ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 8 de abril de 2017

EUGENIO ZOLLI, OTRO IMPORTANTE RABINO CONVERTIDO AL CATOLICISMO



Hoy os voy a hablar de otro de esos curiosos casos en que todo un rabino judío, que se supone que debería de velar por la fe de sus feligreses, pierde su fe y se convierte en católico.
Nuestro personaje de hoy fue un gran hombre que nació en 1881, en un pueblo de la actual Ucrania, llamado Brody. Esa región, por aquel entonces, formaba parte del disuelto Imperio Austro-Húngaro.
Su nombre real fue Israel Antón Zoller y nació en el seno de una familia judía de origen polaco. Era el pequeño de cinco hermanos. Su padre era el dueño de una fábrica de tejidos de seda en la ciudad de Lodz, el territorio del Imperio Ruso.
Desgraciadamente, en 1888, el zar decidió confiscar todas las industrias, cuyos propietarios no fueran ciudadanos rusos. Así que, de la noche a la mañana, se quedaron sin su empresa, sin recibir nada a cambio. Por ello, sus hermanos tuvieron que emigrar para buscarse una nueva  forma de ganarse la vida.
Parece ser que su primer contacto con los cristianos lo tuvo ya de niño. Un día, un amigo suyo, que era cristiano, lo invitó a ir a su casa y allí vio un crucificado colgado de la pared. Luego, le preguntó a su padre y éste le dijo que eso eran cosas de los cristianos, no de los judíos.
En 1904, tras la muerte de su madre y siguiendo una tradición familiar, fue enviado a Viena para realizar el aprendizaje necesario a fin de llegar a ser un rabino. Continuó sus estudios  en Florencia y, más adelante, en 1913, fue destinado a Trieste, para ocupar el cargo de vice-rabino de esa ciudad.


Como ya escribí en otro de mis artículos, esa ciudad siempre ha tenido una cierta personalidad dentro del entorno europeo y está situada en una zona muy estratégica. Por lo que, durante toda la Historia, muchos países han pretendido tenerla bajo su dominio.
Incluso, según parece, su mayor desarrollo lo obtuvo siendo miembro del Imperio Austro-Húngaro. Podría ser por la escasez de costas, que tenía ese Imperio o, seguramente, porque la mayoría de sus puertos estaban enclavados en territorios poblados de gentes de las que no se fiaban mucho. Sin embargo, Trieste, siempre fue fiel al emperador y éste la premió otorgándole muchas ventajas de todo tipo.
Hay que decir que siempre fue un lugar muy apetecido por varias potencias de la zona. De hecho, sufrió varias invasiones por parte de Italia y de la antigua Yugoslavia. Así que, tras varias vicisitudes, en la actualidad, Trieste, pertenece a la República de Italia.
Con todo esto, quiero decir que no le enviaron a un destino propio de un novato, sino a un lugar donde había que tener lo que se llama “mucha mano izquierda” a fin de permanecer “a flote” a pesar de las circunstancias adversas.
La verdad es que no le fue demasiado bien, porque los austriacos siempre desconfiaron de él a causa de que había estudiado en Italia y consideraban que estaba a favor de los italianos.
Sin embargo, parece ser que realizaría su labor muy al gusto de sus superiores, ya que, tras la I Guerra Mundial, fue ascendido a rabino jefe de Trieste.
También fue profesor de lenguas semíticas comparadas en la Universidad de Padua. Parece ser que varios de sus alumnos eran sacerdotes y luego fueron muy amigos suyos.
Conoció a una joven judía, llamada Adela Litwak que también procedía de su mismo lugar de origen y se casaron. Fruto de ese matrimonio nació una hija, llamada Dora.
Desgraciadamente, en 1917, tras sólo cuatro años de matrimonio, murió Adela, quedando solo con su hija.
En 1920, se casó de nuevo. Su esposa se llamaba Emma Majonica y era la hija de un conocido arqueólogo. Dos años después, tuvieron una hija llamada Miriam.
Durante su larga estancia en esa ciudad se dedicó a escribir un libro, titulado “El Nazareno”, que publicó en 1938.
Evidentemente, su fuente principal para la obtención de datos fue la Biblia y, concretamente, el Nuevo Testamento. Según él, ahí fue comprendiendo el mensaje de Jesucristo.
De hecho, en sus escritos se va viendo cada vez más cerca la fe cristiana, de tal forma que un arzobispo llegó a exclamar que ese libro lo podría haber firmado él mismo.
Incluso, según afirma en esa obra, cuando se hallaba realizando las investigaciones para su libro, encontró que a Jesús de Nazaret no sólo se le llamaba así por su procedencia, sino que era el Consagrado, que figura en las profecías de Isaías.
Cuando se veía venir,  cada vez más cerca, otra guerra mundial, empezó a preocuparse. Parece ser que había ayudado a muchos judíos a escapar de Europa para emigrar hasta el actual territorio de Israel.
Muchos de esos judíos le contaron lo que estaban haciendo los nazis con su gente. A él no se le ocurrió otra cosa que, en 1935, enviar una carta al rabino jefe de Roma para que se lo comunicara a Mussolini. Aunque parezca mentira, Hitler y Mussolini, no mantuvieron muy buenas relaciones hasta la llegada de la II Guerra Mundial.
Tres años más tarde, el mismo Mussolini, dictó una serie de leyes racistas también para Italia. Eso motivó que Zolli protestara públicamente, lo cual le acarreó que se le retirara la nacionalidad italiana.
Poco más tarde, le ofrecieron ser nada menos que el rabino jefe de Roma. Aunque, hoy en día,  parezca mentira esa comunidad estaba dividida entre los que eran favorables al sionismo y los que eran partidarios del fascismo.
Parece ser que con los que más se relacionó en su nuevo puesto fueron Dante Almansi, antiguo jefe de Policía y, por entonces, Presidente de todas las comunidades judías de Italia; y Ugo Foá, presidente de la comunidad judía de Roma.
En 1943, cuando los alemanes ya habían invadido Italia, el comandante Herbert Kappler, exige a la comunidad judía de Roma que le den, en el escaso plazo de 24 horas, 50 kgs de oro. De lo contrario, hará una lista con 300 judíos que deportará a los campos de exterminio.
Los judíos sólo consiguen 35 kgs, así que le pidieron a Zolli que hiciera gestiones ante el Vaticano. Allí tuvo mucha suerte y el Papa le ofreció la cantidad que les faltaba. Al final, no les hizo falta, porque lo consiguieron algunas órdenes religiosas.
No hay que olvidar que le echó mucho valor para trasladarse hasta el Vaticano. La razón es que los nazis le estaban buscando y habían puesto precio a su cabeza.
Posteriormente, intentó convencer a Foá para que dispersase a la comunidad judía de Roma por toda Italia, pero no le hizo caso, porque no se llevaba muy bien con él.
Incluso, Foá, afirmó que había hablado, el día anterior, con un ministro y le dijo que no iba a pasar nada y que, por tanto, no había que alarmar a la gente.
No obstante, el embajador alemán ante el Vaticano, se reunió con el Papa para advertirle de que Himmler ya había dado la orden para detener a todos los judíos. Así que Pio XII dio, inmediatamente, la orden de que se abrieran todos los templos católicos para dar
cobijo a todos los judíos que estuvieran perseguidos
Por lo visto, todo ese oro no les sirvió para nada. Al contrario, justo al mes siguiente, se empezaron a producir las primeras deportaciones a Alemania, hasta que intervino el propio Papa para pararlas.
Parece ser que Kappler ya había recibido las órdenes de deportar a todos los judíos, cuando se le ocurrió chantajearles de ese modo tan despreciable.
Zolli no podía salir a la calle, porque estaba siendo buscado por la Policía. Precisamente, cuando los nazis tomaban un territorio, los primeros deportados a los campos eran los rabinos. Así que estuvo 9 meses escondido en casas de familias amigas, siguiendo el consejo de un jefe de Policía amigo suyo. Al igual que lo hicieron su mujer y su hija más pequeña. La mayor no tuvo ese problema, porque se casó con un no judío.
No sé por qué motivo, lo cierto es que en febrero de 1944, la comunidad judía, lo destituyó de su puesto de rabino. No obstante, con la llegada de los aliados, fue repuesto en su cargo. Eso fue hasta que, meses después,  decidió dimitir por ciertos motivos personales. No obstante, la comunidad judía le ofreció el puesto de director del colegio rabínico, pero tampoco aceptó.

Por fin, en febrero de 1945, decidió dar el paso y recibir el bautismo en la Basílica de Santa María de los Ángeles. Eligió como nuevo nombre el de Eugenio, en homenaje al Papa Pío XII, que se llamaba Eugenio Pacelli. Poco después, también se bautizaron su mujer y su hija.
No hará falta decir que esto cayó como un jarro de agua fría en la comunidad judía. De hecho, en la sinagoga de Roma se decretaron varios días de ayuno, para expiar ese grave pecado. Ni siquiera se permitió volver a pronunciar su nombre.
Desde luego, esta decisión fue muy temeraria, por su parte. Tenía ya 65 años y, de un plumazo, se había quedado sin casa y sin ingresos de ningún tipo. Así que la Iglesia le proporcionó un puesto como profesor en el Pontificio Instituto Bíblico y, más tarde, en la prestigiosa Universidad de la Sapienza, en Roma.
También se dedicó a realizar una gira por América, dando varias conferencias, en las que hablaba sobre la relación entre el Cristianismo y el Judaísmo.
De hecho, siempre intentó mejorar las relaciones entre ambas religiones y fue uno de los que influyeron para que en la liturgia del Viernes Santo se borrara la frase “pérfidos judíos”.
Según parece, él no veía que hubiera cambiado radicalmente de religión, sino que había actualizado sus creencias religiosas anteriores.
Al mismo tiempo, escribió varias obras, como la ya citada, “El Nazareno”, “De Eva a María” y “Antes del alba”. En esta última narra su autobiografía y su proceso hasta llegar a la conversión al Cristianismo.
Parece ser que le preguntaron muchas veces si su conversión había sido debida a un acto de agradecimiento hacia el Papa, pues, incluso, se había bautizado con el mismo nombre del Pontífice. De hecho, se calcula que, gracias a la intervención del Vaticano, se salvaron las vidas de 850.000 judíos.
Evidentemente, él siempre contestó que su conversión no tenía nada que ver con el Papa, porque llevaba muchos años oyendo la llamada de Cristo. Parece ser que lo mismo les había ocurrido a otros amigos suyos, pero no se quisieron aventurar a dar ese paso.
En 1946, ingresó en la Orden Tercera Franciscana, como un laico más. También asiste a las charlas sobre el Evangelio que da su párroco. En alguna ocasión, también se dirigió Zolli a los feligreses de esa parroquia.
Desgraciadamente, en 1956, sufre una bronco-neumonía grave, que le lleva a ser ingresado en un hospital.
Como ya había predicho, el viernes 2 de marzo de ese mismo año, después de recibir la Comunión, entró en coma y murió a las 3 de la tarde. Tal y como le había dicho, unos días antes,  a la monja que le atendía. A la misma hora en que murió Jesucristo.

3 comentarios:

  1. Como hechos tan cercanos relativamente a nosotros, no estén esclarecidos. Hay mucha literatura sobre la satanización de Pio XII y su simpatía hacia los nazis. Hechos como el que escribes, se contraponen frontalmente a estas opiniones.

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    1. La verdad es que yo también he leído cosas buenas y malas acerca de Pío XII, pero no me parece que fuera tan mal Pontífice. No hay que olvidar que siempre trabajó como diplomático, o sea, una persona que sabe hacer una cosa con una mano y otra distinta con la otra.
      Parece ser que nunca se mostró muy en contra de Hitler para que no pagara con los millones de católicos que vivían en Alemania. Ten en cuenta que en el Vaticano están muy bien informados, porque reciben informes de todos los clérigos del mundo.
      Realmente, es una labor muy complicada y sólo muy poca gente sabe hacerlo, porque seguro que estuvo sometido a fuertes presiones y eso le agravó sus problemas de salud.
      Seguramente, los católicos esperaban que el Papa se hubiera manifestado públicamente en contra del régimen de Hitler, como hizo su antecesor en el trono. Sin embargo, eso le hubiera cerrado muchas puertas para poder parlamentar con los delegados de ese Gobierno.
      Saludos y muchas gracias por tu comentario.

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  2. Sorprendente historia la que has contado sobre Zolli, realmente se podría hacer una película sobre su vida. He tenido que llegar al final del artículo para convencerme que no se convirtió por oportunismo sino, quizás, por miedo a la reacción de la comunidad judía. A veces da la impresión, que si el camino es a la inversa, que la reacción no es tan "fuerte".

    Por otra parte, debo reconocer que esto podría ser el principio de ver a Pío XII con otros ojos. Ahora bien, ¿por qué la Iglesia Católica no hace más porque se le vea cómo realmente corresponde?

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