ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 29 de diciembre de 2023

EL GRAN ESTAFADOR VÍCTOR LUSTIG

 

Para terminar el año 2023, se me ha ocurrido traer aquí la vida de un tipo muy singular. Alguien que consiguió engañar de una manera extraordinaria a mucha gente.

Víctor Lustig nació en 1890 en una pequeña localidad que entonces pertenecía al Imperio Austro-Húngaro y hoy forma parte de la República Checa.

Curiosamente, lustig, en alemán significa divertido. Así que supongo que se divertiría mucho realizando todo tipo de fechorías.

Nació en el seno de una familia muy acomodada. Incluso, su padre llegó a ser alcalde de su ciudad.

Parece ser que Víctor era un tipo muy inquieto y con una gran inteligencia. De hecho, llegó a hablar con fluidez 5 idiomas. No obstante, con sólo 18 años fue encarcelado por vez primera, condenado por un robo. Luego fue varias veces más a la cárcel.

Posteriormente, lo vemos estudiando nada menos que en la prestigiosa Universidad de la Sorbona, en París. Dicen que allí fue donde aprendió a hacer trampas, jugando a las cartas.

Parece ser que el padre lo envió a estudiar a esa prestigiosa Universidad, porque quería que fuera diplomático.

Por lo visto, se trataba de un tipo muy inteligente. No le importaba perder varias partidas para hacer subir las apuestas y luego llevárselo todo.

Incluso, ya entonces, se hizo pasar por hijo de una familia noble y se puso el von, delante de su apellido. Eso le hizo ganar muchas amistades entre sus condiscípulos, la mayoría de los cuales también eran nobles y pudo moverse entre la alta sociedad europea de la época.

También se ganó una vistosa cicatriz en la cara, por querer ligarse a la novia de un compañero de estudios.

Posteriormente, su forma de ganarse la vida fue viajando en los grandes trasatlánticos y haciendo trampas en los juegos de cartas.

También decía ser un productor, que estaba buscando inversores para estrenar una comedia musical en Broadway y así consiguió estafar a unos cuantos ricachones, que viajaban con él.

Sin embargo, el comienzo de la I Guerra Mundial hizo que se buscara otra forma de ganarse la vida.

En 1920, emigró a USA, donde se dio a conocer como el conde Víctor von Lustig. Ya sabemos que a los ciudadanos de ese país les encanta conocer a la aristocracia europea y él podía simular serlo, porque había recibido una excelente educación y tenía muy buenos modales.

Allí fue donde empezó a estafar a los incautos, aunque también debería de decir a los que se pasaban de listos.

Uno de sus “inventos” fue el denominado la máquina rumana. Consistía en una caja, en la que había un aparato con el que aseguraba que se podían copiar billetes de dólar y que era imposible distinguirlos de los auténticos.

Él solía utilizar 3 billetes de 100 dólares. Uno lo metía delante de sus clientes y los otros dos ya estaban dentro de la máquina.

 Afirmaba que la máquina podía copiarlo, pero tardaba unas 6 horas en hacerlo. Metía el papel para imprimir y, al cabo de varias horas, salía el billete. Eso servía para convencer a los clientes.

Había mucha gente que picaba y le compraba la máquina a un precio de unos 30.000 dólares. Evidentemente, cuando salían los 3 billetes de la máquina, él ya se encontraba a una gran distancia del lugar de la estafa.

Incluso, llegó a estafar a un Banco, al solicitar un préstamo con la garantía de unos bonos, que decía tener, los cuales eran falsos. Sin embargo, le dieron el préstamo, pero no lo devolvió.

Parece ser que el Banco contrató a una agencia de detectives para que lo buscara. Lo curioso del asunto fue que lo encontraron, pero él les convenció de que, si lo detenían, su caso saldría en la prensa y eso perjudicaría la buena imagen del Banco. Así que lo dejaron irse.

En 1925 tuvo lugar la estafa por la que es más conocido a nivel mundial.

Parece ser que leyó  un artículo, donde se decía que la famosa Torre Eiffel tenía un mantenimiento muy caro y que las autoridades parisinas estaban pensando qué hacer con ese monumento, que estaba muy deteriorado.

Hay que decir que el creador y gran protector de ese monumento, Gustave Eiffel, había fallecido en 1923 y había mucha gente que seguía diciendo que no le gustaba esa torre.

No obstante, tampoco se debía desmontar, porque en ella había varias emisoras y funcionaba como una gran antena de radio.

Lustig preparó una gran estafa. Encargó papel y sobres con membrete, como si fuera correspondencia oficial y se hizo pasar por un alto cargo directivo del Gobierno de Francia. Concretamente, del Ministerio de Correos, que era el responsable de la torre Eiffel.

Organizó una reunión en el lujoso Hotel Crillon, situado en la parisina plaza de la Concordia, a la que acudieron varios empresarios. Allí les mostró documentación falsa sobre el proyecto de demolición de la famosa torre y la venta de las 7.000 Tm de los hierros de su estructura como chatarra.

También les dijo que ésta era una operación secreta, porque el Gobierno francés quería evitar que se produjeran disturbios, cuando vieran que se iba a derribar la famosa torre.

Realmente, en aquellos momentos, la idea pudo ser creíble, porque esa torre se construyó para la Exposición Universal de 1889 y la idea era haberla desmontado en 1909. Sin embargo, los parisinos se opusieron a ello.

Por lo visto, sólo hubo uno que cayó en la trampa. Su nombre era André Poisson. Un hombre que no tenía buenos contactos con las autoridades para poder averiguar si eso era o no cierto. También aspiraba a escalar socialmente.

Así que Lustig lo invitó a una segunda reunión. Esta vez se hallaban los dos solos. Allí le confesó que el salario de los cargos públicos no era muy alto. Por eso, lo mejor para ambos era tratar este asunto en secreto.

Curiosamente, poisson, en francés, significa pescado.

Poisson vio claro que se hallaba ante un típico caso de corrupción de un alto funcionario. Algo muy habitual en aquella época. Por ello, a la siguiente reunión acudió con un maletín lleno de billetes y se los ofreció a él y a su secretario. Un tipo apodado Dan Collins, aunque se llamaba Mac Sherry.

No hará falta decir que, estos dos pillos, en cuanto pillaron la pasta, se metieron en un tren, que iba hacia Viena. Mientras que dejaron en París a Poisson, el cual tampoco se atrevió a denunciar un intento de corrupción de un funcionario público.

Como la faena les había salido a las mil maravillas, unos meses después, intentaron volver a vender la torre de Eiffel a otro empresario. Sin embargo, éste fue menos incauto y les denunció.

No obstante, los estafadores se dieron cuenta a tiempo de salir corriendo y consiguieron escapar.

No vayamos a pensar que fue el primero al que se le ocurrió hacer eso. Unos años antes de que se le ocurriera a él, tenemos a un estafador escocés, cuyo nombre era Arthur Furguson, el cual llegó a vender varios monumentos a turistas incautos. Entre ellos, la columna dedicada al almirante Nelson, en la londinense plaza de trafalgar Square; el Big Ben y hasta el propio Palacio de Buckingham.

Como parece que le gustó el asunto, cambió de aires y se fue a USA, donde vendió la Estatua de la Libertad y hasta la Casa Blanca.

Volviendo a nuestro personaje, parece ser que Lustig llegó a engañar al mismísimo Al Capone. Por lo visto, le convenció para que le diera 50.000 dólares a fin de realizar una inversión en un “negocio seguro”.

No se sabe por qué, el caso es que Lustig no hizo nada con el dinero y, unos meses después, se lo devolvió a Capone, diciéndole que el negocio había salido mal y que, por ello, le devolvía su dinero, aunque Lustig había tenido pérdidas.

Desconozco la cara que le pondría a Capone, lo cierto es que a éste le gustó su honradez y le dio 5.000 dólares para compensarle de sus “pérdidas”.

En 1929 regresó a Europa, donde pretendió vender otros bonos de USA falsos.

Esta vez lo pillaron y lo encarcelaron. Sin embargo, sobornó a uno de los funcionarios de la prisión y lo dejó escapar.

Posteriormente, volvió a USA, donde se unió a un químico para montar una red de fabricación de billetes de dólares falsos.

Aunque parezca mentira, en USA, los encargados de perseguir a los falsificadores de billetes y monedas son los miembros del Servicio Secreto, que son los mismos, que hacen la labor de guardaespaldas del presidente de ese país.

Esta vez casi le salió bien. Estuvo varios años falsificando billetes y no consiguieron atraparle. Sin embargo, se metió en un lío de faldas.

Parece ser que se ligó a la novia de su socio y eso hizo que se pusiera celosa su propia pareja. Así que los agentes recibieron una llamada anónima y dieron con él. Gracias a ello, lo capturaron ¡en 1935!

Increíblemente, consiguió escaparse del edificio del tribunal, en Nueva York, donde lo iban a juzgar. No obstante, lo capturaron unos días después. Nada menos que en Pittsburg.

Esta vez no tuvieron compasión de él y lo condenaron a pasar 20 años encarcelado en la infame prisión de Alcatraz.

Parece ser que aprovechó ese tiempo para escribir lo que él llamó “Los 10 mandamientos del estafador”. Supongo que lo escribiría pensando que sería un manual muy útil para sus futuros colegas.

No sé si su compatriota Harry Jelinek sería uno de sus muchos admiradores. Éste, se hizo famoso en 1945, al conseguir vender un castillo, monumento nacional de Checoslovaquia, a unos incautos turistas llegados desde USA.

Incluso, se han escrito varios manuales para hacer negocios, donde ensalzan las “hazañas” de Lustig, por la forma tan atrevida que tenía para llevar a cabo sus estafas. Una persona, que usaba mucho su propia iniciativa.

Desgraciadamente, Victor Lustig murió en esa prisión, a causa de una neumonía, en marzo de 1947.

Vuelvo a desearos un ¡MUY FELIZ AÑO 2024!

 

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martes, 19 de diciembre de 2023

EL COMPLOT DE LOS MÉDICOS SOVIÉTICOS

 

Hoy voy a narrar un hecho que tuvo lugar en los últimos años de la vida de Stalin. Un hombre, que vivió siempre obsesionado con los complots, verdaderos o falsos, contra su persona.

Parece ser que el origen de todo esto fue la muerte de Horlogin Choibalsan, ocurrida en 1952. Se trataba de un gobernante comunista de Mongolia, que padecía un cáncer de riñón y estaba siendo tratado en la URSS.

Por lo visto, siempre fue muy amigo de Stalin. Sin embargo, en sus últimos años, tuvieron algunas disputas y hay quien afirma que su muerte no se debió al cáncer que padecía, sino a la intervención de agentes soviéticos.

Según parece, en un cierto momento, cuando Stalin estaba rodeado de su habitual corte de pelotas de todo tipo, exclamó lo siguiente: “Van muriendo uno detrás de otro…” (citó los nombres de varios políticos y generales muertos en los últimos años, entre los que estaba el líder de Mongolia).

Terminó diciendo: “Deberíamos cambiar los viejos médicos por otros nuevos”. Así que, supongo que muchos de aquellos pelotas tomarían buena nota.

Como era su costumbre, Stalin pasó el verano de 1952 de vacaciones en la ciudad costera de Sochi, a orillas del Mar Negro.

A su regreso, tenía muy mal aspecto. Hay que decir que ya estaba en la 

setentena. Padecía una grave hipertensión y, en lugar de cuidarse, solía fumar y beber hasta altas horas de la noche. Aparte de sufrir una grave arteriosclerosis.

Por ello, le fue a visitar su médico de cabecera, el Dr Vladimir Vinogradov, que era considerado una eminencia.

Al pobre médico no se le ocurrió otra cosa que recomendarle reposo absoluto en la casa de campo que tenía Stalin. Sin embargo, parece ser que el paciente se lo tomó como si le estuviera diciendo que se jubilase y lo despidió a gritos.

Posteriormente, escribió una nota al temible y leal Beria, en la que se podía leer “encárgate de Vinogradov”.

Por otro lado, le llegó una carta, escrita por una doctora, que trabajaba en el Kremlin, llamada Lidya Timashuk, en la que afirmaba que ciertos médicos estaban tratando de manera incorrecta a los políticos soviéticos y esto les estaba provocando la muerte. No hará falta decir que fue condecorada por ello.

Como ya mencioné en otro de mis artículos, Stalin apoyó la creación del Estado de Israel. Sabía que entre los líderes israelíes predominaban los de izquierda y eso le hizo pensar que ese nuevo Estado sería aliado de la URSS y no de USA.

Cuando se dio cuenta de que no iba a ser así, sino todo lo contrario, cambió su

política y se dedicó a perseguir a los judíos, que residían en la URSS. Otro tanto hicieron los líderes de los países comunistas de la Europa oriental.

Por otro lado, en el Ministerio del Interior de la URSS había un viceministro, llamado Mijail Ryumin, que tenía como ambición quitarle el puesto a su jefe, Viktor Abakumov.

Así que se tomó muy en serio el tema de este supuesto complot y consiguió que Stalin le ordenase el arresto de 9 doctores muy prestigiosos, una cifra que luego ascendió a 37 y después fueron cientos. Empezando por Yakov Ettinger, el cardiólogo más importante de la URSS. No hará falta decir que, casualmente, la mayoría de estos médicos eran judíos. Así que se multiplicaron las detenciones de médicos judíos.

De hecho, unos días antes, Stalin había pronunciado las siguientes palabras: “Todo sionista es agente del espionaje americano. Los nacionalistas judíos piensan que su nación fue salvada por los Estados Unidos. Los judíos creen que tienen una deuda con ellos. Entre los médicos hay numerosos sionistas”.

Automáticamente, el periódico Pravda y la agencia oficial de noticias Tass se

pusieron manos a la obra, informando de las detenciones realizadas para frenar una gran conspiración. En sus páginas, los calificaban como “terroristas” o “criminales con batas blancas”.

Pravda tituló uno de sus titulares con la frase: “Espías y asesinos viciosos bajo la máscara de médicos académicos”.

Para colmo, explotó una bomba en la Embajada de la URSS en Israel. Como represalia, se ordenó la detención de María Weizmann, hermana del primer presidente de Israel y ciudadana soviética.

No hará falta decir que los médicos fueron torturados durante sus interrogatorios. Como muchos de ellos no se querían autoinculpar, Stalin les ordenó a sus agentes: “Golpeadles hasta la muerte”.

Evidentemente, el mencionado Ryumin se tomó eso al pie de la letra, porque llegó a estrangular con sus propias manos al célebre doctor Yakov Ettinger.

Pero el cruel Stalin no se conformó con eso. Dio la orden

de detener al ministro Abakumov, por no haber detectado este complot a tiempo. Así que también fue interrogado y torturado por sus propios agentes.

El mismo Kruschov, sucesor de Stalin, estuvo a punto de ser detenido. Parece ser que lo acusaron de haber filtrado documentos secretos. Sin embargo, éste tuvo la habilidad de acusar a Poskrebyshev, secretario personal de Stalin y encargado de la custodia de los documentos secretos. Éste sólo fue detenido, pero luego fue puesto en libertad.

Parece ser que se trataba de alguien muy leal a Stalin. Ni siquiera intercedió por su esposa, cuando la detuvieron, condenaron y ejecutaron en 1941.

Por lo visto, los molieron a palos para conseguir que se autoinculpasen. De esa forma, muchos de ellos llegaron a “confesar” que hasta habían matado a unos políticos búlgaros.

En otro de los casos, uno de esos médicos llegó a confesar haber sido, a la vez, nazi y agente británico. A pesar de que su familia había sido asesinada por los nazis.

Curiosamente, ahora gobierna López Obrador en México y también

se ha metido con los médicos mexicanos, acusándoles de falta de patriotismo. Una simple excusa para contratar médicos cubanos.

Incluso, el general Nikolai Vlasik, jefe de seguridad de Stalin, fue detenido por no haber hecho nada, después de haber recibido la carta de la doctora Lidya Timashuk.

Parece ser que Stalin tenía la intención de publicar una carta, que decía haber sido redactada y firmada por otros judíos leales a la URSS, donde repudiaban la conducta de

esos médicos.

Por supuesto, ya estaban preparando uno de esos juicios espectaculares, que solían realizar en Moscú para denigrar aún más a los acusados, antes de ejecutarlos.

Cuando estos médicos y sus familiares ya lo veían todo perdido, se obró el milagro. El 05/03/1953 murió repentinamente Stalin. Algunos dicen que, muy posiblemente, esos médicos lo podrían haber salvado, pero se hallaban encarcelados y lesionados por las sesiones de tortura.

Así que el 31/03/1953, Beria, nuevo ministro del Interior, publicó un decreto por el que todos esos médicos y también los demás detenidos, quedaban en libertad sin cargos.

Por el contrario, el viceministro Ryumin, fue detenido, acusado de haberse inventado el complot. Posteriormente, fue juzgado, condenado a muerte y 

ejecutado.

Increíblemente, Kruschov se aprovechó de esta situación para escalar hasta la presidencia de la URSS. En sus discursos, se dedicó a criticar todas las actuaciones de Stalin, como si él no hubiera tenido nada que ver en ello.

Según Kruschov, la represión hacia los médicos sólo era el primer paso de una estrategia ideada por Stalin para purgar a todo el Partido Comunista de la Unión Soviética.

También pensaba realizar una deportación masiva de judíos a una zona de Siberia, con la excusa de que así los protegería de la ira de los ciudadanos soviéticos, debida al complot de los médicos judíos.

Para terminar, con esto os quiero decir que nunca hay que perder la esperanza de que todo vaya a mejorar muy pronto.

¡¡OS DESEO UNAS FELICES NAVIDADES Y UN MUY FELIZ AÑO 2024!!

 

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lunes, 18 de diciembre de 2023

SERGEI KOROLIOV, UNO DE LOS CREADORES DE LA CARRERA ESPACIAL

 

Hoy voy a narrar la historia de un gran ingeniero. Normalmente, conocemos las biografías de algunos científicos importantes de Occidente, pero tanto los de la Europa Oriental. Así que vamos a conocer la biografía de un gran científico de la antigua URSS.

Sergei Pavlovich Koroliov, que era como se llamaba nuestro personaje, aunque también aparece, en algunos sitios, su apellido como Korolev, nació en 1907 en la actual ciudad ucraniana de Zhitomir, cercana a Kiev. Por entonces, ese territorio formaba parte del Imperio Ruso.

Parece ser que no tuvo mucha suerte, pues nació en un hogar, donde el matrimonio no era feliz y sus padres, muy pronto, se divorciaron.

Incluso, su madre llegó a decirle a Sergei que su padre había muerto, aunque sabía que seguía vivo, para que no intentara reunirse con él.

Se sabe que su padre era profesor de lengua y literatura rusa, mientras que su madre pertenecía a una rica familia de comerciantes.

En un principio, Sergei, vivió mucho tiempo en casa de sus 

abuelos maternos, porque su madre solía viajar mucho.

En 1916, su madre se casó con un ingeniero eléctrico, llamado Grigory Balanin, el cual fue un buen padrastro para Sergei.

La familia se trasladó a Odessa, donde Grigory encontró un trabajo en la empresa de ferrocarriles. Allí tuvieron muchos problemas durante la Revolución Rusa y la hambruna que azotó esa zona.

Sergei tuvo que seguir estudiando en casa, pues su escuela había sido cerrada. Por entonces, sus maestros ya se habían dado cuenta de que era un niño muy inteligente y que podría tener un gran futuro. Así que, a partir de entonces, sus maestros fueron sus padres.

Empezó su formación acudiendo a cursos de carpintería en la Escuela de Oficios. Posteriormente, se interesó mucho por los hidroaviones de la base aérea, que había en Odessa.

Intentó ingresar en la prestigiosa Academia Zhukovsky, donde se forman los ingenieros de las fuerzas aéreas rusas, pero no lo consiguió. Así que se conformó con estudiar

en el Instituto Politécnico de Kiev y, en 1926, continuó sus estudios en la Escuela Técnica Superior de Moscú de la que se graduó en 1929. Allí tuvo como profesor al famoso ingeniero Andrei Tupolev, padre de la aeronáutica rusa.

Al principio, se limitó a realizar diseños de planeadores y consiguió su licencia de piloto en 1930. Más tarde, se interesó por los cohetes de combustible líquido, mientras trabajaba en el diseño de un bombardero pesado en el Instituto Central de Aerohidrodinámica. Su primer cohete fue lanzado en agosto de 1933.

En 1931, se casó con su primera esposa, Xenia Vicentini, doctora en Medicina. Fruto de ese matrimonio nació su hija Natalya, en 1935.

En 1933, el Gobierno soviético fundó en Leningrado el Instituto de Investigación Científica Reactiva (RNII), para el estudio de los motores a reacción. Allí reunieron a los mayores expertos en estos temas de la URSS. Concretamente, Sergei empezó a trabajar en la construcción de misiles

de crucero, dotándolos de un giroscopio para controlar los movimientos en vuelo de esas aeronaves.

En 1937, comenzó una de las infames purgas de Stalin. Como consecuencia de ella, encarcelaron a la mayoría de los científicos del RNII.

En junio de 1938, Koroliov fue arrestado en su casa y torturado en la Lubyanka, donde le rompieron las mandíbulas.

Parece ser que fue acusado de trotskista, de sabotaje y de trabajar a un ritmo muy lento en la fabricación de armamento para el Ejército soviético. Por ello, fue condenado a 10 años de trabajos forzados.

Posteriormente, fue enviado a Siberia para trabajar, primero en 

el ferrocarril transiberiano y luego en una mina de oro. Las condiciones de trabajo eran muy duras. Ello, unido al clima de Siberia, hizo que sufriera varias enfermedades. Incluso, perdió todos los dientes.

Al cabo de los años, se enteró de que quien le había acusado era su propio jefe, Valentín Glushkó. Eso dio lugar a una enemistad, que fue empeorando con el paso del tiempo.

Tras la invasión, por parte de las tropas alemanas, las sucesivas derrotas del Ejército Rojo hicieron que Stalin decidiera reclamar a todos los científicos que tenía encarcelados, para intentar cambiar el curso de la guerra.

Sergei diseñó varios aviones de caza y bombarderos con los 

que la URSS consiguió ganar la guerra. Eso le valió varias condecoraciones. No obstante, durante toda la guerra, le obligaron a permanecer alejado de su familia.

En 1945, fue enviado a Alemania para estudiar los famosos cohetes V-2, con los que los alemanes bombardearon Gran Bretaña. No hará falta decir que la URSS se llevó a todos los científicos alemanes que pudo. Otro tanto hicieron en USA. Se cree que la URSS se llevó a su territorio a unos 2.300 científicos alemanes.

Sergei fue trasladado a la Oficina de Diseños Experimentales, llamada OKB-1. Fue ascendido a coronel del Ejército soviético y se le nombró supervisor de los experimentos realizados por estos científicos alemanes. Allí comenzaron los trabajos para diseñar

y construir el primer misil intercontinental, llamado R-1, una versión mejorada del V-2 alemán.

Curiosamente, el Gobierno soviético impuso el secreto sobre los nombres de sus técnicos en temas aeronáuticos. Incluso, muchos de los que trabajaban con él desconocían su nombre y todos le conocían como el diseñador jefe o SP, las siglas de su nombre.

Incluso, se le quiso otorgar un Premio Nobel, pero Kruschov lo rechazó, alegando que ese premio tendría que ser para todo el pueblo ruso.

En 1953, el Gobierno soviético decidió devolver a todos aquellos científicos a Alemania, porque no quería que conocieran los nuevos avances de la tecnología soviética. Efectivamente, cuando esos científicos regresaron a su país, fueron entrevistados por la CIA y el MI6 para conocer los logros de los soviéticos.

Posteriormente, Sergei y sus colaboradores consiguieron fabricar el R-2 y el R-3. Unos misiles con los que podrían alcanzar Gran Bretaña.

En 1957, logró construir y hacer funcionar correctamente el R-7, que podía llevar armamento nuclear hasta una distancia máxima de 7.000 km. No olvidemos que la URSS había explotado su primera bomba atómica en 1949.

El mismo cohete R-7 fue el utilizado por Koroliov en octubre de 1957, para el lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik 1, desde una plataforma situada en la actual Kazajistán. Con ello, le llevaban ventaja a USA.

Desgraciadamente, el Gobierno soviético, obligó a que no se conocieran los nombres de sus científicos implicados en su programa espacial. No obstante, Koroliov, escribió algunos artículos en periódicos bajo varios seudónimos.

Otra etapa de la carrera espacial fue el lanzamiento de la perra Layka a bordo del Sputnik 2, lanzado sólo un mes más tarde. Parece ser que el pobre animal murió a los pocos minutos de ser lanzado al espacio. Posteriormente, lanzaron algunos perros más. Unos murieron en diversos accidentes y otros consiguieron que regresaran vivos.

El lanzamiento del Sputnik 2 se hizo con tanta prisa, porque, aparte de mantener la ventaja que llevaban sobre USA, serviría para celebrar otro aniversario de la Revolución Rusa.

Como vemos, el gran problema de Koroliov fue que él deseaba enviar sus aparatos al espacio, mientras que el Gobierno soviético sólo pretendía aprovechar sus conocimientos para construir nuevas armas.

En 1958 ingresó en la prestigiosa Academia de Ciencias de la URSS.

En enero de 1959, Koroliov y su equipo lanzaron la nave no tripulada Luna 1. Su objetivo era salir de la Tierra y estrellarse contra la Luna. Esta vez no consiguieron que se estrellara contra nuestro satélite.

Sin embargo, en septiembre de 1959, lanzaron la Luna 2, con la que

sí lograron que chocara contra la superficie lunar.

En el mismo año, lanzaron la Luna 3. La cual, no sólo consiguió llegar a la Luna, sino que le dio varias vueltas y hasta sacó varias fotografías de la desconocida cara oculta de la Luna.

A partir de 1960 se plantearon enviar astronautas al espacio. Para ello, crearon un centro de selección a donde acudieron muchos candidatos, pero sólo fueron elegidos 6.

Ese mismo año, consiguieron lanzar el primer satélite artificial rumbo a Marte.

Parece ser que Koroliov y el famoso astronauta Yuri Gagarin se hicieron muy amigos. Así que decidió que él fuera la primera persona en ser enviada al espacio.

A mediados de abril de 1961, la astronave Vostok 1, tripulada por Gagarin, despegó para dar una vuelta alrededor de la Tierra y regresar con su piloto sano y salvo. El cual, tal y como estaba previsto, se lanzó en paracaídas desde unos 7.000 metros de altura.

Posteriormente, vinieron los vuelos de la Vostok 2, tripulada por Titov, y las

Vostok 3 y 4.

Curiosamente, a petición de Koroliov, uno de los astronautas a bordo de una nave Vostok, cantó una canción ucraniana. La primera canción que se escuchó en el espacio.

Ya en 1963, el protagonismo lo obtuvo Valentina Tereskhova, por ser la primera mujer que voló al espacio, tripulando el Vostok 6.

Las astronaves Vostok estaban inspiradas en los satélites artificiales soviéticos Zenit, que eran empleados como satélites espías.

Más adelante, empezó a diseñar naves para llegar hasta Venus y Marte y organizó el programa Soyuz. Para ello, diseñó el enorme cohete N1, al cual le puso el potente motor NK-15.

El Gobierno soviético le presionó para enviar astronaves con varios tripulantes al espacio. Por ello, en octubre de 1964, lanzó la astronave Vosjod al espacio. Dentro de ella iban 3 cosmonautas, que realizaron una docena de órbitas alrededor de la Tierra.

Parece ser que también existía una enorme rivalidad entre los científicos soviéticos, dedicados a la carrera espacial, y eso fue, a juicio de algunos de sus colegas, lo que provocó que la URSS perdiera ante USA.

A finales de diciembre de 1965 fue ingresado en un 

hospital para ser operado de unos pólipos intestinales. Sin embargo, después vieron que también tenía un tumor, no diagnosticado, en el abdomen.

Su salud siempre había sido muy precaria, desde su paso por los infames campos de concentración de la URSS.

El propio ministro de Sanidad, el doctor Boris Petrovsky, se hizo cargo de la intervención quirúrgica. Sin embargo, su corazón no aguantó la operación y murió en enero de 1966. Sólo tenía 59 años.

Parece ser que, durante la operación, intentaron intubarle. Sin embargo, sus mandíbulas, rotas durante las sesiones de tortura, impidieron que pudieran introducir esos tubos.

Unos días después, la astronave no tripulada Luna 9, la 

última de las diseñadas por él, consiguió posarse sobre la superficie de la Luna. En eso, también consiguieron adelantar a USA.

Koroliov fue enterrado con los máximos honores en el muro del Kremlin. Un lugar reservado para los grandes personajes de la historia soviética. Incluso, se cambió el nombre de la ciudad de Kaliningrado por el de Korolev y hasta se le puso su nombre a uno de los cráteres de la Luna.

 

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domingo, 10 de diciembre de 2023

ÚRSULA KUCZYNSKI, LA AGENTE SONJA

 

Hoy voy a narrar la biografía de una de las mejores agentes soviéticas, antes y durante la Guerra Fría.

Tal y como ya se menciona en el título, su nombre fue Úrsula Kuczynski, aunque, durante toda su vida, utilizó otros nombres, como Ruth Werner, Úrsula Beurton o Úrsula Hamburger.

Bueno, estos dos últimos procedían de los apellidos de sus esposos.

Nació a mediados de mayo de 1907, en uno de los barrios de Berlín.  Parece ser que su familia era muy acomodada, llegando a tener varios sirvientes.

Su padre era un reconocido economista, llamado Robert René Kuczynski y su madre era la pintora Berta Kuczynski. Aunque, por sus apellidos, a primera vista, podríamos pensar que eran polacos, sin embargo, ambos eran de origen alemán.

Este matrimonio tuvo seis hijos, siendo Úrsula la segunda de ellos. Era una familia de origen judío, pero no muy religiosa.

Úrsula, después de haber acabado el Bachillerato, inició su formación como bibliotecaria. Fue entonces cuando alguien la influyó para que ingresara en la organización de las Juventudes Comunistas y el Socorro Rojo. Ya con 19 años, se afilió al Partido Comunista de Alemania.

Esa afiliación le trajo muchos problemas. Estamos en la Alemania de entreguerras y los comunistas no estaban muy bien vistos. Por esa razón y por ser judía, perdió un buen empleo, que había conseguido en una gran editorial berlinesa.

Curiosamente, su padre también era partidario del comunismo. Al igual que su hermano mayor, Jürgen, que fue un famoso economista en la RDA.

No sé si iría enviada por su partido, pero lo cierto es que estuvo residiendo en Nueva York entre 1928 y 1929. Precisamente, allí ya estaba residiendo su hermano Jürgen.

Tras su regreso a Berlín, se casó con el arquitecto Rudolf Hamburger, también afiliado al PC. No olvidemos que, en esa época, había tantos nazis como comunistas en Alemania.

En 1930, la pareja emigró a Shanghai (China), una ciudad donde, en aquella época, se estaban construyendo muchos edificios. Allí estuvieron residiendo hasta 1935 y fue donde nació su hijo Maik en 1931.

Precisamente, fue en esa ciudad, donde una amiga de ambos, le presentó al famoso espía soviético Richard Sorge, que utilizaba el periodismo como tapadera.

Esa amiga era la escritora USA Agnes Smedley, que había escrito un libro feminista, el cual había influido mucho sobre Úrsula. Agnes, aparte de escritora y periodista, también era comunista y espía soviética.

En 1931, Úrsula envió a su hijo Maik con sus suegros y ella fue a Moscú para realizar un curso en el GRU, servicio de espionaje militar de la URSS. Parece ser que destacó en su dominio del código Morse. Rudolf también ingresó en el GRU.

En 1934 la encontramos viviendo en Manchuria, una región china ocupada por los japoneses. Allí tuvo una relación con otro agente del GRU, llamado Johann Patra y apodado Ernst, fruto de la cual nació su hija Nina, que después sería reconocida como propia por su marido, Rudolf.

En 1935, vemos a este matrimonio residiendo en Polonia y espiando para la URSS. También ayudando a los comunistas polacos, que estaban siendo perseguidos por las autoridades de su país. En aquella época, Úrsula ya había recibido algunas condecoraciones y además era coronel del Ejército soviético.

Entre 1938 y 1940, Moscú destinó a este matrimonio a Suiza. Allí, ella estuvo colaborando con la famosa red de espionaje Lucy, a la que dediqué otro de mis artículos.

En 1940, se divorció de su marido y se casó con un comunista británico, llamado Len Beurton, que también era agente del GRU. Al haber adquirido ella la nacionalidad británica, por su matrimonio, la pareja se fue a residir al Reino Unido.

En la década de los años 40 residieron en varias localidades cercanas a Oxford y allí nació su segundo hijo varón.

También residían en aquella zona los padres de Úrsula, que habían escapado de las persecuciones nazis hacia los judíos.

Desde luego, no fue una casualidad que las casas donde vivieron estuvieran cerca de un centro de investigación atómica y del centro de espionaje británico, donde consiguieron descifrar los mensajes alemanes, enviados a través de la máquina Enigma.

Parece ser que una de sus misiones fue reclutar exiliados comunistas alemanes para que ingresaran en la antigua OSS, actual CIA.

La agencia de espionaje USA estaba buscando exiliados alemanes para lanzarlos en paracaídas sobre Alemania a fin de que les enviasen informes sobre su país. Lo que no sabían es que también les enviaban esos informes a la URSS.

Incluso, llegó a reclutar a un científico alemán exiliado, llamado Klaus Fuchs, y consiguió que trabajara en el famoso Proyecto Manhattan, por el que fueron construidas las dos bombas atómicas lanzadas sobre Japón. Parece ser que fue su hermano Jürgen el que le presento a Fuchs, cuando éste estuvo trabajando en el proyecto nuclear británico.

También fue la encargada de fichar para el espionaje soviético a una secretaria británica, llamada Melita Norwood, la cual aportó muchos datos a Moscú y no fue descubierta hasta hace pocos años.

Parece ser que, a partir de 1947, el MI5, servicio de contraespionaje británico, empezó a fijarse en ella y llegaron a visitarla para interrogarla. No obstante, de momento la dejaron en paz.

Curiosamente, se rumoreó que había sido protegida por un doble agente del MI5, que también trabajaba para los soviéticos.

En 1949, tras la explosión de la primera bomba soviética, Fuchs fue arrestado y confesó ser un espía. Así que, unos meses después, y poco antes del comienzo del juicio contra Fuchs, Úrsula y su familia abandonaron el Reino Unido y se fueron a vivir a  la antigua República Democrática Alemana.

Por lo visto, fue una buena decisión, ya que, poco después, Fuchs confesó que ella era su contacto con el espionaje soviético.

A partir de entonces, dejó el GRU para trabajar en el Departamento Exterior de la Oficina de Información del Gobierno. Posteriormente, trabajó en la Cámara de Comercio Exterior.

Más adelante, se dedicó a escribir, bajo el seudónimo 

de Ruth Werner, cuentos para niños y varios libros en donde daba algunos datos de su época dedicada al espionaje. Esos libros de memorias fueron editados en varios países.

Por lo visto, nunca se arrepintió ni de su militancia comunista, ni de sus actividades como espía soviética. Ni siquiera, tras la caída del Muro de Berlín.

Parece ser que su trabajo siempre fue muy admirado por sus jefes del GRU y decían que ayudó a que terminara mucho antes la II Guerra Mundial. Incluso, sus datos aceleraron las investigaciones para construir la primera bomba atómica de la URSS. Así que muchos la consideraron como la mejor espía de Stalin.

Se podría decir que tuvo mucha suerte. Por el contrario, su primer marido, Rudolf Hamburger, fue detenido por las autoridades soviéticas y enviado al Gulag. Igual

que les ocurrió a algunos de sus colaboradores, cuando residió en Suiza.

En el caso de Rudolf fue peor, porque primero fue detenido y torturado por los chinos, después entregado a los británicos y, posteriormente, enviado por los soviéticos al Gulag, de donde consiguió quedar en libertad en 1955.

Desde luego, su tapadera fue casi perfecta. Mientras vivió cerca de Oxford, con su marido y sus tres hijos. Él iba a su trabajo en una fábrica de aluminio y ella se dedicaba a hacer los mejores pasteles de aquel pueblo, que solía regalar a sus vecinos.

Parece ser que esa casa tenía una especie de letrina en el exterior y allí fue donde instaló una emisora de radio con la que se comunicaba con Moscú. Nunca fue descubierta.
Incluso, se inventó un código especial para sus mensajes, que nunca se ha logrado ser descifrado.

Siempre continuó con sus ideales comunistas hasta el día de su muerte. En el año 2.000, fue condecorada por Vladimir Putin con la medalla de la Orden de la amistad y, en su discurso, la calificó como “una super agente del espionaje militar”. Anteriormente, ya había sido condecorada en diversas ocasiones.

Murió en Berlín en el verano del año 2.000 y su cadáver fue incinerado.

 

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jueves, 30 de noviembre de 2023

JUANELO TURRIANO, UN INGENIERO CASI DESCONOCIDO.

 

Hoy voy a dedicar este artículo a un curioso personaje que acudió a España atraído por el poderío de la Casa de Austria, pero que fue injustamente tratado. No sabía que eso de intentar hacer ciencia en España es algo prácticamente imposible.

Juanelo Turriano, que fue el nombre con el que se le conoció en España, nació en 1500 en la ciudad de Cremona, que entonces pertenecía al Ducado de Milán. Parece ser que su verdadero nombre fue Gianello della Torre, aunque también hay algunos que afirman que era Janello Torresani.

Curiosamente, el mismo año que nació el emperador Carlos V en Gante y la misma ciudad de donde era el famoso constructor de violines o luthier, Antonio Stradivari o Stradivarius, que nació en el siglo XVII.

Lo cierto es que no se sabe demasiado de sus primeros años. Sólo que fue hijo de Gherardo Torresani, el cual poseía dos molinos junto al río Po.

Parece ser que siempre estuvo muy interesado por la Ciencia y la Ingeniería. Sin embargo, desconocemos quién le proporcionó esa formación. Algunos dicen que podría haber sido su paisano Giorgio Fondulo, un humanista, médico, matemático, astrólogo, etc, muy famoso en aquella época.

También se sabe que fue amigo del matemático Girolamo Cardano, al que le debemos la resolución de algunos tipos de ecuaciones.

Juanelo se estableció en su ciudad como relojero y en 1529, su gremio, le otorgó la ansiada categoría de maestro.

Parece ser que el emperador Carlos V llegó a conocer a Turriano en 1530, durante su estancia en Milán, camino de su coronación en Bolonia.

Por lo visto, el duque Francisco II Sforza, aliado del emperador, quiso regalarle a éste un valioso reloj, construido por Giovanni Dondi, en el siglo XIV, por encargo del duque Galeazzo Visconti.

A estas alturas, todos sabemos que tantos los Austrias y luego los Borbones, fueron grandes aficionados a la relojería. No hace falta más que darse un paseo por cualquiera de sus palacios en España, y ver la cantidad de relojes que tenían, para darse cuenta de ello.

El duque le debía mucho al emperador, pues, gracias a él, volvió a gobernar en Milán, tras la victoria de las tropas imperiales en la famosa batalla de Pavía.

La derrota francesa fue tan aplastante que, hasta capturaron a Francisco I, rey de Francia, y a uno de sus hijos, los cuales fueron traídos a Madrid y aquí permanecieron hasta que el monarca francés accedió a firmar un tratado de paz con el emperador.

Ese reloj era una verdadera obra de arte, pero llevaba muchos años sin funcionar. Parece ser que, a esas alturas, a nuestro personaje se le tenía por un genio de la relojería. Así que, en 1540, reclamaron la presencia de Turriano en la corte de Milán, para ver si lo podía reparar.

Nuestro personaje, después de revisar ese reloj, dictaminó que no podría repararse, pero se comprometió a construir otro mucho mejor que ese.

No sé si su construcción sería de una gran complejidad, pero lo cierto es que tardó unos 20 años en configurar el mecanismo del reloj y otros tres más en construirlo.

Por lo visto, fue todo un reto para Turriano, pues, hasta esa fecha, todos los relojes se fabricaban para que funcionaran a base de un sistema de contrapesos, pero él no quería hacer lo mismo.

Así que fabricó el suyo nada menos que con unas 2.000 piezas, de las que la mayoría eran engranajes, y tres muelles. Por lo visto, hasta tuvo que crear una máquina que le sirviera para construir esos engranajes tan pequeños.

Parece ser que Juanelo gozó de mucha estima en Milán. Allí hizo muchas influyentes amistades, como la del marqués del Vasto, gobernador de ese territorio, y su sucesor, Ferrante Gonzaga, príncipe de Guastalla.

Tuvo su taller de relojero cerca de la Puerta Nueva, en Milán. También allí se casó con Antonia Sechela y sólo tuvieron una hija, llamada Bárbara.

A causa de las guerras de Italia, Milán, pasó a ser un enclave muy 

estratégico para España. Unos años más tarde, lo fue aún más, cuando se puso en marcha el llamado “Camino español”, por el que se mandaban refuerzos militares a los Países Bajos, sin pisar territorio francés, y cuyo inicio se hallaba en Milán.

Los monarcas hispanos apoyaron el desarrollo industrial de Milán. Impulsaron el embellecimiento de esa ciudad, a base de obras públicas y la convirtieron en un escaparate para luchar contra la Reforma.

De esa manera, coincidieron en esa ciudad los mejores ingenieros y artistas del momento. Tales como los Leoni y Jacome de Trezzo.

Supongo que no sólo llamaría la atención del emperador por su actividad como relojero, sino por sus dotes como ingeniero.

Por ejemplo, diseñó una grúa con la que levantar y desplazar cañones muy pesados. Mucho más eficaz que las yuntas de bueyes.

También trabajó en el campo de la ingeniería hidráulica, proponiendo soluciones de drenaje para la laguna de Venecia.

En 1552, le entregó su famoso reloj al Emperador Carlos V. Parece ser que éste quedó tan satisfecho que le otorgó una pensión anual de 150 ducados, con carácter vitalicio. Un reloj que le hizo muy famoso, porque, aparte de dar la hora, mostraba las posiciones de todos los planetas en cada momento.

Aparte de ese, construyó otros relojes, como el Cristalino. Un reloj de cristal, en el que se podía ver el mecanismo que se movía en su interior.

También participó en la reforma del Monasterio de Yuste, lugar elegido por el emperador para pasar sus últimos días.

Posteriormente, trabajó para Felipe II. Construyó varios autómatas para este monarca, como la figura de un fraile rezando o una mujer tocando el laúd.

El monarca lo nombró matemático mayor de la corte. Por ello, fue uno de los encargados de redactar un informe para el cambio del calendario juliano al gregoriano.

Incluso, llegó a encargarle el diseño de las campanas a instalar en el famoso Monasterio de El Escorial.

Se fue a vivir a Toledo, donde le encargaron la construcción de un sistema de subida de aguas desde el Tajo hasta el Alcázar. Algo bastante complicado, pues hay unos 100 m de altura entre ambos. Anteriormente, existió allí un acueducto romano, pero ya había quedado arruinado.

También hay que decir que, antes que él, varios ingenieros habían intentado realizar esa obra, pero fracasaron en sus intentos.

Juanelo lo consiguió. Sin embargo, el Ayuntamiento de la ciudad de Toledo quiso aprovechar esa agua, pero el Ejército y el monarca se negaron a compartirla con la ciudad. Así que, en el Ayuntamiento, le encargaron hacer otro ingenio parecido para el aprovechamiento de la ciudad. El cual comenzó a funcionar en 1581.

Lo cierto fue que él tuvo que adelantar el dinero para la construcción del primer ingenio, porque una de las condiciones era que sólo se le pagaría cuando entrase en funcionamiento. Algo que tuvo lugar en 1569. Sin embargo, ni el Ayuntamiento, ni el Ejército quisieron pagárselo. Así que se quedó en la miseria.

Se sabe que su ingenio estuvo en marcha hasta 1640. Incluso, se le menciona en algunas obras de Cervantes y de Quevedo.

Desafortunadamente, ya no podemos ver ese ingenio, conocido como el artificio de Juanelo, porque, en el siglo XIX, quedó completamente arruinado y fue demolido. Sin embargo, se puede ver en uno de los famosos cuadros del Greco.

También asesoró al rey sobre la posibilidad de construir un canal en el 
río Jarama y una presa en Colmenar.

Otro de los inventos por los que se recuerda a Turriano fue el llamado Hombre de palo. Parece ser que éste consistía en un autómata, que paseaba por las calles de Toledo y cuyo fin era conseguir limosnas para su creador.

Parece ser que este autómata asustó a algunos y escandalizó a los miembros del poderoso clero toledano. Así que, según dicen, lo quemaron antes de la muerte de Turriano.

No obstante, hay quien dice que su maquinaria fue aprovechada para la construcción de un reloj, instalado en uno de los muros de la catedral de Toledo.

También hay quien dice que ese autómata es una de las figuras que aparece en el célebre cuadro del Greco, titulado “El entierro del conde de Orgaz”. Un suceso ocurrido varios siglos antes.

Murió a los 85 años, en la más absoluta pobreza, porque los reyes y los políticos a los que había servido se olvidaron de él.

Siguiendo sus deseos, fue enterrado en la capilla de Nuestra Señora del Soterraño, dentro del Convento del Carmen Calzado, de Toledo. Un lugar cercano a su ingenio para la subida de aguas a la ciudad. Ese edificio fue demolido. Así que ya no sabemos dónde está su tumba.

Sin embargo, podemos contemplar su rostro en un bonito busto, que se expone en el Museo de Santa Cruz, también en Toledo. Atribuido al gran escultor Pompeo Leoni. 

Parece ser que procede de la Biblioteca del Palacio Arzobispal de la misma ciudad. También sufrió algunos daños, durante la guerra civil, sin embargo, fue restaurado en 1941.

 

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