Hoy voy a dedicar este artículo a
la vida de un prestigioso militar que sufrió muchísimo durante la Guerra Civil.
De momento, no os cuento más para no estropearos la lectura.

Parece ser que su padre,
Leonardo, en su juventud, emigró a Filipinas, donde consiguió tener puestos de responsabilidad
en la Administración Pública.
No sé si tendría algo que ver en
ello su paisano, el famoso escritor D. Adelardo López de Ayala, que, en esos
momentos, era el Ministro de Ultramar.
Es posible que algunos se
pregunten por qué López de Ayala tiene dedicados una plaza y un teatro en
Badajoz, si nació en un pueblo de Sevilla. La respuesta es que Guadalcanal
siempre perteneció a Badajoz hasta 1833, cuando el ministro Javier de Burgos consiguió que
se aprobara la organización actual de las provincias españolas.
Seguro que también os sonará el
nombre de este pueblo por una terrorífica batalla que se dio durante la II
Guerra Mundial, en una isla del mismo nombre, situada en el Océano Pacífico. No
es una casualidad, sino que fue descubierta, en el siglo XVI, por un marino
originario de este mismo pueblo.

Parece ser que el padre tenía el
capricho de que sus hijos fueran militares. Con José no lo consiguió, pues ni
siquiera quiso estudiar. En cambio, Luis, llegó a ingresar en la antigua
Academia de Infantería, situada en Toledo, al igual que otros dos primos suyos.

También es posible que ello fuera
debido a que, en 1898, se perdieron las últimas colonias de Ultramar (Cuba,
Filipinas, Marinas, Guam, Puerto Rico, etc) y ya no hicieran falta tantos oficiales
en el Ejército.

En aquella época, para ser
oficial, sólo se necesitaba pasar tres cursos. No obstante, tanto la disciplina
como la dureza eran extremas. Como ejemplo, todos los días tenían que
levantarse a las 5 de la mañana y también tenían clases los domingos por la
mañana. Creo recordar que los frailes no madrugan tanto.


Posteriormente, es destinado a
una unidad radicada en Tarifa (Cádiz). Allí le pilla el inicio de la Guerra de África
y su unidad es una de las primeras destacadas en ese territorio.
Allí demostró, sin duda, su valor
ante el enemigo a causa de frecuentes combates contra los rifeños. Esto le
llevó a ser condecorado en diversas ocasiones.
En 1911, es ascendido a capitán y
trasladado a un regimiento con base en Alcalá de Henares (Madrid).

En 1915, consigue ser ascendido a
comandante por méritos de guerra. Algo muy común entre los militares destinados
en África.
Posteriormente, vuelve a ser destinado al mismo regimiento en que
comenzó su carrera militar, el cual seguía teniendo su base en Sevilla.

En 1917, se produce el fenómeno
de las Juntas Militares, originado por el descontento entre los militares destinados
en la Península y en África a causa de las grandes diferencias de sueldo entre
esos dos colectivos.
Precisamente, Castelló, es
elegido para representar a los militares de su zona ante la Junta de
Infantería, reunida en Barcelona, presidida por el coronel Benito Márquez
Martínez. Con ello, intentan presionar al Gobierno para que acceda a sus
peticiones.
No obstante, ese cargo no
debería de ser ningún regalo, pues, al año siguiente, el coronel Márquez, fue
sometido a un tribunal de honor y expulsado del Ejército. Desconozco si eso
tuvo que ver con su actuación en las Juntas.
Posteriormente, Castelló, es
destinado a Madrid, ya con el grado de teniente coronel, y allí pasa a ser
vocal de la nueva Junta, representando a la I Región Militar. Incluso, llega a
entrevistarse, más de una vez, con el rey para hacerle llegar las peticiones de
los militares. Parece ser que siempre tuvo una buena relación con Alfonso XIII.

Un año después de la proclamación
de la II República, Castelló es ascendido a general de brigada, destinado a
Madrid y, posteriormente, nombrado subsecretario del Ministerio de la Guerra.

Algunos autores llegan a afirmar
que este nombramiento estaría fundado en que, presuntamente, Castelló, era
miembro de la Masonería, igual que la mayoría de los diputados y los miembros
del Gobierno.
Castelló, permaneció en ese
puesto durante los siguientes tres años, hasta que fue cesado tras la llegada
al Gobierno del líder de la CEDA, José M. Gil-Robles.

A finales de 1935, es destinado a
Badajoz, en calidad de gobernador militar y jefe de la brigada, que tenía su
base en esa ciudad.
Con motivo del fallido golpe del
18 de julio, que dio lugar a la Guerra Civil, fue nombrado por el general
Miaja, ministro de la Guerra, jefe de la División Orgánica de Madrid. Curiosamente,
dejó a su familia en su casa de Badajoz. Un error que le costó muy caro.
Supongo que lo haría porque le parecería un lugar más tranquilo que Madrid.
Para su sorpresa, cuando llega a
Madrid, en plena Guerra Civil, es nombrado nuevo ministro de la Guerra.
Casualmente, nombró como asesor político al diputado socialista por Badajoz,
Juan Simeón Vidarte, que, además, era pariente suyo.

En algunas ocasiones, fue a
visitar el frente, donde se dio cuenta de que allí imperaba una completa
anarquía. Los milicianos no solían hacer caso a los oficiales y a más de uno lo
fusilaron, acusándolo de estar en connivencia con el enemigo.
Fue todo un error, el haber
dejado a su mujer y sus hijas en Badajoz, pues las tropas nacionales avanzaban
hacia esa ciudad y no tenía ninguna noticia de ellas.

Supongo que esto fue lo que le
provocó una honda depresión, la cual le hizo dimitir de su cargo. No me extraña
que le ocurriera eso, porque la situación que se vivía en esos momentos en
España era algo completamente incomprensible.


Las llevaron a un lugar seguro de
Sevilla y luego las retuvieron en un hotel, bajo vigilancia policial.
Posteriormente, la Policía las ingresó en la Prisión Provincial de Sevilla,
donde estuvieron unos 3 meses.
Parece ser que Queipo se interesó por ellas y
las sacó de la cárcel, llevándolas de nuevo a un hotel, donde residieron
durante varios meses. Todo ello, sin conocimiento de Castelló.

Dado que esa noticia llega pronto
a Sevilla, Queipo de Llano, libera a su mujer y sus hijas y las conduce bien escoltadas
por uno de sus ayudantes hasta Francia.
Allí se reúne toda la familia.
Desgraciadamente, a su mujer le detectaron un cáncer, que le provocará la
muerte a finales de 1939.
Tras la ocupación alemana de
Francia, Castelló es detenido por la Gestapo. Posteriormente, es trasladado a
España en abril de 1942, siendo encarcelado en una prisión militar.
Un año después, comparece ante un
Consejo de Guerra, el cual le condena a la pena de muerte. Sin embargo, la
misma le es conmutada por Franco. Tres años después, sería indultado y puesto
en libertad.
Mientras tanto, Castejón, se
había hecho cargo del traslado y la estancia de sus hijas en una pensión de
Madrid, durante el tiempo en que Castelló estuvo en prisión.
Más tarde, se reencontró con
ellas y se dedicaron a intentar recuperar sus bienes, que habían sido
incautados por el Gobierno franquista.
No sé si se recuperó bien de esa
depresión. Lo cierto es que, afortunadamente, vivió hasta los 81 años,
falleciendo en Madrid en 1962.
Todas las imágenes proceden de Google.es
Prueba de correo
ResponderEliminarEmpecé a leer tu artículo y vi que ya tienes 78 seguidores. ¡Muchas felicidades! Luego te hago un comentario.
ResponderEliminarMuchas gracias. Espero con ansiedad tu comentario.
EliminarBuenas tardes, Aliado. Me ha encantado tu artículo, y es porque, en vez de centrarlo en la Guerra Civil, tocas diferentes épocas en las que vive el protagonista, Luis Castelló.
ResponderEliminarEl lenguaje ha sido ligero y eso me ha animado a seguir hasta el final. Supongo que en todos esos conflictos en los que participó Castelló hubo más casos como el suyo, aunque imagino que no se pudo ayudar a todos. Has conseguido que se me quedara muy mal cuerpo cuando hablabas de las niñas, da la impresión que se quedaban solas en algún momento. Supongo que realmente fue así. Malditas guerras.
La verdad es que este hombre, prácticamente, no participó en la Guerra Civil.
EliminarDesde luego, hubo más casos, porque esta fue una "guerra geográfica" y pilló a muchas familias separadas, porque empezó en pleno verano.
Te podría comentar otros casos, como el hijo de Largo Caballero, una hermana de Queipo, la familia de Miaja, etc. Casi todos ellos, fueron canjeados en algún momento del conflicto por personas del otro bando.
No sé si las niñas se quedaron al cuidado de algún familiar en Francia. Ten en cuenta que su madre era francesa y tenía allí a su familia.
Parece ser que, en cuanto se enteró de ello Castejón, que era el gobernador militar de San Sebastián, se presentó allí a por ellas y se las trajo a España.
Como siempre, muchas gracias por tu amable comentario y saludos.
Acabo de leer tu artículo y me ha gustado. Soy sobrino nieto de Luis Castelló. Todo lo que dices es cierto. Es cierto que pasaron penurias económicas. Sobre todo en Francia. Mi familia sufrió mucho en la guerra, quedó dividida. Había militares en ambos bandos. El bando de la derecha fué muy castigado sin poder hacer nada el bando de la izquierda. Mi abuela sufrió en perder dos hijos y dos yernos. Es larga la historia . Que no se repita nada de esto
ResponderEliminarCiertamente, tuvo que ser muy doloroso para todos los españoles. Sin embargo, creo que tuvo que ser peor para los militares, porque muchos de ellos eran amigos, ya que habían estudiado juntos en las academias. Un lugar donde habían convivido.
EliminarEn fin, le doy las gracias por su amable comentario y esperemos que no se vuelva a repetir, por el bien de todos los españoles.