Hace muchos años recuerdo que vi
una película que me gustó mucho y que me dejó muy impresionado. Se trataba del “Coronel
Redl”.
Según
acabo de consultar en Internet, se trata de una coproducción entre la antigua
Yugoslavia, la antigua RFA, Austria y Hungría y fue estrenada en 1985.
La
película daba a entender la vida corriente durante el Imperio Austro-Húngaro
(un país del que, por entonces, sólo
conocía su nombre), en la época previa a la I GM. Para ello, se servía de la
vida de este militar y de las conversaciones con sus compañeros de armas. Se podía
observar que era un país a punto de desgajarse y en el que nadie vivía a gusto,
donde al único que se respetaba era al emperador.
El
protagonista era Klaus María Brandauer, que es más conocido por su
interpretación en “Memorias de África”.
Luego,
he estado leyendo sobre la vida de este militar y he encontrado otras muchas
cosas que no se mencionaban en la película.
Su
padre fue un oficial del ejército austro-húngaro y su madre procedía de una
familia de antiguo linaje,
pero de escaso patrimonio. Nació en Lemberg,
actualmente Livov, en Ucrania.
Germanizó
su apellido para que pareciera más austríaco, pues, aunque en el Imperio había
múltiples nacionalidades, los que claramente “partían el bacalao” eran los
austríacos.
Como
su padre no poseía otros ingresos que los de su rango militar, para poder
casarse, dejó el ejército, aun siendo joven, y pasó a ocupar un puesto
importante en un empresa estatal radicada en esa región. Así pudieron criar a
sus 7 hijos, dos chicas y 5 varones.
Aunque
parezca extraño, consiguieron que todos sus hijos estudiaran. Las dos chicas
estudiaron Magisterio. De los chicos, dos de ellos fueron militares, uno
arquitecto, otro jurista y otro técnico de FFCC.
Nuestro
personaje, Alfred Redl, nació en 1864, siendo bautizado como católico y
recibiendo la enseñanza en alemán, aunque también aprendió el polaco y el
ruteno, que es lo que se hablaba en esa zona.
Como
sus maestros vieron que el chico era muy patriota, recomendaron a sus padres
que se hiciera militar. Esta gente tenía un gran prestigio en el Imperio, pero
estaban muy mal pagados, como seguramente, ya le habría informado su padre.
Como
en el Imperio había multitud de academias de preparación para oficiales, fue a
la Brno, donde ingresó con apenas 15 años. Allí estudió durante 4 años y tuvo
que aguantar algunas b
urlas por no tener un origen noble ni ser austríaco.
En
1883 obtuvo su título con una puntuación bastante buena, aunque tuvo que
esperar en un cuartel de Brno, hasta
1887 para que le dieran el empleo de oficial, como teniente 2º. Así pudo pedir
ser destinado a Lemberg para estar más cerca de su familia, pues su padre había
muerto durante su estancia en la academia.
Como
intentó destacar un poco, fue seleccionado en 1892 para hacer un curso de
Estado mayor en Viena.
Parece
ser que esto le sirvió de trampolín para avanzar más rápidamente dentro del
Ejército. Además, su puesto en el Estado Mayor era mucho más cómodo que los
anteriores.
En
esa época conoció a un apersona que fue
muy importante en su vida, el entonces mayor Franz Graf Konrad con
Hötzendorf,
que sería más tarde el jefe del Estado Mayor central, o sea, en la práctica, el
jefe del Ejército. Seguramente, alguien lo habría recomendado, pues la esposa
del mayor era de Lemberg al igual que Redl.
Estuvo
una temporada sin un destino fijo hasta que en 1895 salió una plaza en el
departamento de FFCC del Ejército, dentro del Estado Mayor.
Allí
su labor sería la de coordinar los transportes militares por este medio,
elaborar planes de movilización de las tropas mediante este medio de transporte
y espiar las líneas ferroviarias que poseía el enemigo, concretamente, Rusia.
Posteriormente,
fue ascendido a capitán y destinado a los cuarteles generales de varios
regimientos por tod
o el país, aunque él pidió volver a Lemberg.
En
1899 ya le captó la inteligencia austriaca y le enviaron a Kazán para realizar
un curso de ruso.
El
servicio de inteligencia del Imperio estaba dividido en dos partes: la oficina
de clientes o de espionaje y la de evidencias o de contraespionaje.
Él
comenzó trabajando en la oficina de clientes en 1901 y solía traducir todos los
documentos en ruso que le llegaban.
En
1905 fue ascendido a mayor y se dedicó a la administración de la oficina, porque
no tenía experiencia en el espionaje.
En
1907 ascendió de nuevo y le nombraron nuevo jefe de la oficina de clientes,
como premio por su buena labor como administrador.
En
1908 pasa a ser el nuevo jefe de la oficina de evidencias, con el encargo de desbaratar
la red de oficiales que se dedican a pasar sus secretos a los rusos. No olvidemos
que, por entonces, su protector era ya el jefe máximo del Ejército.
Su
ascenso a coronel en 1908, le obliga a dejar la Inteligencia y va destinado a
Praga, como jefe del Estado Mayor del VIII Cuerpo de Ejército.
Por
aquella época, los rusos reorganizaron todos sus servicios de Inteligencia en
un solo, la Ojrana, y su director envió a Viena a su mejor agente para ocuparse
de la captación del mayor número posible de oficiales del Imperio. Parece ser
que fue en este momento, alrededor de 1905, cuando captaron a Redl.
Se
supone que fue en estas fechas, porque, según parece, muestra unos signos
exteriores de riqueza que son anormales para los ingresos de un oficial de esa
categoría.
Algunos
autores dicen
que, en principio, sólo trabajaba para los franceses y los
italianos, pero que se negó en redondo a trabajar para los rusos. Así que sólo
se lo ganaron a base de subir el importe de su ficha, como los futbolistas de
hoy en día.
También
se dice que le chantajearon, porque descubrieron sus relaciones homosexuales,
que estaban prohibidas en el Imperio y más siendo un militar.
Entre
1903 y 1907 tuvo varios controladores en la embajada rusa, pero todos fueron
descubiertos y expulsados del país. Lo extraño es que no le descubrieran a él. Bueno,
realmente, la misión de él era descubrir a los demás.
Según
parece, sus informes fueron tan valorados por los rusos que no dudaron en
sacrificar algunos agentes para mantener este contacto.
Realmente,
nadie sabe a ciencia cierta qué información envió Redl a los rusos, porque,
prácticamente, no le interrogaron.
Para
no llamar la atención, los rusos le facilitaron información falsa acerca del
Ejército ruso, donde se hacía una valoración muy por debajo de su capacidad
real. También le dieron los datos de ciertos agentes de poca monta para que los
detuviera.
del británico y éste le confesó que tenían los austriacos un topo dentro de su estado Mayor. Así que comenzaron las investigaciones, las cuales se le encargaron nada menos que a Redl.
En
1913 tenemos a nuestro personaje aún en Praga en su destino ya mencionado. Allí
envía sus informes por correo a través de un apartado postal.
Un
insospechado suceso pone a todo el mundo en guardia. Resulta que un envío
postal fue devuelto desde la estafeta de Viena a su oficina de origen, en la
actual Kaliningrado. Allí, como nadie fue a reclamarla, los funcionarios
abrieron el paquete y se encontraron con varias miles de coronas y una lista de
direcciones. Como sospecharon que podría pertenecer a algún delincuente,
pusieron el paquete en manos de la policía alemana, la cual comprobó que todas
las direcciones estaban dentro del Imperio.
Así
que, como los dos países eran aliados, los alemanes les pasaron el asunto a los
austriacos.
En
Viena, el caso se lo pasan a la Oficina de Evidencias y, dentro de ella, al
mayor Ronge. Éste, nada más comenzar la investigación, pudo reconocer en la
lista varios domicilios de espías rusos ya conocidos por su servicio, pero él
pretendía atrapar al topo que había en sus propios servicios.
Para
no llamar la atención, pidió que la vigilancia en los domicilios de la lista la
realizaran agentes de la Policía de Viena.
Aparte
de ello, enviaron de nuevo el paquete, disimulando que ya había sido abierto, a
la Oficina de Correos de Viena, para ver si alguien iba a recogerlo.
El
25/05/1913 el coronel Redl fue de Praga a Viena, tomando luego un taxi hasta la
Oficina de Correos. Antes de entrar, observó que no había en los alrededores
ninguna cara conocida, correspondiente a sus antiguos camaradas del servicio. Lo
que no se suponía es que lo habían estado vigilando dos desconocidos
inspectores de la Policía de Viena.
Más
tarde, interrogaron al taxista y éste les dijo que lo había llevado a un
céntrico hotel vienés. Además, se dejó la funda de un cortaplumas dentro del
taxi.
Fueron
con el taxista a llevar al hotel la funda del cortaplumas y luego esperaron
para ver quién era el que la recogía. Se llevaron la gran sorpresa cuando
vieron que era el propio Redl el dueño de la funda.
Los
agentes telefonearon al Estado Mayor y el escándalo fue impresionante. Nadie se
lo podía creer. El mismo jefe de la oficina de Evidencias sufrió un ataque y
tuvo que ser ingresado.
En
el palacio real se celebró con urgencia una reunión de alto nivel a la que
acudieron el emperador, el heredero y el jefe del Estado Mayor, el protector de
Redl. Cada uno tenía sus propios motivos para estar preocupado por este asunto,
pues había muchos secretos en juego. También asistió a esta reunión el propio
Ronge.
Se
decidió que Redl debía pagar con su vida su traición y debía hacerse de una
forma muy discreta. Así que se redactó una orden en un impreso de telegrama y
escrito a máquina con las instrucciones y sin firma, para no implicar a nadie.
Mientras
tanto, Redl permaneció recluido en su habitación de hotel rodeado por todas partes
por militares.
En
las instrucciones se le decía que debía suicidarse, así que le dieron una
pistola con una bala. Ronge quiso interrogarlo, pero tenía que volver a Praga e
iba a perder el último tren de ese día. Redl se limitó a poner por escrito que
espió para otro país él solo.
Por
la noche se escuchó un disparo y ya por la mañana acudió la policía para
recoger el cadáver del suicida.
Unos
días después, el propio Ronge fue a visitar al emperador para entregarle
personalmente la documentación sobre el tema. Seguramente, luego la destruyó el
emperador.
En Praga, los agentes
fueron a la oficina de Redl para efectuar un registro. El problema es que no le
pidieron las llaves y no había manera de abrir esas cerraduras. Tampoco encontraron
fácilmente un cerrajero, pues era domingo, así que tuvieron que recurrir a la
ayuda de la policía.
Como
las casualidades se dan a veces en la vida, este asunto se pudo dar a conocer
de la forma más tonta.
Resulta
que el cerrajero que encontraron también era jugador de fútbol y ese día tenía
un partido, pero no pudo asistir a causa de ese trabajo.
Al
día siguiente fue a ver al presidente del club, que le amenazó con expulsarle
del equipo, así que el cerrajero lo contó todo.
El
problema es que el presidente era también periodista, así que publicó inmediatamente
un artículo lleno de eufemismos y analogías, acusando a Redl de espía y
homosexual. Así que se produjo un escándalo enorme y el mismo presidente del
Gobierno hubo de reconocer en el parlamento estas acusaciones.
Se
formó la correspondiente comisión parlamentaria que llegó a la conclusión de
que Redl llevaba varios años traicionando a su país y cobrando grandes sumas
por ello.
Llegados
a este punto, seguramente, muchos de mis lectores se estarán preguntando qué
importancia puede tener este personaje y para qué les estoy contando este
rollo.
Como
la vida está llena de casualidades, ahí va otra. Como los rusos se surtían preferentemente
de los planes del Estado Mayor austriaco e, incluso, algunos dicen que del alemán
también, pues en Moscú, que llevaban tiempo pensando en la guerra, quisieron
aprovechar el conocimiento que tenían del enemigo. Así, dicen algunos autores,
que los rusos tenían tanta prisa porque empezara, pues sabían por dónde les
iban a atacar y conocían muy bien a su enemigo. Si dejaban pasar esa
oportunidad, les daría tiempo a los austriacos para cambiar esos planes y el
trabajo no hubiera servido para nada.
Así
que, casualmente, un mes después, como los austriacos les pusieron su heredero
a tiro, los rusos, valiéndose de unos chicos serbios, se lo cargaron.
Realmente,
nunca se ha sabido a ciencia cierta qué cantidad de información pasó a los rusos.
Buen artículo, Aliado. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias. Espero seguir en esa línea.
ResponderEliminarSaludos.
Este hombre perdió el norte, acaparó más de lo que podía hacer. ¿Miedo a la pobreza? ¿Exceso de confianza? A saber, pero una historia de espías muy interesante.
ResponderEliminarA mi me da la impresión de que esta labor no la pudo hacer él solo, lo que pasa es que en la Corte no querían ningún escándalo y se lo quitaron del medio cuanto antes. Así que casi no sabemos nada del tema. La verdad es que parece una auténtica chapuza que un servicio de contraespionaje en toda regla, no lo tuviera durante una buena temporada sometido a interrogatorios, para conocer el alcance del daño realizado.
ResponderEliminarEn cuanto al dinero, a mi me da la impresión de que este hombre, que empezó siendo muy patriota, se desengañó al ver que los demás compañeros lo discriminaban, por no pertenecer a la nobleza. Así que se buscó una forma de vida alternativa y peligrosa.
Es curioso que no lo hubieran investigado antes, dado que llevaba un tren de vida un poco raro para un simple oficial del Ejército.
Saludos.
Muy interesante, no hay duda de que en esto de la I Guerra Mundial gay muchos cabos de los que tirar. Muchos motivos para el estallido final
ResponderEliminarNunca mejor dicho lo de "gay".
ResponderEliminarDe todas formas, eso de que, tras capturarlo, no lo encerraran y lo interrogaran durante un largo tiempo, me da muy mal rollo. Eso es indicativo de que muchos de ellos estaban también pringados, bien en esta red o en otra y nadie quería que eso trascendiera.
En la película sobre este personaje se ve muy claro que ninguno de sus compañeros creía ya en el Imperio que, teóricamente, tenían que defender y sólo esperaban que cayera cuanto antes. Algo muy extraño para unos oficiales que eran casi todos hijos de nobles.
Saludos.