Hoy voy a dedicar este artículo a uno de los llamados “Padres de la UE”. Esa Unión Europea, donde, durante tantos años le prohibieron el ingreso a España, pero a la que pertenecemos desde el año 1.986.
Nuestro personaje de hoy se
llamaba Alcide Amedeo Francesco de Gasperi y nació en 1881 en la región del
Trentino, que en esa época pertenecía al Imperio Austro-Húngaro.
Así que se trataba de un hombre
de habla alemana. Eso es muy curioso, porque otros de estos Padres fundadores,
como Adenauer o Schuman también hablaban esa lengua. Ciertamente, el primero
era alemán, en cambio, el segundo, era francés, aunque originario de una zona
en disputa entre ambos países.
Evidentemente, otro de los
fundadores de la UE fue el francés Jean Monnet, al que pronto dedicaré otro de
mis artículos.
Todos ellos crearon un genial
proyecto europeo, que podría ser “una comunidad ancha y profunda entre países
mucho tiempo opuestos por divisiones sangrientas”.
Otra de sus frases es: “la peor
responsabilidad ante la historia es la de las ocasiones que se han dejado
perder y la de las catástrofes que no se han sabido evitar”.
O estas otras: “para que un
Europa organizada y viva pueda aportar a la civilización es indispensable el
mantenimiento de relaciones pacíficas”. “La puesta en común de las producciones
de carbón y acero asegurará inmediatamente el establecimiento de bases comunes
de desarrollo económico. La solidaridad de la producción hará imposible toda
guerra entre Francia y Alemania y sentará los fundamentos reales de su
unificación económica y también el desarrollo del continente africano”.
Uno de los pensamientos de estos
políticos democristianos era: “Este conjunto de pueblos no puede y no debe
quedarse en una empresa económica y técnica. Hay que darle un alma. Europa
vivirá y se salvará en la medida en que tenga conciencia de sí misma y de sus
responsabilidades, cuando vuelva a los principios cristianos de solidaridad y
fraternidad”.
No obstante, es preciso recordar que, antes de la llegada del Mercado Común Europeo, estos tres líderes
ya habían firmado el llamado pacto FRANCITAL, por el que formaron una unión aduanera entre sus tres países.
Volviendo a nuestro personaje de
hoy, aunque el padre de Alcide era un modesto policía local de su pueblo, él
consiguió estudiar Filología en la Universidad de Viena.
Parece ser que, ya, en esa época,
empezó a apuntar maneras como líder estudiantil. En una de sus protestas exigió
que a los estudiantes procedentes de Italia les dieran clase en italiano.
Parece ser que no
tuvo mucho éxito e, incluso, fue brevemente, encarcelado.
En 1911, consiguió entrar en el Parlamento
del Imperio Austro-húngaro, representando, como diputado, a su región de
origen.
Pasó la I Guerra Mundial en Viena, sin tomar partido por
ninguno de los contendientes, ni ser movilizado para ir al frente.Al terminar ese conflicto, su
región pasó a ser parte de Italia y él aceptó la ciudadanía italiana, aunque
siguió utilizando el idioma alemán con sus amigos y en sus relaciones
familiares.
Siempre fue un católico muy
ferviente, así que también fue uno de los fundadores del Partido Popular
Italiano (PPI), de tendencia católica, y en 1921 fue elegido diputado para
representar a ese partido en el Parlamento italiano.
Ese fue un período muy violento.
Coincidió con la llegada al poder de Mussolini, que tuvo lugar en 1922.
En un principio, su partido apoyó
a Mussolini, pero, tras ver cómo estaba gobernando el país, primero se escindió
y luego se disolvió.
En 1927 fue arrestado por encabezar un grupo de carácter antifascista.
Afortunadamente, sus amistades en la jerarquía de la Iglesia Católica, consiguieron que, muy pronto, fuera puesto en libertad y, posteriormente, le dieron trabajo en la Biblioteca del Vaticano.
En 1943, fundó la Democracia
Cristiana, partido basado en el ideario del antiguo PPI, que, incluso, tenía el
mismo escudo.
Tras la
invasión de Italia, por parte de los Aliados, fue nombrado ministro sin cartera
en el Gobierno provisional y, posteriormente, ministro de Relaciones
Exteriores.
Ente 1945 y 1953, fue primer ministro de Italia. Algo casi insólito en un país donde los gobiernos suelen durar muy poco tiempo. De hecho, durante ese período, estuvo al frente de 8 gobiernos consecutivos.
Aquella fue una etapa muy dura, porque su país acababa de salir no sólo de la II Guerra Mundial, sino de una guerra civil, iniciada al final de la anterior, librada entre los partidarios de Mussolini y los de los Aliados. Así que su país salió totalmente arruinado de estos dos conflictos.
Por
supuesto, los miembros del PCI (Partido Comunista de Italia), que, en un
principio, también formaron parte de uno de sus gobiernos, se opusieron a que
su país aceptase el Plan Marshall. Tal y como les habían ordenado desde Moscú.
Así que se limitó a cesarlos y ya está. Esa misma orden fue la que les dio
Stalin a todos los países del Bloque Comunista, porque algunos de ellos ya habían
manifestado su interés por beneficiarse de ese Plan.
Sin embargo,
a las familias italianas, les gustó mucho eso de poder tener acceso a bienes de
consumo, como la lavadora, la tv o el frigorífico. Así que la mayoría del país
aceptó de muy buena gana el Plan Marshall.
Curiosamente,
aunque Italia tuviera el partido comunista más grande de Occidente, muchos de
sus afiliados seguían siendo, a la vez, católicos practicantes. Tal y como se
mostraba en las divertidas novelas de Giovanni Guareschi, centradas en aquel
párroco llamado Don Camilo. Interpretado en el cine por el gran actor
Fernandel.
También, Alcide,
consiguió firmar un tratado de paz con Yugoslavia, por el que se dividieron las
zonas fronterizas entre ambos países. No olvidemos que Italia hacía frontera
con Yugoslavia, que era un país del Bloque Comunista y, también con Austria,
que, por entonces, estaba ocupada por las 4 potencias vencedoras del conflicto.
Exactamente igual que le ocurría a Alemania.
Además,
firmó otro con Austria, por el que se le dio una autonomía a su región de
origen, el Trentino, que estaba siendo disputada por ambos países.
Ciertamente,
las elecciones de 1948 fueron realmente duras, porque tanto USA como la URSS
apostaron muy fuerte en ellas. Ambos estaban creando sus zonas de influencia en
Europa y, por ello, invirtieron grandes cantidades de dinero para tener a
Italia de su parte.
Los
socialistas y comunistas italianos crearon el Frente Popular Democrático para
ir juntos en esas elecciones. Lo cual puso sobre alerta a USA. Así que, por lo
visto, invirtieron muchos fondos para lograr la victoria de la Democracia
Cristiana. Uno de los curiosos lemas que se vieron en los carteles de
propaganda fue: “En el secreto de las urnas, Dios te ve, pero Stalin no”.
Así que la
Democracia Cristiana obtuvo la mayoría absoluta en las dos cámaras. Sin
embargo, Alcide, aunque podría haberlo hecho, no quiso gobernar sólo con
ministros de su partido y se atrajo a liberales y socialdemócratas a su
gabinete.
No fue una
buena decisión, porque, al cabo de un año, se fueron los liberales, que
esperaban una política más de derechas y, al siguiente, se fueron los
socialdemócratas, que la esperaban más de
izquierdas. Ya se sabe que nunca
llueve a gusto de todos.
No obstante,
llevó a cabo una serie de medidas relativas a la ampliación de la Seguridad
Social, más ciertas subvenciones para gastos farmacéuticos y funerarios o
aumento de beneficios a los parados. Incluso, un plan para la construcción de
viviendas baratas.
Parece ser que muchas de esas medidas no gustaron mucho entre sus partidarios. Supongo que se harían, al igual que en otros países, para contener a la marea comunista, que escuchaba, muy a atentamente, los cantos de sirena que le llegaban desde Moscú.
En 1954,
también dimitió como jefe del partido y se retiró de la política, siendo
sustituido por Amintore Fanfani.
Se retiró al
Trentino, donde vivió unos cuantos meses hasta su muerte. Parece ser que le
dieron un funeral de Estado, porque su familia apenas tenía medios económicos
para ello. Cosa que da a entender que se trataba de un político honrado. Algo
insólito tanto en Italia como en la mayoría de los países de Europa.
Una de sus frases más interesantes es: “El compromiso católico con la vida pública adquiere un nuevo sentido: conciliar lo espiritual y lo profano, considerando la democracia como una continua creación. Una conciliación lograda mediante la constitución de esa solidaridad de la razón y del sentimiento, de la fraternidad y de la justicia, para insuflar a la unidad europea el espíritu heroico de la libertad y del sacrificio que han sido siempre el de la decisión en los grandes momentos de la historia".
No obstante,
es muy llamativo que beatificaran a una persona que no sólo era político, sino
también abogado. Incluso, ya ha empezado su proceso de canonización para llegar
a ser santo.
No obstante,
como siempre, ya en los años 50, sonaron algunas voces críticas. En este caso,
criticando que, a su modo de ver, se estaba construyendo una “Europa Vaticana”.
A lo que Schuman respondió: “La Europa Vaticana es un mito. La Europa que
contemplamos es profana, tanto por las ideas que están en su base, como por los
hombres que la llevan a cabo. No toman de la Santa Sede ni su inspiración, ni
su consigna. No obstante, sí que los cristianos de hecho han jugado un papel
importante, preponderante a veces, en la creación de las instituciones
europeas. Pero nunca han reivindicado una especie de monopolio, ni han ido con
segundas intenciones clericales o teocráticas, que serían, además,
perfectamente utópicas”.
Voy a
terminar con dos frases de otro de los fundadores de la UE, el político alemán
Konrad Adenauer: “Cuanto mayor sea el área económica, mejor se podrá
desarrollar. Esta unión salvaría a la civilización occidental del declive”.
“Cuanto más
pierde el Estado su carácter de forma histórica de gobierno introvertida y
autosuficiente, más está llamado a incorporarse a Europa y a desarrollarse
conjuntamente con el resto de los Estados, que se sienten unidos, no sólo por
las exigencias de la economía y la tarea de la procura de la paz, sino también
por la cultura europeas y los principios constitucionales comunes”.
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