Vichy.
Por lo visto, Carmille, no perdió el tiempo. Metió en un gran ordenador los datos de todo el personal militar. Incluidos los que se hallaban prisioneros en territorio alemán. Le dio un número de identidad a todos los ciudadanos franceses, susceptibles de ser movilizados, y los agrupó según sus profesiones.
Por lo visto, para conocer el nombre y el número de los prisioneros, se sirvieron de los datos proporcionados por la Cruz Roja Internacional.
Se tomaron los datos procedentes de los Registros Civiles, con los nacidos en los últimos 65 años. Incluso, con los datos de las mujeres. Todo ello, con el fin de que los alemanes no descubrieran que se hacía para organizar una movilización militar encubierta.
Sin embargo, el ministro de Justicia y conocido colaboracionista y antisemita, Raphaël Alibert, vio en esas tarjetas la posibilidad de detectar a los judíos. De hecho, consiguió que les retiraran la nacionalidad francesa a unas 15.000 personas a causa de su origen judío.
Así que Carmille, sin importarle los riesgos que corría al hacer esto, reprogramó las llamadas “máquinas Hollerith”, que eran las que leían esas tarjetas perforadas, para que no detectaran la columna nº 11, donde iban los datos relativos a la religión practicada por cada uno de los ciudadanos. De esa manera, consiguieron salvar las vidas de miles de judíos.
No hay que olvidar que, en el verano de 1942, se realizó la Gran Redada del Velódromo de Invierno, donde las autoridades francesas encerraron a unos 13.000 judíos franceses en esa instalación deportiva, situada en París y luego los fueron enviando directamente al campo de exterminio de Auschwitz. Parece ser que, entre ellos, había más de 4.000 niños. Algo que ni siquiera les habían ordenado los nazis. En esa operación participaron, exclusivamente las autoridades policiales francesas. No intervino ningún alemán.
La Policía francesa no pudo obtener esos datos de las tarjetas de Carmille. Así que se limitó a investigar en sus propios expedientes.
Visto lo que estaba ocurriendo, Carmille, a pesar de las presiones a las que le sometía el Gobierno francés, para que implementara una columna nº 11, donde se indicara quién era de religión judía, ideó un sistema para obstaculizar el acceso a esos datos.
Dio instrucciones, oralmente, a sus funcionarios para que hicieran una especie de huelga de celo. A fin de retrasar lo máximo posible la salida de esa estadística. Incluso, falsificó el lugar de nacimiento de muchos de ellos, indicando que habían nacido en Alsacia, cuando esa región no pertenecía a Francia.
Lo cierto es que ese estudio duró desde junio de 1941 hasta febrero de 1944, cuando las autoridades se olieron que se estaba produciendo un sabotaje y detuvieron a Carmille.
Curiosamente, como en IBM se dieron cuenta que era la empresa Bull la que le estaba facilitando las tarjetas perforadas a nuestro personaje, iniciaron acciones contra ella.
Gracias a los datos informáticos, aportados por Carmille al Gobierno del general De Gaulle, éste pudo organizar muy rápidamente la movilización de los varones en edad militar en el África colonial francesa. A fin de poder crear el nuevo Ejército de la Francia libre.
También se resistió Carmille a las presiones de los gobiernos francés y alemán para que actualizara los cambios de domicilio de los ciudadanos franceses, a fin de localizarlos y poder enviarlos como trabajadores forzosos a Alemania.
Aun así, los alemanes consiguieron que unos 875.000 franceses fueran a trabajar a Alemania. Por supuesto, unos voluntarios y otros forzosos. Lo cierto es que esos datos erróneos, puestos adrede en el estudio de Carmille contribuyeron a que muchos se libraran de ir.
Carmille llegó a militar en una red de agentes de la Resistencia francesa, denominada Marco Polo. Para que sus archivos estuvieran bien a salvo, los depositó en un seminario de la orden jesuita en Francia. Un lugar muy apartado de la vista de la Gestapo.
Por otra parte, envió datos correctos a Londres y a Argel, donde se estaba organizando la Francia libre. De hecho, De Gaulle, envió a varios de sus ayudantes a Argel para estudiar y custodiar esos importantes datos.
Desgraciadamente, el 03/02/1944, Carmille es arrestado en Lyon con su propio jefe de personal, Raymond Jaouen. Son llevados hasta el hotel donde está el cuartel general de la Gestapo en esa ciudad. Allí son torturados durante 2 días por el infame Klaus Barbie, apodado “El carnicero de Lyon”.
Precisamente, el mismo Barbie que, en 1983, fue extraditado de Bolivia a Francia. En 1987, fue sometido a juicio y condenado a cadena perpetua por el asesinato de más de 300 personas. Murió en 1991, en la cárcel donde se hallaba cumpliendo su condena.
Parece ser que no lograron sacarles nada ni a Carmille ni a su colega. Así que enviaron a ambos al campo de exterminio de Dachau.
Por lo visto, Jaouen, no aguantó las malas condiciones en que se efectuaban esos traslados y murió durante el viaje. En cambio, Carmille, sí que logró llegar con vida.
Desgraciadamente, nuestro personaje murió a causa del tifus el 25/01/1945. Igual que le ocurriría a la famosa Ana Frank, en otro campo, en febrero de ese mismo año.
Sólo me falta decir que, gracias a personas como ésta, se salvaron miles de vidas, que, muy posiblemente, hubieran sido exterminadas por los nazis.
Sólo hay que ver que, en Holanda, a causa de las detenciones de los nazis y de la colaboración de las autoridades de ese país, llegaron a detener y a matar al 73% de la población judía. Mientras que en Francia sólo consiguieron atrapar al 25%.
Lo cual me parece todo un éxito y deberíamos de reconocérselo a Carmille y a todo su equipo.
Yo no sé qué pensaréis vosotros, pero, en lo que a mí respecta, la gente como ésta me devuelve la confianza en la Humanidad y creo que esta historia, aunque nuestro personaje tuvo un triste final, me parece que debería de ser vista como un mensaje de esperanza para todos.
Así que, como todos los años, aprovecho para desearos:

¡¡UNA MUY FELIZ NAVIDAD Y UN MAGNÍFICO AÑO 2019!!

TODAS LAS IMÁGENES DE ESTE ARTÍCULO PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

2 comentarios:

  1. Feliz año señor Vila!
    Mil gracias por seguir deleitándonos con sus pedacitos de historia.
    Un cordial saludo.

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    Respuestas
    1. Me alegro que le sigan gustando mis artículos.

      ¡Feliz año 2019!

      Muchas gracias y saludos.

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