ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

martes, 28 de agosto de 2018

EL CALVARIO DEL GENERAL LUIS CASTELLÓ


Hoy voy a dedicar este artículo a la vida de un prestigioso militar que sufrió muchísimo durante la Guerra Civil. De momento, no os cuento más para no estropearos la lectura.
Luis Castelló Pantoja, que así era cómo se llamaba, nació en 1881 en un pueblo llamado Guadalcanal, perteneciente a la provincia de Sevilla.
Parece ser que su padre, Leonardo, en su juventud, emigró a Filipinas, donde consiguió tener puestos de responsabilidad en la Administración Pública.
No sé si tendría algo que ver en ello su paisano, el famoso escritor D. Adelardo López de Ayala, que, en esos momentos, era el Ministro de Ultramar.
Es posible que algunos se pregunten por qué López de Ayala tiene dedicados una plaza y un teatro en Badajoz, si nació en un pueblo de Sevilla. La respuesta es que Guadalcanal siempre perteneció a Badajoz hasta 1833, cuando el ministro Javier de Burgos consiguió que se aprobara la organización actual de las provincias españolas.
Seguro que también os sonará el nombre de este pueblo por una terrorífica batalla que se dio durante la II Guerra Mundial, en una isla del mismo nombre, situada en el Océano Pacífico. No es una casualidad, sino que fue descubierta, en el siglo XVI, por un marino originario de este mismo pueblo.
Lo cierto es que Leonardo regresó a su pueblo, con una posición económica muy solvente, y allí se casó con una joven de la localidad. El matrimonio tendría dos hijos: Luis y Elena. Aparte de ello, Leonardo aportó a la familia otro hijo, llamado José, fruto de una anterior relación con una joven filipina.
Parece ser que el padre tenía el capricho de que sus hijos fueran militares. Con José no lo consiguió, pues ni siquiera quiso estudiar. En cambio, Luis, llegó a ingresar en la antigua Academia de Infantería, situada en Toledo, al igual que otros dos primos suyos.
Como ya he dicho, nuestro personaje, ingresó en 1899 en la Academia de Infantería de Toledo. Lo cierto es que ya tenía 18 años y me parece que, posiblemente, ya era un poco mayor para ello, porque, en esa época, lo normal, era ingresar con sólo 15 años.
También es posible que ello fuera debido a que, en 1898, se perdieron las últimas colonias de Ultramar (Cuba, Filipinas, Marinas, Guam, Puerto Rico, etc) y ya no hicieran falta tantos oficiales en el Ejército.
De hecho, creo que se cerró durante un tiempo la Escuela Naval militar a causa de la falta de naves operativas. Por esa misma razón, el propio Franco, no pudo ser marino, como ya lo eran su padre y su hermano mayor.
En aquella época, para ser oficial, sólo se necesitaba pasar tres cursos. No obstante, tanto la disciplina como la dureza eran extremas. Como ejemplo, todos los días tenían que levantarse a las 5 de la mañana y también tenían clases los domingos por la mañana. Creo recordar que los frailes no madrugan tanto.
En 1902, por fin sale graduado de la Academia y es destinado a un regimiento con sede en Sevilla. Parece ser que allí participó en varias maniobras y, desgraciadamente, su unidad también fue enviada en 1903, para combatir una de las muchas sublevaciones de los mineros de Río Tinto. Ya sabemos que en esa época era muy normal enviar tropas para reforzar la labor de las fuerzas policiales. Eso ocurría también en otros países, no sólo en España.
Afortunadamente, esa vez la represión no fue tan cruenta como la que se produjo en 1888, conocida popularmente como “El año de los tiros”, donde se cree que hubo cientos de muertos. De hecho, nunca se ha sabido con certeza la cantidad de víctimas, porque las autoridades prohibieron informar sobre ese hecho.

Posteriormente, es destinado a una unidad radicada en Tarifa (Cádiz). Allí le pilla el inicio de la Guerra de África y su unidad es una de las primeras destacadas en ese territorio.
Allí demostró, sin duda, su valor ante el enemigo a causa de frecuentes combates contra los rifeños. Esto le llevó a ser condecorado en diversas ocasiones.
En 1911, es ascendido a capitán y trasladado a un regimiento con base en Alcalá de Henares (Madrid).
Dos años después, parece ser que hubo mucho descontento en Marruecos por las cláusulas del tratado de paz, firmado entre España y los jefes de las cábilas o tribus rifeñas. Así que se sublevaron de nuevo. Por ese motivo, la unidad de Castelló, es trasladada a tierras africanas. Nuevamente, en varias ocasiones, se enfrenta a los sublevados y es condecorado por ello.
En 1915, consigue ser ascendido a comandante por méritos de guerra. Algo muy común entre los militares destinados en África. 
Posteriormente, vuelve a ser destinado al mismo regimiento en que comenzó su carrera militar, el cual seguía teniendo su base en Sevilla.
Allí conoce a una joven francesa, que posee una tienda de modas en esa ciudad, con la que, más adelante, se casaría. Concretamente, en 1921, cuando obtuvo el permiso del Ejército.
En 1917, se produce el fenómeno de las Juntas Militares, originado por el descontento entre los militares destinados en la Península y en África a causa de las grandes diferencias de sueldo entre esos dos colectivos.
Precisamente, Castelló, es elegido para representar a los militares de su zona ante la Junta de Infantería, reunida en Barcelona, presidida por el coronel Benito Márquez Martínez. Con ello, intentan presionar al Gobierno para que acceda a sus peticiones.
Parece ser que consiguieron que el Gobierno aprobara alguna de sus reivindicaciones. 
No obstante, ese cargo no debería de ser ningún regalo, pues, al año siguiente, el coronel Márquez, fue sometido a un tribunal de honor y expulsado del Ejército. Desconozco si eso tuvo que ver con su actuación en las Juntas.
Posteriormente, Castelló, es destinado a Madrid, ya con el grado de teniente coronel, y allí pasa a ser vocal de la nueva Junta, representando a la I Región Militar. Incluso, llega a entrevistarse, más de una vez, con el rey para hacerle llegar las peticiones de los militares. Parece ser que siempre tuvo una buena relación con Alfonso XIII.
En 1924, vuelven a producirse sucesos violentos en Marruecos y su unidad es enviada hacia allí. Tiene que enfrentarse varias veces al enemigo y nuestro personaje es ascendido a coronel. Allí se quedará destinado nuestro personaje, que llegará a ser comandante militar de Ceuta.
Un año después de la proclamación de la II República, Castelló es ascendido a general de brigada, destinado a Madrid y, posteriormente, nombrado subsecretario del Ministerio de la Guerra.
Os recuerdo que el ministro de la Guerra era también el presidente del Gobierno, o sea, D. Manuel Azaña.
Algunos autores llegan a afirmar que este nombramiento estaría fundado en que, presuntamente, Castelló, era miembro de la Masonería, igual que la mayoría de los diputados y los miembros del Gobierno.
Castelló, permaneció en ese puesto durante los siguientes tres años, hasta que fue cesado tras la llegada al Gobierno del líder de la CEDA, José M. Gil-Robles.

Precisamente, su estancia en ese puesto coincidió con varios sucesos de gran importancia histórica. Tales como la sublevación del general Sanjurjo, en 1932, o la llamada Revolución de Asturias, en 1934.
A finales de 1935, es destinado a Badajoz, en calidad de gobernador militar y jefe de la brigada, que tenía su base en esa ciudad.

Con motivo del fallido golpe del 18 de julio, que dio lugar a la Guerra Civil, fue nombrado por el general Miaja, ministro de la Guerra, jefe de la División Orgánica de Madrid. Curiosamente, dejó a su familia en su casa de Badajoz. Un error que le costó muy caro. Supongo que lo haría porque le parecería un lugar más tranquilo que Madrid.
Para su sorpresa, cuando llega a Madrid, en plena Guerra Civil, es nombrado nuevo ministro de la Guerra. Casualmente, nombró como asesor político al diputado socialista por Badajoz, Juan Simeón Vidarte, que, además, era pariente suyo.
Realmente, duró poco tiempo en ese puesto, pues vio que su poder era sólo nominal, ya que el efectivo lo detentaban un grupo de militares y jefes de milicias, que también trabajaban en ese Ministerio.
En algunas ocasiones, fue a visitar el frente, donde se dio cuenta de que allí imperaba una completa anarquía. Los milicianos no solían hacer caso a los oficiales y a más de uno lo fusilaron, acusándolo de estar en connivencia con el enemigo.
Fue todo un error, el haber dejado a su mujer y sus hijas en Badajoz, pues las tropas nacionales avanzaban hacia esa ciudad y no tenía ninguna noticia de ellas.
No obstante, llegó a enterarse de que su hermano José había sido asesinado en Guadalcanal, al igual que su primo Luis, uno de sus hijos y hasta su yerno. Todos ellos fueron asesinados por unos milicianos en su propia casa.

Supongo que esto fue lo que le provocó una honda depresión, la cual le hizo dimitir de su cargo. No me extraña que le ocurriera eso, porque la situación que se vivía en esos momentos en España era algo completamente incomprensible.
Como botón de muestra, cuando el embajador de Chile y decano del Cuerpo Diplomático, se dirigió a los jefes milicianos que asediaban el Alcázar de Toledo, mostrándoles un salvoconducto firmado por Largo Caballero, le contestaron:“Puede ser el señor Largo Caballero todo lo Presidente del Consejo y Ministro de la Guerra que usted quiera; pero aquí somos nosotros la única autoridad. Seguimos lo que nos dice Madrid cuando no se opone a lo que deseamos nosotros.
Posteriormente, Castelló, fue nombrado de nuevo jefe de la Primera División Orgánica, también con sede en Madrid.
A pesar de la cruenta toma y posterior represión en Badajoz, la mujer y las hijas, de 13 y 9 años, son recogidas por el teniente coronel Yagüe y el comandante Castejón, los cuales habían conquistado esa ciudad y eran muy amigos de Castelló desde sus tiempos en África.
Las llevaron a un lugar seguro de Sevilla y luego las retuvieron en un hotel, bajo vigilancia policial. Posteriormente, la Policía las ingresó en la Prisión Provincial de Sevilla, donde estuvieron unos 3 meses. 
Parece ser que Queipo se interesó por ellas y las sacó de la cárcel, llevándolas de nuevo a un hotel, donde residieron durante varios meses. Todo ello, sin conocimiento de Castelló.
Así que, no es de extrañar, que su estado mental empeorara dando lugar a su ingreso en un Psiquiátrico. De allí, tras realizar algunas gestiones, es enviado a la Embajada de Francia en Madrid y, a mediados de 1937, evacuado a ese país. Mientras tanto, el Gobierno republicano, le dio de baja en el Ejército.
Dado que esa noticia llega pronto a Sevilla, Queipo de Llano, libera a su mujer y sus hijas y las conduce bien escoltadas por uno de sus ayudantes hasta Francia.
Allí se reúne toda la familia. Desgraciadamente, a su mujer le detectaron un cáncer, que le provocará la muerte a finales de 1939.
Tras la ocupación alemana de Francia, Castelló es detenido por la Gestapo. Posteriormente, es trasladado a España en abril de 1942, siendo encarcelado en una prisión militar.
Un año después, comparece ante un Consejo de Guerra, el cual le condena a la pena de muerte. Sin embargo, la misma le es conmutada por Franco. Tres años después, sería indultado y puesto en libertad.
Mientras tanto, Castejón, se había hecho cargo del traslado y la estancia de sus hijas en una pensión de Madrid, durante el tiempo en que Castelló estuvo en prisión.
Más tarde, se reencontró con ellas y se dedicaron a intentar recuperar sus bienes, que habían sido incautados por el Gobierno franquista.
No sé si se recuperó bien de esa depresión. Lo cierto es que, afortunadamente, vivió hasta los 81 años, falleciendo en Madrid en 1962.
Todas las imágenes proceden de Google.es

7 comentarios:

  1. Empecé a leer tu artículo y vi que ya tienes 78 seguidores. ¡Muchas felicidades! Luego te hago un comentario.

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  2. Buenas tardes, Aliado. Me ha encantado tu artículo, y es porque, en vez de centrarlo en la Guerra Civil, tocas diferentes épocas en las que vive el protagonista, Luis Castelló.

    El lenguaje ha sido ligero y eso me ha animado a seguir hasta el final. Supongo que en todos esos conflictos en los que participó Castelló hubo más casos como el suyo, aunque imagino que no se pudo ayudar a todos. Has conseguido que se me quedara muy mal cuerpo cuando hablabas de las niñas, da la impresión que se quedaban solas en algún momento. Supongo que realmente fue así. Malditas guerras.

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    1. La verdad es que este hombre, prácticamente, no participó en la Guerra Civil.
      Desde luego, hubo más casos, porque esta fue una "guerra geográfica" y pilló a muchas familias separadas, porque empezó en pleno verano.
      Te podría comentar otros casos, como el hijo de Largo Caballero, una hermana de Queipo, la familia de Miaja, etc. Casi todos ellos, fueron canjeados en algún momento del conflicto por personas del otro bando.
      No sé si las niñas se quedaron al cuidado de algún familiar en Francia. Ten en cuenta que su madre era francesa y tenía allí a su familia.
      Parece ser que, en cuanto se enteró de ello Castejón, que era el gobernador militar de San Sebastián, se presentó allí a por ellas y se las trajo a España.
      Como siempre, muchas gracias por tu amable comentario y saludos.

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  3. Acabo de leer tu artículo y me ha gustado. Soy sobrino nieto de Luis Castelló. Todo lo que dices es cierto. Es cierto que pasaron penurias económicas. Sobre todo en Francia. Mi familia sufrió mucho en la guerra, quedó dividida. Había militares en ambos bandos. El bando de la derecha fué muy castigado sin poder hacer nada el bando de la izquierda. Mi abuela sufrió en perder dos hijos y dos yernos. Es larga la historia . Que no se repita nada de esto

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    1. Ciertamente, tuvo que ser muy doloroso para todos los españoles. Sin embargo, creo que tuvo que ser peor para los militares, porque muchos de ellos eran amigos, ya que habían estudiado juntos en las academias. Un lugar donde habían convivido.
      En fin, le doy las gracias por su amable comentario y esperemos que no se vuelva a repetir, por el bien de todos los españoles.

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