Seguro que todos hemos oído
hablar de las persecuciones romanas contra los cristianos, que, ciertamente,
las hubo, pero que, según los especialistas en esta materia, no fueron tan
espeluznantes como aparecen en el cine.
Por otra parte, cuando éramos
pequeños, solían enseñarnos que los romanos eran malísimos y que estaban en
contra de los cristianos. Lo cierto es que no se molestaron en enseñarnos que
todos los cristianos también fueron romanos, porque desde el 212 d. de C. se
generalizó la ciudadanía romana para todos los habitantes del Imperio.
Hoy voy a hablar de un emperador romano
del que no se suele hablar mucho, pero que le hizo un gran favor a la Iglesia
al legalizarla y quitarle a la religión romana el papel de religión del Estado
y de sus ciudadanos.
Constantino, llamado por la
Historia el Grande, nació en el 272 d. de C. en una zona que hoy pertenece a
Serbia. No olvidemos que el Imperio Romano era como una multinacional y cada
emperador podía nacer en cualquier parte de ambas orillas del Mediterráneo.
Fue un hijo nacido fuera del
matrimonio, aunque eso no está muy claro.
Unos autores dicen que su madre, Helena, fue la primera esposa de su
padre, mientras que otros dicen que sólo fue su concubina. De todas formas, yo
creo que eso a nosotros nos da igual.
Su padre fue un hombre de origen
griego, el césar Constancio Cloro, apodado
así por su piel muy clara. Una especie de emperador de reserva, cuando el
Imperio Romano se dividió entre el de Oriente y el de Occidente y estaba bajo
el mando de cuatro líderes, que se iban turnando. Luego, ascendió a Augusto, que
es como se llamaba entonces al emperador principal.
Para comenzar su formación
militar, sus padres enviaron a nuestro personaje a unirse a las fuerzas del
otro césar, Galerio, para guerrear en Armenia contra los temidos partos.
En el 305, los dos césares,
Galerio y Constancio Cloro, ascendieron a augustos. Sin embargo, como
Constantino se hallaba con el primero, éste lo retuvo para obligar a su colega
a
hacer su voluntad.
Más adelante, su padre intentó
recuperar a Constantino, convenciendo a Galerio de que lo necesitaba para hacer
la guerra en Britania y, por fin, lo consiguió.
Juntos combatieron, principalmente, contra los pictos, procedentes de Escocia, que habían invadido el terreno
ocupado por los romanos en Britania. También habían combatido anteriormente,
contra los germanos y los francos, en el continente europeo.
En el 306 murió su padre en York.
Constantino no estaba muy contento, porque el Augusto anterior, Diocleciano,
había nombrado a los candidatos de Galerio, como nuevos césares y no a él, que
era hijo de Constancio, como, en un principio, habían pactado.
No obstante, su padre, recomendó
a sus tropas que nombraran allí mismo a su hijo, Constantino, como nuevo emperador
y así se hizo. El problema es que a raíz de la división en el Imperio Romano,
llegó a haber tres candidatos a augustos. Majencio, Licinio y Constantino I.
La verdad es que todo esto es un
poco confuso, porque, durante el período de los llamados tetrarcas, abundan los
candidatos para ser césares y augustos. Hasta que nuestro personaje se quedó
con el poder absoluto, como ya veremos.
No obstante, Constantino,
escribió al Augusto Galerio, reconociendo que el candidato de éste, Severo,
tenía más derecho a ser augusto que él. No obstante, también le dijo que
dejaría el cargo, si le reconocían el de césar. Aunque fuera a regañadientes, a
Galerio no le quedó más remedio que cederle este cargo.
Constantino, continuó guerreando
en Britania, hasta que el anterior Augusto, Maximiano, lo visitó allí y le ofreció
la mano de su hija, Fausta, con la que ya había tenido cierto compromiso, aunque ahora estaba casado
con Minervina, la cual repudió. Al mismo tiempo, quizás para meterle presión a
Galerio, lo reconoció como el legítimo augusto del Imperio de Occidente.
Mientras tanto, Majencio, uno de los
hijos de Maximiano, dio un golpe de Estado y se apoderó de Italia y de la
provincia de África, sin poder detenerlo ni Severo, ni Galerio.
En el 308, tuvo lugar en una
localidad de la actual Austria, una conferencia a la que asistieron
Diocleciano, Galerio y Maximiano.
En ella nombraron a Licinio, como
Augusto de Occidente, porque Severo ya había sido asesinado por Majencio.
Sin embargo, también decidieron
degradar a Constantino a la condición de hijo de Augusto, cosa que no admitió
éste.
No obstante, cuando el suegro de Constantino,
Maximiano, intentó recuperar su poder como Augusto, conquistando la actual
Marsella, fue detenido por nuestro personaje, el cual le dio la oportunidad de suicidarse.
Hay que recordar que a Maximiano le había obligado Diocleciano a abdicar, al
mismo tiempo que lo hacía él.
En el 311, murió Galerio y
Licinio intentó que se le uniera nuestro personaje para luchar contra los otros
candidatos, como Majencio.
En el 312, Constantino, venció en
varias ocasiones a las tropas de Majencio, obligándolas a retirarse hasta una
zona cercana a Roma.
Posteriormente, consiguió una
gran victoria sobre su rival en la famosa batalla del puente Milvio. Parece ser
que el propio Majencio, se ahogó al intentar cruzar el Tíber, para huir de su
contrincante.
Así, Constantino, fue recibido
por el Senado romano como el nuevo Augusto de todo el Imperio de Occidente.
Incluso, se erigió el famoso Arco de Constantino, para conmemorar esa victoria.
En el 313, Constantino se reunió
en Milán con Licinio, que era el Augusto de Oriente y estrecharon lazos casando
éste último con Constancia, hermanastra de nuestro personaje.
Según la tradición, fue en ese
preciso lugar donde ambos redactaron y promulgaron el famoso Edicto de Milán,
donde se reconocía la libertad de culto en todo el Imperio Romano y se daba
libertad a los cristianos para practicar su religión.
Además, se les permitió recuperar
los bienes que les habían sido confiscados por el Estado, aunque ahora
estuvieran en poder de otros particulares, los cuales no tendrían derecho a ninguna
indemnización. Con esta medida, comenzó la expansión del Cristianismo.
No hay que olvidar que se calcula
que ya habría unos 5 millones de fieles cristianos de un total de 50.000.000 de
habitantes del Imperio.
Poco a poco, las relaciones entre
ambos fueron empeorando a pesar de que, para evitar ciertos roces, pusieron a la misma persona como gobernador
de las provincias limítrofes entre ambos imperios.
Tres años después, se les ve
guerreando y a Constantino obteniendo la victoria de Cíbale, cerca de la actual
Belgrado.
No obstante, ambos intentaron
arreglar sus diferencias, reconociendo a los dos hijos varones de Constantino y
al de Licinio, como nuevos césares, o sea, los sucesores en sus respectivos
cargos.
A pesar de todo, en el 323,
Constantino rompió la tregua e invadió los territorios de Licinio, con el pretexto
de perseguir a los godos, que habían invadido, previamente, su zona de
influencia.
No obstante, como Licinio no se
fiaba de él, puso a sus tropas en pie de guerra, pero fue derrotado en el 324
en Adrianópolis.
De esa forma, Constantino, se
quedó con todas las posesiones europeas de Licinio. No obstante, le persiguió,
primero hasta Bizancio, de donde se le escapó por muy poco.
Más tarde, Constantino, logró
vencerle en Crisopolis, ya en la actual Turquía y, Licinio, abdicó en Nicomedia, siguiendo el consejo de su
esposa, hermana de Constantino.
Efectivamente, de momento, éste
le respetó su vida. Sin embargo, al año siguiente, ordenó su ejecución,
acusándole de encabezar una conspiración contra él.
Constantino I, se quedó como
único emperador, algo que no pasaba desde hacía muchos años en el Imperio
Romano. Para asentar aún más su autoridad, nombró césares a sus cuatro hijos
varones y reyes de ciertas provincias orientales del Imperio a sus sobrinos.
Todo eso dio una gran estabilidad al Imperio Romano. Algo que necesitaba desde
hacía mucho tiempo.
A pesar de haber sido bastante
sanguinario, también tuvo fama de ser un buen gobernante. Siguió ampliando los
planes reformistas iniciados por Diocleciano.
Fundó en Bizancio la futura Constantinopla.
Ciudad que consagró en el 330 d. de C. a la vez con ritos cristianos y paganos.
Incluso, más adelante, trasladó a esa ciudad la capital del Imperio.
Ya en esa ciudad, los únicos
cultos que estuvieron permitidos fueron, exclusivamente, los cristianos. No
obstante, se llevó un montón de objetos artísticos griegos, procedentes de
varios templos, para decorar las vías de su nueva ciudad.
Entre sus medidas militares,
disolvió la famosa guardia pretoriana,
por haber atentado contra varios
emperadores.
Reformó el ejército y las tropas
de las fronteras y aumentó sus pagas. Al mismo tiempo, admitió, entre sus
tropas, a una gran cantidad de voluntarios germanos, e, incluso, a algunos les
dio altos cargos.
Al comienzo de su reinado, se
encontró con una economía en crisis y un Estado en bancarrota. Por ello, se decidió
a subir los impuestos.
De esa manera se encontró con
unos campesinos y artesanos que no podían pagarlos. Así que, como un adelanto
al período medieval, tanto él como, anteriormente, Diocleciano, promulgaron una
serie de leyes por las que los siervos de la tierra no podrían abandonar el
territorio sin el permiso de su señor.
Del mismo modo, se prohibió a los
artesanos que abandonaran sus talleres, pues se estaba viendo que muchos de
ellos lo hacían para incorporarse en el Ejército a fin de aumentar sus
ingresos.
También, quizás influido por la
Iglesia, promulgó una serie de medidas en materia social. Como las que
protegían a los niños, las mujeres y los esclavos.
No obstante, nunca se cortó un
pelo para castigar a los acusados de traición.
De hecho, en el 326, mandó
ejecutar a su propia esposa, Fausta, y a uno de sus hijos con otra pareja,
acusados ambos de ese delito.
Incluso, promulgó una ley por la
que se podría condenar a muerte a todo el recaudador de impuestos que, por su
cuenta, recaudara más de lo autorizado.
También debemos a él la primera
prohibición de trabajar en domingo. Día dedicado al Sol, como aún aparece denominado en inglés o en alemán.
El tema de su conversión al Cristianismo
es algo que siempre se ha discutido mucho. De hecho, sólo se convirtió en su
lecho de muerte.
Sin embargo, siempre trató mejor
a la religión cristiana que a las demás. De hecho, decía haber vencido en la Batalla
del Puente Milvio, porque, entre sus enseñas, enarboló una cruz cristiana.
Además, dijo que la noche
anterior había tenido un sueño, donde Dios le había asegurado que vencería si
portaba un emblema con su cruz. Así que también mandó pintar ese símbolo,
llamado lábaro, en los escudos de sus
hombres.
También debió de ser un buen
conductor de masas, porque en su última campaña contra Licinio, les dijo a sus
soldados que entre ellos se hallaba un grupo de ángeles bajados del Cielo,
disfrazados de legionarios romanos y que harían posible su victoria.
Esa es una estratagema que se ha
utilizado siempre. No hay que olvidar que en las hebillas de los soldados
alemanes, durante la I y la II Guerra Mundial, figuraba una frase que decía “Dios
está con nosotros”.
Es posible que defendiera tanto
al Cristianismo, porque era un hombre muy supersticioso y siempre dijo que el
Dios cristiano era el que mejor le había tratado.
Algunos autores dicen que siempre
fue un hombre atormentado por haber ordenado la ejecución de su propio hijo, Crispo, y
luego se enteró que todo se debió a una trama dirigida por su primera esposa.
Parece ser que los sacerdotes paganos se negaron a perdonarle, mientras que los
cristianos lo acogieron y le dieron su absolución, como a cualquier pecador
arrepentido de sus actos.
También dicen algunos autores que
su madre podría haberle influido, al ser ya cristiana. De esa forma, siempre
apoyó al culto cristiano, fundando muchos de sus templos.
Precisamente, ordenó la
construcción de la Basílica Constantiniana, donde hoy en día se ubica la
catedral de San Pedro, en el Vaticano.
Incluso, como en la colina
Vaticana ya existía un cementerio romano y no se podía trasladar, ordenó que su
basílica se construyera encima del mismo. Algo que se puede comprobar y visitar
hoy en día.
Precisamente, creo recordar que
en la famosa película “Ángeles y Demonios”
hay alguna escena, correspondiente a
una persecución, donde se ve ese cementerio o una reproducción del mismo.En la llamada Tierra Santa llegó a fundar también muchos templos. El más importante fue la enorme Basílica del Santo Sepulcro, la cual resistió hasta que uno de esos califas radicales, que invadieron la zona con sus tropas, en 1009, ordenó su completa destrucción. Hoy en día, sólo queda una parte de ella.
Es posible que, por ello, fuera
reconocido como santo por las Iglesias ortodoxas y luterana, no así por las otras
cristianas. Incluso, es considerado como otro Apóstol, por alguna de las
iglesias ortodoxas. A pesar de ello, retuvo durante toda su vida el título de
Pontifex Maximus, o sea, que era el jefe de la iglesia romana tradicional.
Sin embargo, su madre, santa
Helena, fue reconocida como santa por las iglesias católica, luterana y
ortodoxa. Ella es famosa por su búsqueda de la Vera Cruz y el sepulcro de los
Reyes magos. Precisamente, es la patrona de la Arqueología.
Otra de sus obras fue intentar
mantener unido el Imperio a través de su alianza con la Iglesia y conseguir que
ésta permaneciera unida. No obstante, también permitió durante su reinado la
edificación de algunos templos paganos.
Así, en el 325, presidió el
Concilio de Nicea, donde se condenó, por vez primera, la herejía arriana, que se estaba expandiendo,
sobre todo, por las zonas al norte del Imperio. En ese concilio fue donde se
reguló, entre otras cosas, el comienzo
de la Semana Santa.
El emperador tenía muy claro que
una de sus principales labores consistía en apaciguar los sentimientos
religiosos. Allí también se establecieron las relaciones entre la Iglesia y el
Estado.
Tras sus enfrentamientos con sus
rivales, su reinado se podría calificar como pacífico, salvo por sus luchas
contra los godos, que intentaban penetrar en el Imperio, cruzando el río
Danubio. Así y todo, se atrajo a otras tribus bárbaras, como los sármatas, para
que le ayudaran en la lucha contra los invasores.
A mediados del 337, cuando se
hallaba en Nicomedia preparando una campaña contra Persia, para defender a las provincias de Oriente, contrajo una
enfermedad fatal que le llevó a la muerte. Poco antes de expirar, pidió que se
le bautizara como cristiano.
Tras su muerte, se produjo una
gran matanza entre los miembros varones de su familia. Es posible que se
realizara ordenada por su hijo y sucesor, Constancio II. El cual fue, a su vez,
sucedido por el famoso Juliano el Apóstata, pero esa ya es otra historia.
Aunque este artículo me ha
quedado un poco largo, espero no haberos aburrido mucho con él.
Constantino pasado a la historia como el primer emperador romano cristiano e idealizado con tantas leyendas, sobre todo la del sueño. Me quedo la opinión de Ferdinand Lot, los romanos en vísperas de cada batalla invocaban o hacían sacrificios en busca de algun buen augurio, por lo que Constantino tal como dice Ferdinand Lot .... "En Roma, Majencio, que tenía un ejército más numeroso, había pedido el socorro de todos los poderes del mundo pagano, y sus prácticas mágicas trastornaban las imaginaciones. Quedaba para Constantino tentar su suerte haciendo un llamado al nuevo Dios, al Dios de los cristianos. Su conversión es el acto de un supersticioso”.
ResponderEliminarConstantino hizo lo que muchos caudillos militares, o sea, decir que había tenido una aparición divina, que le anunciaba que iba a vencer en el combate. Era una simple estratagema para enardecer a sus tropas.
EliminarDe todas formas, este emperador, siempre fue un gran político y, como se dio cuenta de que el Cristianismo iba cada vez a más dentro del Imperio, lo que hizo fue pactar con la Iglesia, para una protección mutua.
Creo recordar que Constantino sólo se hizo cristiano cuando estaba a punto de morirse. No como su madre, Santa Elena.
Muchas gracias por tu comentario y saludos.
Y después de esto, los perseguidos pasaron a ser perseguidores. Por eso en un estado de derecho, no puede existir una "RELIGIÓN OFICIAL".
ResponderEliminarNo en todos los casos, pero sí es cierto que en algunas partes fue así. Lo que pasa es que no hay que confundir la religión oficial de un Estado con la teocracia.
EliminarAl Estado siempre le ha interesado que la Iglesia controle las masas, porque le sale mucho más barato que poner un guardia en cada esquina.
Un ejemplo claro es la Inquisición, que era una especie de policía religiosa que al Estado le salía casi gratis. En España, incluso llegaron a utilizarla para que no entraran en España ni las ideas, ni las publicaciones sobre la Revolución Francesa.
Por otra parte, en varios países, como España, Francia y algunos más, el Estado se apoderó de la Iglesia y designaba obispos para que los refrendara el Papa con su nombramiento. Es lo que en Francia se llamó el galicanismo.
Saludos y muchas gracias por tu comentario.
Por cierto, aunque mucha gente crea lo contrario, las mayores persecuciones contra los judíos, durante la Edad Media, en España, no vinieron por parte de los cristianos, sino por el Califato de Córdoba.
EliminarSaludos.
Me gusta el espíritu de tus replicas !.
ResponderEliminarEso es lo que se busca, ampliar cordialmente los temas.
Un abrazo.
Realmente, Constantino, nunca quiso que la Iglesia cristiana tuviera el predominio sobre las demás. A la vez que mandaba construir templos cristianos, también dio orden para construir otros paganos.
EliminarAparte de ello, la mayoría de los templos paganos no eran aptos para el culto cristiano. Los templos de los dioses romanos solían ser muy pequeños, porque no se les rendía culto dentro de ellos, sino en la puerta, al igual que lo hacían los griegos. Así que, aunque se los hubieran incautado, no les hubieran servido para el culto.
Por eso, el cristianismo, se fijó en otro modelo de edificio romano, que era la basílica. Mucho más amplia y luminosa que los templos.
Tampoco se quiso enfrentar nunca con el tradicional culto romano. Sólo hay que ver que no destruyó el cementerio romano, que había en el Vaticano. Se limitó a dar la orden de construir encima de él y ahí sigue.
Como verás, la Iglesia nunca ha considerado un santo al emperador Constantino. Por algo será.
Saludos y muchas gracias por tu comentario.