Esta vez voy a referirme a un
personaje bastante controvertido, porque, aun hoy en día, para unos fue un gran
científico, mientras que para otros fue, simplemente, un criminal de guerra.
Fritz Haber, que así se llamaba
nuestro personaje de hoy, nació en diciembre de 1868 en la localidad de
Breslau. Es preciso decir que, en esa fecha, esta ciudad pertenecía a Prusia, Alemania.
En la actualidad, se llama Wroclaw y se halla al suroeste de Polonia.
No olvidemos que, tras la II
Guerra Mundial, la antigua URSS, exigió que las fronteras de Polonia se
corrieran hacia el oeste. Así que ahora algunas zonas que antes fueron de
Polonia, ahora son de Rusia. Mientras que otras, como ésta, que antes fueron de
Alemania, ahora son de Polonia.
Haber nació en el seno de una
familia comerciante judía, de los llamados askenazis. Se suelen llamar así a
los judíos que huyeron de Rusia. Parece ser que su padre se dedicaba a la
distribución de productos farmacéuticos. Así que es posible que de ahí le
viniera a este hombre la afición por la Química.
Más tarde, estudió en las
prestigiosas universidades de Heidelberg y Berlín, donde tuvo como
maestros a grandes científicos del momento. No deberíamos olvidar que, en aquella
época, Alemania estaba a la cabeza de los avances científicos.
Como parece ser que por entonces,
ya existía una fuerte corriente antisemita en Alemania, no lo dudó y se hizo
protestante. Concretamente, de la rama luterana. Incluso, insistió mucho para
que su primera esposa, la también química Clara Immerwahr, que también era judía, se convirtiera al luteranismo.
Me gustaría parar un momento para
hablar sobre Clara Immerwahr. Parece ser que pertenecía a una familia
adinerada. Sin embargo, ella optó por formarse al máximo nivel posible. Así que
llegó a ser la primera mujer alemana en obtener un doctorado en su país y lo
consiguió nada menos que “cum laude”. La máxima calificación para una tesis
doctoral.
Sin embargo, parece ser que, tras
haber dado a luz a su hijo Hermann, no pudo ayudar demasiado, en sus
investigaciones, a su marido al tener que cuidar a su hijo, que nació con una
constitución muy enfermiza.
Por otra parte, parece ser que el
matrimonio nunca fue demasiado bien a causa de que Fritz era un adicto a
trabajo. Aparte de que intentaba relacionarse con la gente más relevante del
país, incluido el Kaiser, algo muy importante para una persona que siempre
había sido ninguneada a causa de su origen judío. Así que no pasaba mucho
tiempo en su casa con su esposa e hijo.
Además, durante su estancia, como personal docente, en la
Universidad de Karlsruhe, se dedicó a investigar en el tema de los
combustibles. Un tema trascendental para Alemania.
Posteriormente, hasta 1911, se dedicó a investigar la síntesis del amoniaco, junto a otro químico,
llamado Carl Bosch.
En aquella época, desde Europa se
importaban ingentes cantidades de guano, procedentes de algunos países de
Sudamérica, como Chile. Este guano, que estaba compuesto mayoritariamente por
nitrógeno, se utilizaba como
fertilizante agrícola y eso hacía que la Agricultura europea dependiera en buena medida de esas
importaciones. Con el riesgo de que ese producto se pudiera acabar y esto diera
lugar al hambre por falta de cosechas.
Este guano era tan rentable que,
en 1879, se produjo una guerra entre Chile, Perú y Bolivia por tener el
monopolio de esos yacimientos de guano. Chile salió victorioso de ese
conflicto, mientras que Bolivia perdió todas sus costas, y todavía no las ha
recuperado.
Hay que aclarar que, aunque la
riqueza de Chile aumentó por sus ingresos por las exportaciones de guano y
salitre, los más beneficiados fueron los británicos, porque manejaron ese
comercio a nivel internacional. Incluso, en 1890, el intento del Gobierno de
Chile de desligarse de la tiranía de Londres, concluyó con una guerra civil. La
cual dio lugar a la victoria del bando
pro-británico y la huida del presidente chileno.
Así que estos dos científicos
inventaron una forma de producir abonos nitrogenados de una forma sintética y
barata. Lo cual vino muy bien a los países europeos y muy mal a los exportadores
de guano. Por eso, se le llamó el Proceso de Haber-Bosch.
Este consistía, fundamentalmente,
en obtener nitrógeno del aire, convirtiéndolo en amoniaco, el cual, tras un
proceso de oxidación se convierte en el deseado nitrato para uso agrícola.
Esto le valió una cátedra de
Química y Física en un prestigioso Instituto científico de Berlín. Más tarde,
concretamente, en 1918, esta invención le llevaría a ganar el Premio Nobel de
Química en 1918. Su colega, Carl Bosch, lo recibió en 1931.
Realmente, este descubrimiento,
conseguido en 1909, fue muy importante para el desarrollo de la Humanidad. En
aquella época, estaba vigente la famosa Teoría de Malthus, un célebre
economista británico fallecido en la primera mitad del siglo XIX, el cual
afirmó que llegaría un día en que la Humanidad se muriera de hambre a causa de
la masiva explotación de la tierra, la cual no produciría alimentos suficientes
para todo el mundo.
Hoy en día, se producen, por este
método, nada menos que 100.000.000 de toneladas de fertilizantes sintéticos.
Al comenzar la I Guerra Mundial, Haber,
apoyó con entusiasmo el esfuerzo de guerra alemán y sus investigaciones le permitieron obtener ingredientes básicos para fabricar explosivos, que de otra forma,
hubieran tenido que importarlos, pero no les hubieran llegado a causa del
eficaz bloqueo naval británico.
Por entonces, la guerra se había
convertido en un conflicto entre soldados atrincherados, donde los frentes no
se movían ni un milímetro.
Así que no se le ocurrió otra
cosa que proponer el uso de gases para hacer huir al enemigo, algo que estaba
expresamente prohibido por las convenciones de La Haya de 1899 y 1907, cuyos
acuerdos había suscrito Alemania.
Parece ser que argumentó que
Alemania nunca podría ganar la guerra a base de fabricar armamento, pues los
aliados podían hacer lo mismo y tenían muchos más soldados que ellos.
El 22/04/1915, Haber, probó con
éxito el empleo de gases en el frente belga de Ypres. Parece ser que allí sólo utilizaron
grandes dosis de cloro, que provocaron miles de bajas, entre muertos y heridos,
en el bando aliado.
Curiosamente, los alemanes no
explotaron ese éxito, porque no se dieron cuenta de ello hasta unos días
después. Tiempo más que suficiente para que el Estado Mayor aliado moviera sus
refuerzos hacia esa zona. A partir de entonces, se empezaron a usar las
máscaras anti-gas en los frentes de batalla. Algunas de ellas, también
diseñadas por Haber. Posteriormente, también fabricó otras armas químicas, como
el gas mostaza.
Un mes después, tras una fuerte
discusión con su esposa, por haber utilizado este tipo de arma en el frente,
ella se suicidó en su casa, por medio de un disparo con la pistola
reglamentaria de su marido. Así que su hijo, Hermann, se quedó sin su madre,
con sólo 13 años.
Algunos autores dicen que ella
era contraria a utilizar los conocimientos científicos para matar a la gente.
Para ella, el objetivo de la ciencia era hacer la vida más fácil. Sin embargo,
él, llevado por un patriotismo exaltado, la acusó de hacer declaraciones
públicas, con las que traicionaba a su Patria.
Parece ser que nunca le importó
personarse en el frente para dirigir las operaciones de lanzamiento de gases.
El día que estrenó esos gases en Ypres, se presentó en el frente vestido con un
grueso abrigo. Tras saludar a los asistentes, comprobó que los 6.000 bidones
conteniendo ese gas estaban colocados en los lugares previstos.
Sólo tuvieron que esperar que el
viento soplara hacia las trincheras de los aliados, cosa que ocurrió hacia las
18 horas, para abrir esos bidones y expulsar esos gases. Cosa que sus ayudantes
hicieron tras la frase de Haber: “Dios castigue a Inglaterra”. De esa forma,
nada menos que 168 Tm de gas de cloro fueron lanzadas hacia las trincheras de
los aliados.
Años después, varios de sus ayudantes también obtuvieron el Premio Nobel.
La verdad es que los aliados
vieron aproximarse esa nube de color verde, que luego se tornó en rosado, pero
nadie sabía de qué se trataba. Así que nadie huyó al verla, porque pensaban que
era una simple nube de humo, de las muchas que se habían utilizado hasta la
fecha, para camuflar el avance de las tropas alemanas. Así que permanecieron en
sus puestos, porque esperaban un ataque inminente de la Infantería alemana. Los
gases provocaron unos 5.000 muertos, aparte de multitud de heridos de diversa
consideración. Los que consiguieron huir de allí dejaron un hueco de casi 6 km
en la línea del frente.
Tampoco sé si eligieron conscientemente
ese frente, ya que sabían que la mayoría de los soldados que tenían en las
trincheras de enfrente, no eran franceses, sino soldados procedentes de sus
colonias. La mayoría de ellos eran argelinos.
Tras estos éxitos, fue
condecorado por el Kaiser y ascendido a capitán del Ejército imperial alemán.
Lo cierto es que este hombre tenía muy claro que “en tiempo de guerra (un
científico) pertenece a su país” y estaba muy orgulloso de poder hacerlo.
Curiosamente, varios generales alemanes se opusieron a utilizar la
guerra química, porque iba en contra de los tratados internacionales ya
mencionados anteriormente.
Sus críticos le acusaron de
criminal, mientras que él argumentaba que sólo intentaba hacer que la guerra
durase menos tiempo.
Como los alemanes aún no habían
probado en su propia carne el efecto de estos gases, se asombraron al ver las
trincheras del enemigo llenas de cadáveres. Tampoco pudieron avanzar mucho,
porque todavía no disponían de máscaras anti-gas.
También hay que decir en su descargo,
que los alemanes fueron los primeros en
utilizar armas químicas en ese conflicto, pero no fueron los únicos. Los
franceses usaron armas químicas diseñadas por sus científicos, encabezados por
Víctor Grignard, Premio Nobel de Química en 1912. No obstante, los que más
utilizaron este tipo de armas fueron los británicos. Además, en la zona donde
combatían, el viento solía soplar, casi siempre, en dirección a las trincheras
alemanas.
No obstante, se dice que el valor
real de ese tipo de armas no fue por la mortandad producida en el frente, sino
porque, los soldados, al ver la nube tóxica, abandonaban sus posiciones y
salían corriendo de sus trincheras. Se estima que, en ese conflicto, casi un millón de soldados fueron afectados
por el gas. De ellos, sólo murieron en torno a 91.000.
A partir de 1920, Haber, junto
con su equipo, se dedicaron a
desarrollar el gas Zyklon A, que fue utilizado como insecticida. Sobre todo, en
los graneros.
Precisamente, este gas fue el
precedente del más famoso Zyklon B, que fue utilizado por los nazis para
asesinar a millones de personas en sus campos de exterminio, durante la II
Guerra Mundial.
También se dedicó a algunos
experimentos que más parecen del campo d e la Alquimia, como la
extracción del
oro que se halla en el agua de mar. No sabemos si lo consiguió, sin embargo, lo
abandonó cuando vio que no era nada rentable por sus elevados costes. Parece
ser que su idea era obtener de esa manera el oro necesario para que Alemania
pudiera pagar las desproporcionadas indemnizaciones exigidas por los aliados al
final de la guerra.
En 1933, a partir de la llegada
de Hitler al Gobierno alemán, le ofrecieron trabajar para ellos. Lo cierto es
que, aunque nadie se metió con él, al ver cómo estaban maltratando a sus colegas, por el simple hecho de ser
judíos, se decidió por emigrar de Alemania, como hicieron otros muchos
científicos de ese país.
Según parece, en un principio,
los nazis no le molestaron. En cambio, exigieron la expulsión inmediata de
sus colaboradores de sus puestos de trabajo, los cuales, en su mayor parte,
eran judíos.
Curiosamente, Hitler, siempre
estuvo en contra de utilizar las armas químicas en la II Guerra Mundial. No sé
si sería porque él también fue afectado por la ceguera temporal, causada por
esos productos químicos.
Posteriormente, Haber, se
trasladó a la Universidad de Cambridge, donde nunca fue muy popular entre sus
colegas, a causa de su implicación en la muerte de miles de soldados, por culpa
de la guerra química. La verdad es que nunca fue muy popular entre la comunidad
científica, más partidaria de la paz, mientras que él nunca tuvo el menor
inconveniente en ayudar a su país a ganar la guerra.
Posiblemente, como buen
patriota, también hubiera ayudado al
régimen nazi, si no hubiera visto que éste trataba tan mal a los judíos.
Poco después, recibió una
invitación, por parte de Chaim Weizmann, un célebre químico, también judío, que
le ofreció trabajar en un laboratorio recién creado en lo que entonces era el
mandato británico de Palestina y ahora
es el Estado de Israel. De Hecho, Weizmann, fue el primer presidente de ese
Estado.
Pretendía viajar desde Suiza
hasta el actual Israel. Sin embargo, durante su estancia en Basilea, sufrió un
ataque cardiaco, que le llevó a la muerte en enero de 1934. Sus restos fueron
incinerados y enterrados en un cementerio de esa ciudad helvética. Parece ser
que al final de su vida estaba muy arrepentido de haber puesto sus
conocimientos al servicio de la guerra.
Desgraciadamente, los nazis
perfeccionaron su gas Zyklon A, convirtiéndolo en el más famoso Zyklon B, al
cual le habían quitado el olor pestilente, que servía de aviso a los usuarios
para no ser inhalado.
Como todo el mundo sabe, ese fue
el gas utilizado por los nazis en los campos de exterminio y de esa manera
mataron a millones de personas. Precisamente, algunos de ellos eran familiares
directos de nuestro personaje.
Como ya dije al principio de este
artículo, en la actualidad, se sigue discutiendo sobre la calificación de este
personaje. Su amigo Albert Einstein dijo de él: “La vida de Haber fue la
tragedia del judío alemán: la tragedia del amor no correspondido”. Con lo cual,
creo que da a entender que quiso hacer méritos dentro de la sociedad alemana,
pero nunca lo tuvieron en cuenta.
Incluso, su hijo Hermann, aquel
que se quedó sin madre a los 13 años, se exilió en USA y luego se suicidó en
1946.
En la actualidad, también se está
poniendo en entredicho la validez de la fabricación de este tipo de
fertilizantes, pues sus deshechos están llegando a los ríos y de allí a los
mares, con lo cual están provocando la muerte de infinidad de especies marinas.
No obstante, es preciso decir que
en 2009, se bautizó a un cráter de la cara oculta de la Luna con el nombre de
cráter Haber, en honor a este científico.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES
Buen articulo, a pesar que gira en el personaje motivo del articulo, nos paseas por otros escenarios y temas que muy bien los vinculas. Este modo de enfocar la historia lo propugno Marc Bloch, como dice en la wiki...una historia que ya no se interesa por el acontecimiento político y el individuo como protagonista típicos del trabajo de la Historiografía contemporánea, sino, inicialmente, por los procesos y las estructuras sociales...
ResponderEliminarFelicitaciones Aliado
Precisamente, Marc Bloch, es uno de los historiadores a los que más admiro. Su forma de transmitir la Historia, más pendiente de los sucesos ocurridos en la sociedad, me parece más idónea que la tradicional, a base de narrar batallas. Es la Historiografía Social que triunfó con el movimiento de la Escuela de los Annales. Lástima que en España no tuviera muchos seguidores.
EliminarEn cuanto a su muerte, me sigue pareciendo muy sospechosa. Quizás su libro "La extraña derrota", tuvo mucho que ver en el asunto.
Muchas gracias por tu comentario y saludos.
Estimado, dos inconsistencias, primera, la guerra entre Perú y Bolivia aliados contra Chile fue por el salitre (el casus belli dice relación con el incumplimiento de Bolivia en su obligación de respetar ciertas tasas a empresas de capitales chilenos en los territorios que entonces eran bolivianos), no por el guano, segunda, la guerra civil ocurrió en 1891 y el presidente (José Manuel Balmaceda) no huyó sino que se suicidó el mismo día que concluía su período constitucional. Saludos desde Chile!
ResponderEliminarhttp://cronicasdefauna.blogspot.com/2018/05/los-pajaros-que-provocaron-una-guerra.html
EliminarComo verá en este enlace, lo primero que buscaron fue el guano y luego el salitre. Eso ocurrió porque el primero era mucho más caro que el segundo.
Por lo que respecta al presidente Balmaceda, reconozco que Vd., como chileno, sabe más que yo de ese tema.
Muchas gracias por su comentario y saludos desde Madrid.