A veces, la voluntad de un solo hombre puede tener la fuerza de todo un Ejército. Ciertamente, este hombre debió de ser muy valeroso, pues, fiel al lema de su escudo de armas “ni adulación, ni temor”, no vaciló a la hora de enfrentarse al nazismo. Hasta el propio Einstein alabó la labor de este prelado católico.
Clemens August Graf von Galen,
que así era como se llamaba, nació en 1878, en una localidad alemana de la Baja
Sajonia, muy cercana a la famosa ciudad de Münster.
Fue el undécimo de trece hijos de una familia de la nobleza de Westfalia. No hay más que ver que en su apellido lleva la palabra “graf”, o sea, conde.
Como ya dije en otro de mis
artículos, dado que, desde que cayó la Monarquía, en Alemania no están
reconocidos oficialmente los títulos nobiliarios, los aristócratas se los
pusieron dentro de sus apellidos.
La mayoría de sus familiares
fueron políticos o altos dignatarios de la Iglesia Católica. Así que no es de
extrañar que en su educación primara el aspecto religioso. De hecho, su propia
madre siempre fue muy devota.
Posteriormente, se trasladó a
Suiza, con el fin de estudiar en la Universidad de Friburgo. Sin embargo, tras
un viaje a Roma, durante el que pudo conversar con el Papa León XIII, decidió
hacerse sacerdote.
Así que, primeramente, ingresó en
un seminario jesuita en Innsbruck (Austria). Después, se trasladó a Münster
(Alemania), donde prosiguió sus estudios y fue ordenado sacerdote en 1904.
Posteriormente, estuvo un tiempo
trabajando a las órdenes de su tío, que era el obispo de Münster, para pasar
luego a ejercer como párroco de varias iglesias.
Se trataba nada menos que del
arzobispo Eugenio Paccelli, que con el tiempo llegaría a ser el Papa Pío XII.
Parece ser que al, por entonces, nuncio, le gustó la forma en que predicaba sus
sermones y se hicieron buenos amigos.
Tras la derrota alemana en la I
Guerra Mundial, fundó varios comedores para la gente necesitada. Algunos dicen
que lo hacía para que estos no abrazasen las teorías comunistas, que entonces
estaban muy en boga.
Posteriormente, fue enviado como
párroco a una iglesia de Münster, donde, en 1933, fue nombrado obispo de esa
ciudad. Justamente, el mismo año en que Hitler llegó al poder.
Aunque, desde unos años antes, Hitler ya era un político muy conocido, no pudo aspirar a llegar al Gobierno hasta 1932, año en
que le permitieron nacionalizarse alemán, porque era de origen austriaco.Así que veremos que, no sé si
casualmente, las vidas de Hitler y von Galen corren paralelas. Pero,
lógicamente, cada uno en su ámbito profesional.
Parece ser que, en ese
nombramiento de von Galen, algo tuvo que ver Paccelli, pues, aunque no llegó a
ser Papa hasta 1939, sí que tenía un gran poder, como secretario de Estado del
Vaticano.
Precisamente, el cardenal Paccelli, fue el que negoció y firmó, en ese mismo año, el concordato entre el Vaticano y la Alemania de Hitler, que aún sigue en vigor.
En 1935, nuestro personaje, ya empezó a destapar la ideología del nazismo. En una carta pastoral dirigida contra las tesis del ideólogo nazi Alfred Rosenberg, califica sus teorías como “idolatría recaída en la noche del paganismo”. También, von Galen, dejó caer la idea de que no le importaría morir como un mártir.Tampoco se cortó un pelo a la
hora de meterse con la jerarquía eclesiástica alemana, que presumía de realizar
una diplomacia silenciosa, pero que era desconocida por el pueblo.
Por ello, el 21/03/1937, Domingo
de Ramos, esta encíclica fue leída a los fieles en todas las iglesias católicas
de Alemania.
Poco después, los nazis, también
cerraron todos los centros católicos de enseñanza y también prohibieron las
asociaciones católicas de jóvenes.
En 1941, von Galen se hizo
famoso, no sólo en Alemania, sino en todo el mundo, gracias a tres de sus
sermones. Estos fueron imprimidos por los Aliados y difundidos de forma
clandestina en Alemania.
El primero de ellos es de junio
de ese año. En él, protesta contra el Gobierno alemán, pues había disuelto la
orden de los jesuitas y otras órdenes monásticas, incautando todos sus bienes.
El segundo sermón es de mediados
de julio de ese año. En él, vuelve a insistir en que el Estado está tratando de
manera injusta a sus ciudadanos, a base de cerrar conventos y expulsar a los
miembros de esas comunidades religiosas. Incluso, dice que nadie ha contestado
al telegrama que envió, nada menos que a la Cancillería del Reich.
Así que en ese sermón dice:
“Somos yunque y no martillo”. “Si es lo suficientemente resistente, firme,
duro, entonces, el yunque suele durar más que el martillo”.
Para acabar con una frase tomada
de Los Hechos de los Apóstoles: “¡Hay que obedecer a Dios, más que a las
personas!”. Supongo que esta última frase le chirriaría en los dientes a un
dictador tan orgulloso como Hitler.
Esta vez, denuncia que se tiene
constancia de que se está sacando a muchos enfermos de los hospitales, sin el
consentimiento, ni de ellos, ni de sus familiares y, posteriormente, se informa
a estos últimos de que su pariente ha fallecido y su cuerpo ha sido incinerado.
Estos son, claramente, casos de asesinatos y no de una posible eutanasia
solicitada voluntariamente y así lo afirma este prelado. Por tanto, lo denuncia
ante la Justicia y pide que también lo hagan todos sus fieles.
Parece ser que estas personas no
les gustaban a los nazis, porque no eran un modelo de la raza superior, que
ellos reivindicaban para los alemanes. Así que, en palabras de Hitler: “la
guerra era el mejor momento para eliminar a los enfermos incurables”.
A pesar de que las palabras de
von Galen consiguieron que se produjeran protestas por toda Alemania y, oficialmente,
estos experimentos acabaron en agosto de ese año, lo cierto es que continuaron.
Incluso, Pio XII, que acababa de acceder al Papado en 1939, declaró que “el
asesinato directo de una persona inocente por defectos físicos o mentales no
está permitido”.
No obstante, se sabe que la
operación Aktion T4, que así era cómo se denominaba oficialmente, comenzó,
justamente, al principio de la guerra y acabó con la rendición de Alemania.
Muchos de los médicos que
trabajaron en Aktion T4, luego fueron trasladados a los campos de exterminio
nazis, para que enseñaran a sus colegas a utilizar los gases con el fin de
asesinar, más fácilmente, a los desdichados que eran llevados allí.
Tampoco he visto ninguna foto de
este prelado con la jerarquía nazi, pues muchos de ellos hubieran parecido
insignificantes junto a un sacerdote de 2 metros de alto y que siempre fumaba
en pipa.
Aparte de que había muchos
católicos en el Ejército alemán y, si la Gestapo hubiera detenido a este
prelado tan famoso, es posible que se hubiera producido una rebelión entre los
uniformados.
Además, von Galen, dejó caer que,
si mataban a la gente por “no ser productivos”, muy pronto podrían hacer lo
mismo con los inválidos de guerra, que cada vez eran más, y eso alarmó a la
población. Incluso, los sermones de este prelado fueron publicados por el bando
de los Aliados y lanzados sobre las líneas alemanas, en forma de octavillas,
desde aviones de la RAF.
Von Galen fue miembro de la
Soberana Orden de Malta y es considerado por ésta como uno de sus santos y, por
ello, le rinden homenaje anualmente. También se sabe que mantuvo muchos
contactos con grupos de la oposición al nazismo.
Curiosamente, al final de la
guerra, dejó muy claro que los Aliados habían sido los enemigos de Alemania.
También rechazó la tesis de USA de que todos los alemanes eran culpables de los
crímenes del nazismo. Tal y como pretendían convencerles sus expertos en guerra
psicológica.
Al mismo tiempo, fue la voz de muchos
alemanes, que estaban siendo maltratados por los ejércitos aliados de
ocupación. Levantó la voz contra las violaciones que venían sufriendo las mujeres
a manos de los soldados soviéticos o los asaltos y robos cometidos en las
casas, por parte de los soldados británicos y de USA.
Parece que esto no hizo mucha
gracia a los flemáticos británicos y le exigieron renunciar a su cargo, cosa a
la que él se negó. Eso sí, le incautaron su coche y le prohibieron visitar las
parroquias de su obispado.
Por lo visto, von Galen, tenía
muy preocupados a las autoridades británicas, las cuales invitaron a un obispo
anglicano a que se enfrentase con él, pero rechazó la invitación, porque lo
admiraba al ver que el alemán tenía una gran autoridad sobre su pueblo.
En febrero de 1946 fue creado
como cardenal por su amigo Pío XII. Cuando le impuso el capelo cardenalicio, el
Papa, le dedicó estas palabras: “Dios te bendiga, Dios bendiga a Alemania”.
Hay que hacer notar que los
británicos pusieron todos los impedimentos para que fuera a Roma. Sin embargo,
su estancia en esa capital fue sufragada por cardenales procedentes de USA.
Desgraciadamente, una semana
después sufrió fuertes dolores abdominales. Supongo que, al tener en esa época,
de la inmediata posguerra, una sanidad en estado muy precario, no le supieron
diagnosticar a tiempo una apendicitis. Parece ser que esto fue lo que provocó
su muerte. Fue enterrado en la cripta de la catedral, que aún se hallaba en
ruinas.
Parece ser que fue aceptada por
el Vaticano, pero, como se sabe “las cosas de palacio van despacio”.
Así que este proceso concluyó de
forma positiva y en 2005 fue nombrado nuevo beato de la Iglesia Católica.
Curiosamente, el mismo día en que se cumplía el 47 aniversario de la muerte de
su amigo Pío XII.
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