Hoy voy a intentar abandonar el
tono lúgubre de mis recientes artículos. Por eso, he optado por uno que me
parece mucho más divertido, dentro de lo que cabe.
Esta vez traigo a un curioso personaje
que podría parecer de otra época, pero no, resulta que vivió en pleno siglo XX.
Boris Skossyreff, que ese era su nombre,
nació el 12/01/1896 en Vilna, que ahora es la
capital de Lituania, pero que, en
ese momento, era una ciudad más del inmenso Imperio ruso.
Perteneció a una familia de la pequeña
nobleza rusa, con gran tradición militar. Obviamente, cuando triunfaron allí
los comunistas, tuvo que salir zumbando de su país, como muchos otros.
No se sabe mucho de su vida
durante el exilio. Parece ser que se fue al Reino Unido y allí prestó servicios
en la Armada británica.
La razón por la que se dirigió a
ese país es porque conocía al diputado conservador Oliver Locker Lampson, con
el que coincidió durante la I GM, pues ambos habían combatido juntos en una
unidad mixta ruso-británica formada por vehículos blindados.
Algunos dicen que también trabajó
para el Foreign Office o para los
Servicios Secretos y que esto le llevó a recorrer el mundo. Pero no parece muy claro
que los británicos dejaran trabajar en una entidad gubernamental tan secreta a
un exiliado político del que apenas sabían nada.
En 1925 dejó ese supuesto trabajo
y se trasladó a Holanda, con un pasaporte Nansen, que es el que se les da a los
que no tienen una patria que los defienda.
En 1931, gracias a su don de
gentes, consiguió casarse con una mujer marsellesa más o menos rica, la cual
era 10 años mayor que él. Así que muy pronto se decidió por buscarse otra
pareja.
Hasta aquí, vemos que era un tipo
como ese “Nicolás” que está ahora tan de moda. Tenía una buena presencia, buena
preparación intelectual, buenos modales, facilidad para los idiomas y donde
gentes que le permitía cautivar a su audiencia.
Como dice el refrán: “buena pinta
y buenos modales abren puertas principales”. Más o menos, eso es lo que le pasó
a él.
Se creó una imagen aristocrática,
siempre bien vestido y con un monóculo en el ojo derecho. Algo que se veía un
poco pasado de moda ya en esa época.
Iba por ahí diciendo que tenía el
título de conde de Orange, lo cual tiene que ser absolutamente falso, pues es
un título que sólo lo pueden llevar los miembros de la Casa Real de Holanda.
También mentía cuando presumía de
haber estudiado en los mejores colegios de París y en la Universidad de Oxford.
Ya por aquella época, la policía holandesa lo estuvo investigando y hay una
ficha de él donde se afirma que es un estafador internacional.
En 1932 visitó por primera vez
Andorra y allí habló con mucha gente para hacerse a la idea de la realidad de
ese país. Por lo visto, en 1934, ya le hizo alguna proposición, en ese sentido,
al Síndico de Andorra y el Consejo General le advirtió que no se metiera más en
sus asuntos.
A finales de mayo de ese año, el administrador
judicial francés firmó una orden de expulsión contra nuestro personaje, por
haber publicado que los franceses explotaban a los andorranos.
No se le ocurrió otra cosa que exiliarse
en la vecina localidad de la Seo de Urgell, donde ya se comportó como una
especie de monarca exiliado y se dedicó a conceder entrevistas a la prensa y
hasta habló telefónicamente con diarios tan importante como The Times o The
Daily Herald.
En el verano de ese año se trasladó a la localidad
veraniega de Torredembarra, desde donde declaró en una entrevista al diario
madrileño Ahora “Lo hago únicamente como caballero para entender que defiendo
los derechos de los españoles que residen en Andorra y son vejados por la
República vecina”.
Intentó fortalecer su postura
poniéndose en contacto con los legitimistas franceses, o sea, los que quieren
volver a ver un rey en Francia.
En Perpiñán se reunió con un
representante del duque de Guisa, Juan de Orleans, por entonces, pretendiente
al trono de Francia.
Intentó obtener su apoyo
diciéndole que los jefes de Estado de Francia estaban gobernando de manera
ilegal en Andorra, siendo éste un dominio privado de la Casa de Orleans,
heredera directa de la dinastía de Foix. Con esta afirmación, creo que equivocó
a Andorra con Navarra. Será porque ambas tienen la misma terminación y un
extranjero no puede apreciarlo.
Su tesis se basaba en que, como
en Andorra no había tenido lugar ninguna revolución, como ocurrió en Francia,
pues los monarcas franceses no tendrían por qué haber perdido sus derechos
sobre ese país.
Realmente, tuvo mucha aceptación
entre los legitimistas franceses. A lo mejor, porque hacía tiempo que no se llevaban
ninguna alegría, y se pusieron a publicar las pretensiones de Boris en sus
boletines. Mientras tanto, él ya se autoproclamó, por su cuenta, como lugarteniente
del rey de Francia.
A partir de ese momento, se
dedicó a recibir a los periodistas, conceder recepciones “oficiales” y organizó
actos del mismo tipo, como una misa por Francesc Maciá, presidente de la
Generalitat de Cataluña, que había muerto el año anterior.
Incluso, se hizo fotos oficiales,
como príncipe de Andorra y hasta se permitió escribir borradores de leyes que
serían promulgadas por él cuando fuera reconocido como soberano en Andorra.
Más adelante, su osadía le llevó
a imprimir unos folletos donde decía más o menos que los andorranos no estaban
a gusto al ser administrados por el presidente de la República Francesa, la
cual no era la legítima heredera de la Corona de Francia.
El mismo duque de Guisa seguro
que se quedaría impactado por este atrevimiento, porque no dijo nada y se limitó
a esperar a ver cómo acabaría esta broma pesada.
Como la cara dura de este hombre
no tenía límites, pues esta vez redactó una Carta Constitucional para Andorra,
en la cual figuraba un nuevo sistema político caracterizado por una mayor
libertad en todos los aspectos e, incluso, para calificarlo como paraíso fiscal
y así atraer a las inversiones extranjeras.
Es posible que nuestro personaje,
como vivía cerca de allí, estuviera al corriente de la situación social de Andorra.
En 1933, grupos de jóvenes de ese
país protestaron contra su normativa electoral y pidieron el sufragio universal
masculino y el derecho de poder elegir a cualquier persona para un puesto
político. Incluso, llegaron a ocupar por un día la sede del Consejo General.
Esto dio lugar a que, unos 3
meses después, este Consejo, aprobara el sufragio universal masculino para los
mayores de 25 años.
A fuerza de insistir, consiguió
que, tras una entrevista con el Síndico General de los Valles, éste convocara urgentemente
una reunión del Consejo general el 07/07/1934.
El síndico se dirigió a los
consejeros para exponerle que nuestro personaje
le había propuesto convertir
Andorra en uno de los sitios con mayor nivel de vida del mundo, como ya ocurría
con Mónaco, Liechtenstein o Luxemburgo. Además, les prometía fomentar el
turismo y los deportes, para atraer aún más gente a ese pequeño país.
Desde luego, hay que reconocer que este hombre
tenía visión de futuro, pero es extraño que lo aceptaran en un sitio tan conservador
como Andorra.
De hecho, él había vivido unos
años en la Costa Azul y conocía muy bien Mónaco. Incluso, aprendió catalán para
conocer mejor Andorra y a los andorranos.
A cambio de que él lograra mejorar
claramente el nivel de vida de los andorranos, pedía a cambio ser nombrado príncipe
o rey de Andorra.
Tras la votación del Consejo, se
vio que la propuesta había sido aprobada casi por unanimidad. De los 24
consejeros, sólo uno de ellos votó en contra.
Así que Boris ya se pudo instalar
en Andorra con su séquito. Para ello, provisionalmente, eligió una fonda en un
pueblo cercano a la capital.
Al día siguiente, el consejero
que votó en contra, se entrevistó con el obispo de la Seo de Urgell, Justí
Guitart, uno de los copríncipes de Andorra, para explicarle este asunto con
todo lujo de detalles.
Por otra parte, el presidente de
Francia, el otro copríncipe de Andorra, dijo que
su Gobierno no quería inmiscuirse en los asuntos andorranos y daban por válida esa monarquía, si era aprobada como tal. También se debatió este tema en el Consejo de ministros de España.
Tres días después, se realizó una nueva
votación en el Consejo y el resultado fue el mismo. Sólo un voto en contra.
A partir de entonces, nuestro aventurero
personaje, se proclamó como rey de Andorra, con el nombre de Boris I.
Así que, una semana después, se publicó
esta decisión en el Boletín del Gobierno Provisional de Andorra, junto con la Constitución
del Estado libre de Andorra, que sólo tenía 17 artículos. De esa forma, se
decretaban las libertades políticas, religiosas y de imprenta. Se proclamó una amnistía
general, se eliminó la censura y se convocaron elecciones para el 1 de agosto. Todo
ello, muy novedoso, para una sociedad tan conservadora como era la andorrana.
Incluso, tanto él como su amante,
por entonces una millonaria de USA, se aclimataron pronto. Paseaban tranquilamente
por la calle con sus respectivas barretinas en la cabeza y bebían vermut en
porrón de cristal.
Tras mandar imprimir varios miles
de ejemplares de la nueva Constitución de Andorra, uno de ellos cayó en poder
del obispo de la Seo de Urgell, el cual, por lo visto, se cabreó muchísimo al
leerla.
El clérigo hizo unas
declaraciones nada amistosas contra Boris I y a éste no se le ocurrió otra cosa
que firmar “una declaración de guerra”. No sé qué ejército pensaba utilizar, porque
allí no lo había.
Así que el obispo, en su calidad
de copríncipe legal de Andorra lo denunció ante la Guardia Civil y esta
institución envió el 21/07/1934 nada menos que un destacamento compuesto por un
sargento y 4 guardias para detener a nuestro personaje.
Los agentes detuvieron y se
llevaron esposado a Boris hasta la Seo de Urgell, sin que nadie se opusiera a
ello. De ahí lo trasladaron a Barcelona y, posteriormente, fue enviado a
Madrid, aplicándosele la Ley de Vagos y Maleantes.
El 23/07 llegó a la capital de
España, donde le esperaban un montón de periodistas, que se pelearon por
entrevistarle.
Fue ingresado en la tristemente
célebre, Cárcel Modelo de Madrid, donde siguió adoptando sus modales de monarca
exiliado. Tras una pequeña temporada encerrado en esa prisión,
fue expulsado a Portugal,
donde vivió hasta 1935, ya sin su amante y protectora americana, que había
regresado a USA cuando fue detenido.
En 1938 obtuvo el permiso para
regresar a Francia, donde se reunió con su esposa legal, aquella que le llevaba
10 años.
Al comenzar la II GM, su
situación fue más precaria. Primero fue enviado al campo de concentración de
Rieucros, donde encerraban a los extranjeros, por no tener sus papeles en
regla, para luego pasar al pirenaico de Le Vernet, donde nuestros amigos galos
encerraban a todo aquel que consideraban “extranjero indeseable”. O sea, a los
republicanos españoles y a los ciudadanos de países que se acababa de anexionar
Hitler. En ese campo también hubo mujeres y niños.
A partir de entonces, las fuentes
no se aclaran sobre su destino. Algunos hablan de que estuvo en ese último campo
hasta 1942, año en que fue trasladado a otro de la antigua URSS.
Lo cierto es que no me cuadra
mucho, porque los soviéticos fueron amigos de los alemanes y de la Francia de
Vichy hasta la invasión de la URSS, el 22/06/1941. También es verdad que ese campo fue evacuado en 1942 por la Gestapo y llevados sus presos a Alemania.
Es más, los comunistas franceses
no movieron un dedo ante el invasor nazi de Francia y no se pasaron a la Resistencia
hasta que Hitler invadió la URSS.
Incluso, se dice que fue
encerrado, en 1947, en uno de esos terribles campos del gulag de Siberia y liberado del
mismo en 1956. Posiblemente, tras la muerte de Stalin.
De allí se trasladó, junto con su
esposa, a la antigua Alemania Occidental, concretamente a la ciudad de Boppard,
en Renania-Palatinado.
Allí le llegó la muerte a nuestro
personaje, el 27/02/1989, a la edad de 93 años, según indica su lápida en el cementerio
de esa ciudad.
Ciertamente, el modelo que él
proponía para Andorra, con el tiempo, es el que ha dado mejor resultado para
esa nación. Quizás no al nivel tan alto, pero sí es cierto que ha logrado cambiar
la cara de ese país. Desde luego, no se puede negar que este país está
atrayendo capitales de todas partes.
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