ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 30 de octubre de 2021

LUISA SIGEA DE VELASCO

 

Hoy voy a hablar de un personaje que, hoy en día, es casi desconocido. Su nombre era Luisa Sigea de Velasco, aunque en algunos documentos aparezca como Luisa Sigea Toledana o Aloysia Sygaea Toletana.

Nació en 1522 en Tarancón (Cuenca). Una ciudad que entonces pertenecía al antiguo Reino de Toledo. De ahí viene lo de Toledana o también porque heredó el apodo de su padre.

Éste fue un francés llamado Diego Sigée, al que apodaban el toledano, aunque se cree que había nacido en Nîmes (Francia). Posiblemente, le pusieron ese apodo porque había vivido muchos años en Toledo. Curiosamente, no había realizado sus estudios en Francia, sino en la Universidad de Alcalá.

Parece ser que allí tuvo como maestros a los creadores de la Biblia Políglota Complutense: Antonio de Nebrija, Demetrio Ducas, Pablo Coronel, Alfonso de Zamora, etc. Supongo que eso le abriría muchas puertas, porque, en esa época, había mucha demanda de profesores de latín y griego y pocos especialistas en esos idiomas.

Mientras que su madre fue Francisca de Velasco, una dama procedente de una familia de hidalgos vecinos de Tarancón.

Diego tenía una buena formación como humanista y quiso transmitírsela tanto a sus hijos, Diego y Antonio, como a sus hijas, Luisa y Ángela. Así que no escatimó en gastos para darles la mejor educación posible, con la intención de que trabajaran en la Corte.

De hecho, el mismo Diego Sigée, fue maestro de María Pacheco, esposa del famoso cabecilla comunero Juan de Padilla.

Por ello, tras la derrota del bando comunero, tuvo que huir a Portugal, acompañando al séquito de su alumna y se quedó allí durante varios años.

Así que, supongo, estaría allí con su séquito hasta que dejaron de pagarle, porque su alumna se quedó arruinada. Viviendo sólo de la ayuda que le proporcionaron unos parientes suyos, que residían en ese país. Tampoco podía regresar a España, porque había sido condenada a muerte.

Curiosamente, la madre de Luisa, Francisca de Velasco, se negó a huir con su marido a Portugal, quedándose en su ciudad natal y esa fue la razón por la que nuestro personaje nació en ese lugar.

No sé de qué viviría su padre, durante esos años, en Portugal, pero lo cierto es que en 1540 llamó a su familia para que se mudaran a ese país. Parece ser que, poco antes, había sido contratado como preceptor de los hijos del duque don Jaime, miembro de la Casa de Braganza.

Supongo que Luisa ya habría terminado su formación en España, porque, al poco tiempo, fue llamada, junto con su hermana, para ingresar en la Corte de Portugal.

Hay que decir que Luisa estaba muy por encima de la famosa Beatriz Galindo, llamada la Latina a la que han dedicado hasta un barrio entero en Madrid.

Ésta sólo dominaba a la perfección el latín y, por ello, fue preceptora de la reina Isabel la Católica. Mientras que nuestro personaje de hoy dominaba el latín, árabe, hebreo, portugués, francés e italiano. Aparte de tener grandes conocimientos de Filosofía y de Historia. Algo muy llamativo para una joven de la época, pues lo normal es que sus familias no se molestaran en darles tanta formación.

Aunque también es verdad que, en Castilla, el aprendizaje del latín para el uso de la Corte se puso de moda durante el reinado de Isabel la Católica y es posible que la Latina tuviera mucho que ver en ello.

Probablemente, a Luisa la contrataron en la Corte, porque, unos meses antes, había enviado al propio Papa Paulo III una carta redactada en varios idiomas, donde alababa sus dotes como Pontífice. Carta que llegó al Papa y que le respondió en esos mismos idiomas.

Parece ser que allí no la destinaron al servicio de la reina, sino al de su sobrina la infanta María de Portugal, duquesa de Viseu, para que la enseñara esos idiomas. Mientras que su hermana, Ángela, se dedicó a componer e interpretar música para los cortesanos.

No debemos confundirla con María Manuela de Portugal, que fue la primera esposa del rey Felipe II de España y también la madre del príncipe Carlos, aquel que tuvo una extraña muerte, que nunca ha sido bien aclarada.

Cuando Felipe II quedó, muy pronto, viudo de su primera esposa, los dos reinos negociaron el matrimonio de ese monarca con la citada infanta, pero lo cierto es que no se pusieron de acuerdo. Así que Felipe II se casó, en segundas nupcias, con su tía, la reina María de Inglaterra. Es lo que suele ocurrir cuando los matrimonios están basados en intereses políticos.

Durante la estancia de nuestro personaje en la corte portuguesa escribió varios libros de poesía. Posteriormente, escribió otra interesante obra, donde describe su vida en la Corte portuguesa. Está escrita como una conversación entre dos amigas, donde comentan las ventajas y desventajas para decidirse entre vivir en la Corte o tener una vida privada más familiar. También se conservan varias de sus cartas, redactadas en latín y en castellano.

En 1552, ya con 30 años, se casa con Francisco de Cuevas, una persona procedente de una familia hidalga, pero con pocos medios de fortuna, residente en Burgos.

Curiosamente, los familiares de su marido habían luchado en la guerra de los Comuneros de Castilla en el bando real, mientras que su padre había estado en el de los Comuneros.

A partir de esa fecha, escribió varias cartas para que ambos fueran admitidos en otras tantas cortes, pero sin mucho éxito.

No obstante, como su marido ya era conocido en la Corte, por haber sido paje de la reina Juana la loca, supongo que esto haría que lo destinaran como secretario de la reina María de Hungría, hija de Juana y hermana del emperador Carlos V, que, desde que se había quedado viuda, tenía su corte en Valladolid.

En 1557, nació en Burgos Juana, hija única de Francisco de Cuevas y Luisa Sigea. Por ello, a causa de las complicaciones del parto, Luisa se incorporó unos meses después a su nuevo trabajo.

Desgraciadamente, en 1558, falleció María de Hungría, cuando, a pesar de su edad y su mal estado de salud, había aceptado el nombramiento de gobernadora de los Países Bajos y se encaminaba hacia ese territorio para tomar posesión de su cargo. Así que ambos se quedaron otra vez sin trabajo.

Ahora se les ve dirigiendo nuevas misivas a personajes importantes de la Corte de Felipe II a fin de que fueran admitidos en ella, ya que se estaba ampliando, tras el matrimonio del monarca con Isabel de Valois.

Parece que esta vez no encontraron acomodo en ninguna Corte. Aunque Luisa fue recibida en privado por la misma reina. Así que el matrimonio y su hija se fueron a residir a Burgos.

No está muy claro lo que le ocurrió allí a Luisa. Es posible que cayera en una depresión o algo por el estilo. Lo cierto es que su salud se fue deteriorando y murió en esa misma ciudad en octubre de 1560. El caso es que no parece que se encontraran en la pobreza, porque ambos cónyuges e, incluso, su hija, estaban recibiendo rentas vitalicias de los personajes a los que habían
servido.

Desgraciadamente, el papel de esta mujer como escritora fue más reconocido tras su muerte. Aunque también es verdad que, en vida, fue muy alabada por su erudición en diversos campos. Incluso, hubo algún erudito que contactó con ella, porque no se querían creer que sus versos los hubiera escrito una mujer.

En 1854, la conocida escritora extremeña Carolina Coronado escribió una novela sobre nuestro personaje, titulada La Sigea, donde también menciona a la infanta portuguesa. En ella, habla de su pesimismo en cuanto a una posible igualdad social entre los dos sexos. Hay quien opina que Carolina vio en ellas la mujer que quería ser y las califica como “sabias, artistas y hermosas”.

También es cierto que, en 1680, alguien le atribuyó la autoría de una obra erótica y eso le restó mucha fama a Luisa. Luego se demostró que un escritor francés había sido el autor de esa obra, la cual pasó, inmediatamente, al Índice de libros prohibidos por la Iglesia católica. Concretamente, parece ser que el autor fue un fraile, llamado Juan Meurcio.

Su famoso poema Syntra, escrito en latín en 1546, y dedicado a la infanta María de Portugal, fue publicado, muchos años después, gracias a las gestiones que hizo su padre en París. En cambio, en España, no se publicó hasta 1781.

En un pasillo de la actual Biblioteca de Castilla-la Mancha, situada en el Alcázar de Toledo, se pueden ver dos retratos, que representan a las dos hermanas, Luisa y Ángela. Sin embargo, hay que decir que no son contemporáneos de su época, pues los realizó un pintor toledano del siglo XVIII, llamado Dionisio de Santiago. Por ello, no pudo conocer a estos personajes y, simplemente, se inventó sus rostros. Es la imagen que pongo al principio de este artículo.

 

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lunes, 25 de octubre de 2021

EL DOCTOR FRANCISCO MOLINER Y NICOLÁS

 

Ahora que, según parece, se ha puesto de moda eso de derribar estatuas, por parte de una serie de desalmados, sin preguntar si los demás ciudadanos están de acuerdo con que se haga eso, voy a contar la historia de un magnífico doctor en Medicina, que se preocupó más que los demás por la salud de sus enfermos. Una persona que debería de tener muchas estatuas en toda España.

Como dice el título, su nombre fue Francisco Moliner y Nicolás. Nació en 1851 en Valencia, en el seno de una familia acomodada. No obstante, parece que eso no le impidió preocuparse siempre por los más desfavorecidos.

Estudió Medicina en la Universidad de Valencia, donde se licenció en 1876. Empezó su carrera como profesor de esa Facultad hasta 1883. Año en que ganó las oposiciones para catedrático de Patología en la Universidad de Zaragoza.

No sé si es que no le agradaría el viento que sopla, con frecuencia, en esa ciudad, lo cierto es que de ahí se trasladó a la Universidad de Granada y, poco después, volvió como catedrático de Fisiología a la Universidad de Valencia.

En un discurso que pronunció en 1894 ya se le veía interesado por la salud de las clases menos pudientes. Diciendo que sus lugares de trabajo son insanos, la comida es escasa y mala, sus viviendas tampoco están bien ventiladas y todo ello hace que mueran jóvenes.

En aquella época se sufría el ataque de la tuberculosis, que solía castigar en mayor medida a las clases menos pudientes y él tenía muy claro que era contagiosa, aunque algunos de sus colegas defendían lo contrario.

Parece ser que viajó a Alemania para observar los progresos

del Dr Robert Koch en relación con esta enfermedad y estudiar sus métodos curativos. Ese viaje fue financiado por el Ayuntamiento de Valencia.

A su vuelta, propuso construir sanatorios para los enfermos de tuberculosis, pertenecientes a las clases más modestas, a fin de que mejorasen de su enfermedad durante la convalecencia.

Pedía apoyo a todas las administraciones públicas, porque decía que, al recluir a un tuberculoso en uno de esos sanatorios, los demás tendrían menos posibilidades de infectarse.

En aquella época, el Gobierno español, estaba a otras cosas, como la guerra de Cuba y Filipinas, que estaba vaciando las arcas de Hacienda y que también provocando muchas bajas entre las tropas. Aunque la mayoría de esas víctimas eran provocadas más por las enfermedades, que por las balas del enemigo.

Así que el Dr Moliner siguió enfocado en la lucha contra la tuberculosis, aunque no encontró mucho apoyo por parte del Gobierno.

Aunque suene algo extraño, tuvo un mayor apoyo por parte de las propias clases trabajadoras, que eran las que ganaban menos, pero sufrían más enfermedades.

De esa manera, consiguió que varios miles de obreros suscribieran una iniciativa de pagar 1 céntimo diario. Eso unido a otras campañas, donde colaboraron sus propios estudiantes, hizo que, en 1898, se construyera el sanatorio Porta Coeli, de Valencia. En el lugar donde antes había estado la antigua Cartuja de ese mismo nombre.

Parece ser que el mismo Dr Moliner pidió audiencia a la reina María Cristina, madre y regente de Alfonso XIII, para que le apoyase en su iniciativa. Debió de ser ella la que convenciera al Gobierno, el cual, posteriormente, emitió un Real Decreto para que se protegiera a esta institución y se intentara que pasara a ser de carácter nacional. O sea, que se construyera uno de esos sanatorios en cada capital de provincia.

No obstante, el Dr Moliner, siguió pidiendo la colaboración de las clases modestas a base de dar discursos en círculos obreros y otras asociaciones de ese tipo, donde manifestaba que la tuberculosis se estaba cebando con las clases más desfavorecidas.

Incluso, un poco más tarde, obtuvo el apoyo del PSOE, el cual publicó en su periódico que eso debía ser un derecho, que tenía que exigir la clase obrera.

En 1899, consiguió fundar la Liga Nacional contra la tuberculosis y de socorro a los tísicos pobres. Una organización que, como primer fin, tenía la mejora de las condiciones de vida de la clase obrera y, después, la construcción de sanatorios para ingresar a los pacientes tuberculosos.

Otra de sus funciones era estudiar a fondo el origen y las consecuencias de esa grave enfermedad a fin de proponer soluciones al gobierno de turno.

Evidentemente, tenían que recaudar fondos para que las familias no se vieran perjudicadas, si se ingresaban en esos sanatorios a los cabezas de familia y éstos dejaban de percibir su salario.

Curiosamente, algunos de los médicos del mencionado sanatorio fundaron, pocos años más tarde, la Revista de Higiene y de tuberculosis, que fue la precursora de esas revistas en España.

Los primeros sanatorios para tuberculosos se construyeron en 1859 en Alemania. Posteriormente, lo hicieron en otros países europeos.

En España, se abrió uno en 1897, en un pueblo de Alicante. El problema es que era muy caro y sólo se lo podían permitir los ricos.

Evidentemente, en Alemania, esas instituciones estaban al alcance de la mayoría de la población, porque allí ya disfrutaban de una especie de seguridad social.

A pesar de todos esos obstáculos, el sanatorio de Porta Coeli, de Valencia consiguió abrir sus puertas en julio de 1899, aunque sólo disponía de 14 camas y muy poco personal. Concretamente, 2 médicos, 1 practicante, 1 farmacéutico, 2 enfermeros, 2 ordenanzas, dos limpiadoras, dos cocineras, un repostero, un pinche, un mozo de limpieza, dos sirvientes de cocina, una jefa de comedor y dos camareros.

La verdad es que este médico sólo consiguió muy buenas palabras, pero nada más, por parte del Gobierno.

Ciertamente, su sanatorio fue considerado de utilidad pública y la posibilidad de organizarlo a nivel nacional. Sin embargo, no aportó ninguna cantidad para financiar su desarrollo.

Así que, nuestro personaje, comenzó una campaña en la que pidió el apoyo del mayor número de instituciones públicas, privadas y particulares a fin de que se consiguiera que el Gobierno creara hospitales de este tipo en todas las provincias donde hubiera un número suficiente de enfermos tuberculosos.

Incluso, el PSOE, apoyó esta campaña como una forma de reivindicar una mayor igualdad entre las clases sociales.

En 1901, fue elegido diputado a Cortes, pero ni aún así logró que el Gobierno aceptara crear una red de hospitales de este tipo a nivel nacional.

Por el contrario, lo que hicieron las autoridades fue iniciar una campaña para dar a conocer los modos de transmisión de esta cruel enfermedad, para así poder evitar el contagio. Por entonces, había unos 120.000 enfermos de tuberculosis en toda España. Como si los enfermos tuvieran la culpa de haberse contagiado.

Desgraciadamente, en 1902, el sanatorio valenciano de Porta Coeli tuvo que cerrar a causa de la falta de financiación estatal, que dio lugar a que sus patronos también se negaran a hacerlo.

Aunque duró pocos años, también es preciso decir que consiguió la curación de varios miles de pacientes tuberculosos.

Como las desgracias nunca vienen solas, en 1903, Moliner perdió su escaño como diputado y el nuevo gobierno entrante, del Partido Conservador, paró todas las iniciativas realizadas hasta esa fecha para organizar esos sanatorios.

Incluso, en 1906, el rey le prometió firmar un decreto para que se pusieran en marcha esa red de sanatorios, pero tampoco lo cumplió. Algunos dicen que fue por el atentado sufrido el día de su boda.

Así que, en 1908, a Moliner no se le ocurrió otra cosa que animar a los estudiantes a protestar en las calles para que se lograse ese objetivo. Lo único que consiguió fue que lo encarcelaran durante breve tiempo y que lo apartasen de su cátedra en Valencia.

Al año siguiente, tampoco tuvo mucho éxito, pues a pesar de haberse aceptado una proposición de Ley ante el Senado, éste fue cerrado ese mismo año a causa de la Semana Trágica.

Con mucha razón, decía que esta iniciativa, que debía venir de la clase media y la clase alta, serviría para aplacar las iras de la clase baja, antes de que decidieran hacer una revolución.

Parece ser que uno de los motivos que alegaron para no construir esos sanatorios a nivel nacional fue que, en ese momento, la tendencia que existía en varios países de Europa era la de construir dispensarios para esos enfermos y no sanatorios, como pedía nuestro personaje.

Incluso, el Dr Moliner llegó a decir que tendría que constituirse un Ministerio de Sanidad y hasta un Poder Sanitario, al mismo nivel que los otros tres, para no tener que estar pendiente de los cambios políticos y “para defender y prolongar y hacer agradable la vida del pueblo”.

Finalmente, en 1912, pronunció un discurso ante los delegados del Tercer Congreso Nacional de Tuberculosis, pidiéndoles que presionaran al Gobierno para que se aprobara una de esas proposiciones, que no habían llegado a materializarse a causa de los problemas políticos por los que había pasado España. Para su sorpresa, su propuesta fue rechazada por la mayoría de los votos de los asistentes.

Desgraciadamente, el Dr. Francisco Moliner murió en Madrid en 1915.

Ciertamente, no consiguió lo que pretendía, pero sí que fuera prendiendo la semilla para poder llegar a tener la Sanidad pública de la que ahora disfrutamos.

Durante la posguerra, su Sanatorio sirvió como campo de concentración. Sin embargo, posteriormente, se construyó en él un Hospital público que lleva su nombre y sigue funcionando en la actualidad.

En 1920, se erigió, por suscripción popular, un monumento en su honor, en el Paseo de la Alameda, en Valencia. Su autor fue José Capuz.

Incluso, unos años después, se le dedicó una calle cercana a la Facultad de Medicina de la misma ciudad.

Sirva este artículo como mi homenaje a una persona que fue un visionario de la Sanidad pública y una persona a la que, hoy en día, le debemos mucho.

También me gustaría que tomaran nota las autoridades, que se empeñan en empeorar las condiciones laborales de los sanitarios españoles, haciendo que estos se pasen a la Sanidad privada o, lo que es peor, que emigren a otros países. Cediendo a esos países unos profesionales bien formados, cuya formación ha salido del pago de sus matrículas y del bolsillo de todos los españoles.

Para colmo, después de exigir muchísimo a los estudiantes de Medicina en España, en lugar de contratarlos para la Sanidad pública, prefieren contratar a los de otros países a los que, en muchos casos, se ve claramente que están muy por debajo del nivel de formación exigido en España.

Seguramente, por eso mismo, se da la contradicción de que los mismos funcionarios públicos, que tienen la posibilidad de elegir entre la Sanidad pública y la privada, eligen la segunda, porque es mucho más eficaz que la primera.

Por ello, dentro de poco, va a ocurrir lo mismo que en la época en la que vivió este ilustre médico, que vivían más años los que tenían el dinero suficiente para pagarse un buen médico. Los demás se morían pronto.

 


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martes, 12 de octubre de 2021

EL COMBATE INSÓLITO

 

He de reconocer que no sabía cómo titular este artículo. Algunos la han llamado batalla, pero sería un título muy exagerado por la poca cantidad de fuerzas que participaron en este suceso.

Tampoco sería adecuado llamarlo escaramuza por la gran importancia y lo insólito del mismo. Así que me he decidido por titularlo de esta forma.

Parece ser que Hitler murió el 30/04/1945 en el búnker de la Cancillería del Reich. Sin embargo, la rendición de Alemania no se produjo en esa fecha, sino que se demoró hasta el 07/05/1945. Fecha en la que el gran almirante Doenitz puso su firma en el documento, que certificaba la rendición incondicional de Alemania.

La curiosa historia que voy a narrar tuvo lugar entre esas dos fechas. Concretamente, entre los días 4 y 5 de mayo de ese mismo año.

El castillo de Itter es una fortaleza que se encuentra en Tirol austriaco. Al noroeste de ese país y muy cerca de la frontera con Alemania.

Parece ser que tuvo su origen en el siglo XIII, aunque ha sido reconstruido y reformado en varias ocasiones, como se puede observar en su aspecto actual.

Como otros muchos castillos, fue construido sobre un promontorio de difícil acceso por lo que es fácilmente defendible.

En 1938, tras la anexión de Austria por parte de Alemania, el Gobierno se lo alquiló a su propietario, que lo explotaba como hotel.

Unos años más tarde, se lo confiscaron y empezaron a construir una especie de cárcel, cuyas obras terminaron en 1943.

A partir de ese momento, las SS, lo utilizaron como cárcel para albergar a ciertas personalidades importantes. Supongo que sería para canjearlas, cuando les hiciera falta.

No fue el único centro de este tipo. En mi artículo sobre la princesa Mafalda de Saboya, hija del rey Víctor Manuel III de Italia, ya menciono que a ella la encerraron, junto con otras personalidades, en una zona del campo de concentración de Büchenwald, separada del resto de los presos.

Volviendo a nuestro tema de hoy. Las SS encerraron en el castillo de Itter a una serie de personalidades, más o menos conocidas al día de hoy.

Entre los presos estaban los políticos franceses Paul Reynaud y Edouard Daladier, los generales Weygand y Gamelin, el tenista Jean Borotra y hasta una hermana del famoso general De Gaulle, Marie-Agnes Cailliau.

Esos políticos llegaron a ser presidentes del Gobierno. Los generales habían sido jefes del Ejército francés. El tenista fue muy famoso en su época, pues ganó varias veces en Wimbledon y en Roland Garros.

La hermana del general De Gaulle se había casado con el ingeniero belga Alfred Caillau y ambos combatieron en la Resistencia. Desgraciadamente, fueron detenidos en 1943 y pasaron por varias prisiones, antes de que recalaran en este castillo.

Algunos dicen que hubo un intento de canje, por parte de Himmler, que no fue aceptado por el general De Gaulle, para intercambiar su hermana y su cuñado por otros prisioneros, que se hallaban en manos de los Aliados. Cosa que el general francés no aceptó.

También es preciso mencionar que había un pequeño contingente de presos traídos desde la Europa oriental, a los que les tenían encomendadas las labores de mantenimiento de la fortaleza.

Así que ese castillo pasó a estar administrado por las autoridades del cercano campo de concentración de Dachau. Sin embargo, la vigilancia de estos ilustres presos se encomendó a una unidad de las SS, donde abundaba el personal ya un poco mayor para ir a combatir en el frente.

Parece ser que a estos presos se les permitían cierta libertad de poder circular dentro, pero no fuera del castillo.

Lo cierto es que, cuando los alemanes ya dieron la guerra por perdida, muchos de ellos optaron por el suicidio o la huida hacia otros países. Entre los primeros estuvo Eduard Weiter, el último jefe del campo de Dachau. Entre los segundos estuvo Sebastián Wimmer, el director de la prisión del castillo de Itter, que huyó y nunca más se supo que fue de él.

Evidentemente, cuando el resto de los soldados SS vieron que su jefe huía, ellos hicieron lo mismo.

No hay que olvidar que, a mediados de abril, los soviéticos habían invadido Hungría y no se molestaban en hacer prisioneros a los de las SS, sino que los asesinaban donde los hubieran capturado.

También es cierto que las tropas USA habían liberado el campo de exterminio de Dachau el 29/04 y, después de lo que vieron, tomaron represalias contra algunos miembros de las SS.

Así que los prisioneros del castillo de Itter, al ver que se habían quedado solos, izaron una bandera francesa en el torreón principal del castillo y se apoderaron de algunas armas, que habían dejado abandonadas sus guardianes de las SS.


Parece ser que los prisioneros tomaron la decisión de no salir del castillo, porque todavía había muchas tropas de las SS por los alrededores y optaron por esperar a que les liberasen las tropas USA, que no andaban muy lejos de allí.

Un preso checo, llamado Zvonimir Cuckovic, que hacía las labores de electricista en el castillo, se comprometió a llevar un mensaje a las tropas USA. Así que le escribieron una nota en inglés y se fue con ella montado en su bicicleta.

Tras pedalear durante unos pocos kilómetros, se topó con una unidad del Ejército alemán, no de la SS. Al mando de la misma estaba el mayor Josef Gangl, el cual no era nazi y odiaba a los SS.

Por ello, decidió ayudar a los presos del castillo. El problema es que el mayor tenía muy pocos hombres a su cargo, así que decidieron dividirse. Cuckovic iría hacia el oeste, en dirección a Inns
bruck, para encontrarse con las tropas USA. Mientras que Gangl iría hacia el este para ver si los encontraba por otra zona.

Parece ser que Gangl los encontró antes. Se rindió a ellos y pidió ayuda para liberar a los presos del castillo.

El mando USA decidió ayudar a los presos. Para ello, envió al teniente John C. Lee, al mando de dos carros de combate y unos cuantos soldados, más los de Gangl. En total, eran sólo unos 25. Incluso, el teniente Lee, dejó uno de sus carros en un puente para impedir el ascenso por el camino del castillo.

Evidentemente, los presos, esperaban que los liberaran un contingente mayor de tropas, pero se conformaron con los que llegaron. Incluso, algunos de ellos tomaron las armas para ayudar en la defensa. Poco después, también se les unió un soldado de las SS, que había desertado y se ve en las fotos.

Esa misma noche empezó el ataque de una unidad de las SS, donde también había algunos franceses, que pretendía recuperar el castillo y a sus ilustres rehenes. Yo creo que no pretendían asesinarlos. Está muy claro que los mandos de las SS calculaban que esos rehenes podrían ser su salvoconducto para poder huir del país.

El teniente Lee había apostado el único carro que le quedaba en la puerta del castillo y allí hizo una muy buena labor, mientras los SS no tuvieron artillería. El problema es que, al amanecer, trajeron un cañón antitanque con el que destrozaron ese carro.

Eso hizo que las tropas SS iniciaran el asalto a la fortaleza, apoyados por su cañón. Así que comenzó un gran tiroteo en el que participaron ambos bandos. Hubo varias bajas. Una de ellas fue la del mayor Gangl, que fue herido de muerte por un francotirador.

Cuando ya parecía todo perdido para los combatientes del castillo y habían tomado la decisión de refugiarse en la torre del homenaje, igual que se solía hacer en la Edad Media. Ocurrió algo que se suele ver en las películas de indios, ¡que apareció el 7º de Caballería! No era exactamente así, pero daba igual.

Parece ser que las tropas SS ya habían destrozado la puerta del castillo y estaban empezando a penetrar en el mismo. De pronto, oyeron algo a sus espaldas.

Por lo visto, el electricista, había conseguido contactar con más tropas USA. El problema es que su avance se vio obstaculizado por las tropas alemanas, que estaban por esa zona. Incluso, el jefe de esos blindados, pidió refuerzos a otras unidades cercanas.

Así que, las tropas SS, en cuanto escucharon el ruido de los blindados USA, salieron corriendo de allí y no volvieron más.

Por fin, ya pudieron salir todos los ilustres presos, los cuales fueron llevados en vehículos hasta el cuartel general de esas tropas USA.

Mientras que los alemanes que habían intervenido en la defensa del castillo se despidieron efusivamente de sus colegas USA y fueron llevados a un campo de prisioneros, del que fueron liberados unos días después. Tras la rendición de Alemania.

Fue la primera y la única vez en que, durante el transcurso de esa guerra, lucharon codo con codo tropas USA y alemanas y también la primera vez en que el Ejército USA había defendido un castillo medieval.

Tras estos sucesos, el teniente Lee fue condecorado y ascendido a capitán. Mientras que al pobre mayor Gangl, que murió en el combate, le nombraron héroe nacional de Austria, aunque era natural de Baviera.

Realmente, no me ha extrañado mucho que hubiera cierta camaradería entre los soldados alemanes y los USA. La verdad es que, aunque parezca mentira, siempre ha habido buenas relaciones entre ambos países. De hecho, hacia 1850, llegaron muchos miles de inmigrantes alemanes a USA. Tal y como ya mencioné en alguno de mis artículos sobre Lincoln. Hoy en día, se calcula que viven en USA unas 50.000.000 de personas, que tienen ancestros en Alemania.

Se podrían dar muchos nombres, pero yo sólo voy a dar los de
gente famosa. Entre los actores voy a mencionar a Sandra Bullock, Angelina Jolie, Leonardo di Caprio, Charlize Theron, Bruce Willis, Jonny Depp, Nicolás Cage, Doris Day, Clark Gable o hasta el mismísimo John Denver, un malogrado cantante del más puro country USA.

Por lo que respecta a los militares, tenemos al almirante Nimitz, jefe de la Armada USA; el general Pershing, comandante en jefe de las tropas USA enviadas a Europa, durante la I Guerra Mundial; el celebérrimo general Eisenhower del que no hará falta que dé más datos o hasta el más reciente general Norman Schwarzkopf, jefe de las tropas USA durante la guerra del Golfo.

Curiosamente, Alemania, se negó rotundamente a enviar sus tropas a la guerra del Golfo.

Así que, como he dicho, una cosa es que en USA odiaran a los nazis y otra que se llevaran mal con los alemanes. De hecho, no se les ocurrió encerrarlos, tal y como hicieron con los inmigrantes japoneses. ¡Igual hubieran tenido que encerrar a una quinta parte de su población!

 

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viernes, 8 de octubre de 2021

MIJAIL KOLTSOV

 

Hoy voy a narrar la historia de uno de esos personajes inclasificables de los muchos que vivieron en el siglo XX.

Su nombre real era Mijail o Mikhail Efimovich Koltsov y nació en 1898, en Kiev (Ucrania), cuando esta ciudad formaba parte del Imperio Ruso.

Nació en el seno de una modesta familia judía en la que el padre era un zapatero artesano. En cambio, Boris, el hermano de Mijail, fue un dibujante que se hizo famoso por sus caricaturas sobre Hitler.

En 1915, Mijail, llegó a estudiar en el prestigioso Instituto Psiconeurológico de San Petersburgo, fundado en 1907 por el eminente psiquiatra militar ruso Vladimir Bejterev. Sin embargo, no llegó a acabar sus estudios.

Parece ser que empezó a gustarle más el mundo del periodismo y optó por esa profesión. Al mismo tiempo, se involucró el proceso revolucionario en que se hallaba su país. Tanto en la revolución de febrero como en la de octubre de 1917.

En 1918, se afilió al PCUS y empezó a hacer carrera en el partido. Sirvió como periodista en el Ejército Rojo y en la Comisaría Popular de Asuntos Exteriores.


Poco a poco, se fue haciendo famoso, gracias a sus artículos de carácter satírico. También representó a su país en varios congresos culturales en el extranjero.

Incluso, llegó a ser nombrado diputado del Soviet Supremo y miembro de la Academia de Ciencias de la URSS, aunque no tuviera ningún título universitario.

En agosto de 1936 fue enviado a España, como corresponsal del diario Pravda, para cubrir la guerra civil. No sé si fue aquí donde conoció a otro famoso periodista soviético, llamado Ilya Ehrenburg, que venía como corresponsal del diario Izvestia. Lo cierto es que fueron muy amigos.

Tampoco sé si su nombre les resultaría complicado de pronunciar a los españoles de la época, lo cierto es que Koltsov adoptó el apodo de Miguel Martínez.

Ciertamente, la mayoría de los soviéticos que llegaron a España se pusieron nombres falsos para que no se percataran en el Comité de No Intervención de que había soviéticos en el bando republicano.

Recuerdo ahora un viejo chiste soviético de la época. Pravda significa la verdad, mientras que Izvestia significa noticias.

Por ello, los soviéticos decían que en la verdad no había noticias y que las noticias no tenían ninguna verdad.

Lógicamente, Koltsov, no era un simple periodista, sino todo un agente de la NKVD, luego KGB, y un hombre de confianza del propio Stalin.


Así que aquí se movió como si fuera el jefe oficioso de todos los asesores soviéticos enviados a nuestro país. De hecho, todo el mundo se ponía a sus órdenes, no fuera a ser que elevara una queja a Stalin.

La cosa llegó a tanto que él mismo expedía salvoconductos, escribió en la prensa de la España republicana y hasta, a veces, daba el visto bueno a los censores. Incluso, se le vio en algunos frentes, como en el asedio al Alcázar de Toledo.

Sobre lo de la censura da buena fe de ello el famoso escritor extremeño Arturo Barea, que fue uno de los jefes de la censura republicana durante la guerra.

Hasta solía asistir a las reuniones del Comisariado de guerra y allí era muy respetado, porque todos sabían que era algo así como los ojos y los oídos del propio Stalin.

Es más, el propio Hemingway lo retrata en su conocida novela “¿Por quién doblan las campanas?” como uno de los hombres más importantes de España. Aunque, en esa obra, le cambia el apellido por el de Kárkov.

Algunos autores llegan a decir que el propio Stalin le había dado plenos poderes para inmiscuirse en asuntos políticos y militares. Eso le crearía algunas enemistades, como luego veremos.

Como era de esperar, en sus artículos, solía criticar al POUM y a la

CNT, porque no querían seguir las órdenes emanadas desde Moscú y les llegó a calificar de espías de Falange.

Parece ser que fue el principal responsable de la mitificación del general Vicente Rojo, denominándole como el Gran capitán. Igual no sabía que ya existió otro personaje con ese sobrenombre.

Koltsov también fue responsable de la propaganda del Comisariado Político del Ejército del Centro, cuyo responsable era Francisco Antón. Un joven que fue amante de la Pasionaria.

Casualmente, cuando el ministro de Defensa, Indalecio Prieto, decretó que todos los comisarios políticos tendrían que ir al frente, Antón, fue destinado al puesto de ayudante del general Rojo.

Koltsov aprovechó ese puesto, cercano al comisario Antón, para hacer propaganda de la URSS a base de importar multitud de películas y publicaciones, donde se mostraba el “paraíso soviético”.

Ésta es una de sus frases más recordadas: “Un periodista soviético ha de ser partícipe de la historia sobre la que escribe. Por eso, es un agitador y un agitador es siempre un pedagogo. Un jefe debe siempre de dar ejemplo y un periodista soviético también”.

Por supuesto, no se perdió el Segundo Congreso de Escritores Antifascistas, organizado por el Gobierno republicano, aunque no consiguieran traer figuras de gran relevancia cultural a España.

 “Indudablemente, los escritores deben participar en la lucha, antes que nada, como escritores”.

Algunos autores dicen que él fue el que aconsejó a las autoridades republicanas que se deshicieran de sus presos. Especialmente, los que se hallaban en la Cárcel Modelo de Madrid, que se hallaba a muy poca distancia del frente, ya que muchos de ellos eran militares y podrían unirse al otro bando. Supongo que Santiago Carrillo tomaría buena nota de ello. No sigo con ese tema, porque ya todo el mundo conoce lo que sucedió en Paracuellos del Jarama.

Por el contrario, no parece estar implicado en el secuestro, tortura
y asesinato del líder del POUM, Andreu Nin, cuyo cadáver nunca fue hallado y al que ya dediqué otro de mis artículos.

Ni tampoco en el de José Robles Pazos, íntimo amigo del escritor John dos Passos, al que también dediqué otro de mis artículos.

No hay que olvidar que Koltsov no estuvo solo en España, sino que vino
acompañado por su pareja, la periodista María Osten. También se trataba de una conocida escritora comunista, aunque de origen alemán, a la que había conocido en 1932.

Sin embargo, parece ser que, según algunos autores, también tuvo una amante española, llamada Julia Rodríguez. Una joven estudiante, que además había formado parte de La Barraca, el grupo teatral itinerante fundado por Federico García Lorca.

Lo que da pensar es que es un poco extraño que Stalin enviara a España al periodista más famoso de la URSS o igual fue por eso. Para quitárselo del medio por ser tan famoso. Aunque todos dicen que Koltsov era un fanático seguidor de Stalin.

En septiembre de 1937 fue llamado a Moscú, como a otros muchos soviéticos que estuvieron en la guerra civil española.

En el Kremlin lo recibió el propio Stalin, rodeado de varios de sus ministros. Precisamente, los mismos que, por entonces, estaban realizando una de sus purgas. Parece ser que a nuestro personaje no le fue del todo mal ya que salió indemne de ese encuentro, que duró más de 3 horas.

Por lo visto, en diciembre de 1937, no se le ocurrió otra cosa que criticar las purgas, que se seguían haciendo, porque, según él, muchos de los detenidos estaban delatando, falsamente, a personas inocentes. Es posible que esa fuera una de las razones por las que la NKVD empezara a fijarse en él.

Otra de las cosas que hizo fue publicar sus memorias sobre la guerra civil española. Por lo que recibió la felicitación del propio Stalin.

También es cierto que André Marty, el jefe máximo de las Brigadas Internacionales, escribió una carta al mismo Stalin.

Por supuesto, no le había gustado nada que Koltsov hubiera metido las narices en su forma de hacer la guerra, porque a Marty no le hacían ninguna gracia las críticas. De hecho, acostumbraba a fusilar a todo el que le llevara la contraria.

Así que acusó a Koltsov de haberse reunido varias veces con la gente del POUM, dado su pasado trotskista. Tampoco desaprovechó la ocasión para acusar de lo mismo a su compatriota, André Malraux, con el que siempre se había llevado muy mal.

En esa misma carta, se refirió a María Osten, la pareja de Koltsov, como una agente alemana, alegando que varias operaciones militares habían fracasado por su culpa.

No sé si Marty no sabría que el Estado Mayor republicano estaba lleno de militares, que tenían muchos contactos con el bando nacional.

Abundando en el tema, en septiembre de 1938, Beria, el nuevo jefe de la NKVD, le envió otro informe a Stalin, en el que también acusaba a nuestro personaje de trotskista y de estar implicado en una organización, que pretendía derrocar al Gobierno de la URSS.

Así que, a mediados de diciembre de 1938, Koltsov, fue detenido en la redacción de Pravda, llevado a la central de la NKVD y torturado salvajemente durante varios meses.

Como era de esperar, después de recibir severas palizas, acusó a todos los que le dijeron y firmó lo que le pusieron por delante. Evidentemente, también detuvieron a esas personas a las que había acusado.

En enero de 1940, fue llevado a juicio, junto con otras 345 personas. Todas ellas acusadas de estar implicadas en un intento de derrocar al Gobierno de la URSS.

Hasta el mismo Nikolai Yezhov, anterior jefe de la NKVD, estaba incluido entre ese grupo de acusados. También lo condenaron y ejecutaron. Es el hombre pequeño, que se ve a la izquierda de Stalin. Después lo borraron de esa foto.

Parece ser que Koltsov intentó defenderse afirmando que todas sus declaraciones le habían sido sacadas mediante torturas. Sin embargo, eso no lo quiso tener en cuenta el juez Vladimir Ulrij. Curiosamente, a este juez lo nombró para ese puesto el propio Trotsky.

Desgraciadamente, el Colegio militar de la Corte Suprema de la URSS, dio a conocer su veredicto el 01/02/1940. En el caso de Koltsov fue condenado a muerte.

Así que ni se molestaron en esperar más. Al día siguiente, fue ejecutado, mediante fusilamiento. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas arrojadas a una fosa común.

En 1954, tras la muerte de Stalin, fue rehabilitado públicamente, pero, desgraciadamente, eso no le sirvió de nada, porque ya llevaba muchos años muerto. Es lo que tiene la pena de muerte, que ya no tiene remedio.

Las autoridades soviéticas tampoco se olvidaron de Maria Osten. Curiosamente, ella y nuestro personaje habían roto, antes de salir de España, y ella vivía ahora con otro hombre.

Sin embargo, cuando se enteró de que habían detenido a Koltsov, se presentó en Moscú para declarar a su favor, aunque muchos le advirtieron de que no fuera.

Otro de sus errores fue nacionalizarse soviética, para no ser expulsada de ese país. Así que en junio de 1941 fue detenida por la NKVD. Como todos los demás, fue torturada durante varios meses.

Posteriormente, fue condenada a muerte en agosto de 1942 y fusilada. También fue rehabilitada en 1957.

Curiosamente, uno de los sobrinos de Osten es un afamado físico USA y, en 2016, recibió el Premio Nobel de Física.

 


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