ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

lunes, 4 de julio de 2016

EL CONCILIO DE BASILEA Y EL ORIGEN DEL RENACIMIENTO



No sé si vosotros os habréis hecho alguna vez la pregunta de cómo fue posible que una sociedad tan cerrada y tan atrasada, como era la de la etapa Medieval, de pronto, empezara a funcionar de otra manera y diera lugar a lo que se ha llamado el Renacimiento.
Hay muchas teorías al respecto, sin embargo, me gustaría transmitiros una serie de ideas que tengo sobre este tema. Varias de ellas, tomadas de otros autores, por supuesto.
Me parece que el Renacimiento era muy probable que se diera, por vez primera, en Italia, por una razón muy sencilla. Desde el siglo XII existían en esa península sangrientas disputas entre los güelfos y los gibelinos. O sea, los partidarios de los Papas y los de los emperadores.
A mi modo de ver, eso fue trascendental para crear un Humanismo, donde se defendiera que todo tenía que ser hecho a la medida del hombre, en contra del pensamiento escolástico tradicional. De esa manera, ya comenzaron a separarse la Iglesia y el Estado.
De todas formas, ya en el siglo XI, encontramos la figura del filósofo Abelardo, el famoso amante de Eloísa, que propugnaba un tipo de filosofía precursora del Humanismo.
Por otro lado, a partir del siglo XV, hubo una época llamada la Pequeña Edad del Hielo, que duró hasta 1850. Por cierto, no sé si sabréis que entre los siglos X y XIV hizo más calor que en el siglo XX.
Se sabe, por las crónicas de esa época, que, durante el siglo XV y parte del XVI, se llegaron a congelar varios ríos y hasta el puerto de Valencia.
Es posible que estos hielos dieran lugar al final de la famosa epidemia de peste, que llegó a Europa en 1348 y que, según se cree,  se llevó por delante al 60% de los europeos. O  sea, unos cincuenta de los 80.000.000 de personas que habitaban en Europa. Seguramente, el frío mató a los bichos que transmitían esa enfermedad tan mortífera.


También se dice que esto provocó muchos desplazamientos de personas, huyendo de la peste, y que, los supervivientes, al haber escasez de mano de obra, empezaron a cobrar mucho más por su trabajo.
De esa manera, algunas familias formaron sus grandes capitales, como el caso de los famosos Médicis, en Florencia.
Estas familias, a pesar de que estaban todavía en la Edad Media, empezaron a tener gustos refinados y, viendo el lujo que derrochaban las construcciones romanas, es muy posible que fomentaran el gusto por lo clásico. O igual, fue al revés.
Desgraciadamente, muchos de estos edificios romanos se encontraban ya en ruinas. Bien, a causa de las invasiones bárbaras, las guerras medievales o, simplemente, porque sus piedras se habían utilizado para otras construcciones. Como ocurrió en el caso del Coliseo de Roma.
Por si no lo sabíais, la Iglesia, no solía utilizar los antiguos templos romanos, porque solían ser muy pequeños para realizar las misas. Ya que esos templos  eran sólo la casa de sus dioses y los antiguos romanos  no celebraban las ceremonias  dentro del recinto, sino en la puerta. Así que la mayoría de esos templos no fueron aprovechados para el culto cristiano, salvo el caso de los grandes. Como ocurrió con el Partenón de Atenas.
Lo cierto es que, durante la Edad Media,  siempre se había tenido constancia de que había existido una civilización, como fue la greco-romana con unos conocimientos técnicos y artísticos muy por encima de los que tenían ellos y creían haberlos perdido.
Por eso, estos mecenas de los artistas y humanistas, les pagaron generosamente para que investigaran y pudieran encontrar estos saberes casi perdidos.
En aquella época, disponer en una de esas cortes a un Leonardo, un Miguel Ángel o cualquier otro artista era todo un lujo y, a veces, como parte de las relaciones entre esos Estados de la actual Italia, se cedían temporalmente sus respectivos artistas, para que trabajaran en otra corte. Era una forma de dar prestigio a su Estado.
Así que ahora os voy a narrar la historia de un Concilio, que se suele pasar por alto, pero que a mí me parece que también influyó en el origen del Renacimiento.
Para explicarlo correctamente, lo suyo es que os comente que, en 1414, se produjo el Concilio de Constanza, donde los monarcas cristianos pusieron todo su empeño en unificar toda la Cristiandad, bajo el báculo de un único Papa. Desgraciadamente, las luchas políticas habían dado lugar a tres Papas diferentes.
Eso se consiguió en 1417, cuando, durante este concilio, se nombró nuevo Papa a Martín V, el cual consiguió terminar con esta situación a la que se llamó el Cisma de Occidente.
No obstante, dentro de la Iglesia seguía habiendo dos corrientes de opinión. Por una parte, unos pensaban que el Papa debía comportarse como un monarca absoluto, sin tener que depender de nadie.
Por otra, estaban los que pensaban que las resoluciones de los concilios debían estar por encima de las del Papa. Esto se llamó el conciliarismo. Evidentemente, Martín V, no estaba de acuerdo, pero sí aceptó realizar concilios más a menudo y lo cumplió.
En 1422 tuvo lugar un concilio en Siena, pero no se llegaron a decidir  grandes acuerdos para reformar la Iglesia.

El siguiente concilio fue convocado en 1431 en Basilea. A éste no pudo asistir Martín V, pues murió unos meses antes de que comenzara. Lo inauguró su sucesor, Eugenio IV.
Para empezar, el nuevo Papa se encontró con el  problema  del conciliarismo y con un ambiente hostil. Así que disolvió ese concilio y lo mandó a Ferrara. Algunos de los reunidos en Basilea no se dieron por aludidos y siguieron allí. Mientras que la mayoría de ellos se trasladaron a la nueva sede.
A Eugenio IV se le ocurrió que podría intentar también acabar con el Cisma de la Iglesia Ortodoxa, que estaba separada de la Occidental desde el siglo XI, así que invitaron a las autoridades ortodoxas a asistir al Concilio.
Es posible que, como estas cosas tardan mucho en debatirse,  las ciudades donde se celebró este evento, fueran enviando a los participantes a otra, ya que generarían muchos gastos.
El concilio se había iniciado en 1431, en Basilea. En 1438, se trasladó a Ferrara. Al año siguiente, le tocó el turno a Florencia, pues se había declarado un brote de peste en la anterior sede. En 1443, se fueron a Roma, ya hasta el final, que fue dos años más tarde.
Los representantes de las Iglesias ortodoxas de Oriente, presididas por el emperador bizantino, Juan VIII Paleólogo, acudieron a la sede de Ferrara.
Este fue todo un acontecimiento en el Mundo occidental, pues  estas gentes venidas del Imperio Bizantino,  heredero del antiguo Imperio Romano de Oriente, aportaron una serie de conocimientos absolutamente olvidados en Occidente.
En esa reunión se consiguieron verdaderos avances en aras de una posible reunificación de las dos Iglesias. Algo realmente inaudito, pocos años antes.
Increíblemente, los representantes de las dos iglesias aceptaron el origen del Espíritu Santo, un tema que siempre había causado fricción entre las dos partes.
Aparte de ello, se dejó que cada Iglesia siguiera sus tradiciones a la hora de la Comunión. Se aceptó el hecho del Purgatorio y, lo más importante, el poder del Papa sobre toda la Iglesia.
Ya en Ferrara, en 1439, se firmaron los acuerdos con la Iglesia Griega y la Armenia. En 1443, con los jacobitas y en 1445, con los nestorianos.
Más adelante, en Florencia, Eugenio IV, fue proclamado Pontífice único de las dos Iglesias, lo cual fue una gran victoria. El concilio fue clausurado en la misma Roma.
No obstante, las malas lenguas, que son muchas, dicen que los ortodoxos vinieron a firmar todo lo que se les pusiera por delante, para que Occidente les ayudara en su lucha contra los turcos. Los cuales estaban ya demasiado cerca de Bizancio.
No hay que olvidar que Bizancio fue conquistada, por éstos,  pocos años después. Seguramente, por ese mismo motivo, y por la casi nula ayuda de Occidente a Bizancio, la separación entre las dos Iglesias se volvió a producir a partir de 1472. Aparte de que la mayoría del clero ortodoxo se opuso, desde un principio, a su unión con el de Occidente.
Sin embargo, lo que yo os quería decir es que, junto a los grandes personajes de la Iglesia Ortodoxa, viajaron a Ferrara y luego a Florencia, un grupo muy selecto de intelectuales, los cuales poseían grandes conocimientos de la antigua cultura greco-romana, que se habían perdido en Occidente.
Uno de ellos fue el patriarca latino en Constantinopla, Basilio Besarión, que fue uno de los personajes más importantes de ese gran evento. De hecho, fue uno de los redactores, junto al gran humanista Ambrosio Traversario,  del Decreto por el que se reconocía el final del Cisma de Oriente.
En Venecia, todavía se recuerda a Bessarion, por la donación de buena parte de su espléndida colección de libros antiguos a la Biblioteca Marciana de esa ciudad.
También tradujo varias obras de Aristóteles y de Platón, sintiendo predilección por la filosofía de este último y dándola a conocer en Occidente, pues aquí se le daba más importancia al primero.
Otro de los visitantes famosos fue Georgios Gemistos, llamado Pletón. Éste sólo vino como asesor. Por tanto, gozó de mucho tiempo libre, el cual aprovechó para enseñar la filosofía platónica en Florencia.
Incluso, se permitió afirmar que muchos gobernantes podrían organizar mejor sus Estados si siguieran los consejos que escribió Platón en su obra “La República”.
Fundó la Academia Platónica Florentina, bajo el mecenazgo de Cosme de Médicis, que no se perdía una clase de este filósofo.
Allí convergieron personajes muy importantes, pero no voy a extenderme para no hacer demasiado largo este artículo. Lo dejo para otro posterior.

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