ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 15 de abril de 2017

EL REY JUAN I DE CASTILLA



Esta vez voy a hablar de un rey de Castilla, que tuvo un corto reinado, pero cuyas reformas aún perduran.
Juan I fue hijo de Enrique de Trastamara, el futuro Enrique II el de las mercedes. Como ya sabemos, Enrique, estuvo muchos años refugiado en Aragón, mientras guerreaba contra su hermanastro,
 Pedro I. Así que nuestro personaje de hoy nació en 1358, en una ciudad de Aragón, llamada Épila. Su madre fue Juana Manuel de Villena, esposa de Enrique II e hija del famoso escritor don Juan Manuel.

En 1375, nuestro personaje, se casó en Soria  con Leonor de Aragón, hija de Pedro IV el Ceremonioso. Los dos contrayentes tenían la misma edad, algo poco usual en esa época.
Al mismo tiempo, tuvo lugar la firma del tratado de paz de Almazán, firmado entre los dos reinos. Con este acto, acabaron las famosas guerras entre los dos Pedros.
En julio de 1379, a la muerte de su padre, Enrique II, nuestro personaje es coronado rey de Castilla en el monasterio de las Huelgas, en Burgos.
Precisamente, en octubre de ese mismo año, la reina dio a luz, en Burgos,  a su primer hijo, que sería el heredero y llegaría a reinar con el nombre de Enrique III.
Hasta esa fecha, no todos los reyes de Castilla y Aragón habían sido coronados. Muchos de ellos siguieron la práctica habitual de los antiguos reyes godos, a los que decían suceder en el trono, los cuales solían ser proclamados entre sus nobles. Con la diferencia de que la monarquía visigoda o goda era electiva, mientras que las de Castilla y Aragón eran hereditarias.
Parece ser que Juan I quiso coronarse para dar a entender que era el rey legítimo e indiscutible de Castilla, porque, como ya veremos, todavía había varios candidatos que aspiraban  ocupar ese trono. A partir de este monarca, ningún otro rey ha sido coronado en Castilla ni, posteriormente, en España.
Curiosamente, el último monarca coronado en Aragón fue Fernando I de Antequera, segundo hijo de nuestro personaje, al que dediqué hace tiempo otro de mis artículos.
En 1380, la reina dio a luz a su segundo hijo. Esta vez fue en Medina del Campo (Valladolid). También llegaría a ser rey, aunque fuera en Aragón. Sería conocido como Fernando I el de Antequera.
Desgraciadamente, en 1382, la reina dio a luz a su tercera y última hija.  Sin embargo, ambas murieron durante el parto en Cuéllar (Segovia). Leonor sólo tenía 24 años.
Juan I, al llegar al trono,  heredó todas las cosas positivas y negativas del reinado de su padre.
Por una parte, continuó cultivando la amistad de Castilla con Francia. Esta alianza benefició mucho a los franceses en su lucha contra Inglaterra. Sobre todo, en lo que se refiere al poderío naval castellano.
También mantuvo buenas relaciones con Navarra, pues su rey, Carlos III, estaba casado con su hermana Leonor. Como veréis, éste es un nombre que se repite mucho en esa dinastía.
Como había quedado viudo, Juan I, pactó con los portugueses su matrimonio con Beatriz, hija de Fernando I  de Portugal, el cual no había tenido ningún hijo varón.
Entre las cláusulas del citado pacto se decía que el reino de Portugal podría ser para un hijo varón que naciera de ese matrimonio. También podría pasar, en su defecto,   a otras hijas y, en caso de que no hubiera hijos, al propio Juan I.

Realmente, este pacto no gustó nada en Portugal, sobre todo entre los nobles y los burgueses, porque lo consideraron una anexión por parte de Castilla. Así que, tras la muerte del monarca portugués, en 1383, se quedó como regente del reino su esposa Leonor Téllez de Meneses. Un personaje maquiavélico.
Lo cierto es que Juan I y Beatriz de Portugal se casaron el 17/05/1383, en la catedral de Badajoz. En octubre de ese mismo año, falleció Fernando I de Portugal.
Curiosamente, el maestre de Avis, informó de la muerte de su monarca a Juan I y le recomendó que fuera a Portugal, para hacerse cargo del reino. Sin embargo, muchos portugueses eran partidarios de Juan, hijo ilegítimo de Pedro I de Portugal e Inés de Castro, el cual estaba refugiado en Castilla, por haber asesinado a su esposa, que era una hermana de la reina Leonor de Portugal.
La situación cambió radicalmente cuando se proclamó que tanto Beatriz, esposa de Juan I, como los hijos de Pedro I de Portugal con Inés de Castro, eran ilegítimos. Así que no había ningún candidato con mayor derecho que otros para ocupar el trono de ese reino.
De esa manera, el maestre de Avis, que también era un hijo ilegítimo de Pedro I de Portugal, pero no de Inés de Castro, se postuló para ser el nuevo rey. Era la primera vez que se proclamaba rey de ese país a un hijo ilegítimo y, además,  mediante una elección.
Así que, en 1385,  se convocaron unas Cortes en Coimbra, que lo eligieron como nuevo monarca. Desde ese momento, se llamó Juan I de Portugal.

Supongo que también valorarían que, previamente, se había casado con una hija de Juan de Gante, duque de Lancaster y con ello tendrían asegurado el apoyo de los ingleses para su causa.
Todo esto ocurría mientras Juan I de Castilla había penetrado con sus huestes en Portugal para ser proclamado rey de esa nación, en nombre de su esposa. Por cierto, ese matrimonio no tuvo descendencia.
Previamente, Juan I de Castilla, había dado orden de encerrar al pretendiente Juan, hijo de Inés de Castro, en el Alcázar de Toledo. Posteriormente, también recluyó a la reina de Portugal,  Leonor Téllez, en un monasterio de Tordesillas.
El monarca castellano había dirigido, rápidamente, sus tropas hacia Lisboa, a la que cercaron por mar y tierra.

El asedio duró mucho tiempo y se desató una pequeña epidemia de peste. Así que tuvieron que levantar el asedio para recuperarse de esa enfermedad. Incluso, se habían visto afectados los propios reyes de Castilla.
Posteriormente, los dos bandos fueron ocupando pequeñas partes del país, hasta que se encontraron en Aljubarrota, el 15/08/1385.
Hay que decir que cada bando había recurrido a sus aliados. Así, Castilla, llevó varios miles de caballeros franceses al campo de batalla, mientras que los portugueses dispusieron de varios cientos de los famosos arqueros ingleses, que fueron los que decidieron el resultado de este enfrentamiento. La superioridad numérica hizo que se confiara el monarca castellano y esta derrota, casi le cuesta la vida. Tras esta amarga experiencia, se olvidó para siempre de sus aspiraciones al trono portugués.
Por otra parte, en Inglaterra, el duque de Lancaster, se había casado con la hija mayor de Pedro I el cruel y seguía reivindicando el trono de Castilla.
Así que, al conocer el resultado de la batalla, se aventuró a aliarse con Portugal e invadir Castilla, al año siguiente.No debemos olvidar que también le había firmado, para ello, una bula el Papa Urbano IV.
En 1387, sus tropas estaban ya por la zona de Benavente (Zamora) y allí se encontraron con Juan I de Castilla y su ejército.
Esta vez, la peste atacó a ambos bandos. Así que los ingleses se retiraron hacia Portugal. Como, por lo que se ve, andaban cansados de tantas guerras o, quizás, no podían sacarle más dinero a los contribuyentes para seguir haciéndolas, pues se reunieron para parlamentar. De ahí salió el Tratado de Troncoso, que fue ratificado en 1388 por el Tratado de Bayona.
Por medio de este tratado se acababan las luchas entre los herederos de Pedro I el cruel y de Enrique II el de las mercedes. Se convino que los herederos de ambos bandos: el futuro Enrique III, hijo de Juan I, se casaría con Catalina de Lancaster, hija del duque de Lancaster y de Constanza, hija de Pedro I el cruel.
Se creó el título de Príncipe de Asturias, para los herederos de la Corona de Castilla, que ostentó esta pareja, por primera vez en la Historia. Este título se sigue utilizando, hoy en día, para el heredero a la Corona de España.

Con la diferencia de que, cuando se creó, llevaba aparejado el señorío y las rentas sobre ciertas zonas de Asturias y ahora no es así.
En el mismo tratado también se pactó una fuerte indemnización a pagar por Juan I, la cual se sabe que fue abonada, y, además, la puesta en libertad de todos los descendientes de Pedro I, que aún siguieran en prisión. Esto se hizo en casi todos los casos, no obstante, algunos continuaron encerrados hasta su muerte.
Además, supongo que, de esa forma,  también se quitaría del medio los problemas con su hermanastro Alfonso, conde de Noreña, que siempre se había aliado con los Lancaster, para intentar obtener la Corona de Castilla. Incluso, les había ofrecido el puerto de Gijón para que desembarcaran sus tropas a fin de conquistar el reino. Así que al rey no le quedó otra que encarcelarlo.
Precisamente, las tierras con las que dotó al título de Príncipe de Asturias, procedían de las propiedades confiscadas a su hermanastro Alfonso. A cambio, le dio a éste otras tierras situadas en León.
En 1389, Castilla pudo dejar de intervenir en la Guerra de los Cien Años, gracias a que Francia e Inglaterra habían firmado unas treguas en la localidad de Leulinghem, junto al Canal de la Mancha.
Por fin, debió pensar Juan I, podría dedicarse a gobernar su reino con tranquilidad e intentar restarle poder a la nobleza. Lamentablemente, no fue así.
En octubre de 1390, sufrió una desgraciada caída, cuando se hallaba probando un caballo, que le acababan de regalar, junto a la puerta de Burgos, en Alcalá de Henares.
Parece ser que cuando puso el caballo al galope, éste tropezó y cayó, lanzando al rey por el suelo. Una caída que produjo la muerte inmediata del monarca.

Lamentablemente, volvemos a una situación dinástica complicada. Como ocurrió en algunos reinados anteriores. El fallecido monarca dejaba como sucesor a un niño que apenas tenía 11 años y, según dicen, esa fue la razón por la que se ocultó durante unos días la muerte del rey.

Espero que os haya gustado y a ver si os decidís a haceros seguidores de mi blog. Yo os lo agradeceré mucho.

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