Hoy voy a dedicar este artículo a una persona que tuvo la suerte de heredar una fortuna y saber gastarla en lo que más le apasionaba, que era viajar para conocer otros países y
estudiar su fauna y su flora. Algo insólito para muchos ricos de esa época, que sólo pensaban en divertirse y dilapidar su herencia. En cambio, otros sólo se dedican a ahorrar, sólo para ser los más ricos del cementerio.
Alexander von Humboldt, es el
nombre por el que le conocemos hoy en día, aunque no fue su nombre completo,
que era mucho más largo.
Nació en Berlín, en 1769, en el
seno de una familia muy acomodada. Su padre era un militar de alto rango, que
fue nombrado chambelán de palacio por los reyes de Prusia, mientras que su
madre era una rica heredera, que había quedado viuda de un matrimonio anterior
y además poseía una buena fortuna.
Los padres de Alexander quisieron
darle una excelente educación a él y a su hermano Wilhelm, que llegó a ser uno
de los ministros de Prusia. Basaron su formación en las ideas de Rousseau y,
para ello, contrataron a muy buenos profesores, que siempre les exigieron un
buen nivel de aprendizaje.
Supongo que, en esta decisión,
tendrían mucha influencia las ideas de su madre, que procedía de una familia
francesa y protestante.
Parece ser que, desde pequeño,
tuvo una gran inclinación por la Naturaleza. Concretamente, animales, minerales
y plantas. Algo que no coincidía, exactamente, con lo que pretendían sus padres
con esa educación tan esmerada que habían elegido para ellos.
Prusia. Cosa que logró su hijo Wilhelm.
Su padre murió cuando Alexander
sólo tenía 10 años, así que, desde entonces, la educación de ambos quedó bajo
la supervisión de su madre.
Posteriormente, ambos hermanos
fueron a estudiar a la antigua Universidad de Brandeburgo en Frankfurt del
Oder. No confundir esa ciudad con la más famosa de Frankfurt del Main.
He dicho antigua Universidad,
porque, a principios del siglo XIX, fue fusionada y trasladada a la Universidad
de Breslau, una ciudad que ahora se llama Wroclaw y pertenece a Polonia.
Volviendo a nuestro personaje de
hoy, Wilhelm estudió Derecho, mientras que Alexander se decantó por la
Economía.
Por lo visto, allí encontró
Alexander lo que iba buscando. Aparte de continuar con sus estudios de
Economía, se formó en otras disciplinas, como la Botánica, la Antropología o la
Zoología.
Posteriormente, estuvo haciendo
un curso para poder trabajar como funcionario en la administración de las minas
de Prusia. Así consiguió sacar más rentabilidad a la explotación de muchas de
esas minas.
No obstante, durante su tiempo en
las minas, siguió estudiando el comportamiento de los animales y las plantas.
Además de las propiedades del aire y su importancia en el mantenimiento de
todos los seres vivos.
En 1796, tras la muerte de su
madre y después de haber cobrado su herencia, renunció a su puesto como
funcionario y empezó a viajar por el mundo.
He de decir que ya era una
persona muy conocida en Alemania y que tenía muy buenos amigos, como Schiller o
Goethe.
En un principio, parece ser que
intentaron enrolarse en la expedición de Napoleón rumbo a Egipto, pero éste
sólo quería llevar a los científicos más solventes en cada materia y ellos aún
no lo eran.
Desde Francia viajaron a España
y, después de solicitar, durante bastante tiempo, un permiso para poder
investigar en la América española. Al fin, lo consiguió gracias a la fama que
le iba precediendo sobre sus investigaciones en diversas materias.
No debemos olvidar que las
riquezas de las colonias se consideraban un secreto de Estado, pues había
muchas potencias extranjeras con ganas de apropiárselas. Así que este permiso
dado a un extranjero fue algo excepcional para lo que era habitual en la Corona
española.
Por lo visto, su mentor, para
conseguir el buen fin de estas gestiones, fue Mariano Luis de Urquijo,
secretario de Estado del rey Carlos IV.
Hicieron escala en Tenerife,
donde estudiaron el famoso volcán Teide y la flora y la fauna de esa isla.
Unos días después, volvieron a embarcar
y, a mediados de julio de 1799, desembarcaron en la costa de la actual
Venezuela. Desde allí fueron a través del río Orinoco. Según parece,
disfrutaron mucho en ese viaje, pues descubrieron muchas especies animales y
vegetales totalmente desconocidas para ellos.
Desde allí viajaron a Ecuador, donde estudiaron los volcanes situados alrededor de Quito. Consiguieron subir hasta la cima, lo cual fue todo un logro, pues no tenían ni la preparación, ni el material adecuado para hacerlo. No olvidemos que se trata de montañas de más de 4.000 metros. Aprovecharon para comprobar los diferentes tipos de plantas que iban encontrando a medida que iban escalando esas montañas.
Posteriormente, continuaron sus
viajes a través de los Andes, visitando ruinas arqueológicas incas, cerca de
Cajamarca.
En esos viajes, no perdió el
tiempo y descubrió cosas como el conocido Efecto Humboldt, por el cual un
sonido nos llega con mayor o menor fuerza dependiendo de las condiciones
climáticas, o el cálculo más exacto de la longitud de Lima (Perú) y la
desviación magnética del planeta. Incluso, las propiedades del famoso guano,
como abono para las cosechas.
A finales de marzo del mismo año,
la expedición llegó a México. Viajó desde Acapulco, pasando por Ciudad de
México, hasta Veracruz.
Posteriormente, viajaron hasta
USA, donde los recibió el presidente Jefferson, el cual se interesó mucho por
sus estudios y, especialmente, por los recursos del Virreinato de Nueva España.
Incluso, ambos estuvieron alojados en la Casa Blanca.
Supongo que, ingenuamente,
Alexander, le contó todo lo que había visto y lo maravillado que había quedado
por todas las riquezas de esa zona.
En agosto de 1804 regresaron a
Francia. Concretamente, a Burdeos y allí, Humboldt, publicó sus libros, donde
narraba sus exploraciones nada menos que en 30 volúmenes. Era el viaje de exploración más importante
realizado hasta esa fecha. No obstante, como viajó sin subvenciones de ningún
tipo, su fortuna se redujo considerablemente.
También criticó la forma de
actuar del clero, que tenían medio esclavizados a los indígenas, para que
trabajaran sólo para ellos.
En París, que, en aquella época, era la metrópoli mundial
por excelencia, difundió sus ideas, como los de los lugares más apropiados para el cultivo del café y el cacao, tanto por las características del suelo, como por las condiciones climáticas.En 1805, regresó a Berlín, donde
el rey de Prusia le colmó de honores para que no se fuera de su país. Sin
embargo, al año siguiente, le sorprendió allí la guerra contra Napoleón y las
derrotas prusianas en Jena y Auerstedt, que dieron lugar a un duro saqueo
francés.
No aceptó el ofrecimiento para ser
ministro del rey de Prusia, sin embargo, sí para ser su asesor, durante la
visita de éste a París, tras la derrota de Napoleón, que tuvo lugar en 1814.
Una de sus mayores inquietudes
era viajar y explorar el centro y sur de Asia. No obstante, en 1811, recibió
una invitación para explorar en Rusia. Desgraciadamente, no se pudo llevar a
cabo a causa de la invasión de este país por las tropas de Napoleón.
Está visto que no quería que se
marchara. Igualito que en España, que estamos dejando que emigren las personas
más válidas y lo más seguro es que ya no vuelvan.
La expedición atravesó los Urales
y siguió hasta el extremo oriental, rozando la gran frontera, que existe entre
ese país y China.
Parece ser que esta vez realizaron un trabajo más provechoso, pues, en sólo 6 meses, recorrieron 18.000 km, mientras que, en el viaje por América,
tardaron 5 años y sólo recorrieron 8.000 km. También es verdad que el paisaje de América es mucho más abrupto e intrincado que el de Siberia.Aunque parezca increíble, cuando
von Humboldt regresó a San Petersburgo, devolvió un tercio de los fondos que le
había otorgado el gobierno ruso. Al mismo tiempo, les animó a que esa cantidad
la invirtieran en sucesivos estudios, pues en un país tan extenso se podrían
realizar muchas investigaciones, que en otras zonas del planeta serían más
complicadas, pues habría que pedir permisos a varios países, que no siempre mantenían
buenas relaciones.
Parece ser que le hicieron un
poco de caso, pues, tras su marcha, el gobierno ruso, ordenó la instalación de
una red de estaciones meteorológicas, que se distribuyeron por todo el país.
En 1848, ya con 79 años, le tocó
ver la revolución de marzo en Berlín. Incluso, acompañó a su rey a la calle,
donde éste prometió que, a partir de ese momento, iba a gobernar de una forma
más liberal.
Desgraciadamente, los gastos de
sus viajes y los de la publicación de sus libros, le llevaron, al final de su
vida, a la ruina.
Curiosamente, algunos de sus
libros, como el titulado Kosmos, batieron récords de ventas en libros de ese
tipo. No obstante, hay que decir que esos libros técnicos no suelen tener
millones de lectores, sino un público mucho más reducido.
Por lo visto, llegó a tener que
prescindir de sus sirvientes y pedir varios préstamos bancarios, que no
consiguió devolver. Afortunadamente, llegó a un acuerdo con su monarca para que
los pagase el Estado a cambio de quedarse con sus propiedades.
Desgraciadamente, en abril de
1859, empezó a sentirse mal. Una sobrina suya lo estuvo cuidando hasta que
falleció en mayo del mismo año. Se puede decir que con él murió el último científico
con conocimientos de todo tipo. A partir de entonces comenzaron los especialistas.
Durante su vida le llegaron
muchos reconocimientos. En Francia, fue calificado como “el mayor erudito del
siglo”. En México, como Benemérito de la Patria y en Alemania, como “el segundo
descubridor de América”.
Incluso, hoy en día, existen
varias universidades con el nombre de von Humboldt. Una de ellas en Berlín, la
cual fue fundada por su hermano.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN
DE WWW.GOOGLE.ES
No hay comentarios:
Publicar un comentario