ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

martes, 30 de mayo de 2023

EL MISTERIO DE ETTORE MAJORANA

 

Estoy seguro de que, al leer el título de este artículo, a la mayoría de la gente, no le haya sonado este nombre de nada. He de decir que, hace unos pocos meses, a mí me ocurrió lo mismo. 

 

Ettore Majorana nació en Catania (Sicilia, Italia) en 1906. Parece ser que nació en el seno de una familia con grandes inquietudes intelectuales. 

 

Su abuelo, Salvatore, fue abogado, senador, profesor universitario y ministro. Quirino, tío de Ettore, se graduó en ingeniería con sólo 19 años y en Física y Matemáticas con 21. También fue profesor universitario. 

 

Otro familiar, llamado Ángel Majorana, acabó la carrera de Derecho con 16 años y luego se doctoró muy pronto. Siendo profesor de Derecho en 3 universidades. A los 29 años fue rector de la Universidad de Pavía y, posteriormente, ministro de Finanzas. 

 

Fabio fue el padre de Ettore. También se graduó, con sólo 19 años, en Ingeniería y luego en Física y Matemáticas. Se especializó en telefonía, que era de lo más moderno en aquella época. Fue director de la Compañía Telefónica de Catania y luego obtuvo un alto cargo en el Ministerio de Comunicaciones. 

 

Ettore tuvo 2 hermanos y 2 hermanas. Durante su infancia, no fue al colegio,

sino que fue educado por su padre y su abuelo. 

Con sólo 4 años, aprendió a resolver operaciones matemáticas, como las raíces cuadradas. Parece ser que también se le daba muy bien jugar al ajedrez. 

 

En 1921, su familia se mudó a Roma y fue entonces cuando lo matricularon en un colegio de los jesuitas. Allí coincidió con algunos alumnos, que luego fueron colegas suyos, como Emilio Segrè. 

 

En 1922, se graduó el famoso Enrico Fermi en la Universidad de Pisa. Era sólo 5 años mayor que Majorana y tuvo una gran relación con nuestro personaje. Posteriormente, se trasladó a Alemania, para ampliar sus estudios. 

 

En ese mismo año, se matricularon Majorana y Segrè en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de la Sapienza, en Roma. 

Parece ser que allí conocieron a Fermi. Éste daba clases en Florencia, pero, en algunas ocasiones, le invitaban a dar charlas en otras universidades y dio algunas en la suya. 

 

Por lo visto, los físicos italianos estaban un poco atrasados. Sin embargo, cuando Fermi regresó de Alemania, se dedicó a explicarles las nuevas tendencias como la Mecánica cuántica. 

 

Supongo que estas charlas fueron las que les hicieron cambiar de opinión, tanto a Segrè como a Majorana, para abandonar sus estudios de Ingeniería Industrial y dedicarse de lleno a la Física.

 

En los últimos años de la carrera, ambos amigos estuvieron haciendo prácticas en el laboratorio de Física de Fermi, sito también en Roma, donde realizaban investigaciones sobre la estructura del átomo. A este grupo le llamaban los muchachos de la calle Panisperna, que era el lugar donde estaba situado ese centro. También le llamaron el Grupo de Roma.

El trabajo que desarrolló Fermi en ese laboratorio dio lugar a muchos descubrimientos. Todo ello le valió el Nobel de Física en 1938.

 

Por el contrario, Majorana, se dedicó a la Física teórica, llegando a publicar varios artículos sobre el tema. Incluso, se decía que dominaba las Matemáticas mejor que Fermi.

 

Majorana se graduó en 1929 con la máxima nota y cuando ya había cumplido los 23 años y, poco después, le fue aprobada su tesis doctoral, que trataba sobe los núcleos radiactivos.

 

Parece ser que siempre fue un hombre superdotado, que estaba siempre

resolviendo problemas matemáticos, incluso, los resolvía de cabeza, sin necesidad de apuntes.

Era una persona generosa, al que le gustaba ayudar a sus amigos a resolver sus problemas y veía a la Ciencia como una forma de resolver los problemas de la gente y no al contrario.

 

No obstante, siempre se mostró remiso a publicar sus trabajos. Sólo se conocen 9, que fueron publicados entre 1928 y 1937. Sin embargo, sus teorías fueron muy bien acogidas por la comunidad científica.

 

Su nombre se asocia a los neutrinos de Majorana, unas partículas que son sus propias antipartículas y que podrían tener relación con la llamada materia oscura.

 

Parece ser que le apodaron el gran inquisidor, porque era una persona muy perfeccionista. Tanto para los demás como para sí mismo.

 

En 1933, Fermi le consiguió una beca para viajar a Alemania, dotada por el Consejo Nacional de Investigación.

 

En Leipzig conoció al famoso Heisenberg, premio Nobel de Física en 1932. Aprendió mucho con él y les unió una buena amistad. Parece ser que también le animó a publicar más a menudo, pero tampoco le hizo caso.

En 1933, regresó a Italia, pero ya no era el mismo. Estaba enfermo. Sufría una gastroenteritis aguda y agotamiento nervioso. Así que tuvo que someterse a una dieta muy estricta, lo cual hizo que su carácter fuera aún más introvertido.

 

No sé qué le habría ocurrido, pero me da la impresión de que descubrió que en Alemania estaban usando esos conocimientos sobre el átomo para utilizarlos en una próxima guerra. No olvidemos que Heisenberg era el máximo responsable del programa nuclear de Alemania. 

O sea, la construcción de una bomba atómica.

Esto le afectó mucho a Majorana, el cual, durante unos años, se desentendió de la Física y se interesó por otras cosas, como la Economía, la Filosofía o la Política.

 

Por fin, en 1937, se decidió por encauzar su vida y fue nombrado profesor de Física Teórica en la Universidad de Nápoles.

 

Parece ser que no tuvo mucho éxito, porque sus clases tenían un nivel demasiado alto y muchos de sus alumnos no podían seguirle.

 

A finales de enero de 1938 le mandó una carta a su hermano para que le transfiriera el saldo de su cuenta bancaria en Roma a otra que tenía en Nápoles.

 

El 12/03/1938 fue a visitar a su familia en Roma. Esa sería la última vez que lo verían.

 

El 25/03 envió una extraña carta a su familia, donde les decía: “Sólo tengo un deseo: no vistan de negro por mí. En caso de que deseen o deban, por las costumbres sociales, usen otra señal de luto, pero no más de 3 días. Luego sólo deberé quedar en sus recuerdos y, si son capaces de hacerlo, olvídenme”.

 

También le envió otra carta al decano de su Facultad, Antonio Carrelli, en la que le decía: “He tomado una decisión inevitable. No hay en ella egoísmo. Pero sé que mi inesperada desaparición será un inconveniente para usted y los estudiantes”.

 

A las 17.00, fue a coger un barco con destino a Palermo. Estuvo 

hospedado en el Grand Hotel Solé de esa capital. Desde allí, le envió un telegrama al decano, en la que decía que había cambiado de idea.

El día 26/03, le envió una carta muy extraña, en la que le decía: “El mar me rechazó sin remedio. Regresaré mañana al Hotel Boloña (el lugar donde se hospedaba en Nápoles). Pero dejo la enseñanza. Estaré a su disposición para darle más detalles”.

 

En la tarde de ese mismo sábado se le vio cogiendo el barco, que hacía el recorrido entre Palermo y Nápoles. Pero ahí es dónde se le pierde la pista.

 

Parece ser que un pasajero de ese barco, al principio, admitió haber viajado con él, aunque luego dijo no estar muy seguro de que fuera él.

 

Sin embargo, una enfermera que le conocía admitió haberle visto paseando por las calles de Nápoles el 26/03.

 

Incluso, el propio Enrico Fermi acudió a Mussolini para que pusiera más medios para buscarlo, ya que, según le dijo, se trataba de un genio a la altura de Newton o Galileo. Aún así, nunca se le encontró.

 

Surgieron muchas hipótesis y algunas pistas. Como su foto apareció en todos los periódicos, algunas personas llamaron a las autoridades. El abad de un monasterio en Nápoles dijo que un joven con ese mismo aspecto había acudido allí para que se le admitiera como huésped. Como el abad no parecía muy convencido, el joven se fue.

 

Otro abad de otro convento contó una historia parecida. En ese caso, el joven se marchó porque no fue admitido.

 

Surgieron otras pistas, como la del físico chileno Carlos Rivera. Éste contó que había vivido en Buenos Aires en los años 50. La anciana del lugar donde se hospedó vio que él tenía, entre sus cosas, unos artículos de Majorana y le dijo que su hijo conocía a un hombre que se llamaba así. Pero no lo encontró.

 

Incluso, en los años 60, un camarero de un restaurante le informó que solía ir por allí un cliente que se llamaba así y se pasaba el rato escribiendo fórmulas en las servilletas de papel. Pero tampoco lo encontró.

 

En los años 70, Blanca Mora y Araujo, viuda del escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de Literatura en 1967, visitó Italia.

 

Al enterarse de que la familia de Majorana había retomado su 

búsqueda, comentó que, en los años 60, tuvo conocimiento de que alguien con ese nombre era muy amigo de dos hermanas llamadas Eleonora y Lilo Manzoni Cometta. Todos ellos residían en Buenos Aires.

 

Parece ser que Majorana tenía mucha amistad con Eleonora por el hecho de ser profesora de Matemáticas.

 

Sin embargo, la viuda de Asturias dijo no saber nada más y los remitió a hablar con su hermana o con Lilo, ya que Eleonora había fallecido. Estas dos personas tampoco quisieron dar más datos.

 

Ciertamente, hubo muchas más hipótesis. Como que se hallaba trabajando en una bomba atómica para la URSS. Incluso, que estuvo en Venezuela en la década de los 50 con un nombre falso.

 

En cierta ocasión, Fermi dijo: “Si, verdaderamente, Ettore Majorana hubiera decidido desaparecer sin dejar rastro, lo habría hecho fácilmente, con una inteligencia como la que poseía”.

 

El mismo Leonardo Sciascia publicó en 1957 una novela titulada “El caso 

Majorana”. En ella, exponía la hipótesis de que el físico se había dado cuenta del enorme potencial bélico de la energía nuclear y no quería facilitar la bomba para que la usara Mussolini.

 

En 2006, con motivo del centenario de su nacimiento, se creó la Medalla Majorana para premiar trabajos de Física teórica.

 

En 2011, la Fiscalía de Roma reabrió el caso en base a las declaraciones de unos testigos. Parece ser que encontraron ciertas similitudes entre la cara de una persona, que aparece en una foto tomada en Buenos Aires en los años 50 y la suya.

 

También afirmaron que era muy posible que hubiera vivido en la ciudad de Valencia (Venezuela), entre los años 1955 y 1959 con un nombre falso.

 

Por ello, como creen que se fue voluntariamente, no han apreciado ningún tipo de delito y han cerrado oficialmente el caso.

 

 

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domingo, 28 de mayo de 2023

LA HORRIBLE MUERTE DE LUIS DE SIRVAL

 

De vez en cuando, nos enteramos de la muerte de algún periodista. Sobre todo, de esos reporteros que acuden a cubrir algún conflicto bélico.

Hoy vamos a ver que no es una cosa de ahora, sino que viene de muy atrás, porque, como siempre se ha dicho, la primera víctima de una guerra es la verdad y no conviene que nadie la cuente.

El nombre de nuestro personaje de hoy no es el que figura en el título de este artículo, sino que ese era su seudónimo.

Su nombre real fue Luis Higón Rosell. Nació en 1898 en Valencia. Su padre era británico y su madre, española.

Desde muy joven se sintió atraído por el periodismo, comenzado por realizar algunas colaboraciones en periódicos de su ciudad.

Posteriormente, se trasladó a probar fortuna en Barcelona, pero se ve que no le fue muy bien y no tardó mucho en marcharse de allí.

En 1922, lo tenemos en Madrid, donde empezó a escribir en el diario La Libertad. Allí conoció a grandes personajes, como Manuel Machado, Eduardo Ortega y Gasset, Luis de Zulueta, Pedro Barcia, etc.

En 1925, Juan March compró, a la vez, los periódicos Informaciones y La Libertad. Como Sirval era afín al republicanismo y March quería imponer una línea editorial antirrepublicana, no se encontró a gusto y se fue.

Lo siguiente que se le ocurrió fue fundar una agencia de prensa. Parece que tuvo bastante éxito, pues, muy pronto, tuvo como clientes a varios periódicos regionales.

No sólo les suministraba noticias, sino también artículos de opinión de firmas muy relevantes como Unamuno, Ramón J. Sender, Eduardo Zamacois, etc.

En 1931, al llegar la II República, le nombraron secretario personal del ministro de Industria, Félix Gordón Ordás, miembro del Partido Republicano Radical, al que también estaba afiliado Sirval.

Parece ser que también le enviaron a otros países, como Francia, Alemania o Italia para estudiar las formas de propaganda, que se utilizaban en esos diferentes regímenes políticos.

También fue subdirector de la revista ¡Justicia! y miembro del Sindicato de periodistas de la UGT, en Madrid.

En octubre de 1934 tuvo lugar la llamada Revolución de Asturias, que se produjo en casi toda España, pero que sólo tuvo cierto éxito en esa región. Fue un golpe de Estado del PSOE y demás partidos y sindicatos de izquierdas contra el Gobierno republicano.

Parece ser que las izquierdas querían adueñarse de la II República y no querían consentir que llegaran al poder los partidos de derechas.

Como he dicho otras veces, la II República vino por el apoyo conjunto de los grupos republicanos y los de izquierdas.

Así que se solaparon dos revoluciones juntas. Una era la liberal burguesa, que tendría que haberse dado en el siglo XIX en España. Tal y como se habían producido en otros países europeos. Por otro lado, estaba la revolución proletaria, cuyo modelo estaba en la antigua URSS.

Así que estaba muy claro que esta alianza de grupos políticos con pocas coincidencias ideológicas no iba a durar mucho.

Parece ser que Sirval no encontró a nadie en su agencia de noticias, que pudiera ir unos días a cubrir las informaciones sobre Asturias. Así que fue él.

El 21/10/1934 tomó en Madrid un tren hacia Oviedo. La revolución ya había sido, prácticamente, derrotada, sólo quedaban pequeños reductos que todavía resistían.

El Gobierno había declarado el estado de guerra y el general Franco, que era el jefe del Estado Mayor Central, no se conformó con enviar hacía allí tropas procedentes de
las provincias limítrofes, sino que también envió tropas de la Legión y de Regulares.

Parece ser que hubo más que discusiones entre el general López de Ochoa, al que se le había encomendado la jefatura de todas las unidades, que participaban en esta operación, y el teniente coronel Yagüe, jefe de las tropas venidas de África. El motivo era que al primero no le gustaba nada la forma en que las tropas de África estaban tratando a los prisioneros que habían sido capturados.

Ciertamente, Sirval llegaba con un poco de retraso, porque esa rebelión había comenzado el 3 de octubre de ese año. Supongo que los militares y policías pondrían todo tipo de trabas para que no acudiera la prensa para ver lo que estaban haciendo.

Oviedo, que era el bastión principal de los rebeldes, fue ocupada el 13/10 por las tropas republicanas. A partir de ese momento, la rebelión entró en declive y la represión ascendió hasta límites insospechados.

Parece ser que lo que se encontró es más propio de una película de terror. Oviedo era una ciudad destrozada por los combates y también porque los mineros habían dinamitado la catedral y la Universidad.

Había militares por todas partes. También muchas viudas recientes vestidas de negro o mujeres, que buscaban a sus maridos desaparecidos, tras su detención por los militares o la Policía. Incluso, en los alrededores de la ciudad, se topó con muchos cadáveres.

Según parece, al Gobierno republicano no le hizo ninguna gracia que llegaran esos periodistas, así que dispuso que cada uno de ellos fuera vigilado por un agente de policía de paisano.

Todo eso, a muchos periodistas, les parecía contrario a los ideales por los que lucharon desde el advenimiento de la II República.

Así que Sirval decidió patearse a fondo Asturias y se dio 
cuenta de lo que estaba ocurriendo. Incluso, llegó a tomar fotos de cuerdas de presos y de los desastres que iba viendo, pero la censura no permitió que las publicara.

Sin embargo, consiguió enviar dos reportajes. Uno se titulaba “Quince días de guerra bajo la enseña roja” y el otro “Manelín el ferroviario”. Supongo que eso pondría en guardia contra él a las autoridades militares.

Parece ser que consiguió hablar con varios legionarios, los cuales le contaron que un teniente llamado Dimitri Iván Ivanov había asesinado a sangre fría a una joven miliciana, llamada Aida de la Fuente.

Lo cierto es que hay diferentes versiones sobre este hecho. Unos dicen que Aida, que tenía 19 años, otros dicen que sólo tenía 16, era una simple mensajera. En cambio, otros afirman que disparó con una ametralladora, desde la fachada de la iglesia de San Pedro de los Arcos, en Oviedo, contra las tropas de la Legión, causándoles muchas bajas.

Así que unos dicen que, cuando llegaron a su posición, la hallaron ya muerta, mientras que otros afirman que sólo estaba herida y que, cuando un legionario se acercó y le exigió que se rindiera, ella le iba a disparar, pero él le disparó antes.

Curiosamente, en sus ropas se podían observar los agujeros producidos por 16 disparos. Además, se trataba de una menor de edad, porque entonces estaba fijada la mayoría en 21 años.

Por lo que se refiere al teniente Dimitri Iván Ivanov, unos dicen que era búlgaro, mientras que otros afirman que era ruso y que había combatido en la I Guerra Mundial y en la guerra civil rusa y que antes de haber estado en la Legión española había estado en la Legión extranjera francesa.

Como todas las noches, Sirval, solía acudir al Café Regina, en Oviedo, para cenar y tomar unas copas con sus colegas.

Parece ser que allí les contó aquella noticia y que, al día siguiente, la iba a enviar para su publicación.

Poco después, se fue a descansar al sitio donde se alojaba, que era la Pensión Flora. Uno de los pocos sitios que habían quedado intactos en Oviedo y donde también se alojaba un oficial de la Guardia de Asalto.

Unas horas más tarde, se presentaron en la pensión varios agentes policiales y se lo llevaron detenido. Curiosamente, le acusaron de ir indocumentado, cuando lo cierto es que llevaba varios carnets profesionales. En ella época todavía no existía el DNI.

También le incautaron el maletín, donde llevaba todos sus apuntes y su cámara fotográfica.

Incluso, despertaron a su mujer, que dormía en su casa, en Madrid, para registrar su domicilio. Sin darle ninguna explicación.

Al día siguiente, sábado 27/10, trasladaron a nuestro personaje a la Comisaría de Policía de Oviedo, ubicada en la planta baja del Gobierno Civil. Allí lo encerraron en una celda, sin luz y sin cama.

A las 4 de la tarde, oyó un gran revuelo, sin saber lo que ocurría fuera. Fue cuando llegaron 3 militares, uno de ellos era Ivanov y los otros, unos dicen que eran legionarios y otros que eran regulares.

Lo cierto es que el policía de guardia les abrió su celda. Entraron, le dieron una paliza. Parece ser que querían enterarse de quién le había contado eso sobre la muerte de Aida, pero él no dijo nada.

Posteriormente, estos militares, lo llevaron arrastrando hasta un patio trasero, donde le dispararon varias veces ocasionándole la muerte. Parece ser que su cadáver fue tapado con varias tablas de madera y dejado allí durante unas horas.

Por lo visto, este “espectáculo” fue visto por varios vecinos de los edificios que rodeaban ese patio.

Lógicamente, los periodistas no iban a dejar que este crimen quedara impune. Pronto se formó una comisión de intelectuales que exigieron que el Gobierno investigara este asunto.

Cinco meses después, fue detenido el teniente Ivanov, acusado de ese crimen. Sin embargo, los que le acompañaban no fueron procesados y sólo fueron citados como testigos.

Durante el juicio, celebrado en agosto de 1935, a pesar de que, Eduardo Ortega y Gasset, que era el abogado que defendía a la familia de Sirval, presentó 27 testigos, que confirmaron todos esos hechos, el tribunal dio por sentado que al teniente se le había disparado su pistola y sólo fue condenado a una leve pena de 6 meses y 1 día y 15.000 Ptas. de indemnización para la viuda, por un delito de homicidio por imprudencia temeraria. Posteriormente, esa sentencia fue ratificada por el Tribunal Supremo.

Lo cierto es que ni cumplió lo primero, ni pagó lo segundo. Incluso, el juez condenó a la viuda de Sirval, María de los Milagros Rubio Maldonado, a pagar las costas judiciales. Tampoco pudo recuperar el cadáver de su marido.

Eso de que se le disparase su pistola, parece un poco extraño para una persona que llevaba 19 años de servicio.

No está muy claro el final que tuvo Ivanov, algunos afirman que murió en el frente de Madrid, durante la guerra civil.

Parece ser que, según se dijo en el juicio, los oficiales que le acompañaron fueron Ramón Pando Caballero y Rafael Florit de Togores, pero, como ya he mencionado, no fueron procesados. De este último, sólo se sabe que fue detenido en agosto de 1936 en Madrid, pero no hay más datos.

El teniente Ivanov fue defendido por el abogado y catedrático, Ramón Prieto Bances, que también había sido ministro de Instrucción Pública, en un gobierno de Lerroux.

No fue el único periodista detenido en Asturias. El reportero Javier Bueno fue encarcelado, durante varios meses, y sometido a tortura, según se podía apreciar en las fotos aparecidas en la prensa de aquella época.

La sentencia fue tan escandalosa que, en abril de 1936, el propio fiscal general de la República, Alberto de Paz y Mateo, presentó una querella por prevaricación contra los componentes de ese tribunal. Hasta entonces, todos los intentos de los parlamentarios por obligar a definirse a Alejandro Lerroux, presidente del Gobierno, sobre este tema, habían fracasado.

Fue Félix Gordón Ordás el que animó a los intelectuales a que se manifestaran una y otra vez hasta conseguir que se revisara este juicio. Incluso, se realizaron varios mítines con miles de asistentes.

Por lo visto, el fiscal general argumentaba en su querella, que, tanto los jueces como el fiscal, habían alterado los hechos, a sabiendas de que lo hacían, para beneficiar al acusado. Supongo que siguiendo las directrices del Gobierno de Lerroux.

El juez instructor apenas tuvo tiempo para iniciar este proceso, pues, sólo unos meses después, se declaró la guerra civil y se archivó este asunto. Incluso, no se conservan los documentos de ese proceso.

Curiosamente, aunque muchos intelectuales firmaron un documento de protesta contra esa sentencia, José Ortega y Gasset, hermano de su abogado, se negó a hacerlo.

Por lo que respecta a su hermano Eduardo, abogado de la viuda de Sirval, su familia sufrió un atentado en su casa, aunque no hubo víctimas.

Casualmente, ese atentado se produjo el mismo día en que se presentó la querella por prevaricación contra esos jueces y el fiscal.

Curiosamente, los autores del atentado eran dos tipos, que habían militado en la FAI, pero que ahora trabajaban para la Falange, según contaron a la Policía.

Tampoco pagaron con una pena de cárcel, porque se beneficiaron de otra amnistía.

Posteriormente, Eduardo Ortega y Gasset, fue nombrado fiscal general de la República y quiso reabrir el caso, pero, desde el propio Gobierno, le advirtieron para que no lo hiciera.

Incluso, se enfrentó con el propio ministro de Justicia, Juan García Oliver, que era de la CNT, porque le exigía que retirase los cargos contra otro anarquista. Como Ortega se negó, el ministro le amenazó con volver a atentar contra él. Así que optó por irse con su familia al exilio.

Parece ser que los jueces que formaron parte de ese tribunal de Oviedo sí que hicieron carrera durante el franquismo.

Para finalizar, al general López de Ochoa, que, al principio de la guerra, se hallaba convaleciente en el Hospital Militar de Madrid, el haber mandado las tropas en Asturias le costó, literalmente, la cabeza.

 

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miércoles, 24 de mayo de 2023

LA VIDA SECRETA DE VIRGINIA HALL

 

Hoy voy a dedicar este artículo a la vida de una mujer a la que se le debe mucho, pero que apenas se conoce lo que hizo durante la II Guerra Mundial.

Virginia Hall nació en 1906, en Baltimore (Maryland, USA). Pa

rece ser que nació en el seno de una familia adinerada, pues su padre era banquero y sólo tuvo un hermano menor que ella.

Estudió en su ciudad y, posteriormente, en el Radcliffe College, que era como un anexo para mujeres estudiantes de la Universidad de Harvard, ya que, en aquella época, no se admitían mujeres para estudiar en esa Universidad. Allí estudió Economía y varios idiomas modernos. Algo que le fue muy práctico a lo largo de su vida. También estudió en varios países europeos para completar su formación.

En 1931 consiguió un trabajo como secretaria en la Embajada USA en Polonia. Posteriormente, fue trasladada al consulado USA en Izmir (Turquía).

En 1933, sufrió un accidente de caza. Parece ser que se le disparó la escopeta y le destrozó el pie izquierdo. Los médicos no pudieron curar esa herida y tuvieron que amputarle la pierna izquierda por debajo de la rodilla. Eso dio lugar a que tuviera que andar con una pierna de madera.

Más adelante, siguió trabajando como secretaria en los consulados de Venecia y en Tallin (Estonia).

No pudo realizar su sueño de convertirse en diplomática, pues, en aquella

época, no solían contratar mujeres para esos puestos. También argumentaron que no podría ejercer adecuadamente a causa de su minusvalía.

Curiosamente, en aquella época, el presidente USA, Franklin D. Roosevelt, sólo podía desplazarse en una silla de ruedas.

Supongo que esa negativa de sus jefes la frustró tanto que, en 1939, renunció a su puesto de trabajo.

En 1940, la vemos conduciendo ambulancias en la Francia, que estaba siendo invadida por las tropas alemanas. Allí conoció a un agente de la Inteligencia británica, el cual la puso en contacto con uno de sus jefes. Tras haber hablado con él, fue admitida en el famoso SOE (Servicio de operaciones especiales).

Después de un duro entrenamiento en el Reino Unido, fue una de las primeras mujeres enviadas por el SOE a Francia. Por lo visto, siempre fue una gran experta en la utilización de disfraces y maquillaje.

En un principio, se estableció en Lyon, ciudad desde la que organizó una red, que se dedicaba a facilitar la huida de judíos y pilotos aliados derribados. También mantuvo contactos con casas de prostitutas, que procuraban sonsacar información a los oficiales alemanes, para que ella informara a Londres.

Estuvo realizando esas actividades bajo la cobertura de ser una corresponsal del periódico USA New York Post. Podía residir allí, porque su país no había entrado todavía en la II Guerra Mundial.

Uno de sus mayores éxitos fue conseguir que huyeran unas decenas de agentes británicos, que habían sido capturados por las autoridades francesas de Vichy. Operación realizada en julio de 1942.

Evidentemente, esto no hizo ninguna gracia a los alemanes. Por ello, enviaron una gran cantidad de agentes a Francia y, especialmente, a Lyon.

Al principio, tuvo mucha suerte y consiguió zafarse de todos los que la perseguían. Sin embargo, un día contactó con ella un sacerdote católico, llamado Robert Alesch, natural de Luxemburgo. Parece ser que en Londres se fiaban de él, pero ella no lo tenía muy claro.

Estas sospechas se confirmaron, cuando Alesch dijo venir en nombre de la red Gloria. Sin embargo, ella se había enterado de que esa red ya había sido eliminada por los alemanes. Desgraciadamente, Alesch tuvo tiempo de conocer la lista de los contactos de Hall.

A principios de noviembre, el consulado USA en Lyon la avisó de que los Aliados iban a desembarcar en el norte de África. Pocos días después, las tropas alemanas también invadieron el territorio de la Francia libre de Vichy.

Así que no le quedó más remedio que huir, desesperadamente, hacia la frontera con España. Allí fue detenida por la Guardia Civil, por haber violado la frontera y llevada al campo de concentración de Miranda de Ebro. Otras fuentes dicen que estuvo encarcelada en la prisión de Figueras. No obstante, fue liberada, pocas semanas más tarde, gracias a la intervención del Consulado USA en Barcelona.

Por lo visto, uno de sus compañeros presos, consiguió enviar una carta en la que avisaba del encarcelamiento de nuestro personaje al mencionado consulado.

Durante unos meses, trabajó en Madrid para el Gobierno británico y luego se trasladó a Londres, donde fue condecorada con la Orden del Imperio Británico.

Posteriormente, el SOE no creyó oportuno que volviera a Francia, porque los alemanes habían puesto precio a su cabeza. Precisamente, el jefe de la Gestapo en Lyon era el infame Klaus Barbie.

Así que se le ocurrió dirigirse a la OSS, antecesora de la CIA, y allí la contrataron como agente para realizar servicios especiales.

Se la asignó dentro de un equipo, cuya misión era armar y entrenar a los maquis, que hacían la guerra por su cuenta contra los alemanes. Regresó a Francia en marzo de 1944 a tiempo de poder organizar a estos grupos para realizar sabotajes y facilitar de esa manera el famoso desembarco de Normandía, que se produciría en junio del mismo año.

Esta vez, se disfrazó como una anciana campesina, que se dedicaba a fabricar queso. Incluso, se lo vendía a los alemanes a fin de poder escuchar sus conversaciones. Además, hizo un gran esfuerzo para aprender a andar sin cojear.

También buscaron zonas seguras para lanzamiento de paracaidistas y escondites

para pilotos derribados y agentes en peligro.

Supongo que los muchos éxitos, que tuvieron sus grupos de maquis, realizando todo tipo de sabotajes contra los alemanes, fue lo que hizo que volvieran a contar con ella.

Esta vez, la enviaron al sur de Francia, a fin de preparar el desembarco aliado, que se produciría en agosto del mismo año.

Cuando ellos ya habían limpiado la zona de soldados alemanes, el alto mando de los Aliados, envió a los comandos de la llamada Operación Jedburgh. Se trataba de un numeroso grupo de comandos, procedentes de varios países del bando aliado. Su función era servir de enlace entre el alto mando y los grupos de maquis a fin de que fueran más eficaces en su lucha contra los alemanes.

Posteriormente, fue trasladada a Austria para hacer la misma labor

que había hecho en Francia, en su lucha contra los alemanes. Sin embargo, esta operación se canceló por la firma de la rendición alemana.

Durante la posguerra, regresó a Lyon y allí contactó con las personas que le habían ayudado en su misión, como en el caso de Germaine Tillion. Consiguió que el Gobierno británico les diera una pensión. Sin embargo, muchos de ellos, habían sido capturados y asesinados por los alemanes.

Por otro lado, el sacerdote Robert Alesch, cuyas denuncias habían ocasionado el encarcelamiento y el fusilamiento de muchos de ellos, fue capturado en Bélgica y luego extraditado a Francia. Allí fue juzgado, condenado a muerte y ejecutado.

En 1947 se unió a la recién fundada CIA. Sin embargo, sólo le permitieron realizar labores de oficina y, al año siguiente, dejó ese trabajo.

Sin embargo, en 1950, con la llegada de la Guerra Fría, fue de nuevo contratada y enviada a Francia para organizar grupos secretos de resistencia, ante una posible invasión de la URSS.

Estuvo en ello hasta 1966, cuando se jubiló por haber cumplido 60 años.

Previamente, en 1957, se casó con otro agente de la CIA, que había conocido, durante su segundo destino en Francia.

Así que, al llegar la edad de la jubilación, compraron una granja en una localidad de Maryland y allí residieron hasta la muerte de ambos. Ella murió en 1982 y él 5 años después.

Fue condecorada en varias ocasiones por USA, Reino Unido y Francia.

Siempre se negó a escribir sus memorias. Por eso, no se conocen os detalles acerca de sus misiones en Francia.


No obstante, su nombre fue incluido dentro del Salón de la fama del Cuerpo de Inteligencia militar de USA.

De hecho, fue considerada por muchos como la mejor agente aliada de la II Guerra Mundial, aunque en la CIA nunca quisieron ofrecerle puestos importantes por el hecho de ser mujer.

Incluso, el propio Klaus Barbie siempre la consideró la agente más peligrosa de todas y estuvo obsesionado con su captura.

También lleva su nombre una instalación de entrenamiento de la CIA y fue incluida dentro del Salón de la fama de las mujeres de Maryland, el Estado donde nació. El Museo Internacional del Espionaje también le ha dedicado una exposición permanente.

Incluso, en 2006, con motivo del centenario de su nacimiento, le rindieron homenaje los embajadores de Francia y el Reino Unido en USA y se inauguró en la Embajada francesa un cuadro, donde se la ve enviando mensajes por radio.

 

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