ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 6 de abril de 2013

EL CASO DEL CORONEL REDL


Hace muchos años recuerdo que vi una película que me gustó mucho y que me dejó muy impresionado. Se trataba del “Coronel Redl”.
            Según acabo de consultar en Internet, se trata de una coproducción entre la antigua Yugoslavia, la antigua RFA, Austria y Hungría y fue estrenada en 1985.
            La película daba a entender la vida corriente durante el Imperio Austro-Húngaro (un país del que,  por entonces, sólo conocía su nombre), en la época previa a la I GM. Para ello, se servía de la vida de este militar y de las conversaciones con sus compañeros de armas. Se podía observar que era un país a punto de desgajarse y en el que nadie vivía a gusto, donde al único que se respetaba era al emperador.
            El protagonista era Klaus María Brandauer, que es más conocido por su interpretación en “Memorias de África”.
            Luego, he estado leyendo sobre la vida de este militar y he encontrado otras muchas cosas que no se mencionaban en la película.
            Su padre fue un oficial del ejército austro-húngaro y su madre procedía de una familia de antiguo linaje,
pero de escaso patrimonio. Nació en Lemberg, actualmente Livov, en Ucrania.
            Germanizó su apellido para que pareciera más austríaco, pues, aunque en el Imperio había múltiples nacionalidades, los que claramente “partían el bacalao” eran los austríacos.
            Como su padre no poseía otros ingresos que los de su rango militar, para poder casarse, dejó el ejército, aun siendo joven, y pasó a ocupar un puesto importante en un empresa estatal radicada en esa región. Así pudieron criar a sus 7 hijos, dos chicas y 5 varones.
            Aunque parezca extraño, consiguieron que todos sus hijos estudiaran. Las dos chicas estudiaron Magisterio. De los chicos, dos de ellos fueron militares, uno arquitecto, otro jurista y otro técnico de FFCC.
            Nuestro personaje, Alfred Redl, nació en 1864, siendo bautizado como católico y recibiendo la enseñanza en alemán, aunque también aprendió el polaco y el ruteno, que es lo que se hablaba en esa zona.
            Como sus maestros vieron que el chico era muy patriota, recomendaron a sus padres que se hiciera militar. Esta gente tenía un gran prestigio en el Imperio, pero estaban muy mal pagados, como seguramente, ya le habría informado su padre.
            Como en el Imperio había multitud de academias de preparación para oficiales, fue a la Brno, donde ingresó con apenas 15 años. Allí estudió durante 4 años y tuvo que aguantar algunas b
urlas por no tener un origen noble ni ser austríaco.
            En 1883 obtuvo su título con una puntuación bastante buena, aunque tuvo que esperar en un cuartel de Brno,  hasta 1887 para que le dieran el empleo de oficial, como teniente 2º. Así pudo pedir ser destinado a Lemberg para estar más cerca de su familia, pues su padre había muerto durante su estancia en la academia.
            Como intentó destacar un poco, fue seleccionado en 1892 para hacer un curso de Estado mayor en Viena.
            Parece ser que esto le sirvió de trampolín para avanzar más rápidamente dentro del Ejército. Además, su puesto en el Estado Mayor era mucho más cómodo que los anteriores.
            En esa época conoció a un apersona que  fue muy importante en su vida, el entonces mayor Franz Graf Konrad con
Hötzendorf, que sería más tarde el jefe del Estado Mayor central, o sea, en la práctica, el jefe del Ejército. Seguramente, alguien lo habría recomendado, pues la esposa del mayor era de Lemberg al igual que Redl.
            Estuvo una temporada sin un destino fijo hasta que en 1895 salió una plaza en el departamento de FFCC del Ejército, dentro del Estado Mayor.
            Allí su labor sería la de coordinar los transportes militares por este medio, elaborar planes de movilización de las tropas mediante este medio de transporte y espiar las líneas ferroviarias que poseía el enemigo, concretamente, Rusia.
            Posteriormente, fue ascendido a capitán y destinado a los cuarteles generales de varios regimientos por tod
o el país, aunque él pidió volver a Lemberg.
            En 1899 ya le captó la inteligencia austriaca y le enviaron a Kazán para realizar un curso de ruso.
            El servicio de inteligencia del Imperio estaba dividido en dos partes: la oficina de clientes o de espionaje y la de evidencias o de contraespionaje.
            Él comenzó trabajando en la oficina de clientes en 1901 y solía traducir todos los documentos en ruso que le llegaban.
            En 1905 fue ascendido a mayor y se dedicó a la administración de la oficina, porque no tenía experiencia en el espionaje.
            En 1907 ascendió de nuevo y le nombraron nuevo jefe de la oficina de clientes, como premio por su buena labor como administrador.
            En 1908 pasa a ser el nuevo jefe de la oficina de evidencias, con el encargo de desbaratar la red de oficiales que se dedican a pasar sus secretos a los rusos. No olvidemos que, por entonces, su protector era ya el jefe máximo del Ejército.
            Su ascenso a coronel en 1908, le obliga a dejar la Inteligencia y va destinado a Praga, como jefe del Estado Mayor del VIII Cuerpo de Ejército.
            Por aquella época, los rusos reorganizaron todos sus servicios de Inteligencia en un solo, la Ojrana, y su director envió a Viena a su mejor agente para ocuparse de la captación del mayor número posible de oficiales del Imperio. Parece ser que fue en este momento, alrededor de 1905, cuando captaron a Redl.
            Se supone que fue en estas fechas, porque, según parece, muestra unos signos exteriores de riqueza que son anormales para los ingresos de un oficial de esa categoría.
            Algunos autores dicen
que, en principio, sólo trabajaba para los franceses y los italianos, pero que se negó en redondo a trabajar para los rusos. Así que sólo se lo ganaron a base de subir el importe de su ficha, como los futbolistas de hoy en día.
            También se dice que le chantajearon, porque descubrieron sus relaciones homosexuales, que estaban prohibidas en el Imperio y más siendo un militar.
            Entre 1903 y 1907 tuvo varios controladores en la embajada rusa, pero todos fueron descubiertos y expulsados del país. Lo extraño es que no le descubrieran a él. Bueno, realmente, la misión de él era descubrir a los demás.
            Según parece, sus informes fueron tan valorados por los rusos que no dudaron en sacrificar algunos agentes para mantener este contacto.
            Realmente, nadie sabe a ciencia cierta qué información envió Redl a los rusos, porque, prácticamente, no le interrogaron.
            Para no llamar la atención, los rusos le facilitaron información falsa acerca del Ejército ruso, donde se hacía una valoración muy por debajo de su capacidad real. También le dieron los datos de ciertos agentes de poca monta para que los detuviera.
             En 1909 estuvo a punto de ser detenido, pues el agregado militar del Imperio en Rusia era muy amigo

del británico y éste le confesó que tenían los austriacos un topo dentro de su estado Mayor. Así que comenzaron las investigaciones, las cuales se le encargaron nada menos que a Redl.
            En 1913 tenemos a nuestro personaje aún en Praga en su destino ya mencionado. Allí envía sus informes por correo a través de un apartado postal.
            Un insospechado suceso pone a todo el mundo en guardia. Resulta que un envío postal fue devuelto desde la estafeta de Viena a su oficina de origen, en la actual Kaliningrado. Allí, como nadie fue a reclamarla, los funcionarios abrieron el paquete y se encontraron con varias miles de coronas y una lista de direcciones. Como sospecharon que podría pertenecer a algún delincuente, pusieron el paquete en manos de la policía alemana, la cual comprobó que todas las direcciones estaban dentro del Imperio.
            Así que, como los dos países eran aliados, los alemanes les pasaron el asunto a los austriacos.
            En Viena, el caso se lo pasan a la Oficina de Evidencias y, dentro de ella, al mayor Ronge. Éste, nada más comenzar la investigación, pudo reconocer en la lista varios domicilios de espías rusos ya conocidos por su servicio, pero él pretendía atrapar al topo que había en sus propios servicios.
            Para no llamar la atención, pidió que la vigilancia en los domicilios de la lista la realizaran agentes de la Policía de Viena.
            Aparte de ello, enviaron de nuevo el paquete, disimulando que ya había sido abierto, a la Oficina de Correos de Viena, para ver si alguien iba a recogerlo.
            El 25/05/1913 el coronel Redl fue de Praga a Viena, tomando luego un taxi hasta la Oficina de Correos. Antes de entrar, observó que no había en los alrededores ninguna cara conocida, correspondiente a sus antiguos camaradas del servicio. Lo que no se suponía es que lo habían estado vigilando dos desconocidos inspectores de la Policía de Viena.
            Más tarde, interrogaron al taxista y éste les dijo que lo había llevado a un céntrico hotel vienés. Además, se dejó la funda de un cortaplumas dentro del taxi.
            Fueron con el taxista a llevar al hotel la funda del cortaplumas y luego esperaron para ver quién era el que la recogía. Se llevaron la gran sorpresa cuando vieron que era el propio Redl el dueño de la funda.
            Los agentes telefonearon al Estado Mayor y el escándalo fue impresionante. Nadie se lo podía creer. El mismo jefe de la oficina de Evidencias sufrió un ataque y tuvo que ser ingresado.
            En el palacio real se celebró con urgencia una reunión de alto nivel a la que acudieron el emperador, el heredero y el jefe del Estado Mayor, el protector de Redl. Cada uno tenía sus propios motivos para estar preocupado por este asunto, pues había muchos secretos en juego. También asistió a esta reunión el propio Ronge.
            Se decidió que Redl debía pagar con su vida su traición y debía hacerse de una forma muy discreta. Así que se redactó una orden en un impreso de telegrama y escrito a máquina con las instrucciones y sin firma, para no implicar a nadie.
            Mientras tanto, Redl permaneció recluido en su habitación de hotel rodeado por todas partes por militares.
            En las instrucciones se le decía que debía suicidarse, así que le dieron una pistola con una bala. Ronge quiso interrogarlo, pero tenía que volver a Praga e iba a perder el último tren de ese día. Redl se limitó a poner por escrito que espió para otro país él solo.
            Por la noche se escuchó un disparo y ya por la mañana acudió la policía para recoger el cadáver del suicida.
            Unos días después, el propio Ronge fue a visitar al emperador para entregarle personalmente la documentación sobre el tema. Seguramente, luego la destruyó el emperador.
En Praga, los agentes fueron a la oficina de Redl para efectuar un registro. El problema es que no le pidieron las llaves y no había manera de abrir esas cerraduras. Tampoco encontraron fácilmente un cerrajero, pues era domingo, así que tuvieron que recurrir a la ayuda de la policía.
            Como las casualidades se dan a veces en la vida, este asunto se pudo dar a conocer de la forma más tonta.
            Resulta que el cerrajero que encontraron también era jugador de fútbol y ese día tenía un partido, pero no pudo asistir a causa de ese trabajo.
            Al día siguiente fue a ver al presidente del club, que le amenazó con expulsarle del equipo, así que el cerrajero lo contó todo.
            El problema es que el presidente era también periodista, así que publicó inmediatamente un artículo lleno de eufemismos y analogías, acusando a Redl de espía y homosexual. Así que se produjo un escándalo enorme y el mismo presidente del Gobierno hubo de reconocer en el parlamento estas acusaciones.
            Se formó la correspondiente comisión parlamentaria que llegó a la conclusión de que Redl llevaba varios años traicionando a su país y cobrando grandes sumas por ello.
            Llegados a este punto, seguramente, muchos de mis lectores se estarán preguntando qué importancia puede tener este personaje y para qué les estoy contando este rollo.
            Como la vida está llena de casualidades, ahí va otra. Como los rusos se surtían preferentemente de los planes del Estado Mayor austriaco e, incluso, algunos dicen que del alemán también, pues en Moscú, que llevaban tiempo pensando en la guerra, quisieron aprovechar el conocimiento que tenían del enemigo. Así, dicen algunos autores, que los rusos tenían tanta prisa porque empezara, pues sabían por dónde les iban a atacar y conocían muy bien a su enemigo. Si dejaban pasar esa oportunidad, les daría tiempo a los austriacos para cambiar esos planes y el trabajo no hubiera servido para nada.
            Así que, casualmente, un mes después, como los austriacos les pusieron su heredero a tiro, los rusos, valiéndose de unos chicos serbios, se lo cargaron.
            Realmente, nunca se ha sabido a ciencia cierta qué cantidad de información  pasó a los rusos.
             
           

6 comentarios:

  1. Muchas gracias. Espero seguir en esa línea.

    Saludos.

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  2. Este hombre perdió el norte, acaparó más de lo que podía hacer. ¿Miedo a la pobreza? ¿Exceso de confianza? A saber, pero una historia de espías muy interesante.

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  3. A mi me da la impresión de que esta labor no la pudo hacer él solo, lo que pasa es que en la Corte no querían ningún escándalo y se lo quitaron del medio cuanto antes. Así que casi no sabemos nada del tema. La verdad es que parece una auténtica chapuza que un servicio de contraespionaje en toda regla, no lo tuviera durante una buena temporada sometido a interrogatorios, para conocer el alcance del daño realizado.
    En cuanto al dinero, a mi me da la impresión de que este hombre, que empezó siendo muy patriota, se desengañó al ver que los demás compañeros lo discriminaban, por no pertenecer a la nobleza. Así que se buscó una forma de vida alternativa y peligrosa.
    Es curioso que no lo hubieran investigado antes, dado que llevaba un tren de vida un poco raro para un simple oficial del Ejército.
    Saludos.

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  4. Muy interesante, no hay duda de que en esto de la I Guerra Mundial gay muchos cabos de los que tirar. Muchos motivos para el estallido final

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  5. Nunca mejor dicho lo de "gay".
    De todas formas, eso de que, tras capturarlo, no lo encerraran y lo interrogaran durante un largo tiempo, me da muy mal rollo. Eso es indicativo de que muchos de ellos estaban también pringados, bien en esta red o en otra y nadie quería que eso trascendiera.
    En la película sobre este personaje se ve muy claro que ninguno de sus compañeros creía ya en el Imperio que, teóricamente, tenían que defender y sólo esperaban que cayera cuanto antes. Algo muy extraño para unos oficiales que eran casi todos hijos de nobles.
    Saludos.

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