ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

lunes, 19 de julio de 2021

KURT EISNER Y LA REPÚBLICA DE BAVIERA

 

Hoy voy a escribir en este artículo sobre un personaje del que, en 2019, se conmemoraron los 100 años de su asesinato.

Kurt Eisner, que así se llamaba, nació en mayo de 1867, en la ciudad de Berlín, capital del reino de Prusia, pues hasta 1871 no se produjo la unificación de lo que hoy llamamos Alemania.

Su familia era muy acomodada, pues su padre era un rico industrial, siendo ambos progenitores judíos.

Parece ser que su educación fue muy esmerada, aunque no se decidió por continuar con los negocios de su padre.

Por el contrario, se matriculó en la prestigiosa Universidad de Marburgo (Hesse, Alemania). Enclavada en una de las 6 ciudades universitarias de ese país y considerada la Universidad protestante más antigua del mundo, pues se fundó, ya como tal, en 1527. No es para menos, pues de sus aulas han salido nada menos que 9 premios Nobel.

Estudió Filosofía y Literatura en la citada Universidad. Uno de sus profesores fue Hermann Cohen, un filósofo creador de la Escuela Neokantiana, que priorizaba la Ética sobre la Metafísica. Tras su graduación, Eisner, se dedicó al periodismo.

En 1892, empezó trabajando en la redacción del Frankfurter Zeitung, un diario liberal y pacifista de la oposición extraparlamentaria burguesa. El antecesor del actual Frankfurter Allgemeine Zeitung.

Ahí tuvo su primer disgusto, pues al haber escrito un artículo, donde se criticaba abiertamente al káiser Guillermo II y a la aristocracia alemana. Esa “ocurrencia” le costó una condena de 9 meses de prisión en la infame cárcel de Plötzensee.

En 1892 se casó con la actriz Elisabeth Hendrich, hija de un famoso pintor, con la que tuvo 5 hijos. Ese matrimonio duró mucho tiempo, pero, en sus últimos años, Eisner se divorció y se casó con otra periodista llamada Elise Belli.

En 1898, Eisner se afilió al SPD (Partido Socialdemócrata Alemán), uno de los partidos más importantes de la Alemania actual. Es posible que lo hiciera, porque, el año anterior, había sufrido una condena judicial a un año de prisión. Fue debida a un artículo de opinión, donde los jueces interpretaron que nuestro personaje había insultado, otra vez, al Kaiser y el SPD fue el único que apoyó a Eisner.

En aquella época, esa formación se hallaba en medio de un gran debate interno. Por un lado, Eduard Bernstein, propugnaba que la mejor manera de alcanzar el poder era a través de los sindicatos y el Parlamento. Algo que hoy veríamos como lo más normal del mundo en un país desarrollado.

Bernstein argumentaba en sus escritos que ya no se daban las condiciones que enunciaba Karl Marx en “El Capital” y, por ello, había que realizar una revisión total del marxismo. Algo que no hizo mucha gracia ni a Lenin, ni a Trotsky. Sin embargo, Eisner, sí que apoyó las ideas de Bernstein, aunque luego varió de tendencia.

El SPD se dividió en tres facciones. Una fue la de los reformistas, que confiaban en cambiar el país integrándose en el régimen y aceptando su política imperialista y colonialista. Un sector centrista, que, poco a poco, aceptó por completo las ideas de Bernstein. Por último, un sector radical de izquierdas, donde militaban los famosos Karl Liebknecht, Rosa Luxemburgo, etc. Eisner terminó integrándose en este último grupo.

Es posible que, por ello, en 1905, perdiera su puesto en Vorwärts, el periódico del partido, donde dirigía el suplemento dominical y tuviera que pasar por otras redacciones hasta acabar como poeta y periodista independiente en Munich. Un lugar que le resultaba más agradable para vivir, porque le molestaba mucho el carácter tan disciplinado de los prusianos.

Después de trabajar en varios periódicos, en 1910, fundó su propia agencia de noticias, la cual suministraba material a los diferentes periódicos, que publicaba el SPD.

Al comienzo de la I Guerra Mundial, Friedrich Ebert, líder del SPD, había ordenado que se apoyara en el Parlamento la política belicista del régimen. Sin embargo, Liebknecht, fue el único diputado que votó en contra argumentando que: “Esta guerra, que ninguno de los pueblos deseaba, no se inició en beneficio de los alemanes, ni de ningún otro pueblo. Es una guerra imperialista, una guerra por la dominación capitalista de los mercados mundiales y por la dominación política de los países importantes en interés del capitalismo industrial y financiero. Surgido de la carrera armamentista, es una guerra preventiva, provocada por los partidos de guerra alemanes y austriacos en la oscuridad del semi-absolutismo y de la diplomacia secreta”.

El 27/07/1914, día en el que se cumplió el ultimátum dado por el Imperio Austro-Húngaro a Serbia, Eisner, pronunció un famoso discurso en Munich. En él, se mostró a favor de la paz y señaló a la Rusia zarista como la máxima culpable de la situación a la que se había llegado. Por ello, pidió que Francia, Reino Unido y Alemania se unieran para bloquear todos los intentos de empezar una guerra con fatales consecuencias. Más tarde, cambió de opinión y decidió que el culpable de la guerra fue Alemania.

A mediados de 1917, la facción radical del SPD, fundó en Gotha el Partido Socialista Independiente (USPD). Entre ellos, estaban Kurt Eisner, Ernst Toller, Ernst Thälmann. Los principales objetivos de este partido eran la finalización de la guerra y la recuperación del crédito para Alemania a nivel internacional.

El germen de este nuevo partido fueron las reuniones semanales, que solían hacer en un hostal y a donde acudían personas de todo tipo. Desde socialistas, anarquistas, veteranos y heridos de la guerra, etc. Durante muchas noches debatieron sobre las causas de la guerra y la forma de evitar que volviera a ocurrir.

Esta situación duró hasta 1920, cuando tras el congreso de este nuevo partido en la ciudad de Halle, un sector del mismo, acordó unirse al Partido Comunista Alemán (KPD).

Eisner continuó militando en el USPD y, a mediados de 1918, fue encerrado en la cárcel de Stadelheim, acusado de incitar a la huelga en una fábrica de municiones, hallándose el país en guerra.

No obstante, muy pronto fue liberado gracias a una amnistía general dictada en octubre de ese mismo año.

A finales de octubre de 1918, cuando el Ejército alemán ya se veía vencido, a su Almirantazgo se le ocurrió la idea de sacar a la Armada de sus puertos para enfrentarse a los británicos. Parece ser que esto no gustó nada a los marineros, que, en su mayoría eran obreros afiliados a organizaciones de izquierda. Esto dio lugar a que todas las unidades de la Armada se amotinaran.

A partir de ahí, se vivió en las calles alemanas un ambiente revolucionario. El 07/11/1918, una multitud de soldados, marineros y obreros se reunió en el centro de Munich. Inicialmente, escucharon las palabras de Erhard Auer, líder del SPD, que les pedía calma para negociar con el Gobierno.

Lo cierto es que se vivía una tensión cada vez mayor en el ambiente y sus palabras no convencieron a nadie. Sin embargo, un poco más allá, se hallaba Eisner dirigiéndose al público y hacia él se encaminó esa multitud.

Parece ser que les convenció. Incluso, un joven poeta amigo suyo, llamado Félix Fechenbach, les animó a que le siguieran para comenzar la revolución y eso hicieron.

Recorrieron todos los cuarteles de Munich, donde todos los soldados se les fueron uniendo.

También entraron en el Parlamento de Baviera y allí el propio Eisner pronunció un discurso a los suyos por el que se proclamaba presidente de la República de Baviera.

Mientras tanto, el rey de Baviera, Luis III, siguiendo los consejos de sus asesores, optó por salir de su palacio, junto con toda su familia y huir para refugiarse en un castillo en el campo, lejos de la ciudad. Posteriormente, se fueron todos a Austria, aunque el monarca no renunció nunca a su trono.

Por lo visto, el monarca, escapó escondido en el maletero de un coche. Seguro que esa escena les suena a todos de otro exgobernante que también  hizo lo mismo.

Por eso, Eisner, comenzó su discurso en el Parlamento con estas palabras: “la revolución bávara ha triunfado. Ha expulsado los últimos vestigios de los Wittelsbach”.

Es preciso decir que la dinastía de los Wittelsbach, a la que pertenecía la famosa emperatriz Sissi, llevaba reinando 738 años de manera ininterrumpida en Baviera.

A partir el 14/11/1918 fue nombrado primer ministro y también encargado de las relaciones exteriores de Baviera. Le plantearon si el nuevo régimen se iba a regir a base de consejos o por medio de un parlamento. Su respuesta fue que se mantendrían los consejos, como un medio para difundir la democracia, hasta que se convocaran las próximas elecciones y se eligiera un Parlamento.

Sólo se realizaron unos pocos cambios, pero con mucho calado. Como la reducción de la jornada laboral a 8 horas y la aprobación del voto femenino. Lo cierto es que ellos mismos se veían como un gobierno provisional y, por ello, dejaron los cambios para el siguiente.

En política exterior, quiso crear una especie de confederación entre Austria, Checoslovaquia y Baviera. Algo así como una confederación del Danubio, sin embargo, en Berlín se opusieron a ello.

En cambio, a fin de intentar unas mejores condiciones de paz de los Aliados hacia Baviera, no se le ocurrió otra cosa que publicar una serie de informes del Imperio Alemán. Con ello, se ganó la animadversión de los militares y de buena parte de la población. No hay que olvidar que en Baviera predominan los conservadores.

También se ganó la enemistad de las fuerzas y los sindicatos de izquierda, que esperaban que tomara unas medidas más revolucionarias. Estas fuerzas animaron a sus afiliados a ocupar el Ministerio de Asuntos Sociales. Este incidente acabó con un buen número de detenciones. Entre ellos, los máximos dirigentes de esos partidos y sindicatos.

Al mismo tiempo, hicieron campaña contra su gobierno tanto desde los periódicos conservadores, como desde los púlpitos de los templos católicos de Baviera.

Por lo visto, nunca tuvo muchos apoyos, ni por las fuerzas que siempre habían gobernado en Baviera, ni por la izquierda. Ambos lo miraban por encima del hombro, ya que lo consideraban como a un recién llegado al mundo de la política. Así que le presionaron para que convocara, urgentemente, unas elecciones generales.

Desgraciadamente, Eisner, se llevó una gran desilusión tras el resultado de las elecciones celebradas en enero de 1919. Su partido sólo obtuvo el 2,5% de los votos. Por el contrario, los conservadores obtuvieron un 35% y el SPD un 33%. Los comunistas y anarquistas no se presentaron a esas elecciones.

La fecha de inauguración del nuevo Parlamento fue el 21/02/1919. Sin embargo, unos días antes, unos soldados y marineros intentaron echar a Eisner de la sede de la Presidencia del Gobierno. Cosa que no consiguieron.

El mismo día de la inauguración del nuevo Parlamento, Eisner, salió del Ministerio de Asuntos Exteriores, acompañado por una pequeña comitiva, al objeto de dirigirse al edificio del Parlamento y poner su cargo a disposición del nuevo Gobierno.

Eran las 10 de la mañana y le acompañaban, caminando por la calle, su esposa, su yerno, Fechenbach, un funcionario de Exteriores y dos guardaespaldas, porque había recibido varias amenazas de muerte.

Durante ese trayecto, un estudiante, llamado Anton Graf von Arco auf Valley, que había sido teniente de Infantería durante la guerra, se cruzó con ellos y disparó varias veces sobre Eisner, provocando que muriera en el acto. Los guardaespaldas hirieron gravemente al asesino, pero se recuperó, tras una operación de urgencia.

Curiosamente, muchos revolucionarios, congregados en torno al hospital, quisieron linchar al médico que atendía a von Arco, porque se negó a entregarles a su paciente. Afortunadamente, el doctor, consiguió escapar de esa vengativa muchedumbre.

Realmente, no está nada claro si el asesino actuó por cuenta propia o si se lo había encargado alguien.

Ciertamente, no era un tipo cualquiera, sino que se trataba de un noble, perteneciente a una familia donde había muchos militares.

Curiosamente, al principio de la guerra, le negaron el acceso al cuerpo de oficiales, pero no por no ser noble, sino por su poca estatura, ya que sólo medía 1,59 m.

Posteriormente, se afilió a la Sociedad Thule, de donde salieron muchos de los altos cargos del nazismo. Sin embargo, lo expulsaron de allí en cuanto se enteraron de que su familia materna era de origen judío.

Así que algunos autores defienden que lo mató, porque quería dejar claro que, a pesar de ser judío, él se sentía alemán, mientras que, a su juicio, Eisner no era un auténtico patriota.

Sin embargo, posteriormente, ha habido algunos historiadores que han defendido la teoría de que existió un complot entre los militares para matar a Eisner y esa misión le tocó a von Arco.

Curiosamente, el asesino tuvo mucha suerte, porque le tocó en suerte el juez Georg Neithardt, el mismo que, posteriormente, juzgó a Hitler y sus colegas, tras el fracasado golpe de la cervecería.

En un principio, el fiscal le había pedido la pena de muerte, pero, como este juez simpatizaba con los nazis, pues la sentencia se redujo a una cadena perpetua atenuada. Algo que no gustó nada a muchos de los habitantes de Baviera, los cuales produjeron algunos disturbios.

Para más burla, en 1924, fue puesto en libertad y, sólo 3 años más tarde, sería indultado por el presidente von Hindenburg.

Poco después, durante la inauguración del nuevo Parlamento, un camarero partidario de Eisner, disparó contra el jefe del SPD, a quien culpaba del atentado mortal. También se oyeron otros disparos en el salón de sesiones. Así que el acto tuvo que ser interrumpido.

Por ello, el poder pasó, de manera interina, al Consejo Central de la República de Baviera. Hasta que se constituyera el nuevo Parlamento.

Unos días después, el cadáver de Eisner fue conducido, en medio de una inmensa procesión, en la que desfilaron unas 100.000 personas, hasta el Crematorio de Munich.

Su muerte no sirvió para dar una mayor estabilidad a Baviera, sino todo lo contrario. A mediados de marzo, Johannes Hoffmann, miembro del SPD, se convirtió en el nuevo primer ministro del Estado Libre de Baviera. Tampoco se lo pusieron nada fácil, pues siempre tuvo que arbitrar en las disputas entre el Parlamento y los múltiples consejos, que habían surgido por todo el país.

A primeros de abril de 1919, el Consejo Central y el Obrero Revolucionario proclamaron la República Soviética de Baviera. A imitación de la que había triunfado en Rusia, tras su revolución. Por tanto, Hoffmann y su gobierno huyeron a la ciudad de Bamberg.

La primera fase de esa nueva república estuvo gobernada por intelectuales. Sin embargo, tras las luchas entre las fuerzas militares enviadas desde Bamberg, para recuperar el

poder, y los miembros de la Guardia Roja, esto dio lugar a que los comunistas se hicieran cargo del Gobierno.

Esta vez, Hoffmann, envió a los temibles Freikorps. Unidades compuestas por veteranos combatientes en la I Guerra Mundial y muy afines a la ultraderecha.

En principio, los guardias rojos, consiguieron detener su ofensiva. Después, registraron un edificio, donde estaba la sede de la Sociedad Thule y detuvieron a varios de sus afiliados para luego asesinarles. También los miembros del Freikorps asesinaron a muchos de los prisioneros rojos, que cayeron en sus manos. Hay que aclarar que la mayoría de los altos jerarcas del Partido Nazi pertenecieron a la Sociedad Thule.

A primeros de mayo de ese mismo año, tropas enviadas por el Gobierno alemán, en unión con los Freikorps, consiguieron entrar en Munich. De esa forma acabaron con la República Soviética de Baviera.

Posteriormente, detuvieron a miles de personas relacionadas con ese régimen. La mayoría de ellas fueron juzgadas y condenadas a largas penas de cárcel. Incluso, alguno fue condenado a pena de muerte y ejecutado.

Curiosamente, algunos de los comunistas que pudieron escapar y huir a la URSS, más tarde, fueron asesinados en las infames y continuas purgas de Stalin.

Como reacción a esta revolución en Baviera, en enero de 1919, se fundó en Munich el Partido de los Trabajadores Alemanes, que luego pasó a llamarse NSDAP. O sea, el archiconocido Partido Nazi, que fue liderado por Hitler.

No vayamos a pensar que esta revolución sólo se dio en Baviera. A principios de noviembre de 1918 se proclamó la República Alemana, luego llamada de Weimar, por el lugar donde se firmó su constitución. Estaba presidida por el líder del SPD, Friedrich Ebert.

Pocos días después, el líder comunista, Karl Liebknecht, proclamó la República Socialista Libre de Alemania. Así que estas dos formas de entender Alemania entraron en colisión y a Ebert no le quedó otra que ordenar al Ejército que se ocupara de asegurar el orden, ya que se estaban produciendo combates por las calles.

Paradójicamente, aunque algunos miembros del SPD estaban en el Gobierno de Baviera, la central de ese partido, se mostró en contra de esos movimientos y mandó al Ejército para disolverlos.

Por otra parte, también es cierto que muchos bávaros añoraban la independencia de Baviera, que es mayoritariamente católica, y no querían ser gobernados desde Berlín, que era la capital de Prusia, un Estado con mayoría protestante. Por ello, muchos veían a Eisner como a un extraño, por haber nacido en Berlín. 

No obstante, la mentalidad conservadora de los bávaros y su tendencia a votar a la derecha hizo que Baviera fuera un terreno abonado para el surgimiento de diversos movimientos de ultraderecha. Precisamente, fue en Munich y no en Berlín, donde Hitler y sus colegas intentaron dar un golpe de Estado en noviembre de 1923. De hecho, Hitler, solía ir, una vez al año, a la misma cervecería desde donde intentó dar ese golpe para pronunciar un discurso  conmemorativo de ese hecho.

Unos años después, los nazis, denominaron a Munich como la capital de su movimiento y también fue donde mostraron su exposición de “arte degenerado”. 

También fue donde se produjeron las primeras quemas de libros y donde se construyó el primer campo de exterminio: Dachau.

Varios de los líderes nazis eran originarios de Baviera. Así que muchas de sus acciones tuvieron lugar en ese territorio, como las Leyes Raciales de Nuremberg. Era como jugar en casa.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES