Esta vez voy a hablar de un rey de
Castilla, que tuvo un corto reinado, pero cuyas reformas aún perduran.
Juan I fue hijo de Enrique de
Trastamara, el futuro Enrique II el de las mercedes. Como ya sabemos, Enrique,
estuvo muchos años refugiado en Aragón, mientras guerreaba contra su hermanastro,
Pedro I. Así que nuestro personaje de hoy nació en 1358, en una ciudad de Aragón,
llamada Épila. Su madre fue Juana Manuel de Villena, esposa de Enrique II e
hija del famoso escritor don Juan Manuel.
En 1375, nuestro personaje, se casó en Soria con Leonor de Aragón,
hija de Pedro IV el Ceremonioso. Los dos contrayentes tenían la misma edad,
algo poco usual en esa época.
Al mismo tiempo, tuvo lugar la
firma del tratado de paz de Almazán, firmado entre los dos reinos. Con este
acto, acabaron las famosas guerras entre los dos Pedros.
En julio de 1379, a la muerte de
su padre, Enrique II, nuestro personaje es coronado rey de Castilla en el
monasterio de las Huelgas, en Burgos.
Precisamente, en octubre de ese
mismo año, la reina dio a luz, en Burgos, a su primer hijo, que sería el heredero y
llegaría a reinar con el nombre de Enrique III.

Parece ser que Juan I quiso
coronarse para dar a entender que era el rey legítimo e indiscutible de
Castilla, porque, como ya veremos, todavía había varios candidatos que
aspiraban ocupar ese trono. A partir de este monarca, ningún otro rey ha sido
coronado en Castilla ni, posteriormente, en España.
Curiosamente, el último monarca
coronado en Aragón fue Fernando I de Antequera, segundo hijo de nuestro personaje, al
que dediqué hace tiempo otro de mis artículos.

Desgraciadamente, en 1382, la
reina dio a luz a su tercera y última hija. Sin embargo, ambas murieron durante el parto
en Cuéllar (Segovia). Leonor sólo tenía 24 años.
Juan I, al llegar al trono,
heredó todas las cosas positivas y negativas del reinado de su padre.
Por una parte, continuó cultivando
la amistad de Castilla con Francia. Esta alianza benefició mucho a los
franceses en su lucha contra Inglaterra. Sobre todo, en lo que se refiere al
poderío naval castellano.
También mantuvo buenas relaciones
con Navarra, pues su rey, Carlos III, estaba casado con su hermana Leonor. Como
veréis, éste es un nombre que se repite mucho en esa dinastía.
Como había
quedado viudo, Juan I, pactó con los portugueses su matrimonio con Beatriz,
hija de Fernando I de Portugal, el cual
no había tenido ningún hijo varón.

Realmente,
este pacto no gustó nada en Portugal, sobre todo entre los nobles y los
burgueses, porque lo consideraron una anexión por parte de Castilla. Así que,
tras la muerte del monarca portugués, en 1383, se quedó como regente del reino
su esposa Leonor Téllez de Meneses. Un personaje maquiavélico.
Lo cierto es
que Juan I y Beatriz de Portugal se casaron el 17/05/1383, en la catedral de
Badajoz. En octubre de ese mismo año, falleció Fernando I de Portugal.

La situación
cambió radicalmente cuando se proclamó que tanto Beatriz, esposa de Juan I,
como los hijos de Pedro I de Portugal con Inés de Castro, eran ilegítimos. Así
que no había ningún candidato con mayor derecho que otros para ocupar el trono
de ese reino.

Así que, en
1385, se convocaron unas Cortes en
Coimbra, que lo eligieron como nuevo monarca. Desde ese momento, se llamó Juan
I de Portugal.
Supongo que también valorarían que, previamente, se había casado con una hija de Juan de Gante, duque de Lancaster y con ello tendrían asegurado el apoyo de los ingleses para su causa.
Supongo que también valorarían que, previamente, se había casado con una hija de Juan de Gante, duque de Lancaster y con ello tendrían asegurado el apoyo de los ingleses para su causa.

Previamente,
Juan I de Castilla, había dado orden de encerrar al pretendiente Juan, hijo de Inés
de Castro, en el Alcázar de Toledo. Posteriormente, también recluyó a la reina
de Portugal, Leonor Téllez, en un
monasterio de Tordesillas.

El asedio duró mucho tiempo y se desató una pequeña epidemia de peste. Así que tuvieron que levantar el asedio para recuperarse de esa enfermedad. Incluso, se habían visto afectados los propios reyes de Castilla.
Posteriormente,
los dos bandos fueron ocupando pequeñas partes del país, hasta que se
encontraron en Aljubarrota, el 15/08/1385.

Por otra
parte, en Inglaterra, el duque de Lancaster, se había casado con la hija mayor
de Pedro I el cruel y seguía reivindicando el trono de Castilla.
Así que, al
conocer el resultado de la batalla, se aventuró a aliarse con Portugal e invadir
Castilla, al año siguiente.No debemos olvidar que también le había firmado, para ello, una bula el Papa Urbano IV.
En 1387, sus
tropas estaban ya por la zona de Benavente (Zamora) y allí se encontraron con
Juan I de Castilla y su ejército.

Por medio de
este tratado se acababan las luchas entre los herederos de Pedro I el cruel y
de Enrique II el de las mercedes. Se convino que los herederos de ambos bandos:
el futuro Enrique III, hijo de Juan I, se casaría con Catalina de Lancaster,
hija del duque de Lancaster y de Constanza, hija de Pedro I el cruel.

Con la diferencia de que, cuando se creó, llevaba aparejado el señorío y las rentas sobre ciertas zonas de Asturias y ahora no es así.
En el mismo
tratado también se pactó una fuerte indemnización a pagar por Juan I, la cual
se sabe que fue abonada, y, además, la puesta en libertad de todos los
descendientes de Pedro I, que aún siguieran en prisión. Esto se hizo en casi
todos los casos, no obstante, algunos continuaron encerrados hasta su muerte.

Precisamente,
las tierras con las que dotó al título de Príncipe de Asturias, procedían de
las propiedades confiscadas a su hermanastro Alfonso. A cambio, le dio a éste
otras tierras situadas en León.
En 1389,
Castilla pudo dejar de intervenir en la Guerra de los Cien Años, gracias a que
Francia e Inglaterra habían firmado unas treguas en la localidad de Leulinghem,
junto al Canal de la Mancha.
Por fin, debió pensar
Juan I, podría dedicarse a gobernar su reino con tranquilidad e intentar restarle
poder a la nobleza. Lamentablemente, no fue así.

Parece ser
que cuando puso el caballo al galope, éste tropezó y cayó, lanzando al rey por
el suelo. Una caída que produjo la muerte inmediata del monarca.
Lamentablemente,
volvemos a una situación dinástica complicada. Como ocurrió en algunos reinados
anteriores. El fallecido monarca dejaba como sucesor a un niño que apenas tenía
11 años y, según dicen, esa fue la razón por la que se ocultó durante unos días
la muerte del rey.
Espero que
os haya gustado y a ver si os decidís a haceros seguidores de mi blog. Yo os lo
agradeceré mucho.
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