Hoy voy a hablar de un autor y
espía inglés del que no conocemos gran cosa. Es muy posible que esto fuera
motivado, en ese momento, por la voluntad
del Gobierno inglés, ya que él estaba metido en muchos asuntos, que, por lo
visto, no interesaba que se conocieran.
Christopher Marlowe nació en
Canterbury en febrero de 1564. Dos meses antes que Shakespeare. Era uno de los
hijos de un modesto zapatero, así que tuvo muchos problemas para obtener una
buena formación académica.
No obstante, gracias a una beca
para llegar a ser clérigo, acabó en 1584 el bachillerato en Artes, lo que
ahora se llama grado universitario, y, en
1587, logró un título de posgrado,
ambos en la prestigiosa Universidad de
Cambridge.
El centro donde estudió, el
Corpus Christi College, hoy en día, se enorgullece de haberlo tenido como
alumno. De hecho, su nombre figura en una placa, situada en un lugar preferente,
dedicada a los mejores estudiantes que han pasado por ese centro.
Es posible que, al comienzo de su
etapa de estudiante en Cambridge, fuera fichado por el servicio de espionaje,
que había organizado el político Francis Walsingham. Un verdadero maestro en
esas actividades y, además, un antiguo alumno de esa famosa Universidad.
Es muy curioso que, al final de
su carrera, el claustro de profesores,
se negara a otorgarle el título a Marlowe.
Para ello, aducía que había
faltado a muchas clases y, además, sospechaban que sus continuos viajes a Reims
tenían como objetivo convertirle en sacerdote católico. Algo muy grave en la
Inglaterra de la reina Isabel I.
Contra todo pronóstico, el
claustro, cambió radicalmente de opinión, tras recibir una carta del Consejo
privado de la reina, donde se afirmaba que Marlowe no había podido asistir a
clase a causa de unos importantes servicios que estaba realizando para la
Corona. En la misma misiva, ordenaban al claustro que le dieran el título a
Marlowe.
Lógicamente, eso fue lo que
hicieron, porque, por aquel entonces, abundaban en Inglaterra las ejecuciones por motivos muchos más insignificantes que
éste.
Tras licenciarse en Cambridge, se
cree que siguió trabajando para los servicios de Inteligencia de Inglaterra.
No obstante, parece ser que, al
poco tiempo, empezó a escribir obras de teatro, estrenando la mayoría de ellas
en la compañía patrocinada por el conde de Nottingham.
En esa época también se reunió
con un grupo de intelectuales, formando un movimiento llamado la “Escuela de la
noche”. Algo parecido a una logia masónica.
Es posible que allí conociera a
gente muy importante en su vida, como el corsario Walter Raleigh, muy próximo a
la reina, de hecho, fundó una colonia en los USA, llamada Virginia, en honor a ella. A estos dos hombres les unió
siempre una gran amistad. Del mismo modo, le sirvió para conocer a algunos
nobles, como el conde de Northumberland, algo muy importante en esa época.
También es posible que allí
conociera a William Shakespeare, sobre esa relación hablaré en otro artículo.
Parece ser que en ese grupo manifestaban
un gran interés por los escritos de Giordano Bruno, que llegó a ser quemado por
hereje. Incluso, muchos de ellos, en la intimidad, se consideraban ateos.
Evidentemente, eso era algo que
no podía difundirse públicamente. Aun así, la mayoría de los miembros de esta
sociedad, poco a poco, fueron arrestados bajo los cargos de incesto, pederastia
y sodomía. Estas acusaciones, en esa época, eran muy comunes para quitarse de enmedio a los
católicos.
Aquella época fue muy dura para los
católicos de Inglaterra. Una vez muerta la hermanastra de Isabel, la reina
María, que había estado casada con su sobrino, Felipe II de España, los
protestantes se hicieron con el poder y el catolicismo fue declarado ilegal en
todo el país.
Entre su hermana, la católica
María de Inglaterra (llamada Bloody Mary), que se dedicó a ejecutar a los
protestantes, y la protestante Isabel, que se dedicó a hacer justo lo
contrario, aunque parezca mentira, ejecutaron a mucha más gente que la Inquisición
española en toda su historia. Evidentemente, eso en el actual Reino Unido, se lo
tienen muy callado.
No hay que olvidar que Enrique
VIII sólo aspiraba a controlar políticamente la Iglesia de Inglaterra. Sin embargo,
con la llegada al trono de su hija, Isabel I, todo cambió. Se acentuó el
carácter protestante de la Iglesia de Inglaterra y su control político, por parte
de la Corona. Así que todos los católicos del reino se tuvieron que esconder o
exiliarse. La mayoría de ellos, lo hizo en Francia y, más concretamente, a
Reims.
Volviendo a nuestro personaje. Al
año de salir con su título de Cambridge, ya estrenó un drama en dos actos,
llamado “Tamerlán el grande”.
En sólo 6 años, escribió nada
menos que 6 obras de teatro, un poema narrativo largo y varias traducciones del
latín.
Otro de sus éxitos teatrales fue
su adaptación al escenario del mito de Fausto. La primera vez que un autor ha
llevado ese mito al teatro.
Por otra parte, parece ser que
tenía un temperamento un tanto belicoso.
En 1589 pasó durante un tiempo breve por
la cárcel, pues fue acusado de haber participado en una riña callejera, en la
cual un hombre fue asesinado. Seguramente, fue acusado de este delito por estar
en compañía de su amigo, Thomas Watson, que tuvo que permanecer más tiempo en
la cárcel por ese mismo motivo.
Siguiendo la misma línea, tres
años después, tuvo que comparecer ante un juez, acusado de haber atacado a
varios policías. Sin embargo, fue puesto en libertad inmediatamente.
En 1593, fue acusado de unos
delitos muchos más importantes en esa época, como eran el de ateísmo, acuñación
de moneda falsa y homosexualidad.
Seguramente, fue acusado de esos
delitos por su compañero de piso y también poeta, Thomas Kyd, al cual sometieron
a un duro interrogatorio bajo tortura.
Es posible que, por ese motivo,
su jefe, Francis Walshingham, durante un corto período de tiempo, lo hubiera
escondido en una de sus fincas, alejadas de Londres.
Es posible que su jefe dedicara
su vida a luchar contra el catolicismo, para no tener que repetirse en el suelo
inglés las espantosas guerras de religión, como las habidas en Francia.
No hay que olvidar que éste fue
testigo de la famosa matanza del día de San Bartolomé, cuando fue embajador de
Inglaterra en Francia.
Por otra parte, la reina Isabel,
le debía todo a su servicio secreto, pues en aquella época, tenía muchos
enemigos, como los católicos, la reina María de Escocia o el rey Felipe II de España
y todos pretendían de un modo u otro expulsarla del trono.
Es posible que las faltas a clase
de Marlowe estuvieran motivadas por sus frecuentes visitas a Francia a fin de
espiar a los exiliados católicos ingleses.
Entre ellos, se hallaba Anthony
Babington, el cual había participado en un complot para matar a la reina Isabel
y poner en su lugar a la reina María de Escocia, que se hallaba entonces en
Inglaterra. Todo ello, con el apoyo de Felipe II.
Hay que aclarar que la reina
María de Escocia fue víctima de un complot en su país y la obligaron a abdicar
a favor de su hijo, Jaime VI, que luego también llegaría a ser rey de
Inglaterra.
Tras la abdicación, huyó al vecino
reino de Inglaterra, para ponerse bajo la protección de su prima Isabel. Ésta la
vio como una peligrosa rival al trono y ordenó su arresto.
Parece ser que Babington conoció
a María por tener el título de escudero del conde de Shrewsbury, a quien se le
había encargado tener encarcelada a la reina escocesa.
Tras nada menos que 18 años de
encierro, Babington, le envió a ella una serie de cartas, donde la animaba a
resistir, pues pronto estaría en el trono de Inglaterra y le dio ciertos
detalles sobre la conspiración.
Parece ser que el ideólogo de esa
conspiración fue el jesuita inglés, John Ballard, que montó ese complot junto a
otros como el poeta Chidiock Tichborne. No obstante,
el servicio secreto
inglés, logró infiltrar a alguno de sus agentes dentro de ese movimiento.
Así, poco después, la mayoría de
los cabecillas del complot, fueron detenidos, juzgados y ejecutados de la forma
más cruenta posible.
Dado que el mismo servicio había
logrado interceptar las cartas de los implicados, las dejaron seguir hasta sus destinatarios,
después de haberlas leído, claro.
Incluso, en una de ellas, los
agentes, falsificando la letra de María, escribieron una postdata, donde se
indicaba que la reina le pedía al remitente de la misma, los nombres del resto
de los conspiradores, para ver si eran de fiar.
De ese modo, fueron capturando a
algunos de los implicados, los cuales, bajo los efectos de la tortura, dieron
los nombres de los demás.
Además, tras este intento, la
reina Isabel, encontró una excusa para quitarse del medio a su molesta prima
María.
Así que la mandó ante los
tribunales, bajo la acusación de haber aprobado un plan contra la Corona de
Inglaterra. Como se esperaba, fue declarada culpable y ejecutada en febrero de
1587, a los 45 años, en el castillo de
Fotheringhay.
Hoy en día, sus restos están
sepultados bajo un magnífico monumento funerario, situado dentro de la abadía de
Westminster y a muy pocos metros del sepulcro de su prima, Isabel I.
Volviendo a nuestro personaje de
hoy, a pesar de estar protegido por un importante secretario de la reina, si lograban
capturarle, es posible que, mediante la tortura, se llegaran a conocer una serie de secretos que
el Gobierno inglés no estaba interesado en que salieran a la luz.
Parece ser que el motivo del
apresamiento del joven Thomas Kyd fue que
en la primavera de 1593, alguien
colgó una serie de carteles por todo Londres, llamando a la rebelión contra la
reina. Las investigaciones condujeron hasta Kyd, encontrando en su vivienda una serie de documentos, donde se negaba la divinidad de Jesucristo. Esto comportaba un delito de blasfemia. Precisamente, por algo parecido, el año anterior, se había enviado a la hoguera a otro condiscípulo de ellos en sus años en Cambridge.
Siendo interrogado bajo tortura,
confesó que pertenecían a Marlowe. Esto puso en un serio compromiso al
Gobierno, pues nuestro personaje era un servidor del Estado.
Unos días después, Marlowe, fue requerido
para declarar ante un tribunal y acudió a esa cita. No se le encerró, pero
salió bajo fianza y con el compromiso de estar disponible
en cuanto se le
llamara de nuevo.
Doce días más tarde, el
30/05/1593, cuatro hombres se reunieron para pasar el día bebiendo y hablando
en la posada de la viuda Eleanor Bull, en Deptford, a unos 5 kilómetros al SE
de Londres.
El grupo estaba formado por Ingram
Frizer, un hombre dedicado a sus numerosas intrigas; Nicholas Skeres, socio de
Frizer; Robert Poley, de quien se sospechaba que fuera agente doble y Marlowe.
Según los otros dos, tras haber
cenado, Marlowe y Frizer, tuvieron una
violenta pelea acerca del pago de la cuenta.
Marlowe le quitó la daga a Frizer
y con ella le hizo varios cortes en la cabeza. Luego, Frizer, consiguió
arrebatársela y darle una puñalada en el ojo derecho, la cual llegó al cerebro,
causándole la muerte de manera instantánea.
La patrona llamó a los guardias
y, a la mañana siguiente, acudió el juez. Éste prendió a Frizer, pero al mes siguiente
lo puso en libertad, declarando que había sido en defensa propia.
En cuanto a Marlowe, fue
enterrado dos días después en esa misma localidad. Algo realmente extraño en un
país donde se tarda mucho más en enterrar a los fallecidos.
En 1925 se halló en un archivo el
informe del juez sobre este asunto y ante él, los investigadores del siglo XX,
se hicieron muchas preguntas.
Algunos de ellos se preguntaron
por qué no se había investigado más este asunto. Es posible que fuera, porque el
Gobierno hubiera enviado a estos tipos para eliminar a Marlowe. No hay que olvidar que Poley solía ser el encargado de realizar los trabajos sucios para su jefe.
También es posible que hubiera
sido, porque Poley era un agente doble y Marlowe lo sabía. Así que ante un
fuerte interrogatorio, igual hubiera dicho su nombre y el de otros católicos implicados
secretamente en complots contra la reina. Gentes con mucho poder, que ocupaban
las más altas jerarquías del Estado.
Curiosamente, el final de la vida
literaria de Marlowe coincide con el comienzo de la de Shakespeare. Eso lo
trataré en otro de mis artículos.
Espero no haber resultado pesado
y me gustaría que me dijerais si os ha gustado este artículo.
Hola Aliado. Nada más ver el título de tu nuevo artículo pensé en el personaje de la literatura Philip Marlowe y, buscando por ahí, he encontrado que Raymond Chandler cogió el apellido del personaje histórico del que hoy nos hablas para ponérselo a su creación. Por otra parte, Christopher Marlowe me hizo pensar en nuestro gran Velázquez (nacido seis años después de morir Marlowe), de quien se sospecha que llevó tareas de espionaje durante sus estancias en Italia. A saber cuántos hombres dedicados a las Humanidades realizaron tareas de espionaje como Marlowe y Velázquez, para que luego digan que las letras no sirven para nada.
ResponderEliminarMe llama la atención que Marlowe conociera a gente de ambientes tan dispares, como son Raleigh y Shakespeare. ¿Te los imaginas a los tres en un debate intelectual? "Aquí Walter, aquí William".
No quiero dejar de decir que, en los fragmentos en que no hablas del personaje, has contado muy bien cómo era el trasfondo histórico donde se movía Christopher Marlowe, y que has retomado la historia del protagonista de una manera que no te pierdes en la lectura y que, quizás, hace a la misma más interesante.
Lo que me parece un poco triste es que la obra de Marlowe no se conozca bien (por lo menos en España), y aunque solo sea por haber sido el primero en llevar al teatro el mito de Fausto, se le debería mencionar en los estudios del Fausto de Goethe.
Y es curioso que menciones que se lo acusara de homosexual. No es la única vez que los británicos acusan de homosexual a alguien que ha prestado grandes servicios a su país. Me refiero a Alan Turing, el descifrador de los códigos nazis de la máquina Enigma. No me extrañaría nada que la muerte que tuvo se debiera a una conspiración, tal como dices más adelante.
Para terminar, una vez más te felicito por un magnífico artículo con un tema tan poco conocido.
Muchísimas gracias por tus elogios. Me alegro mucho de que te haya gustado el artículo.
EliminarLa verdad es que es un personaje del que se sabe muy poco y, pro ello, tampoco se puede contar mucho.
No obstante, he estado leyendo también sobre la vida de Shakespeare y, curiosamente, tampoco se sabe mucho de él. Ni siquiera hay consenso entre los especialistas sobre su verdadero aspecto.
De todas formas, lo que dicen los especialistas es que, independientemente de que fueran autores diferentes, parece ser que la forma de escribir de ambos guarda cierto parecido.
Sobre el tema de los artistas que se dedicaron a la actividad diplomática y el espionaje, creo recordar que el propio Rubens fue uno de ellos.
Muchas gracias de nuevo y saludos.
Muchísimas gracias por tus elogios. Me alegro mucho de que te haya gustado el artículo.
ResponderEliminarLa verdad es que es un personaje del que se sabe muy poco y, pro ello, tampoco se puede contar mucho.
No obstante, he estado leyendo también sobre la vida de Shakespeare y, curiosamente, tampoco se sabe mucho de él. Ni siquiera hay consenso entre los especialistas sobre su verdadero aspecto.
De todas formas, lo que dicen los especialistas es que, independientemente de que fueran autores diferentes, parece ser que la forma de escribir de ambos guarda cierto parecido.
Sobre el tema de los artistas que se dedicaron a la actividad diplomática y el espionaje, creo recordar que el propio Rubens fue uno de ellos.
Muchas gracias de nuevo y saludos.