Hoy voy a hablar de una ciudad que mucha gente conoce o, al menos, le suena a casi todo el mundo, por aquello de que está construida sobre el agua y sus habitantes no se mueven por sus calles en coches, sino en barcos.
Durante el Imperio Romano, esta
zona era más o menos conocida, pero poco frecuentada, pues en ella sólo había
unas lagunas situadas entre unas islas pantanosas, protegidas del mar por unos
bancos de arena.
Por tanto, los únicos que solían
transitar por esa zona eran los pescadores y los cazadores de aves acuáticas.
No obstante, cerca de ese lugar,
pero ya en la costa, se hallaban unas cuantas ciudades de relativa importancia,
como Aquileia, Grado o Padua. Todas ellas de fundación romana, pero habitadas,
mayoritariamente, por los llamados vénetos.
Sin embargo, sí que se ha
demostrado que esos terrenos se llenaron de gente en el 452, cuando tuvo lugar
la invasión de los hunos, liderados por Atila.
Sin embargo, a partir del 568,
tuvo lugar la invasión de los lombardos o longobardos, los cuales no venían a
robarlo todo y luego irse, sino que optaron por quedarse en la Península
Itálica. Así que estos vénetos, que solían esconderse en esas lagunas, se
quedaron ya definitivamente en ellas.
Tras la caída del Imperio Romano
de Occidente, en el siglo VI, esta zona quedó bajo el dominio del Imperio
Romano de Oriente, que ahora llamamos Bizantino.
El origen de su prosperidad
estuvo en la producción y el comercio de la sal. En lugar de dedicarse a la
agricultura y la ganadería, como solían hacer en todas partes, ellos se
dedicaban a esta actividad que resultaba mucho más lucrativa que las
anteriores.
Así que ellos remontaban los ríos
con sus barcas cargadas de sal y volvían transportando grandes cantidades de
cereal y vino.
Un día, aparecieron por allí dos
mercaderes venecianos. Sus nombres eran Buono da Malamocco y Rustico da
Torcello.
Lógicamente, fueron muy bien
recibidos en su ciudad. Por variar, parece que estos sí fueron profetas en su
tierra.
Hasta 1968, todas las reliquias
de San Marcos estuvieron custodiadas, exclusivamente, en Venecia. Ese año, el
Papa Pablo VI, ordenó que una parte de ellas fueran devueltas a Alejandría,
donde fueron depositadas en un altar de la catedral copta de esa ciudad.
Como les hacía falta esa materia
prima, la trajeron, principalmente, desde Istria, en la orilla opuesta del
Adriático. De esa forma, sus artesanos se especializaron en el trabajo de la
madera y en la construcción de barcos.
Incluso, en 1204, se atrevieron a
liderar la Cuarta Cruzada, durante la cual se enemistaron con el Imperio
Bizantino y saquearon la propia Constantinopla. Todavía se pueden apreciar
algunos frutos de ese saqueo, como los caballos, procedentes del hipódromo, que
fueron colocados en la fachada de la catedral de Venecia y ahora creo que los
originales están en un museo.
Otro de los personajes célebres
de esa ciudad fue un joven que, en 1271, tenía sólo 17 años y que zarpó con su
adre y su tío a China. Su nombre era Marco Polo. No hablaré de él, porque supongo
que lo conocerá todo el mundo.
Volviendo atrás, en 1104, los
venecianos construyeron una instalación a la que llamaron el arsenal. No se
trataba de un depósito de armas, sino de un complejo formado por astilleros,
con miles de trabajadores y suministros de todo tipo.
En el mismo lugar, se custodiaban
los almacenes de grano y también se cocinaban los famosos bizcochos, que
servían de alimento a los marinos.
La galeaza veneciana era la nave
que solían construir en esos astilleros. Se trataba de un barco que servía
tanto como mercante o como navío de guerra. Se desplazaba tanto a remos como a
vela. Con la diferencia de que sus remeros eran libres y podían combatir con
sus armas. Cosa que no solía ocurrir con las naves de otros países, donde los
galeotes eran todos cautivos y no les daban armas, porque no se fiaban de ellos.
El siglo XV fue una época de
esplendor para esta ciudad, que ya pasó a ser un auténtico Estado, gracias a la
multitud de territorios que poseía. De hecho, fue el más poderoso del
Mediterráneo oriental.
Toda esa riqueza se tradujo en la
multitud de palacios, que aún se conservan y que adornan y caracterizan la
imagen de esa ciudad.
Parece ser que el sistema de contrapoderes que había en esa república, le inspiró a Rousseau para escribir su obra más famosa, El Contrato Social.
Lógicamente, en una república
gobernada por nobles, lo normal es que les gustase desfilar por las calles
exhibiendo su riqueza y eso es lo que solían hacer.
Otras de las actividades de los
venecianos era la artesanía. Destacaron en la construcción de objetos de
vidrio, madera, seda, metales nobles, etc.
Todo este esplendor se pudo venir
abajo a causa de la expansión de los turcos otomanos, los cuales se dedicaron a
ir conquistando los territorios venecianos y también a atacar los convoyes que
se encontraran por el Mediterráneo.
Al final, hubieron de unirse varias potencias, como España, los Estados Pontificios, Génova y Venecia para atacar a los turcos. En octubre de 1571, encontraron a su flota
fondeada en el Golfo de Corinto. Le plantearon batalla en Lepanto y, a pesar de la superioridad turca en hombres y naves, la flota cristiana consiguió vencerles. Un acontecimiento celebrado en toda la Cristiandad. Bueno, casi toda, porque Francia era aliada de los turcos.
No obstante, el predominio
comercial de Venecia se vino abajo no sólo tras la conquista de Constantinopla,
por parte de los turcos, sino a causa de las exploraciones iniciadas por los portugueses
y los españoles en busca de las especias. Más el proteccionismo comercial que
decretaron la mayoría de los países.
Es preciso aclarar que los turcos
cortaron la tradicional Ruta de la seda, por donde solían venir todas las
especias a Europa. Eso encareció mucho esos productos, muy necesarios para
conservar los alimentos. Por ello, Portugal y España se enzarzaron en una
carrera para ver quién llegaba primero a las famosas islas de las especias.
Es en el siglo XVIII cuando
comienzan las fiestas del mundialmente famoso Carnaval de Venecia.
Curiosamente, es cuando empieza el declive de la ciudad. También es en ese
momento cuando se inaugura el célebre Teatro la Fenice, que sigue funcionando
en la actualidad.
Otro de los acontecimientos más
característicos de Venecia es el llamado los llamados esponsales con el mar.
Una ceremonia que se remonta al siglo XI.
Llegaban hasta el límite entre la
laguna y el mar abierto y allí el dux pronunciaba esta frase: “Te desposamos,
oh mar, en señal de verdadero y perpetuo amor”. Posteriormente, arrojaba al
agua un anillo de bodas.
Por otro lado, poco a poco, se
fueron quedando sin colonias y su actividad comercial se fue reduciendo por ser
menos competitivos. Eso convirtió a Venecia en una ciudad dedicada a la
diversión. Había muchos teatros, bailes, fiestas, salas de juego, etc, que atraían
a muchos visitantes. Eso lo narra muy bien en sus memorias el célebre
aventurero Casanova.
Así las cosas, a finales del siglo XVIII, la República de Venecia era una sombra de lo que fue. Durante las guerras napoleónicas, quisieron ser neutrales, pero, al estar en un sitio tan estratégico, estratégico, su territorio fue cruzado varias veces por los ejércitos en lucha.
Al final, en 1797, fue invadido
por los ejércitos de Napoleón y apenas pudieron ofrecer resistencia, tanto por
tierra como por mar.
Primero, su territorio fue
dividido entre Francia y el Imperio Austro-Húngaro. Después, se lo quedó todo
Francia y, tras el final de esas guerras, el Congreso de Viena decidió que su
territorio fuera absorbido por el Imperio Austro-Húngaro.
En 1866, con las guerras por la unificación de Italia, el Véneto pasó a ser uno más de los territorios italianos.
Actualmente, Venecia, es una
ciudad muy visitada por su singularidad y por sus monumentos. Sin embargo, ya
hay muchos que dicen que tanto turismo no le hace mucho bien y también que los grandes
barcos de pasajeros perjudican el futuro de la laguna.
Aparte de que, según parece, las
tradicionales crecidas, que cada vez van a más, están haciendo que algunos
edificios se vayan hundiendo en el fondo. Lo cual sería una pena, porque sería
perder una parte muy importante de la Historia de Europa.
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