Parece ser que la vida y el
destino del antiguo líder nazi sigue siendo, hoy en día, una fuente inagotable para rellenar páginas y
más páginas.
Hace poco se ha sabido que van a
reeditar en Alemania su famoso libro “Mein Kampf” (Mi lucha), tras muchos años
en los cuales estuvo prohibido hacerlo. Supongo que todo el mundo sabrá que
esta obra la escribió, mientras estuvo preso en la cárcel. Tras el fracasado
golpe de Estado que dio en Múnich. El famoso “Putch de la cervecería”.
Incluso, se decía en el mismo
artículo, que ambos fueron cuidados, durante la posguerra, por una familia
española, hasta su traslado a Suiza, en los años 60. En fin, cada uno puede
darle a estas cosas la credibilidad que quiera.
Para empezar, casi todos los
líderes políticos han utilizado a sus dobles. Unos lo han hecho para no
cansarse, yendo a varios sitios en poco tiempo. Otros, por simples motivos de
seguridad.
Ahora mismo, me viene a la
memoria aquella película española tan divertida, llamada “Espérame en el
cielo”. Estrenada en 1988.
En ella, podemos ver que los
servicios secretos de Franco se dan cuenta de que un especialista en Ortopedia
se parece muchísimo al Jefe del Estado y un día lo raptan, se lo llevan a un
lugar secreto y allí lo entrenan para que suplante al dictador lo mejor
posible. Hasta el punto que llega un momento en que nadie sabe a ciencia cierta
quién es el verdadero y quién el doble. Ni siquiera lo reconoce su propia
esposa.
Me da la impresión de que Hitler,
aparte de utilizar a estos dobles, para estar en varios lugares de Alemania a
la vez y reforzar su imagen ante su pueblo, realmente, los necesitaba para su
seguridad.
Parece ser que la Operación
Doppelgänger, o sea, doble, fue ideada por Himmler, jefe de la SS, y por
Heinrich Müller, jefe de la Gestapo. El primero luego fue jefe de ambas, al
fusionarse las dos entidades en un único mando.
Uno de los posibles dobles de
Hitler fue Julius Schreck. Un conocido y fanático nazi de primera hora. Parece
ser que tuvo el carnet nº 53 del partido nazi.
Incluso, el mismo Schreck,
participó junto a Hitler en el famoso “Putch de la cervecería” y fue
encarcelado en la misma prisión que Hitler.
Ese grupo de escoltas fue el
origen del famoso SS o escuadrón de protección, que suele aparecer en todas las
películas sobre la II GM.
Este pudo ser uno de sus dobles,
pues tenía un parecido bastante razonable y visto de lejos, no se notaba mucho
la diferencia. Además, hay que recordar que, en esa época, se conducía por las carreteras con una especie de casco.
Según su biografía, se dice que
falleció en 1936 a causa de una meningitis. Hitler, parece ser que tenía una
gran amistad con él y sintió mucho su fallecimiento.
A pesar del motivo oficial de su
muerte, otras fuentes la han explicado de otra manera más extraña.
Parece ser que, normalmente,
Hitler se sentaba en la parte de atrás de su coche y Schreck era el que
conducía. Sin embargo, por algún motivo extraño, ese día de 1936, el que
conducía el coche era el mismo Hitler.
Un grupo de antiguos afiliados de
la SA, a la que Hitler había masacrado, anteriormente, intentaron un atentado
contra el líder nazi. Para ello, le esperaron cuando volvía a su refugio en el
Berghof.
Concretamente, se apostaron en
una zona cercana a un paso a nivel, donde sabían que el coche tendría que
reducir su velocidad. Allí, dispararon contra el auto y mataron a la persona
que se encontraba en el asiento trasero, que, esta vez, era Schreck.
Otro de los dobles más conocidos
de Hitler fue Heinrich Berger, el cual figuraba como taquígrafo personal del
político.
La verdad es que hay muy pocas
fotos de él y no se le ve muy bien, pero me da la impresión de que no se le
parecía tanto como dicen.
El día 20/07/1944 tuvo lugar el
famoso atentado del coronel Klaus von Stauffenberg, del cual se han escrito abundantes
libros y se ha estrenado una película llamada “Operación Valkiria” o algo por
el estilo.
Parece ser que, como su familia
se negó a que se le hiciera un funeral de Estado, como se hizo con los otros
dos, el régimen le negó la pensión a su viuda.
Parece ser que fue detenido y
llevado ante Martin Bormann, hombre de confianza de Hitler. Éste lo presentó a
su jefe, al cual no le hizo mucha gracia, porque su gran sentido del humor no
era de su agrado.
Al final de la guerra,
aparecieron por Berlín una serie de cadáveres con un aspecto parecido al de
Hitler. Los aliados, en un principio, cayeron en la trampa, pero luego se
dieron cuenta de que eso lo habían hecho los nazis para despistarlos.
También podría ser que lo hubieran
hecho los seguidores de Hitler para que nadie supiera nunca que había usado
siempre a estos dobles, para que actuaran como si fuera él.
Uno de estos cadáveres, con un
aspecto muy parecido a Hitler, y un tiro en medio de la frente, fue encontrado
en las ruinas de la Cancillería. Los aliados pensaron, inmediatamente, que se
trataba del propio Hitler. Sin embargo, cuando entraron en el bunker, pudieron
hallar los cuerpos de los demás. Unos días más tarde, bajo unos escombros,
encontraron los cuerpos semicalcinados de dos personas, que, según les dijeron,
se trataba de los cadáveres de Hitler y
de Eva Braun, pero, según comentaron, era imposible reconocerlos.
Otro de estos famosos dobles fue
Ferdinand Beisel. Este sí que fue un ferviente nazi. Sin embargo, como estaba
muy orgulloso de su parecido con el político, pues acostumbraba a imitarle en
cualquier parte.
En cierta ocasión, parece ser que
lo hizo en medio de una cervecería y unos miembros de la Gestapo, que estaban
allí presentes, se lo llevaron detenido.
Un poco más tarde, lo llevaron a
presencia de Martin Bormann, el cual se hizo cargo de esta persona y ordenó que
lo formaran para que diera el pego y
todo el mundo pensara que era el propio Hitler.
Parece ser que este nuevo sosias
de Hitler debutó en su nuevo papel ya en 1943, revistando a las tropas y
acudiendo a ciertos actos públicos. Era una forma de comprobar si la gente
picaría el anzuelo y parece ser que lo picaron, obteniendo nuestro personaje un
rotundo éxito.
Algunos autores afirman que el
que estuvo los últimos días de la guerra refugiado en el bunker de la Cancillería
fue Beisel y no Hitler. Incluso, ciertos especialistas defienden que se obró de
esa manera para proteger la huida del líder nazi hacia otros países.
Parece ser que el personaje que
se ve en las fotos tomadas, revisando los daños ocasionados durante el
bombardeo de la Cancillería o el que habla con los adolescentes movilizados al
final de la guerra, no es el mismo Hitler, sino que se trata de Beisel.
A pesar de haber sido muy bien
formados, estos dobles, tuvieron algunos fallos, como no reconocer a algunos
personajes, cuando era bien sabido que a Hitler nunca se le olvidaba ni un
nombre, ni una cara. Como ocurrió en el caso de von Stauffenberg, al que no
reconoció, a pesar de que le había condecorado pocos días antes.
Sin embargo, el Hitler que, poco
después, recibió a Mussolini, apenas tenía algún rasguño. Lo cual es muy
llamativo y ni siquiera se le veía temblar a causa del Parkinson.
Parece ser que cuando los
servicios de Inteligencia de los aliados interrogaron a una antigua agente
alemana, ésta declaró que varios de estos dobles habían pasado por una clínica
de cirugía estética y que, incluso, varios de los jefes nazis también lo habían
hecho. Al objeto de facilitar su huida a otros países, sin ser reconocidos.
Esta clínica, aunque estaba
regida por un doctor muy afín al nazismo, que, además, era el padre de la
agente interrogada, posteriormente, fue asaltada.
Los asaltantes se llevaron todos
los informes sobre estas intervenciones quirúrgicas y no se olvidaron de
asesinar al director de la clínica y a su hijo, ambos médicos especialistas en
esta materia, se supone que para que no pudieran declarar sobre este tema, si
les sometían a un interrogatorio.
Según los testigos que estuvieron
con él en el bunker de la Cancillería, Hitler, no parecía el mismo. Estaba muy
demacrado, le habían caído de golpe muchos años encima y, aunque parezca
mentira, había cambiado radicalmente de costumbres. Cosa verdaderamente extraña
en un hombre tan meticuloso.
Parece ser que Stalin se tomó muy
en serio capturar a Hitler vivo o muerto. Para ello, movilizó al servicio
secreto militar de la URSS, el Smersh. Incluso, prometió condecoraciones a
quien le llevara ante él a Hitler. Estos agentes llegaron a detener a unas 800
personas, que habían tenido contacto con este político.
Entre otros, los rusos capturaron al
vicealmirante Voss, al cual le obligaron a colaborar con ellos. Al pasar por un
montón de cascotes, en las ruinas de la Cancillería, señaló hacia el montón
gritando “Hitler, Hitler”.
Se pusieron a excavar y, tras
exhumar varios cadáveres, apareció un cadáver muy parecido al de Hitler, pero con
una peluca rubia.
Hicieron pasar por allí varias
personas que le conocieron muy bien en
vida. Tal fue el caso de su piloto, Hans
Baur, o de su dentista, Junge. Este último, comprobó que las piezas dentales no
se correspondían con las de las radiografías que le había hecho, años antes, al
verdadero Hitler, el cual tenía la dentadura mucho peor que la de este cadáver.
Incluso, hicieron venir desde
Moscú a un antiguo embajador soviético en Berlín, el cual tampoco lo reconoció.
Parece ser que la figura de
Hitler fue muy copiada por los alemanes. Más o menos, como hoy en día, los
jóvenes, suelen copiar y vestirse como sus ídolos musicales del momento. De hecho,
todavía se hacen reuniones con gentes disfrazadas como el famoso cantante Elvis
Presley.
Se dice que, los soldados
soviéticos, atraídos por las condecoraciones prometidas, llegaron a capturar en
Berlín y llevar ante el gobernador militar ruso, 6 tipos con un aspecto muy
parecido al de Hitler.
Stalin, según parece, siempre les
dijo a sus aliados de la II GM, que Hitler se le había escapado y nunca estuvo
seguro de que hubiera muerto en el ataque a Berlín. De hecho, los aliados, repartieron varias fotos donde se podían ver las diversas caracterizaciones que podría haber tenido Hitler.
Sin embargo, los ingleses enviaron
a un profesor universitario, llamado Hugh Trevor Roper, el cual hizo un estudio
muy chapucero sobre el tema y llegó a la conclusión de que los cadáveres
semicalcinados, encontrados junto al bunker de la Cancillería, correspondían a
los cuerpos de Hitler y de Eva Braun. En ese informe se han basado los libros
de Historia, hasta la fecha.
Sin embargo, este equipo de
investigadores, utilizando los métodos más modernos, pudo probar que este trozo
de cráneo perteneció al cadáver de una mujer de unos 20 años. O sea, que no
pudo ser ni de Hitler ni de su esposa.
Luego, han aparecido varias
teorías sobre la posible huida de Hitler. Al igual que hicieron otros varios
jerarcas del régimen nazi.
Algunos dicen que lo hizo por vía
aérea. Volando hacia Italia, bordeando Francia y llegando a España, donde existía
un régimen propicio para ellos. De la península voló hacia Canarias y luego
hacia su destino final, en Sudamérica.
Otros afirman que lo hizo en uno
de esos submarinos que, tras el final de la II GM, estuvieron varios meses sin
aparecer. Incluso, algunos de ellos nunca han aparecido, y otros aparecieron de
improviso en las costas de Argentina. Donde, por entonces, gobernaba Perón, un
político con una ideología muy afín al líder alemán.
Más o menos, esto es todo lo que
se sabe sobre este tema. Es muy posible que haya más datos en los archivos de
Inteligencia de las grandes potencias que ganaron la II GM, pero, como es sabido,
no es posible consultarlos hasta que se decidan a desclasificarlos.
Excelente, gracias
ResponderEliminarMuy bueno
ResponderEliminarMe alegra que le haya gustado. Le animo a que lea otros artículos de mi blog y, si le gusta, que se apunte como seguidor del mismo.
EliminarMuchas gracias.