ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

domingo, 28 de noviembre de 2021

EL CASO DE LOS ESTUDIANTES FUSILADOS EN CUBA EN 1871

 

Desgraciadamente, hoy se cumple el 150 aniversario de un hecho luctuoso, cometido por unos canallas que ensuciaron el buen nombre de España.

Igual os ha parecido que he empezado este artículo de una manera un poco fuerte, pero, al terminar de leerlo, veréis que llevo razón.

Empezaré por el principio. En 1834, nació en un pueblo de Asturias Gonzalo Castañón Escaro. Como vino al mundo en el seno de una familia acomodada, ello le permitió estudiar Derecho en la Universidad de Oviedo.

Posteriormente, se dedicaría al periodismo y, más tarde, a la política, obteniendo en 1864 su escaño de diputado en las Cortes españolas.

En 1866, obtuvo un puesto como funcionario en el Gobierno de la isla de Cuba, que todavía era una provincia española. Trabajó también en el Banco Español de Cuba, en La Habana. Entidad que también servía para recaudar los impuestos.

Curiosamente, por aquellos años, el gobernador de esa Entidad bancaria era José Cánovas del Castillo, hermano del famoso político español Antonio Cánovas.

José siempre fue un férreo defensor de los grandes propietarios cubanos y se oponía firmemente a la abolición de la esclavitud.

En octubre de 1868 tuvo lugar el primer acto del movimiento independentista cubano, que se inició con el llamado Grito de Yara. Localidad donde tuvo lugar un enfrentamiento armado entre los rebeldes y el Ejército español.

Posiblemente, por ello, en 1869, Castañón fundó el periódico La Voz de Cuba, desde donde pedía mano dura contra los independentistas y también se dedicaba a insultar a los exiliados cubanos, que se hallaban en Florida. Parece ser que acostumbraba a comenzar sus artículos con la frase “sangre y fuego”.

En 1870, el exiliado cubano Juan María Reyes, apodado Nito, fundó en Cayo Hueso (Florida) el periódico El Republicano.

A partir de ahí, estos dos periódicos se empezaron a dedicar, mutuamente, artículos cada vez más subidos de tono.

A finales de enero de 1870, la cosa fue a más y Castañón publicó un artículo en su periódico en el que retaba a duelo a Nito. Éste le dijo que no podía viajar a Cuba, porque sería detenido. Así que emplazó a Castañón a que fuera a Florida.

Éste pensó que eso le iba a dar mucha popularidad y para allá se fue, acompañado de unos amigos, un médico y un par de criados.

Al principio, su plan se cumplió tal cual lo había planeado. Se presentó delante de Nito y lo abofeteó en público. Sin embargo, luego puso todo tipo de excusas para no tener que batirse en duelo.

Por lo visto, la idea de Castañón era provocar desórdenes públicos a fin de que el Gobierno USA expulsara a los exiliados de Florida. Sin embargo, lo que consiguió fueron varias invitaciones para batirse en duelo y a todas ellas se negó.

Parece ser que uno de los retos procedía de un panadero exiliado y, cuando le llegó esa noticia, Castañón, afirmó no querer batirse con gente de baja calaña.

Evidentemente, ese calificativo no gustó nada al panadero. Así que, en la mañana del 31/01/1870, fue a buscarle al Hotel Russell House, el lugar donde se alojaba Castañón y le dio un par de bofetadas. Cuando éste intentó sacar un arma, el panadero Orozco le disparó, hiriéndole en la ingle. Lo cual, poco después, le provocó la muerte.

El cadáver de Castañón fue metido en un ataúd lleno de hielo y embarcado hacia Cuba. Allí fue recibido como a un héroe y se le rindieron honores militares, porque también era coronel de los Voluntarios de Cuba. Fue enterrado en el antiguo Cementerio de Espada.

El 24/11/1871, los estudiantes de primero de Medicina de la Universidad de La Habana, cuya facultad estaba al lado de este cementerio, recibieron la noticia de que su profesor de Anatomía se iba a retrasar un poco a causa de unos exámenes.

Así que, como el Anfiteatro de Anatomía estaba dentro de ese cementerio, hubo algunos que pasearon entre las tumbas y otros a los que se les ocurrió montarse en el carro, donde solían transportar a los cadáveres de los pobres y darse una vuelta por la calle. Cosas de jóvenes. Hay que recordar que todos tenían entre 16 y 20 años.

Parece ser que esto no gustó nada al vigilante del cementerio, Vicente Cobas, el cual denunció esos hechos ante el gobernador civil, Dionisio López Roberts, diciendo que esos estudiantes habían rayado el cristal que cubría el nicho, donde estaba depositado el cadáver de Castañón. Lo cual era absolutamente falso.

Como en Cuba ya había un ambiente prebélico y los ánimos estaban muy exacerbados, el gobernador tardó muy poco en presentarse en el cementerio.

Parece ser que, en un principio, quiso detener a los primeros estudiantes de Medicina que vio por allí. Se trataba de alumnos de segundo curso y su profesor tuvo la valentía de oponérsele. Así que no consiguió llevárselos.

Sin embargo, luego fue a la clase de primero y allí tuvo más

suerte, porque su profesor se mostró más indeciso y el gobernador se llevó detenidos a 45 de los 46 alumnos de ese curso.

Así que ese día, que era viernes, encerraron a todos esos estudiantes en una cárcel de La Habana. El sábado les tomaron declaración, pero no vieron que hubieran cometido delito alguno. No obstante, podían oír las voces de los Voluntarios, diciendo que querían las cabezas de los estudiantes. Así que en la prisión tuvieron que redoblar la guardia.

El lunes, habilitaron una estancia de la prisión para que pudiera tener lugar allí el consejo de guerra. Los estudiantes fueron defendidos por el capitán Federico Capdevila, al que llegaron a amenazar los Voluntarios, que no eran otra cosa que unos matones a sueldo de los terratenientes.

La sentencia del tribunal, aunque condenaba a varios de ellos a penas de cárcel, no impuso ninguna pena de muerte. Lógicamente, eso no satisfizo a los Voluntarios.

Así que presionaron para que se les hiciera otro consejo de guerra. Esta vez, todos los miembros de ese tribunal pertenecían a los Voluntarios.

Por lo visto, fueron llamando a declarar de uno en uno a todos los acusados. El que consiguió convencerles de que no sabía nada, se libró de culpas. En cambio, Álvarez de la Campa, dijo haber arrancado una flor del cementerio y fue uno de los condenados a muerte.

Parece ser que los militares españoles estaban en contra de lo que estaba ocurriendo, pero el capitán general se negó a pararles los pies a los Voluntarios para que no cometieran más actos de barbarie de los ya acostumbrados. Igual es que ese mando no quería enfrentarse a los terratenientes.

Los Voluntarios eran unas fuerzas de milicianos, situada en las ciudades, que se dedicaba a reprimir y soliviantar a los cubanos. Curiosamente, la mayoría de esos Voluntarios que tanto defendían entonces a España eran catalanes.

Incluso, un capitán de la Armada, se ofreció a desembarcar a sus hombres para poner orden y echar a los Voluntarios, pero el capitán general también se opuso a ello.

Dentro de la cárcel, empezaron separando a los que habían confesado haberse montado en el carro del cementerio. Luego se llevaron al que había cogido una rosa y después a 3 más, que eligieron por sorteo.

Los esposaron y los llevaron delante de la pared de un edificio cercano a la prisión, que era un depósito del arma de Ingenieros.

Allí, les obligaron a ponerse de rodillas y de cara a la pared y los fueron fusilando de dos en dos. El pelotón estaba al mando del capitán de Voluntarios Ramón López de Ayala.

En algunos sitios se dice que era hermano del autor teatral y ministro de Ultramar, Adelardo López de Ayala, pero yo no he podido verificar ese dato.

Luego, les enterraron a todos en la misma fosa común. Fuera del cementerio y sin identificación de ningún tipo. Esos asesinatos tuvieron lugar el lunes 27/11/1871 a partir de las 16.00. Ni siquiera quisieron registrar sus fallecimientos en los libros parroquiales. Cosa que hicieron 3 meses después.

A los demás los condenaron a diversas penas privativas de libertad, pero todas ellas llevaban añadidas la realización de trabajos forzados en las canteras.

Según uno de los condenados, estuvieron varios meses trabajando en las canteras. Sin embargo, un día vino un barco de la Armada, se los trajo a la Península Ibérica y los pusieron en libertad.

En 1887, la familia de Castañón, decidió repatriar el cuerpo del fallecido para enterrarlo en su localidad de origen. Cuando uno de sus hijos fue a hacerse cargo del cadáver, se demostró que la tumba no había sido dañada. Ni tan siquiera el mencionado cristal del nicho. De todo ello, se levantó acta.

Allí se reunió el hijo con el doctor Fermín Valdés-Domínguez, que era uno de los estudiantes supervivientes y éste le narró lo ocurrido. Por ello, le apoyó en sus gestiones.

A partir de ahí, se consiguió que los cuerpos de estos fusilados descansaran en tumbas normales, como querían sus familiares.

También le otorgaron un poder al diputado y abogado Miguel Figueroa para que intentase revocar la sentencia del consejo de guerra. Cosa que consiguió.

Posteriormente, Valdés-Domínguez, promovió la iniciativa de construir un monumento en el nuevo cementerio Colón de La Habana, en el cual fueron inhumados los cuerpos de esos desdichados jóvenes

y donde, más tarde, también inhumaron el de su defensor, el valenciano Federico Capdevila, que murió en 1898.

Como suelen decir los predicadores: “sangre de mártires, semilla de conversos”. Por ello, este acto de barbarie, cometido por unos exaltados Voluntarios y unas autoridades que les permitieron hacerlo, sólo sirvió para aumentar las ansias de independencia de los cubanos.

Esta foto corresponde a algunos de los supervivientes de este luctuoso hecho.

Para terminar, voy a nombrar a los pobres jóvenes que se vieron envueltos en este acto y fueron fusilados:

·         Alonso Álvarez de la Campa y Gamba, nacido en La Habana y fusilado a los 16 años.

·         Anacleto Bermúdez y González de Piñera, nacido en La Habana y fusilado a los 20 años.

·         José de Marcos y Medina, nacido en La Habana y fusilado a los 20 años.

·         Ángel Laborde y Perera, nacido en La Habana y fusilado a los 17 años.

·         Juan Pascual Rodríguez y Pérez, nacido en La Habana y fusilado a los 21 años.

·         Carlos Augusto de la Torre y Madrigal, nacido en Camagüey y fusilado a los 20 años.

·         Eladio González Toledo, nacido en La Habana y fusilado a los 20 años.

·         Carlos Verdugo y Martínez, nacido en Matanzas y fusilado a los 17 años.

Para finalizar, sé que todos los años, los estudiantes cubanos rinden homenaje a estos jóvenes asesinados por los llamados Voluntarios.

No sé si el Gobierno de España habrá pedido alguna vez perdón por este hecho, sin embargo, yo, como español, quisiera sumarme a ese homenaje, porque eso nunca tuvo que haber ocurrido.

A ver si alguno se decide y este año llego a los 100 seguidores. Por si alguno desconfía, le aseguro que es algo totalmente gratis.

 

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sábado, 27 de noviembre de 2021

EL CASO DEL SOLDADO SLOVIK

 

Hoy voy a narrar un grave suceso ocurrido durante la II Guerra Mundial. No tiene nada que ver con el espíritu navideño. Así que, al que no le guste, pues le aconsejo que no siga leyendo.

Edward Donald Slovik, que así era como se llamaba, nació en 1920 en la ciudad USA de Detroit, en el Estado de Michigan.

Era hijo de un matrimonio de polacos católicos, que emigraron a los USA. Posiblemente, se mudaron a esa ciudad, atraídos por la demanda de mano de obra para las fábricas automovilísticas.

Según parece, Slovik, nunca se adaptó demasiado a la vida de ese país. No sé si sería porque los católicos nunca han estado muy bien vistos en USA.

Hay que decir que, tradicionalmente, los que han mandado siempre en USA son los llamados WASP. O sea, blanco, anglosajón y protestante.

Lo cierto es que este chico parece ser que no frecuentaba buenas compañías y, desde niño, fue detenido en varias ocasiones por hurtos y alteraciones del orden público. Se le consideraba una especie de alborotador.

La primera vez que lo enviaron a prisión fue en 1937. No obstante, al año siguiente, fue puesto en libertad condicional.

Sin embargo, pronto volvió a estar entre rejas. Parece ser que, en 1939, se juntó con unos amigos, se emborracharon, robaron un coche y tuvieron un accidente de tráfico.

En 1942, tuvo mejor suerte, ya que lo pusieron en libertad condicional y consiguió un trabajo, como fontanero, en una importante empresa de Michigan. Allí conoció a Antoinette Wisniewski, que trabajaba como contable y que pronto se convertiría en su esposa.

Alguno se preguntará cómo es que, si USA ya había entrado en la II Guerra Mundial, no lo enviaron al frente.

Por lo visto, las autoridades militares, revisaron su expediente y no les gustaría mucho, porque no quisieron alistarlo.

Por el contrario, como parece ser que cada vez hacía falta más gente en los frentes, se lo pensaron mejor y lo alistaron. Cosa que no le hizo ninguna gracia.

Así que, en enero de 1944, fue enviado a un campamento de instrucción, situado en Texas. Al terminar esa fase, fue destinado a una unidad, situada en Maryland, donde estaban acantonadas las tropas de refuerzo para ir al frente.

A mediados de agosto de ese año, ya fue enviado a Europa y, concretamente, a la 28 División de Infantería, que estaba luchando en Francia.

Una noche, cuando iba marchando junto a sus colegas de una compañía del 109 Regimiento, sufrieron un brutal bombardeo de Artillería.

Por lo visto, él y un amigo del campamento, se protegieron y escondieron hasta la mañana siguiente.

Parece ser que el resto de sus compañeros había continuado la marcha sin avisarles. Así que, poco después, descubrieron en un pueblo cercano a una unidad de la Policía militar canadiense. Estuvieron con ellos hasta octubre de ese año, cuando ya regresaron a su unidad.

Sin embargo, las cosas habían cambiado mucho. A Slovik no se le ocurrió otra cosa que pedir al capitán de su compañía que lo destinara a un puesto de retaguardia, porque había pasado mucho miedo en el frente.

Lógicamente, el capitán no le hizo caso, dado que se estaban produciendo muchas bajas y deserciones en el Ejército, y lo envió de nuevo al frente.

Así que, en cuanto pudo, Solovik, desertó y fue a dar con un cocinero, que se hallaba en la retaguardia. Por lo visto, le dio una nota en la que se detallaban todos sus pasos desde que llegó a Europa y decía que pensaba desertar de nuevo, si le volvían a enviar al frente.

Por ello, el cocinero lo llevó ante la Policía Militar y estos lo llevaron ante el capitán de su compañía. Éste le instó a que rompiera su nota y se reintegrase en su unidad. Cosa que él rechazó.

Es muy curioso que este hombre no huyera, como hicieron otros desertores, sino que siempre quiso dejar muy clara su postura de que tenía miedo de ir al frente y sólo quería que lo enviaran a la retaguardia o a una prisión militar.

Posteriormente, lo llevaron ante un teniente coronel, que le hizo la misma propuesta de romper la nota y olvidarlo todo, si se reintegraba a su unidad, pero él siguió rechazándolo.

Así que el jefe le dijo que escribiera al dorso de su nota que había sido informado de la gravedad de autoinculparse y de que sabía que podría ser utilizado contra él ante un consejo de guerra. Cosa que hizo.

Posteriormente, un juez militar, fue a visitarlo al lugar donde lo tenían detenido. Le volvió a dar la oportunidad de retirar los cargos contra él, si aceptaba reincorporarse al frente. Incluso, en otro regimiento donde nadie lo conociera para empezar desde cero, pero Slovik siguió sin aceptar esas propuestas.

Por lo visto, en ese momento, su División estaba sufriendo muchas bajas causadas por las ofensivas alemanas, produciéndose muchas deserciones y eso apuntaba en su contra.

Parece ser que alguien le dijo que su deserción sólo sería castigada con un tiempo en la prisión militar. Supongo que a una persona que ya había pisado varias veces la cárcel no le supondría demasiados problemas volver a pisarla de nuevo.

Según parece, las cosas iban tan mal en ese frente que no lo pudieron juzgar los mandos de su División, ya que estaban todos combatiendo, sino que tuvieron que hacerlo los mandos de otras unidades. Seguro que eso también influyó en el veredicto y la condena dictada por ese consejo.

Me da la impresión de que Slovik se confió demasiado, porque se negó a declarar durante su consejo de guerra, que tuvo lugar el 11/11/1944.

Así que les puso la cosa muy fácil a los nueve miembros del consejo de guerra. Esa misma noche, decidieron, por unanimidad, declararlo culpable y condenarlo a muerte.

Supongo que no lo sabrían, pero lo cierto es que aplicaron las ideas de Hitler, cuando escribió: "quien lucha en el frente puede morir, pero quien deserta debe morir".

La sentencia siguió su cauce y luego fue aprobada por el general de división Norman Cota. El cual alegó que, de haberlo perdonado, no podría haber mirado a la cara a los que se estaban dejando la vida en el frente.

Posteriormente, él y su abogado pidieron clemencia al general Eisenhower, jefe de todas las fuerzas aliadas en Europa.

La verdad es que escogió un mal momento, porque acababa de empezar la ofensiva de las Ardenas, con un ataque alemán, que sorprendió a muchas unidades aliadas. Así que se multiplicaron el número de bajas y de deserciones

Por ello, el general Eisenhower, dio su visto bueno a la condena y ejecución, como un medio de parar esas deserciones que se estaban produciendo en todos los frentes. Dijo que era una forma de mantener la disciplina en el Ejército.

Evidentemente, esta condena no tenía precedentes, pues, hasta ese momento, a todos los desertores les habían enviado a prisiones militares y se esperaba que los liberasen al acabar la guerra.

Así que ya no le quedó a nada ni a nadie por recurrir. Por tanto, su ejecución tendría lugar la mañana del 31/01/1945.

Parece ser que Slovik les dijo a los soldados, mientras lo estaban preparando para la ejecución:

No me están disparando por desertar del ejército de los Estados Unidos, miles de tipos lo han hecho. Solo necesitan hacer un ejemplo de alguien y lo soy porque soy un ex convicto. Solía ​​robar cosas cuando era niño, y para eso me disparan. Me están disparando por el pan y el chicle que robé cuando tenía 12 años.”

Posteriormente, fue atado a un poste. El pelotón lo componían una docena de soldados del 109 Regimiento. La misma unidad a la que pertenecía nuestro personaje.

Parece ser que, según un médico, no murió con la primera descarga de fusilería, aunque sí lo hizo, cuando se disponían a dispararle de nuevo. Sólo tenía 24 años.

Más tarde, su cuerpo fue enterrado en un cercano solar, donde se hallaban las tumbas de otros soldados USA, que habían sido fusilados a causa de violaciones y asesinatos de civiles. Ni siquiera tenían puestos sus nombres. Solamente una clave conocida por el Ejército.

Es llamativo que, a pesar de que los mandos del Ejército USA dijeran que querían mostrar esta ejecución para desalentar a otros futuros desertores, no se atrevieron a dar publicidad a este hecho.

Fusilaron a nuestro personaje en una aldea deshabitada. No comunicaron oficialmente la misma. Ni tampoco se publicó en la prensa. Es más, a su mujer sólo le dijeron que su marido había muerto en Europa. Igual temían que la tropa se amotinase. Hasta 1954 no salió un artículo en la prensa, donde se narrase este hecho.

Por otro lado, su viuda estuvo muchos años luchando para que le devolvieran sus restos y le dieran una pensión, pero nunca lo consiguió.

En 1981, tras la muerte de ella, un antiguo veterano del Ejército USA, también de origen polaco, organizó una campaña para que exhumaran los restos de Slovik y los enterraran en USA.

En 1987, logró convencer al presidente Ronald Reagan para que lo autorizara. No obstante, tuvo que recaudar muchos fondos para costear esos gastos.

Parece ser que este veterano tuvo mucha suerte, porque la viuda de Slovik había fracasado, en su petición de perdón, con todos los anteriores presidentes a Reagan. Hasta el famoso J. F. Kennedy se la denegó. Así que ahora Slovik está enterrado junto a su esposa en un cementerio de Detroit.

Ciertamente, a Slovik se le dio un trato injusto. Durante la II Guerra Mundial, el Ejército USA, fusiló a 102 militares propios. Pero todos ellos fueron condenados por asesinatos y violaciones de civiles.

Por otro lado, 2.864 militares USA fueron juzgados por deserción. De ellos, 49 fueron condenados a muerte. Sin embargo, todos ellos, menos Slovik, vieron conmutada su sentencia por la de pasar varios años en una prisión militar.

Según cifras oficiales, durante la II Guerra Mundial, hubo unos 50.000 soldados USA y otros 100.000 británicos y procedentes de sus colonias, que desertaron. En algunos casos fueron capturados, pero la inmensa mayoría logró escapar.

Tras su ejecución, el Ejército USA, jamás volvió a condenar a muerte por deserción a ningún otro militar.

Parece ser que en 1960 todavía dolían las heridas de la II Guerra Mundial en USA, porque el famoso Frank Sinatra quiso producir una película sobre la vida de Slovik, mientras hacía campaña a favor de la elección de JFK. Sin embargo, los asesores del candidato le disuadieron de su idea para no perjudicar su campaña. Es curioso, porque la mayoría de los polacos han votado siempre al Partido Demócrata.

No obstante, en 1974, se aprovechó el guión de esa fallida película para realizar otra para la tv, protagonizada por el famoso actor Martin Sheen. Aquel que alcanzó la fama con Apocalypse now, actuando junto a Marlon Brando.

Por último, me gustaría que no pensarais que esto son cosas del pasado. En septiembre de 2009 desapareció en Afganistán el soldado USA Bowe Bergdahl. 

Nadie sabía qué había ocurrido. Lo único cierto es que se organizaron patrullas para buscarlo y, por ello, murieron 6 soldados a manos de los talibanes.

Poco después, se supo que estaba en poder de los talibanes y, más tarde, apareció en un vídeo publicado por ese grupo.

En 2014, se consiguió hacer un canje de este soldado por 5 presos de Guantánamo y fue ascendido a sargento.

No obstante, como había muchas dudas, se le sometió a una investigación dentro del Ejército. El resultado de la misma le hizo comparecer ante un consejo de guerra, que le degradó y le expulsó del Ejército. Supongo que no quisieron imponerle la máxima pena que era la cadena perpetua.

El presidente Trump lo definió como “un traidor sucio y podrido” y también dijo que merecía haber sido ejecutado. Es curioso que esto lo dijera Trump, que es nieto de un desertor alemán de la I Guerra Mundial.

En fin, a ver si alguno se decide y consigo tener 100 seguidores, antes de que acabe el año.

 

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martes, 23 de noviembre de 2021

ALEXANDRA DAVID-NÉEL, UNA VIAJERA INCANSABLE

 


Hoy voy a dedicar este artículo a mis amigos más viajeros para que tomen nota de lo que hizo esta mujer, que llegó a renovar, por última vez, su pasaporte, cuando ya había cumplido los 100 años.

Nuestro personaje de hoy nació en 1868 en un barrio de los muchos que tiene París. Fue la única hija de una familia un poco extraña. Su padre era un maestro de escuela, director de un periódico republicano y miembro de la Masonería, aparte de ser protestante. Mientras que su madre era belga y católica, pero de origen escandinavo. Por lo visto, ambos se habían conocido cuando él tuvo que exiliarse, tras el golpe de Estado y la proclamación de Napoleón III.

Por lo visto, su padre siempre fue muy amigo del geógrafo anarquista Jacques Elisée Reclus y éste también influyó mucho en el pensamiento de nuestro personaje.

Parece ser que, tras una amnistía de Napoleón III, la familia se mudó a Francia, pero, en 1873, tras la derrota y ejecución de los miembros de la Comuna de París, volvieron a exiliarse en Bélgica.

Desde pequeña, Alexandra, siempre tuvo una mentalidad muy aventurera. De hecho, con sólo 15 años, se escapó de su casa y fue hasta un puerto de Holanda con la intención de tomar un barco hacia Gran Bretaña. Sin embargo, la falta de dinero le hizo regresar a su casa.

Así que se puso a estudiar todo tipo de teorías sobre sociedades secretas y también fue seguidora de la famosa Madame Blavatsky. Incluso, alcanzó un alto grado en la Masonería. Sin embargo, aunque las feministas la admiraban, se puede decir que ella nunca fue una feminista, porque prefería luchar por la independencia financiera de las mujeres, antes que por el voto.

Parece ser que decía que la mayoría de las feministas pertenecían a la alta sociedad y, por tanto, desconocían los problemas de las mujeres de familias modestas.

Muy pronto, se dio cuenta de que, para ser una viajera era imprescindible conocer varios idiomas. Así que se aplicó al estudio del inglés y, más tarde, al del sánscrito y el tibetano.

Aparte de ello, como tenía necesidad de conocer a fondo esas sociedades, visitó muy asiduamente el Museo Británico y varios museos orientalistas, situados en París.

Parece ser que también tenía el don de cantar. Así que se matriculó en el Conservatorio de Bruselas y eso le hizo llegar a ser cantante de ópera.

Su nueva profesión le dio la oportunidad de visitar algunos países, como la antigua Indochina francesa o la India. Incluso, trabó amistad con algunos compositores famosos de esa época. Es más, llegó a componer el libreto de una ópera.

En 1900, fue a cantar a Túnez, donde conoció a un primo lejano, que era el jefe de los ferrocarriles de esa colonia francesa y se casaron.

Allí vivió durante unos años. No obstante, su espíritu viajero triunfó una vez más y en 1911 se decidió a realizar su tercer viaje a la India.

En principio, pretendía regresar unos meses después, sin embargo, residió en ese país durante 14 años. Evidentemente, eso llevaría a su marido a pedir la separación. No obstante, siguieron siendo muy buenos amigos y mantuvieron una buena relación epistolar durante toda su vida.

Llegados a este punto, seguro que alguno se habrá preguntado de dónde sacaba esta mujer el dinero para realizar esos viajes. Parece ser que su madrina le dejó una buena herencia, la cual fue administrada y acrecentada por su marido en Túnez.

Por lo visto, en la India hizo muchas amistades, como la de un príncipe heredero de uno de los Estados de la India. También conoció en un monasterio budista a un joven, que luego adoptaría.

Otra de sus curiosas ideas fue subir a una montaña de 4.000 metros para refugiarse con ese joven en una cueva a fin de meditar sobre la vida. Afortunadamente, no murió congelada, pero le faltó poco, porque no llevaba la ropa adecuada para sobrevivir en esa altitud.

En 1912, cuando ya se había convertido al budismo, fue acompañada por uno de sus amigos, que era lama de un monasterio, hasta la residencia del gran Lama, el cual vivía exiliado en una ciudad al norte de la India.

Durante varios años, se convirtió en consejera oficiosa del mencionado heredero al Estado de Sikkim. Incluso, le aconsejó con quién debería de casarse y que debería de terminar con la gran corrupción que reinaba en su Estado.

Este joven se convirtió en febrero de 1914 en el nuevo soberano de
ese Estado. Desgraciadamente, a finales de ese año, lo encontraron muerto en su dormitorio. Posiblemente, a causa de un envenenamiento. Una noticia que entristeció mucho a nuestro personaje. Fue el que le regaló ese traje de lama con el que ella apareció en algunas fotos.

En 1916, decidió visitar el Tíbet, acompañada de un lama y de un monje. Allí conoció a otros lamas importantes e, incluso, la invitaron a quedarse, pero no aceptó y decidió regresar a Sikkim.

A la vuelta, las autoridades coloniales británicas en la India la deportaron por no haber obedecido la prohibición de entrar en el Tíbet. Por ello, como no podía volver a Europa a causa de la I Guerra Mundial, decidió ir a Japón.

Allí se reencontró con un monje budista japonés, que había conocido durante su visita al gran Lama. Juntos decidieron visitar Corea y luego China. País que recorrieron de este a oeste.

Durante varios años, caminaron miles de kilómetros. Para no llamar la atención, él iba vestido de monje budista y ella de mendigo. De esa forma, consiguieron visitar la ciudad santa y
prohibida de Lhasa, capital del Tíbet.

Aun así, fueron descubiertos, pero tuvieron tiempo de huir, sin que pudieran detenerlos. Posteriormente, ambos fueron alojados en la casa de un comerciante británico, el cual les dio dinero para que pudieran regresar a la India.

En 1925, se embarcó hacia Francia. Por lo visto, ya se había hecho famosa, porque algunos periódicos habían publicado sus hazañas.

Dos años después, escribió el libro “Mi viaje a Lhasa”, donde describió en profundidad las peripecias de ese largo viaje y las extrañas costumbres de los monjes budistas, como la famosa levitación.

En 1928 compró una casa en la Provenza, donde vivió retirada durante varios años. Allí escribió algunas de sus obras, como “Magos y místicos en el Tíbet”.

Sin embargo, parece ser que, en 1937, ya con casi 70 años, le picó lo que los toreros llaman el “gusanillo” y decidió volver a viajar. Esta vez, se trataba de volver a China con la excusa de estudiar el taoísmo. Para ello, se fue con varios acompañantes hasta Moscú, al objeto de viajar en el famoso Ferrocarril Transiberiano.

Desgraciadamente, allí les pilló la guerra chino-japonesa y después la II Guerra Mundial. Así que aprovecharon para conocer varias regiones de China y volver a entrar en el Tíbet.

Desgraciadamente, en 1941, se enteró de la muerte de su esposo, lo cual le apenó mucho. No obstante, siguió viajando por esa zona y no regresó hasta 1946.

En 1952 publicó en Francia los “Textos tibetanos inéditos” y luego “El viejo Tíbet frente a la nueva China”. Un libro que interesó mucho en aquella época, porque la República Popular China se fundó en 1949 y al año siguiente invadió y se anexionó el Tíbet.

En 1955, tuvo la desgracia de perder a su hijo adoptivo a causa de unas fiebres que le causaron la muerte.

A partir de 1957 decidió vivir con una amiga en Mónaco, porque ya tenía que andar con muletas. No obstante, no se quedó mucho tiempo allí.

En 1959, conoció a una joven llamada Marie Madeleine Peyronnet a la cual contrató como secretaria y que la acompañó durante sus últimos 10 años de vida.

Posteriormente, esta mujer sería la que compilaría todas las obras de Alexandra, presidiría una asociación dedicada a nuestro personaje y mostraría la casa a todas las expediciones de tibetanos y budistas, que quisieran verla.

Desgraciadamente, Alexandra David-Néel murió en septiembre de 1969. Tal y como había ordenado, su cuerpo fue incinerado y sus cenizas, junto con las de su hijo adoptivo fueron llevadas por Marie Madeleine Peyronnet a la India para que fueran dispersadas en el río Ganges.

Curiosamente, en 1925, la Academia de deportes francesa, le otorgó un premio, al considerarla como a una gran deportista del momento.

Se han escrito varias obras sobre su vida. Incluso, una ópera y varias películas y documentales.

Le han dedicado varias calles por toda Francia y hasta una parada del Metro de París, situada en la zona donde nació, lleva su nombre.

En fin, a ver si alguno se anima y llego a tener 100 seguidores.

 

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lunes, 22 de noviembre de 2021

EMILIO HERRERA LINARES, PIONERO DE LA CARRERA ESPACIAL

 

Precisamente, hoy mismo, alguien me ha dicho que España no ha aportado nada en la carrera espacial. Sin embargo, aparte de esas estaciones de seguimiento de vuelos espaciales de la NASA, radicadas en varios lugares de España, hemos aportado algunos personajes a la misma.

Ciertamente, el nombre del personaje que traigo hoy al blog no es tan conocido como el de esos astronautas, sobre todo, los de USA, porque a los soviéticos parecen que los mencionan menos en los medios de comunicación.

El personaje de hoy se llamaba Emilio Herrera Linares y nació en 1879 en Granada, en el seno de una familia muy acomodada.

Tras finalizar sus estudios de Bachillerato, empezó a estudiar la carrera de Arquitectura, pero parece que no le satisfizo y la dejó enseguida.

Posteriormente, ingresó en la prestigiosa Academia de Ingenieros Militares, entonces situada en Guadalajara. En aquel momento, se veía que en ese centro existía mucho interés por el mundo de la Aviación. Hay que tener en cuenta que el Ejército del Aire español no fue creado hasta finales de 1939.

En 1903, obtuvo su despacho como teniente de Ingenieros y solicitó ingresar en la Escuela de Práctica de Aerostación. Allí aprendió a volar en globos.

Desde ellos, inició su participación en la Guerra de África a base de observar, desde el aire, las posiciones del enemigo. Algo que siempre había hecho, sobre el terreno, la Caballería y que venía muy bien para corregir el tiro de la Artillería.

Posteriormente, recibió el título de piloto de aviones y en 1914, realizó un vuelo entre Tetuán y Sevilla. Parece mentira, pero se trataba de la primera travesía aérea desde África a Europa.

En ese vuelo fue acompañado por su gran amigo y compañero José Ortiz Echagüe, otro piloto militar procedente de Ingenieros.

Aterrizaron ambos en el aeródromo de Tablada, ante la presencia de Alfonso XIII y una gran multitud que quiso presenciar ese evento.

Allí mismo, el monarca, nombró a ambos gentileshombres de cámara. Un dato muy a tener en cuenta, como ya veremos más adelante.

Posteriormente, Herrera, centra todos sus esfuerzos en el estudio de la Ingeniería Aeronáutica. Llega también a viajar a los frentes de batalla de la I Guerra Mundial para estudiar los combates aéreos.

Incluso, es invitado por una empresa aeronáutica alemana para dar la vuelta al mundo a bordo del famoso dirigible Graf Zeppelin.

En 1919 es elegido vicepresidente de la Sociedad Matemática y sería uno de los grandes divulgadores de la Teoría de la Relatividad.

En 1921, diseña un centro aeronáutico en Cuatro Vientos, que luego sería el germen de lo que, hoy en día, es el INTA.

En 1935, ya diseña un modelo de traje con escafandra, que serviría para realizar vuelos en globo a gran altura. Donde la temperatura es muy fría y escasea el oxígeno.

Ese modelo lo fue mejorando durante varios años y es en el que se basan los trajes de todos los astronautas.

Posteriormente, fue uno de los fundadores de lo que hoy es la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos, situada en Madrid.

Como todos sabemos, en 1931, se proclamó la II República y ello supuso el exilio, pero no la abdicación del rey Alfonso XIII.

Dado que nuestro personaje ya tenía cierta amistad con el monarca y se sentía obligado por su juramento de lealtad al mismo, le acompañó hasta París.

Allí, parece ser que le expuso que estaba muy presionado por un conflicto de lealtades. Por una parte, le debía lealtad al soberano y, por otra, al pueblo español, que había proclamado la II República. Parece ser que el rey le liberó de su compromiso y le dijo que debería de regresar para servir como militar al pueblo español.

Al año siguiente, fue designado para representar a España en una conferencia internacional de desarme patrocinada por la Sociedad de Naciones.

En 1933, fue elegido miembro de la Academia de Ciencias Exactas. Lógicamente, en la época republicana no se llamaban Reales Academias, como ahora.

El comienzo de la guerra civil le pilla en Santander, dando unas conferencias sobre aeronáutica a los alumnos de la Universidad de verano, siendo director de las escuelas de pilotos militares y jefe de los servicios técnicos de las Fuerzas Aéreas de la República Española. Es lo que ahora se llama Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

Parece ser que fue muy complicado el regreso de los profesores y alumnos, ya que tuvieron que dar un buen rodeo, a través de Francia, para volver a entrar en la España republicana por la zona de Cataluña.

Incluso, pensaron que, dentro de ese grupo, había dos personas que tendrían problemas, si regresaban a Madrid. Uno era un clérigo y otro era nuestro personaje, ya que todo el mundo sabía que había sido amigo del rey y también tenía muchas amistades en el bando nacional.

Para él, era impensable que unos militares, que usaban unas armas que la Nación le había confiado para defenderla, se sublevasen contra el poder legítimamente constituido y quisieran sojuzgar al Pueblo. Entendía el Ejército tal y como lo definía Calderón: “una religión de hombres honrados”.

A pesar de tener ideas conservadoras, opta por seguir siendo leal al Gobierno republicano y asciende a general. Supongo que no combatiría por ser ya muy mayor para ello. Sin embargo, controlaba muy de cerca la producción de aviones en las diversas fábricas donde se producían y solía volar desde la base de Los Alcázares (Murcia), donde estaba destinado, hasta esas fábricas. Siempre pilotando su aeronave en vuelo nocturno, para no ser interceptado por los cazas nacionales.

También siempre se mostró contrario a las ideas de guerra total, practicadas, generalmente, por soviéticos, italianos y  alemanes, consistentes en bombardear ciudades habitadas por civiles y sin importancia estratégica.

Desgraciadamente, Emilio, uno de sus hijos, que sólo tenía 20 años, murió en la batalla de Belchite, al ser derribado, mientras pilotaba un caza de fabricación soviética.

Esto fue un acontecimiento muy doloroso para su familia. Por lo visto, se dieron varias versiones en la prensa de la época. Quizás, por ello, el propio general Kindelán, jefe de la Aviación nacional, le escribió dándole todos los detalles del suceso y también dando el pésame a su amigo.

A principios de 1939 es nombrado por el ministro de Defensa, Indalecio Prieto, para que forme parte de la representación española en el acto de toma de posesión del nuevo presidente de Chile, Pedro Aguirre Cerda, también perteneciente al Frente Popular de ese país.

Por lo visto, este viaje, encabezado por Prieto, fue algo que orquestó el propio Negrín para quitarse del medio a alguien que le estaba haciendo mucha sombra, como Prieto.

Curiosamente, en un acto celebrado en Santiago de Chile, consistente en un homenaje a los muertos del Ejército chileno, Herrera, dijo que depositaba esa corona de flores en nombre de “todo el Ejército español”, o sea, de ambos bandos.

La guerra civil estaba a punto de terminar y le recomendaron no regresar a España, así que optó por exiliarse en París, donde apenas tuvo medios de subsistencia.

Sin embargo, gracias a su fama internacional, pronto le llegaron algunas propuestas de trabajo, como la realizada por el general alemán Faupel, en nombre de Hitler. No obstante, él no quiso aceptarla por sus convicciones democráticas.

Más adelante, recibió otra oferta que le gustó más. Consistía en trabajar en un centro de investigación aeronáutica en Francia y también en la UNESCO. No obstante, dimitió de este último trabajo tras el ingreso de España en la ONU.

También vive de los derechos que está cobrando por el uso de varios de sus inventos, patentados en años anteriores y de sus colaboraciones en revistas científicas. Hay que decir que era toda una autoridad, reconocida mundialmente, en el mundo de la aeronáutica.

Parece ser que se trataba de un hombre con una gran visión de futuro, pues ya proyectó el lanzamiento de satélites artificiales, aprovechando los cohetes V-2, capturados a los alemanes, durante la II Guerra Mundial.

Sin embargo, siempre se mostró en contra de utilizar las armas nucleares en un conflicto bélico y escribió varios artículos sobre el tema. En cambio, sí que fue partidario del uso de la energía nuclear con fines pacíficos.

Parecía que la suerte le venía de cara, cuando unos amigos suyos consiguieron que le dieran un trabajo y un visado para entrar y residir en USA. Sin embargo, no pudo reunir a tiempo el importe del pasaje del barco y se tuvo que quedar en Francia.

Más tarde, también Indalecio Prieto le solucionó el tema del visado y el pasaje a México. Lamentablemente, tampoco pudo aprovechar esa oportunidad, porque empezó la invasión alemana de Francia y tuvo que esconderse para que no le capturase la Gestapo y lo deportase a España.

Todo ello, le hizo caer en el desánimo, porque vivía en París solo, pues su familia había quedado en España y llegó a escribir una carta a su amigo, el general Kindelán, diciéndole que no le importaría regresar a España, aunque tuviera que afrontar un proceso y una dura condena. Afortunadamente, Kindelán y otros amigos le convencieron de que no lo hiciera, porque era muy posible que acabara fusilado en España.

Lo más curioso del asunto es que este hombre, que tenía ideas conservadoras y fue leal al rey, en los años 50, participó, en calidad de ministro de Asuntos Militares, en el Gobierno Republicano en el exilio.

Incluso, entre 1960 y 1962, llegó a ser nombrado presidente del Gobierno Republicano en el exilio. Desde ese puesto fue partidario de organizar un referéndum para reconciliar a todos los españoles a fin de que pudieran elegir entre una monarquía o una república.

Hasta entonces, su labor dentro del Gobierno republicano en el exilio había sido la de preparar informes de todo tipo para enviarlos a los Organismos con los que estaba intentando abrirse al mundo el régimen franquista.

No obstante, fracasó, porque la Asamblea General de la ONU decidió, en noviembre de 1950, anular todas las sanciones que le había impuesto a España en 1946 y reconocieron al Gobierno franquista.

Posteriormente, en 1952 la UNESCO aceptó una delegación española con carácter permanente y al año siguiente se firmaron los acuerdos con el Vaticano y con el Gobierno USA para la instalación de sus bases militares en la Península Ibérica.

Debió ser un hombre de lealtades muy firmes. Dicen que era muy aficionado a las obras de Calderón de la Barca.

Dicen que tenía unas ideas muy claras de que el Ejército tenía que estar al servicio del Pueblo y nunca perdonó a sus compañeros que lucharon en el bando nacional, por haber faltado a su juramento de lealtad al Gobierno republicano. Esa fue la razón por la que rompió su amistad con Franco y otros militares de su bando.

Sin embargo, siempre se mostró contrario a la actividad de los soviéticos y los comunistas dentro del bando republicano. Lo mismo le ocurrió a Indalecio Prieto, que tuvo que dimitir de su Ministerio, porque Negrín les hacía más caso a los asesores soviéticos que a él y a los militares españoles y eso dio lugar al bloqueo de muchas operaciones bélicas.

Se cuenta que la NASA contactó con él en los años 50 a fin de que trabajara en su programa espacial. Por lo visto, la oferta económica era muy seductora. Sin embargo, él la rechazó, porque una de sus exigencias fue que los astronautas USA pusieran la bandera republicana española en la Luna. Obviamente, se negaron a ello.

Desgraciadamente, murió en 1967, en el domicilio de su hijo en Ginebra (Suiza), donde fue enterrado.

Sin embargo, unos años más tarde, un grupo de antiguos pilotos republicanos y nacionales, pidieron a las autoridades suizas y españolas el traslado de sus restos a su Granada natal. Esto se consiguió en 1993, en un acto presidido por el rey Juan Carlos I.

Actualmente, existe una Fundación que lleva su nombre y que entrega premios anualmente. También le han dedicado varias calles en diversas ciudades españolas.

 

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