ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

jueves, 24 de noviembre de 2022

LA RÁPIDA ASCENSIÓN DEL PRIMER DUQUE DE BUCKINGHAM

 

Es posible que mucha gente haya leído la novela Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, padre y allí se haya encontrado con este personaje.

Ciertamente, fue un personaje que existió. Sin embargo, su vida no tuvo mucho que ver con lo que se narra sobre él en esa novela.

George Villiers, que era como se llamaba este personaje, nació en agosto de 1592 en una localidad de Leicestershire (Inglaterra). Su padre era una especie de hidalgo local, mientras que su madre procedía de una familia que, por lo que se ve, tenía muchas influencias.

Así que, como su padre murió cuando George sólo tenía 14 años, su madre se empeñó en convertirlo en todo un cortesano.

No sé si tendría amistad con el político John Eliot. Lo cierto es que George le acompañó para realizar una gestión diplomática en Francia.

No obstante, siguió preparándose para su futura vida cortesana. Tomó clases de baile y de esgrima y así su cuerpo adquirió una complexión atlética.

En 1614, ya llamó la atención del rey Jacobo I de Inglaterra y Escocia. Los rivales del conde de Somerset, que era el favorito del rey, vieron a George como una forma de sustituir al conde y que éste cayera en desgracia.

Por ello, George fue ascendiendo, ocupando diversos cargos de importancia en la Corte. Incluso, en 1616, ya fue ennoblecido como vizconde y nombrado caballero de la importante Orden de la Jarretera. La más prestigiosa de Inglaterra.

Posteriormente, siguió su ascenso meteórico, siendo nombrado conde y, en 1618, duque de Buckingham. El título por el que fue más conocido.

A partir de entonces, se hizo muy amigo del príncipe de Gales. El futuro Carlos I de Inglaterra. Aquel que perdió la cabeza, pero no voy a adelantar acontecimientos.

En 1619, ya fue nombrado primer lord del Almirantazgo. Incluso, se convirtió en el primer duque, que no pertenecía a la familia real británica.

Al año siguiente, se casó con Katherine Manners, hija del conde de Rutland. Parece ser que esta boda la preparó la madre de George, ya que, aunque la novia no parecía físicamente muy afortunada, en cambio, pertenecía a una de las familias más ricas del reino.

Parece ser que, en principio, el rey no aprobó esa boda, ya que la novia era católica. Sin embargo, se hizo anglicana y ya no puso ningún reparo a ese enlace.

No sé si esa oposición del rey vendría también, porque se decía que George y el monarca eran amantes. No obstante, George, aprovechó esa cercanía al rey para enchufar en la Corte a todos sus parientes y amigos.

Evidentemente, eso le granjeó muchas enemistades. Sobre todo, entre el resto de los nobles.

Parece ser que, para obtener esos cargos tuvo la complicidad del famoso político Francis Bacon. Sin embargo, cuando el Parlamento británico investigó la actuación de Bacon, ni él, ni el monarca quisieron ayudarle y tuvo que jubilarse.

No obstante, George, se enriqueció ejerciendo la corrupción de manera compulsiva en Irlanda y, con el apoyo real, impidió que el Parlamento británico investigase lo que estaba ocurriendo en esa isla.

En 1623, acompañó al príncipe Carlos en su viaje a España para negociar su boda con la infanta María Ana, hija de Felipe III.

Sobre este tema ya hablé en otro de mis artículos. Por lo visto, el príncipe era muy aficionado a la pintura y supo comprar aquí buenas obras e, incluso, logró convencer a Felipe III para que le regalase algunas de las que tenía en su colección. Sin embargo, esas negociaciones para la boda no llegaron a buen término.

Parece ser que, a partir de 1624, su suerte empezó a decaer. Por lo visto, le echaron la culpa de que el príncipe hubiera elegido para casarse a una hija del rey de Francia, que, por supuesto, era católica. Algo impensable en un país tan enemigo de la Iglesia católica de Roma.

Posteriormente, organizó una serie de operaciones navales, que se saldaron con sendas derrotas. Una de ellas tuvo lugar en Cádiz. Así que, hasta el mismo John Eliot, que siempre había sido su amigo, pidió su cese por considerarle incompetente para ese puesto tan importante.

En 1625, muere el rey Jacobo I. La mayoría de los cortesanos son expulsados de la Corte por su hijo, Carlos I. Sin embargo, la amistad de éste con George, hace que sea de los pocos que sigan en su puesto.

Parece ser que tampoco tuvo suerte, cuando se puso al mando de una flota para intentar atrapar un convoy español repleto de riquezas, procedente de América.

Creció su impopularidad, tras haber acordado con el cardenal Richelieu apoyarle en su lucha contra los hugonotes, que así llamaban a los protestantes en Francia.

Lógicamente, eso de que los protestantes británicos ayudaran al rey de Francia en su lucha contra los protestantes franceses, no hizo ninguna gracia en el Parlamento británico. Aunque luego intentó arreglar el asunto, aliándose con los mencionados hugonotes.

Por lo visto, como el Parlamento le negó los fondos, George había financiado estas operaciones militares y eso provocó que casi se arruinara. Así que tuvo que preparar otras nuevas para recuperarse. Mientras tanto, se amotinó la flota por no haber recibido sus salarios.

Mientras tanto, Eliot seguía pronunciando discursos en el Parlamento contra la gestión de Buckingham y el apoyo real. Eso motivó que, en 1627, fuera detenido y encarcelado en la Torre de Londres. Aparte de que el monarca disolvió el Parlamento.

Nunca quiso reconocer el poder del rey para saltarse las competencias del Parlamento. Así que, desgraciadamente, murió en 1632, en su celda de la Torre de Londres.

El duque tenía un médico, llamado John Lambe, que además era mago y astrólogo y que decían que ejercía una nefasta influencia sobre él y el monarca.

En 1627, Lambe fue acusado de haber violado a una niña de 11 años. Ese delito estaba castigado con la pena de muerte. Sin embargo, su cercanía al rey hizo que se demorase el juicio y se le pusiera en libertad.

Así que, como la gente estaba harta de este tipo y de su influencia en la corte, en junio de 1628, un grupo lo esperó a la salida de un teatro y allí le lanzaron piedras hasta que lo mataron. Curiosamente, nadie fue detenido por ese hecho.

A partir de entonces, alguien publicó unos panfletos, donde se amenazaba al duque con morir de la misma forma que su médico.

En agosto de 1628, cuando el duque se hallaba en un pub, reunido con unos marinos para preparar la siguiente operación naval, fue atacado por un hombre llamado John Felton. Se trataba de un teniente del Ejército, que consideraba que su ascenso a capitán había sido postergado por el duque y que, por su incompetencia habían muerto muchos de sus soldados.

El teniente logró clavarle su daga en el pecho y eso produjo la muerte del duque de una manera casi instantánea. El asesino ni siquiera huyó y, al ser detenido, no opuso ninguna resistencia.

Curiosamente, la gente estaba tan harta del duque que, inmediatamente, se publicaron muchos panfletos elogiando la actuación de Felton.

Por lo visto, se sabe que muchos brindaron por la salud de Felton, aunque luego fueron multados.

En varios de esos panfletos se decía que el duque era un criminal y agradecían que Felton lo hubiera matado.

Incluso, acusaban al duque de haber sido católico, cobarde y afeminado, mientras que exaltaban las virtudes varoniles de Felton.

Éste fue interrogado a fondo en Londres, pues las autoridades sospechaban que no había actuado solo. Así que querían saber los nombres de sus cómplices. Sin embargo, no consiguieron que confesara nada.

Posteriormente, fue juzgado y condenado a muerte. Su ejecución, mediante ahorcamiento, se llevó a cabo en noviembre de 1628. Su cadáver fue devuelto a Portsmouth, el lugar donde tuvo lugar el asesinato, para que sirviera de escarmiento a otros. Sin embargo, la gente lo veneró como si se tratase de un santo.

Por lo que respecta a nuestro personaje, fue enterrado en una lujosa tumba de la famosa Abadía de Westminster.

Nacieron 4 hijos de su matrimonio con Katherine Manners, pero sólo de 3 de ellos llegaron a la edad adulta.

Ella se volvió a casar, pues se había quedado viuda con sólo 25 años. Esta vez lo hizo con el conde de Antrim, un noble católico irlandés, y se trasladaron a vivir a esa isla, donde ella murió en 1649.

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viernes, 11 de noviembre de 2022

HENRY GUNTHER, EL ÚLTIMO SOLDADO MUERTO EN LA I GUERRA MUNDIAL

 

Hoy se cumple otro aniversario del final de la I Guerra Mundial. Aquella Gran Guerra, que decían que iba a acabar con todas las guerras. Pues ya hemos visto que no.

El mundo sufrió una Segunda Guerra Mundial unos 20 años después de aquella. Esperemos que no haya una tercera, aunque algunos parecen estar deseando que estalle cuanto antes.

Yo creo que para el estallido de aquella guerra mundial se juntaron varias cosas. Una de ellas fue el avance del colonialismo, que buscaba dominar zonas para obtener materias primas baratas para el suministro de sus fábricas.

Otra podría ser el auge del imperialismo y el deseo de muchos políticos y militares de poner a prueba sus ejércitos a los que llevaban preparando durante muchos años.

Hace un rato, he estado viendo un vídeo en un canal de YouTube, donde un joven decía que Alemania había sido responsable de las dos guerras mundiales. Se equivoca. 

Se podría decir que fue responsable de la Segunda. Sin embargo, la Primera vino por un magnicidio ocurrido en Sarajevo. Seguido por una operación de castigo del Imperio Austro-Húngaro contra Serbia. La cual degeneró en una guerra mundial a causa de las múltiples alianzas entre las naciones europeas.

Por mi parte, yo sigo sospechando que la muerte del coronel Redl tuvo mucho que ver con el comienzo de esa guerra. Ya le dediqué, hace mucho tiempo, otro de mis artículos.

Haré un resumen, para el que no lo haya leído. Este coronel austro-húngaro era el jefe del servicio de contraespionaje de su país.

Los rusos se dieron cuenta de que era homosexual y lo estuvieron chantajeando hasta que se decidió a trabajar para ellos.

A la vista del lujoso tren de vida que llevaba, parece ser que le pagaron muy bien. Es curioso que sus colegas no se dieran cuenta de ello.

Lo cierto es que les suministró muchos datos a los militares rusos. Tanto de su propio Ejército como del conocimiento que tenían sus compatriotas sobre el Ejército ruso.

Parece ser que sus colegas lo pillaron de la forma más tonta y lo detuvieron. Increíblemente, en lugar de someterlo a largos interrogatorios para saber lo que les había entregado a los rusos, lo único que se les ocurrió fue encerrarlo en la habitación de un hotel y darle una pistola para que se suicidara. Así que eso hizo.

Por tanto, tras estos hechos, los rusos se encontraron con que ya no tenían ese informador. Sin embargo, poseían gran cantidad de información sobre el Ejército Austro-Húngaro, al que llevaban mucho tiempo queriendo atacar y que, si cambiaba sus planes de guerra, ya no le serviría para nada. Así que tenían que aprovechar esa ventaja.

Por ello, presionaron a algunos miembros del Servicio de Inteligencia de Serbia, tradicional aliada de Rusia, para que organizasen algún incidente a fin de que los austriacos quisieran enfrentarse a los serbios y los salvasen los rusos.

Lo demás es una historia muy conocida. De hecho, he escrito varios artículos sobre ese tema, que se pueden leer en este mismo blog.

El personaje de hoy se llamaba Henry Nicholas John Gunther y había nacido en 1895 en la localidad USA de Baltimore (Maryland). Aunque había nacido en USA, procedía de una de las muchas familias que llegaron a ese país, emigrando desde Alemania.

De hecho, en esa ciudad, se concentraron muchos inmigrantes alemanes y, durante muchos años, se dieron misas en alemán, igual que se enseñó ese idioma en algunos colegios o se publicaron periódicos en esa lengua. No obstante, en esa ciudad fue donde se compuso el himno de USA.

Los había de todo tipo: católicos, protestantes, judíos, etc. Concretamente, Henry pertenecía a la comunidad católica.

Entre los muchos descendientes de alemanes, nacidos en esa ciudad, yo destacaría algunos, como la famosa violinista Hilary Hahn o el actor David Hasselhoff, famoso por ser el protagonista de la serie El coche fantástico.

Por lo visto, nuestro personaje, estuvo trabajando como administrativo en el Banco Nacional de Baltimore. Incluso, ingresó en una sociedad católica, llamada Los caballeros de Colón, que se dedica a apoyar a todos los inmigrantes católicos.

En 1914, cuando estalló la I Guerra Mundial, nadie obligó a los ciudadanos USA a combatir en ella, pues su país no participaba en ese conflicto.

Sin embargo, en 1917, USA le declaró la guerra a Alemania y muchos jóvenes de ese país se alistaron voluntariamente para ir a combatir a Europa.

Unos meses más tarde, Henry fue reclutado y asignado a un regimiento de Infantería. No sé si es que no se fiarían de su ascendencia alemana, lo cierto es que lo destinaron a una unidad que se encargaba de suministrar los uniformes a las tropas. Eso sí, le ascendieron a sargento.

Poco tiempo después, su unidad fue enviada a Francia, donde pudo ver de cerca el horror de la guerra y las malas condiciones en que se desenvolvían los combatientes. No olvidemos que hubo miles de casos del llamado pie de trinchera. Una enfermedad que afectaba gravemente a los pies, por tenerlos durante horas metidos en el barro o, directamente, en el agua.

Así que en una de las cartas que le envió a un amigo, le aconsejó que no se alistara por las malas condiciones con las que se vivía en el frente.

Como siempre ocurre en todas las guerras, antes de ser enviada, toda la correspondencia es revisada por censores. Así que allí encontraron esas críticas a la vida militar. Cosa que no hizo ninguna gracia a sus mandos y eso dio lugar a que lo degradasen de sargento a soldado. También que lo trasladasen desde esa unidad tan cómoda a otra que combatía en primera línea.

Parece ser que eso lo trastornó y es posible que tuviera que aguantar algún menosprecio a causa de su origen alemán.

Lo cierto es que el 11/11/1918 se firmó el armisticio a las 5 de la madrugada en un vagón de tren en Compiègne.

Por lo visto, los alemanes pidieron un alto el fuego inmediato. Sin embargo, el mariscal francés Foch se negó a ello y sólo se llegó al acuerdo de que fuera el día 11/11 a las 11 de la mañana.

Evidentemente, esto fue transmitido a todas las unidades. Así que los soldados ya lo estaban celebrando.

Sin embargo, los mandos de los ejércitos aliados ordenaron una última ofensiva contra las líneas alemanas.

Aunque parezca mentira, durante esa mañana murió más gente que la media de los días anteriores. De hecho, entre los dos bandos, hubo 10.944 bajas, de las que 2.738 correspondieron a muertos en combate.

Curiosamente, algunos autores afirman que, si los aliados hubieran aceptado la propuesta alemana de firmar un alto el fuego el 08/11 de ese año, se hubieran salvado de la muerte unos 7.000 soldados.

El general Pershing, jefe de las fuerzas expedicionarias USA, no estaba nada contento con el armisticio y era partidario de machacar a fondo a los alemanes. Así que ordenó un bombardeo de Artillería de las líneas alemanas para no tener que llevarse esos proyectiles a casa.

Curiosamente, uno de los que efectuaron esos disparos en el último
día de la guerra, fue el futuro presidente USA Harry S. Truman, que era capitán y jefe de una batería de Artillería.

Algunos decían de este político que fue el hombre que realizó los últimos disparos en las dos guerras mundiales, porque también fue el que ordenó el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Japón.

Volviendo a nuestro personaje de hoy, ese día se encontraba con su unidad cerca de las trincheras enemigas. Quedaban pocos minutos para que fueran las 11.00 de la mañana y ya no se producían disparos.

Sin embargo, Henry caló la bayoneta en su fusil y, de pronto, salió corriendo hacia las trincheras enemigas a pesar de que sus compañeros le gritaban para que volviera.

Parece ser que, en un primer momento, los alemanes no quisieron matarle y le dispararon por encima de su cabeza. Sin embargo, como vieron que no paraba y también les disparaba, le dispararon una ráfaga con una ametralladora, lo que le ocasionó la muerte.

Por lo visto, se hallaba muy resentido por su degradación a soldado y quería demostrar a todos que era una persona valiente y leal a USA a pesar de su origen alemán, porque pensaba que, a la vuelta, sería visto como un traidor en su propio país.

Murió justo a las 10.59 de ese mismo día. Se considera el último soldado muerto en el frente europeo, durante la I Guerra Mundial.

Hay que decir que la guerra continuó en África unos 15 días más a causa de la dificultad de las comunicaciones. Por ello, la noticia no llegó a tiempo.

Henry fue condecorado y ascendido, póstumamente, a su anterior grado de sargento. Desgraciadamente, sólo tenía 23 años cuando murió.

El cadáver de Henry fue enterrado en un cementerio militar en Francia y hasta 1923 no fue trasladado a USA, donde fue enterrado en un cementerio de Baltimore.

El 11/11/2008 se inauguró un monumento en el preciso lugar en el que murió Henry. Dos años más tarde, la Sociedad alemana de Baltimore colocó una placa conmemorativa en el lugar donde está enterrado.

 

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martes, 1 de noviembre de 2022

RAMÓN CASANELLAS, UNO DE LOS ASESINOS DE EDUARDO DATO

 

Hoy voy a retomar el tema del asesinato de Eduardo Dato, al que ya dediqué otro de mis artículos, con uno de los personajes que cometieron ese magnicidio.

El personaje de hoy se llamaba Ramón Casanellas Lluch. Todos coinciden en que nació en 1897. Sin embargo, unos dicen que fue en Barcelona, mientras que otros afirman que fue en San Sadurní de Noya, una localidad de la misma provincia, muy famosa por su producción de cavas o champán.

Nació en el seno de una familia muy modesta. Su padre fue confitero y su madre, costurera.

Lo cierto es que, como antes era costumbre, empezó a trabajar desde muy niño en una empresa metalúrgica. Sin embargo, también, por esa época, ya colaboraba con organizaciones anarquistas, transportando armas y municiones en las cestas de la comida, que llevaba a los obreros. Supongo que lo elegirían, porque los guardias no sospecharían de un niño.

Vemos que no se perdía ni una y también se afilió a la CNT. Así que en 1909 ya estuvo luchando en una barricada, durante la infame Semana Trágica de Barcelona.

También participó en los hechos de 1917 y, debido a ello, tuvo que exiliarse en Francia. Sin embargo, regresó en 1919, debido a una amnistía decretada por el Gobierno.

En aquella época, se vivía una situación muy violenta en Barcelona, debida a los continuos atentados y tiroteos entre los pistoleros de la patronal y los de los sindicatos.

Todo eso ya lo mencioné en mis artículos sobre el comisario Manuel Bravo Portillo y el barón de Koening.

Parece ser que Casanellas también tuvo mucha amistad con el dirigente anarquista Salvador Seguí, el Noi del Sucre, que fue asesinado en 1923, por los pistoleros de la patronal.

En 1921, se unió a dos militantes anarquistas para una operación de mucha envergadura. Se trataba de asesinar el presidente del Consejo de Ministros, que es cómo se llamaba entonces ese cargo, Eduardo Dato.

Sus cómplices fueron Pedro Mateo Cuisidó, miembro de la CNT, y Luis Nicolau i Fort, perteneciente a la FAI.

Parece ser que ese atentado era una venganza por la muerte de Francesc Layret y por la muerte de varios anarquistas, que habían sido torturados salvajemente en la Cárcel Modelo de Barcelona. También porque fue el que autorizó la aplicación de la llamada “ley de fugas”, por la que la Policía mató a algunos detenidos, alegando que quisieron escapar.

Como ya mencioné en mi anterior artículo sobre Eduardo Dato, hay cosas que se me antojan muy extrañas en ese asesinato.

En principio, se trataba de 3 jóvenes obreros, entre 23 y 28 años, que se trasladan a Madrid y se ve que tienen dinero. Lo que no sé es dónde procedería. Se me ocurren 3 alternativas. Una podría ser de las cuotas sindicales. No hay que olvidar que la CNT presumía de tener un millón de afiliados. Otra podría ser de atracos a Bancos y, por último, de alguna persona, que no quisiera figurar y que le hubiera encargado este asesinato a la CNT.

Me da la sensación que sería la última, porque Dato introdujo una legislación que favorecía a los trabajadores y además impuso el Seguro Obligatorio de Enfermedad. Algo que no gustó nada a muchos empresarios.

Curiosamente, esta gente no se escondía. Incluso, uno de ellos fue con su novia. Alquilaron dos pisos, en el barrio de Ventas, en Madrid. Incluso, compraron una moto con sidecar bastante cara, pagándola al contado. Hay unas versiones que dicen que la compraron en Barcelona y otras en Madrid.

Con ella, mucha gente les ve, haciendo prácticas en la misma Puerta de Alcalá, con unos giros temerarios, que llaman mucho la atención de los paseantes. Curiosamente, Casanellas, que era el que conducía la moto, era bastante miope.

Así llegamos a la tarde del atentando. El 08/03/1921, los 3 estuvieron esperando, sentados en la moto, la llegada del coche oficial, donde solía viajar Eduardo Dato, camino de su casa.

Eduardo Dato vivía en un edificio situado al principio de la calle Lagasca, frente a la iglesia de San Manuel y San Benito. Esa iglesia de estilo bizantino, que está frente al Parque del Retiro.

Hay que aclarar que, hasta 1928, en Madrid, se conducía por la izquierda y las calles no tenían los mismos sentidos de la circulación que ahora. Así que en su recorrido subía la calle de Alcalá hasta la Puerta de Alcalá y luego giraba hacia Serrano, para luego torcer a la derecha y entrar en la calle Conde de Aranda, llegando hasta Lagasca, donde volvían a girar a la derecha para dejarlo en su domicilio.

Ese día, Dato se retrasó, debido a una reunión en el Senado. Como acostumbraba, venía en un coche del Ejército, que no estaba blindado y que carecía de escolta por decisión del propio Dato. Dentro del coche sólo iban el chófer, un ayudante y Dato.

Así que el atentado fue muy sencillo. Sobre las 20.15, la moto con sidecar se puso detrás del coche y luego al lado y con unas pistolas ametralladoras dispararon sobre el automóvil. Le alcanzaron 18 balazos, pero sólo 3 de ellos, alcanzaron a Dato, provocándole la muerte. El ayudante resultó levemente herido, mientras que el chófer resultó ileso.

Enseguida, huyeron con la moto a toda velocidad y casi atropellan a un peatón, que estaba cruzando la calle.  Por lo visto, ese detalle lo contó un carretero a la Guardia Civil y les sirvió para encontrar el garaje, donde estaba la moto, en la calle Arturo Soria.

Pocos días después, consiguieron detener a Pedro Mateu. Unas versiones dicen que fue en Madrid y otras que en Barcelona.

En cambio, Luis Nicolau y Ramón Casanellas consiguieron huir al extranjero. Sin embargo, el primero fue localizado y detenido en Alemania. El Gobierno español consiguió su extradición. Se ve que antes nos respetaban en Europa más que ahora.

Posteriormente, se celebró un juicio donde los tres fueron condenados a muerte, pero se les conmutó esa pena por la de cadena perpetua. Evidentemente, Casanellas fue condenado en rebeldía, porque se hallaba refugiado en la URSS. Un país con el que España no mantenía relaciones diplomáticas.

Hay quien dice que a Casanellas, que fue el que conducía la moto y no disparó contra Dato, lo ocultó un personaje llamado Óscar Pérez Solís.

Éste era un tipo con una biografía casi increíble. Empezó siendo oficial de Artillería, donde alcanzó el empleo de capitán. Sin embargo, en 1912, dejó el Ejército para afiliarse al PSOE, con el que llegó a ser elegido alcalde de Valladolid. Sin embargo, como era un tipo al que no le gustaba la vida tranquila, pronto dimitió de ese cargo y se fue del partido.

En 1921, fue uno de los fundadores del antiguo PCOE, que luego se fusionó con el PCE. Eso le llevó a permanecer encarcelado un par de años, durante la dictadura del general Primo de Rivera.

Unos años después de su salida de la cárcel, se afilió nada menos que a Falange y hasta participó en la guerra civil, dentro del bando nacional. Incluso, fue nombrado jefe del CONS, el sindicato de la Falange.

Como habréis visto, merecía la pena hacer un apartado para narrar, muy por encima, la vida y milagros de ese curioso personaje.

Pues, según dicen algunos, fue Óscar Pérez el que ocultó, 

durante unos días a Casanellas en una modesta vivienda del barrio de Tetuán, en Madrid. Todo un detalle, porque el Gobierno ofrecía una recompensa de 1.000.000 Ptas. de aquella época por dar alguna información para su captura. Allí estuvo unos días, hasta que pasó el revuelo y se limitó a irse por la carretera hacia la frontera.

En 1931, tras la proclamación de la II República, sus dos compañeros fueron liberados y hasta les hicieron un homenaje. Posteriormente, ambos se fueron a vivir a una localidad de Gerona, hasta que estalló la guerra civil, en la que estuvieron combatiendo dentro de la Columna Durruti.

Parece ser que Nicolau murió al final de la guerra en una localidad del Pirineo catalán. Unos dicen que fue fusilado por no obedecer una orden de un oficial, por los propios

republicanos. Mientras que otros afirman que fue fusilado por los nacionales.

En cambio, Pedro Mateu, consiguió exiliarse en Francia, donde luego luchó en la Resistencia contra los alemanes. Allí vivió exiliado hasta su muerte.

Volviendo a nuestro personaje de hoy, parece ser que se alistó como marino en un buque mercante, para pasar, posteriormente, a prestar sus servicios, como mecánico, en la Armada francesa.

Curiosamente, el Gobierno francés, ordenó que una flotilla fuera al puerto de Jerson para apoyar desde allí a las tropas zaristas, que luchaban, en la guerra civil rusa, contra los bolcheviques.

Parece ser que allí fue donde Ramón conoció a una mujer llamada María Fortus, que ya era una agente comunista. Estuvieron mucho tiempo juntos y de esa relación nació un varón, llamado también Ramón. Posteriormente, el Gobierno francés dio a su flotilla la orden de retirada y la pareja se separó.

Ella continuó con su labor revolucionaria, durante la guerra civil rusa, donde pasó mil aventuras. Incluso, fue fusilada, pero milagrosamente, la bala que le dispararon 

rebotó en un gran botón de bronce de su vestido y sólo la hirió.

Unos años después, la pareja coincidió en la Universidad Comunista de los Trabajadores del Este, un centro donde preparaban a los mandos del PCUS. Entonces se casaron. Ramón también hizo el curso de piloto militar y le dieron el empleo de comandante.

Deberían de tener mucha escasez de alumnos, pues es muy llamativo que admitieran a un tipo tan miope para ser piloto. Aunque también tenía fama de ser muy temerario.

En 1929, el PCUS envió a Ramón a México y otros países de América para fundar diversas organizaciones comunistas en ese continente. Para no llamar demasiado la atención, en esos países también estuvo trabajando como mecánico.

En 1932, fue enviado a España, a donde llegó también María. Ella ahora trabajaba como espía del NKVD, después llamado KGB.

Ese mismo año, se le encargó a Ramón la dirección del Partido Comunista de Cataluña (PCC). Parece ser que las órdenes recibidas desde Moscú eran que debía de fusionarlo con el PCE. Algo que no gustaba nada a los afiliados catalanes. Sin embargo, en esa época, se hizo muy amigo del anarquista Buenaventura Durruti.

Parece ser que también le aplicaron la amnistía, al igual que a sus compañeros. No obstante, le consideraron extranjero, por haber estado en el Ejército soviético. Así que, cuando iba a dar un mitin en Sevilla, fue detenido y expulsado del país. Sin embargo, volvió para residir clandestinamente en Barcelona.

En marzo de 1933 fue reconocido por unos policías en Barcelona. Consiguieron capturarle y lo encerraron en la Cárcel Modelo de esa ciudad hasta octubre de ese año.

El 25/10/1933, cuando se trasladaba en su moto, desde Barcelona a Madrid, para una reunión del Comité Central del PCE, acompañado del también dirigente comunista Francisco del Barrio Navarro, sufrieron un accidente de tráfico en el que murieron ambos.

Parece ser que la moto se la prestó otro afiliado a su partido y, para mayor seguridad, ambos llevaban documentación falsa.

Nunca ha estado muy claro lo que ocurrió. Sin embargo, siempre se pensó que podría tratarse de un sabotaje. Incluso, se produjo una gran desconfianza de 

los afiliados a ese partido hacia los líderes del mismo.

Parece ser que los únicos que sabían que los fallecidos habían decidido pasar antes por Igualada eran los líderes de ese partido.

De hecho, sucedieron muchas cosas extrañas. Por ejemplo, el conductor del coche, que era propiedad de un empresario barcelonés, pero no lo conducía él, aunque se chocaron de frente contra su vehículo, no se paró a auxiliarles.

En cambio, paró más adelante en un control de la Guardia Civil, cuyos agentes, tras contarles lo ocurrido, no le impidieron que continuara su viaje hacia Barcelona.

El escándalo y las sospechas llegaron a tal extremo que el propio empresario, Josep Tió Piñol, propietario del coche, se presentó en la sede del PCC, acompañado por su abogado, para dar todo tipo de explicaciones a los lideres de ese partido.

Hace pocos años, José del Barrio, hermano de uno de los fallecidos, amplió algunos datos de ese accidente. Parece ser que los forenses dijeron que los cráneos de las víctimas estaban demasiado machacados, como si alguien los hubiera rematado, dándoles golpes con un pedrusco.

Por lo visto, nunca se hizo público el nombre del conductor del vehículo, porque se trataba de un miembro de una organización fascista catalana.

También hubo un testigo. Se trataba de un campesino, que trabajaba en esa zona y vio que la moto circulaba correctamente por su derecha, mientras que el coche iba a gran velocidad por el centro de esa carretera, que no era muy ancha.

En el caso de María, fue llamada a la URSS. Sin embargo, volvió a España, tras el estallido de la guerra civil. Hay que decir que su hijo Ramón también se hallaba aquí, realizando labores de adoctrinamiento entre las juventudes comunistas.

Como muchos otros países, España no mantenía relaciones con la URSS. Sin embargo, cambió de política en 1933 y ambos países decidieron intercambiar sus embajadores.

El primero de ellos fue Anatoli Lunacharski, un ideólogo comunista al que ya dediqué otro de mis artículos. Sin embargo, falleció antes de llegar a Madrid.

Posteriormente, enviaron como embajador a Marcel Rossemberg y como cónsul general en Barcelona a Vladimir Antonov Ovseienko. Junto a ellos, vinieron un grupo de agentes del NKVD, capitaneados por Alexander Orlov, al que también dediqué otro de mis artículos.

María figuraba como traductora de uno de los generales, que llegó como asesor del Ejército republicano. Sin embargo, era una espía a las órdenes de Orlov.

Realmente, vinieron a la caza de comunistas trotskistas en España, como los militantes del POUM, liderados por Andreu Nin.

Pusieron tanto celo en su trabajo que hasta llegaron a fichar a 
miembros de las Brigadas Internacionales, como George Mink, para que investigasen entre sus compañeros, los localizaran y los mataran. Cosa que hicieron en múltiples ocasiones y algunas de ellas delante de todo el mundo.

María participó en varias operaciones de Inteligencia. En una de ellas, los bombarderos republicanos consiguieron destruir varias aeronaves nacionales en las pistas de la base aérea de León.

Por el contrario, su hijo Ramón, que luchó como piloto en el bando republicano, murió en un combate aéreo sobre Zaragoza.

Posteriormente, María regresó a la URSS y participó en la II Guerra Mundial. Había estudiado en la prestigiosa academia militar Frunze y se dedicó, con notable éxito, a labores de Inteligencia y sabotaje, tras las líneas enemigas.

Durante la posguerra, estuvo destinada en el Ejército soviético de ocupación en Austria y se casó con uno de sus colegas.

Se jubiló con el empleo de coronel y luego se dedicó al campo de la Sociología, impartiendo conferencias en varias ciudades de la URSS. Murió en 1981.

 

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