Hoy traigo a mi blog un personaje
que, durante la Guerra Civil, con su conducta, sirvió de ejemplo a los dos bandos. Creo que, si
hubiéramos tenido más gente como él, quizás se hubieran producido menos
muertes.
Nació
en Sevilla en 1893, hijo de una familia muy modesta, que, para colmo, perdió
muy pronto a su padre, debido a un accidente en los muelles del río
Guadalquivir.
Su
madre se dedicaba a la costura y también era cigarrera y sufrió mucho para
sacar adelante a sus 3 hijos.
Estudió
hasta los 13 años en una escuela del asilo, pero, con esta edad, tuvo que
empezar a trabajar como calderero en un taller de Sevilla.
Se
inició en el toreo y logró lidiar en algunas plazas importantes, como Sanlúcar
de Barrameda y llegó incluso a hacerlo en Madrid, donde recibió una grave
cogida en 1918. Después de torear algunas corridas más, se retiró en 1920.
Hacia
1921 le encontramos trabajando como chapista en un taller de Madrid. Al poco
tiempo, se dedica a actividades sindicales, siendo uno de los fundadores del
sindicato de carroceros, dentro de la CNT.
Su
defensa de los derechos de los reclusos le costó varios encarcelamientos durante
la época monárquica y republicana.
Como
la CNT colaboró con el Gobierno cuando estalló la guerra, el 10/11/1936 fue
nombrado delegado especial de prisiones de Madrid. Desde este puesto luchó para
eliminar las sacas de presos de las cárceles. Al no conseguirlo, dimitió el 14
del mismo mes.
Tras
las protestas del Cuerpo Diplomático y el Tribunal Supremo, se le nombró esta
vez delegado general de prisiones, a las órdenes directas del Ministro de
Justicia.
Esta
vez sí que consiguió para estas sacas, aunque tuvo fuertes enfrentamientos con
algunos dirigentes comunistas.
Como
prohibió tajantemente la salida de los presos de las cárceles entre las 7 de la
tarde y las 7 de la mañana, consiguió parar esta sangría.
El
08/11/1936 se enfrentó a un grupo de milicianos que llegó a la prisión de
Alcalá de Henares exigiendo que les entregasen un grupo de presos para lincharlos.
El motivo es que, previamente, la aviación nacional había bombardeado la base
aérea de esta localidad y había causado muchas víctimas. Él se presentó en esta
prisión y se enfrentó a los milicianos, incluso dando la orden de que se les
dieran armas a los presos si los milicianos asaltaban la cárcel.
En
Madrid también consiguió que no se asaltaran las prisiones y así salvó la vida
de personajes muy conocidos, como Muñoz Grandes, Valentín Gallarza, Serrano
Súñer, el Dr. Gómez Ulla, los hermanos Luca de Tena, el portero Ricardo Zamora,
Sánchez Mazas, Raimundo Fernández-Cuesta, etc.
Por
ello, fue conocido como “el Ángel rojo” y se le recuerda también por una de sus
frases: "Se puede morir por las
ideas, pero nunca matar por ellas".
“Cuando regresé a Madrid después de haber salvado de la
muerte a 1.532 presos en Alcalá, tuve que escuchar unos tremendos insultos y
amenazas de jefes de relevancia que hasta llegaron a acusarme de ser un fascista. Tuve a menudo la posibilidad de huir de la zona
republicana, pero no la aproveché, porque ¿quién se hubiese preocupado de
los 12.000 presos que había en las cinco cárceles de Madrid, y de los 1.500 en
la de Alcalá, de las 28 personas escondidas en mi casa y de muchas, muchas más?
Solamente yo podía hacer esto. Ahora debo decir que estaba solo en este asunto.
Ninguno de ellos, de los rojos, me prestó ayuda...»”
El 28/02/1939 recibió el nombramiento como
Alcalde de Madrid del Consejo Nacional de Defensa y tuvo que participar durante
dos días en el traspaso pacífico de poderes al nuevo Consistorio municipal.
Al acabar el conflicto, fue sometido a dos consejos de guerra. Del
primero salió absuelto, pero el fiscal recurrió y fue sometido a un segundo,
donde sólo le pudieron aplicar la pena de cinco años, porque el propio general
Muñoz Grandes se encargó de recoger y presentar firmas de franquistas que lo
avalaran.
En
1944, al salir de la cárcel, le ofrecieron un puesto en los sindicatos
verticales, pero él siempre los rechazó argumentando que se sentía anarquista y
que no podía aceptarlo.
De
hecho, se le veía paseando por la calle libremente con personajes del Estado
franquista y eso no gustó a ninguno de los dos bandos.
También
intentó ayudar siempre a los presos políticos, muchas veces valiéndose de sus
amigos en el nuevo Estado, cosa que no gustó a sus compañeros.
Por
su militancia constante en la CNT ingresó varias veces en la cárcel.
En
cuanto a su vida laboral, se dedicaba al gremio de los seguros y, en sus ratos libres,
componía letras de pasodobles y cuplés. Incluso, escribía en el diario Ya,
debido a su buena amistad con Martín Artajo y Blas Piñar.
En
1947 fue procesado de nuevo y encarcelado por haber introducido propaganda
política en la prisión de Alcalá.
A
su muerte, en 1972, asistieron a su entierro personajes de todo tipo. Desde
anarquistas hasta falangistas. Se cantó el himno “A las barricadas”, sin que,
extrañamente, se produjera ningún incidente. Además, se le enterró envuelto en
una bandera anarquista en plena época franquista.
Muy buen post, Aliado. Mira que el tema de la Guerra Civil me pone mala pero creo que esto está muy bien contado y sin buscar morbo, como harían otros.
ResponderEliminarPara buscar el morbo en todos los asuntos, ya están los canales de TV.
ResponderEliminarMuchas gracias y saludos.