
En los años 30, el servicio de
espionaje del Reino Unido, más conocido como MI6 o SIS, había ampliado sus
redes, en previsión de una futura guerra mundial, para espiar a posibles
enemigos, como podría ser la Alemania de Hitler.
Parece ser que en las principales
embajadas británicas habían destinado una serie de agentes en la llamada “Oficina
de control de pasaportes”. Una especie de camuflaje, que no creo que pasara
desapercibida para los servicios secretos enemigos.

El otro personaje de esta
historia era el mayor Richards H Stevens, un oficial que había estado destinado
en la India, donde ya había trabajado en labores de Inteligencia. Parece ser que
había aceptado ese destino en Holanda, porque le habían prometido un rápido
ascenso en su carrera militar.
Cierto día, contactó con ellos un
tipo que decía huir de la persecución a que había sido sometido en Alemania.
Decía llamarse Dr. Franz Fischer. Así que no tuvo ningún problema
para
integrarse entre los miles de refugiados que huían de Alemania.
Fischer, que era un agente de la
SD alemana, se puso en contacto con
estos dos agentes británicos y les dijo que les iba a presentar a un oficial
alemán para hablarles del malestar dentro de su Ejército con el régimen de
Hitler.

Estamos a primeros de septiembre
de 1939. Alemania acababa de invadir Polonia y lo que pretendían los agentes
alemanes era convencer a los británicos de que los militares no estaban
contentos con Hitler, por haber sufrido más bajas de las previstas, durante el
ataque a Polonia. Lo de las bajas era cierto.
Unos días después, el grupo se
reunió en un hotel de la localidad fronteriza holandesa de Venlo. Fischer les
presentó a un militar que dijo llamarse mayor Solms, pero que, en realidad, se
trataba de Johannes Travaglio. Otro agente secreto alemán.
Parece ser que los alemanes
intentaron convencer a los británicos de que se querían quitar del medio a
Hitler y firmar un tratado de paz con el Reino Unido. No obstante, los británicos,
respondieron que necesitaban hablar con un oficial de mayor rango para discutir
los pormenores de ese tratado a lo que los alemanes no pusieron ningún reparo.

Aparte de ellos, también
asistieron a esas reuniones un agente holandés, llamado Dirk Klop, y varios
agentes alemanes.
Parece ser que el agente holandés
les facilitaría las reuniones en zonas fronterizas, que, en aquella época,
estaban ocupadas por el Ejército holandés, debido a la amenaza de una inminente
guerra.
En esas conversaciones se
discutieron diversos aspectos. Parece ser que en el que todos pusieron el
máximo interés fue cómo deshacerse de Hitler.
Otros temas fueron la retirada
alemana de Austria, Checoslovaquia y Polonia. Aparte de la devolución a
Alemania de sus colonias confiscadas tras el final de la I Guerra Mundial.
También se discutió la creación de una alianza contra la antigua URSS.

No sé si todo esto os suena de
algo, pero a mí, más o menos, me recuerda lo que, según parece, fue a decir
Rudolf Hess, cuando aterrizó con su avión en territorio británico.
Parece ser que los alemanes les
contaron que su idea no era asesinar a Hitler, porque eso llevaría a su país al
caos. Sin embargo, pretendían detenerle a fin de que le obligaran a ordenar a
los miembros de su Gobierno que iniciara conversaciones de paz con el resto de
las potencias.
No obstante, los alemanes, decían
querer asegurarse, previamente, si podrían contar con la promesa de Francia y
el Reino Unido a fin de obtener una paz justa y honorable para Alemania. Estaba
claro que no se les había olvidado lo que les pasó en Versalles.

Los alemanes les habían prometido
que les entregarían unos documentos muy importantes, para que los custodiaran,
en el caso de que fracasara el supuesto complot contra Hitler.
La mayoría del Gobierno
británico, presidido por Chamberlain, que fue informado de todo esto, estuvo a
favor de estas conversaciones. El único que se opuso a ellas fue el célebre
Churchill, que por entonces era el ministro de Marina.
Según dicen algunos autores, se
confió tanto en esas conversaciones que, por eso mismo, Neville Chamberlain
perseveró en su política de apaciguamiento a fin de no tener que enfrentarse
con Alemania.

Evidentemente, los alemanes,
también habían informado de esas reuniones a sus superiores. Por ello, Himmler,
había dado la orden de atrapar a esos agentes británicos y llevarlos a
territorio alemán.

Los detenidos fueron trasladados
hasta la ciudad de Düsseldorf, donde Klop murió a causa de sus heridas. Parece
ser que tenía un balazo en la cabeza, que fue el que le ocasionó la muerte.

Sin embargo, el 21 de noviembre,
Himmler, hizo públicas las detenciones de estos agentes, para intentar
culparles de haber intervenido en ese complot internacional contra Hitler y así
poder asegurarse un motivo para declarar la guerra a esos países.
Curiosamente, los dos agentes
británicos fueron llevados a los famosos campos de concentración de
Sachsenhausen y Dachau, pero no los asesinaron, como solían hacer con muchos de
lo que destinaban a esos centros.

Parece ser que, posteriormente, por ese motivo, Churchill, hubo que crear el
famoso SOE y encargarle los sabotajes a realizar en Europa, porque los alemanes
habían descubierto a la mayoría de los agentes del MI6.
Así que esta vez, los británicos,
escarmentaron y abandonaron la política de apaciguamiento con Alemania.

Lógicamente, los alemanes, esta
vez no respetaron la neutralidad de Holanda y al año siguiente la invadieron,
junto con Bélgica, en su camino hacia Francia. Se excusaron en que en ese país
se había organizado un complot para dar muerte a Hitler.
Aunque parezca mentira, los dos
agentes británicos, consiguieron sobrevivir y fueron puestos en libertad tras
la liberación de Dachau, en abril de 1945.

Lo cierto es que nunca ha estado
muy clara la actitud alemana. Hay quien dice que la decisión de secuestrar a
los agentes británicos no fue bien vista en todos los niveles del Gobierno
alemán.
Se cree que esa orden partió directamente
de Hitler, porque Himmler estaba más a favor de intentar organizar una alianza
con el Reino Unido para combatir a la URSS.
Supongo que a Hitler le ocurriría
como le suele suceder a muchos jefes, que les encanta mandar, pero no saben lo
que están mandando.
Tanto es así que, al final de la
guerra, los aliados, se negaron a apoyar los intentos de asesinar a Hitler. La
razón era que se había empeñado en enseñar a los militares cómo tenían que
dirigir la guerra.
Así que, como no daba una, pues
era el mejor “amigo” de los aliados y no les interesaba que tomara su puesto un
militar experto en la materia.
Hitler en persona condecoró con
la prestigiosa Cruz de Hierro al mayor Naujocks, jefe del comando de las SS,
que secuestró a los agentes británicos y los llevó hasta el territorio alemán.
Precisamente, este mayor de las
SS también fue el jefe del comando que realizó la primera operación bélica de la II
Guerra Mundial. Esta consistió en un ataque a una emisora alemana en la frontera con Polonia, simulando que eran soldados polacos, y dejando muerto en ese edificio a un preso
polaco, para que todos pensaran que lo habían hecho los polacos.

Por otra parte, Heydrich, en todo este asunto, sólo buscaba sacar la
máxima información posible a fin de eliminar los focos de oposición hacia el
régimen de Hitler en el interior de Alemania. Particularmente, buscaba la
cabeza del almirante Canaris, jefe del servicio de Inteligencia llamado Abwehr.

De hecho, el propio Hitler, anunció
que Elser y los dos agentes británicos serían juzgados juntos por el fallido
atentado contra su persona.
El Gobierno holandés, a fin de
hacer valer su neutralidad, pidió, inmediatamente,
aclaraciones al alemán, pero nunca fueron escuchados en Berlín.
Lo cierto es que todavía hay
muchos puntos oscuros en este asunto y a eso contribuye que todavía haya mucha
documentación que no han permitido que saliera a la luz. En 2009 fueron
desclasificados por el Reino Unido, los últimos
documentos relacionados con este incidente.
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