Esta vez traigo al blog la
biografía de un militar que siempre me pareció un ejemplo de lealtad al
Gobierno que tuvo España en cada momento de nuestra Historia.
El
destino, a veces, es caprichoso y el de este general dependió de la ejecución
de otro militar. Lo curioso es que los dos fueron asesinados por el mismo
bando. En la próxima entrada hablaré de ese otro general.
Para
empezar, en esta entrada voy a intentar que todo el mundo conozca la figura de
Domingo Batet Mestres.
Nació en
Tarragona el 30/08/1872 e ingreso muy joven en la academia militar, en 1887. En
1895 partió como teniente voluntario a la guerra de Cuba y logró ascender a
capitán. Estuvo allí hasta 1897.
Como todos los
militares, pasó por muchos destinos y ya en 1919 fue ascendido a coronel.
En 1925 fue
ascendido a general de brigada y destinado a Alicante y luego a su tierra
natal, Tarragona.
Con motivo del
famoso Expediente Picasso, al cual ya le dediqué una entrada anterior, fue
nombrado juez para instruir el procedimiento y se dice que no habló muy bien de
Franco. Incluso llegó a dimitir a causa del escandaloso favoritismo hacia
ciertos oficiales.
Parece ser que
aceptó de buen grado la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera, pero en 1926
es detenido bajo la acusación de complicidad en un intento de golpe conocido
como “Sanjuanada”. No obstante, fue absuelto por el Consejo de Guerra.
En 1931, al
llegar la II República, estaba destinado en Mallorca, pero enseguida fue
destinado como capitán general de Cataluña, sustituyendo al general López
Ochoa. Su mandato se caracterizó por su respeto a las autoridades civiles y autonómicas
catalanas y por su prudencia para arreglar los conflictos entre militares y
civiles.
Con la
fracasada revolución del 34, Companys quiso que se pusiera a sus órdenes y el
presidente del Gobierno, Lerroux, le ordenó que declarase el estado de guerra.
Rodeó con sus
tropas la plaza de San Jaume, de Barcelona, donde están las sedes de la
Generalitat y del Ayuntamiento y, tras unos disparos que provocaron algunas
víctimas, exigió la rendición de los que estaban dentro de la sede autonómica.
Se negaron a rendirse y volvió el intercambio de disparos.
Ya en esa
época tuvo una agria discusión con Franco. Como se había declarado el estado de
guerra, el ministro Hidalgo le dio la orden a Franco, que era el jefe suplente
del Estado Mayor Central, de luchar contra la sublevación. En ese caso, los
militares tienen prioridad sobre los civiles. Franco le envió refuerzos de la
Legión por vía marítima y le ordenó que atacara esa misma noche el edificio
de la Generalitat.
El no le hizo
caso y, poniéndose en contacto incluso con Alcalá Zamora, les explicó que esa
invasión daría lugar a muchos muertos. Sin embargo, él tenía preparada otra para
el día siguiente más sencilla.
Colocó unos
cañones, con los que bombardeó levemente el edificio y, tras unas horas de
tensión, se rindieron todos.
Se reconoció
su labor, pues había resuelto la situación con muy pocos muertos y fue muy
aplaudido por la burguesía catalana. Esto le valió el odio de los dos bandos y,
como contrapartida, le fue impuesta la Cruz Laureada de San Fernando.
En 1935 fue
nombrado jefe del Cuarto Militar del presidente Alcalá-Zamora, porque, tras la
vuelta de Companys a Barcelona, ya no era tan popular.
En junio de
1936 dimite a petición propia del cargo y es nombrado general en jefe de la VI
División Orgánica (ya no existían las Capitanías generales) con sede en Burgos.
Supo que se
estaba preparando un golpe y se sabe que el 16 de julio de ese año, se entrevistó en el
monasterio de Irache con el general Mola, comandante militar de Pamplona y
amigo suyo. Le llega a exigir a Mola que le dé su palabra de honor de que no
participa en el golpe y se la dio. No olvidemos que Mola le debía muchos
favores a Batet, pues, cuando llegó la II República, Mola fue atacado por muchos
y cayó en desgracia, siendo defendido siempre por Batet.
Es posible que
su nombramiento y el de otros muchos que aparecerán en este blog, seguramente
se deba a una estrategia del Gobierno de rodear las zonas más propensas al
golpe, como Navarra, con militares de probada lealtad a la II República. Quizás,
por ello, visitaba asiduamente sus unidades militares y les recordaba a los
oficiales sus obligaciones militares. El problema es que no pudieron dominar
sus tropas y el golpe triunfó a pesar de su oposición.
El 18 de
julio, su jefe de Estado Mayor, el coronel Moreno Calderón, le ofreció ponerse
al mando de la sublevación en Burgos, pero él no quiso, así que fue detenido en
su despacho de Capitanía por sus mismos
subordinados. Cuando Mola se enteró pidió que lo tratasen bien.
Fue trasladado
al cuartel de San Marcial y luego procesado el 08/01/1937 por un Consejo de
guerra, actuando como juez el general López Pinto.
Parece ser que
ningún oficial quería ocuparse de su defensa. Después de consultar con varios,
el coronel Ribas de Pina accedió.
Como su
defensa fue más efectiva de lo que deseaban, fue cesado de manera fulminante y
se le quitó todo mando sobre tropas.
Según parece,
Franco se estaba poniendo nervioso y ordenó que el dieran de baja en el Ejército
y le quitaran la pensión de la Laureada, cosa que es ilegal.
Incluso, hizo
gestiones en su favor el propio cardenal Gomá, que lo conocía desde la infancia
El 08/01/1937
se hizo por fin su Consejo de guerra, donde fue condenado a la pena de muerte y
fusilado en el campo de tiro de Vista Alegre (Burgos) el 18/02/1937, a pesar de las
gestiones que hicieron a su favor Queipo de Llano y Cabanellas, pero Franco no
accedió a causa del asunto Campins.
Dicen que la
intermediación de Queipo fue por un favor que le pidió directamente su
consuegro, Alcalá Zamora, pero no pudo hacer nada, porque Franco estaba
enfrentado con él.
Batet y Franco
nunca fueron amigos y tuvieron varios desencuentros. En un informe dice de éste
último: “El comandante Franco, del Tercio, tan traído y llevado por su valor,
tiene poco de militar, no siente satisfacción de estar con sus soldados, pues
se pasó cuatro meses en la plaza para curarse de enfermedad voluntaria, que muy
bien pudiera haberlo hecho en el campo, explotando vergonzosa y descaradamente
una enfermedad que no le impedía estar todo el día en bares y círculos. Oficial
como éste que pide la laureada y no se le concede, cuando con tanta facilidad
se ha dado, porque sólo realizó el cumplimiento de su deber, ya está
militarmente calificado”.
Tampoco le
gustó nada que, en la revolución del 34 le dieran la Laureada a Batet y a
Franco, no. Sólo la consiguió cuando se la concedió a sí mismo, una vez acabada
la guerra, y se la impuso su amigo, el general Varela.
Se ha dicho
también que Franco llegó a humillar a la familia de Batet, los que vivían en
territorio nacional. Los otros, que vivían en territorio republicano, al ser
muy católicos, fueron perseguidos y Tarradellas, que era amigo suyo, les ayudó
para que pudieran escapar a Francia.
Parece ser que
sus últimas palabras fueron: «Soldados, cumplid un deber sin que ello origine
vuestro remordimiento en el mañana. Como acto de disciplina debéis disparar
obedeciendo la voz de mando. Hacedlo al corazón; os lo pide vuestro general,
que no necesita perdonaros, porque no comete falta alguna el que obra
cumpliendo órdenes de sus superiores».
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