ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

miércoles, 27 de agosto de 2025

LA EPOPEYA DE LOS DRAGONES DE CUERA

 

Seguramente, muchos de vosotros no habréis oído nunca hablar de los dragones de cuera. Sin embargo, cumplieron una función muy importante en el desarrollo de los territorios ultramarinos de España.

Ya, desde el siglo XVI, cuando se empezaron a fundar asentamientos españoles en la zona de Chihuahua, al norte del actual México, se vio la necesidad de crear una serie de fuertes en los lugares intermedios del camino hasta la capital. A esos fuertes los llamaron presidios, aunque no vayamos a pensar que eran cárceles, ni tampoco había presos.

Esos presidios fueron avanzando hacia el norte, situados a lo largo de la costa de California y llegaron nada menos que hasta las costas canadienses e, incluso, llegó a haber uno de estos en Alaska.

Los presidios eran una especie de fuertes rodeados por una muralla de piedra o adobe con forma cuadrada de unos 120 m de lado. Con el objeto de defenderse de los ataques de las tribus hostiles de indios.

Al principio, los soldados españoles solían llevar la correspondiente coraza, pero pronto se vio muy poco práctica, debido a su peso y al calor reinante en esa zona semidesértica. Así que a alguien se le ocurrió una idea mejor, consistente en vestir un chaleco de cuero (de ahí viene su nombre) de 7 capas, el cual pesaba alrededor de 10 kgs. Aunque parezca mentira, este chaleco les defendía de las flechas lanzadas por los indios.

El nombre de dragones procede de que así se llamaban a los soldados que podían combatir tanto a pie como a caballo.

Estos dragones, al igual que la nueva sociedad que se estaba gestando en ese territorio, no eran sólo españoles, sino que también había muchos criollos, mestizos, indios y hasta antiguos esclavos negros.

Los candidatos para ingresar en esa unidad debían tener, como mínimo, 16 años y medir más de 1,50m., aparte de ser católicos y tener una buena fama. El compromiso era por 10 años de servicio con la posibilidad de poder renovarlo.

A cambio de ello, recibiría un sueldo, el equipamiento y unas tierras de labor para poder trabajarlas cuando se retirase.

Su función consistía en patrullar por la frontera y poner orden ante los asaltos de los indios y las disputas contra otros países, que también estaban asentados en la zona, como el Reino Unido o Francia.

Cada dragón recibía 6 caballos, un potro y una mula para carga. Puede parecer que eran muchos, pero también es verdad que tenían que vigilar una frontera muy extensa y así iban dejando descansar a sus monturas. Hay que tener en cuenta que había una distancia de más de 100 km entre cada presidio.

Solían utilizar los llamados caballos hispanoárabes. Unos animales de poca alzada, pero muy resistentes. O sea, los más apropiados para esos territorios.

Parece ser que algunos caballos que escapaban de los presidios, junto a otros, que los soltaban por no poder ya dar más servicio, fueron los que constituyeron esas manadas de caballos salvajes, que se suelen ver en las películas. No olvidemos que en América no hubo caballos hasta que los llevaron los españoles.

Curiosamente, los indios, que nunca habían usado los caballos, porque no los había, aprendieron muy pronto a montar mejor que nadie.

El armamento de los dragones estaba compuesto por una larga lanza para embestir a caballo. Un escudo, copiado de las famosas adargas de los moros. Sin embargo, en lugar de construirlos con piel de antílope, como hacían estos, utilizaban la piel de los toros.

Se trataba de un escudo muy resistente y apreciado, porque era menos pesado que los escudos, que solían usar las tropas cristianas en la Edad Media.

Además, también llevaban una espada de hoja corta y ancha y con punta. Supongo que sería para combatir a pie, porque no parece muy práctica para hacerlo a caballo.

Incluso, también solían llevar pistolas y carabinas. Estas últimas son unas escopetas más cortas de lo habitual, que eran muy prácticas para utilizarlas montado a caballo.

Una de sus habituales misiones fue patrullar por el Camino real de tierra adentro, el cual tenía una longitud superior a los 2.500 km y conectaba las ciudades de México y Santa Fe.

En él se encontraban algunas explotaciones mineras, que aportaron mucha riqueza al Imperio español.

No sólo era eso, sino también una gran ruta comercial, por donde circulaban muchas mercancías, como las transportadas por el famoso Galeón de Manila. Pero también era una zona donde habitaban varias tribus de indios hostiles. Por tanto, era un lugar por donde pasaban muchas caravanas y había que protegerlas.

Las familias de los dragones vivían en los presidios. Allí era donde cobraban en metálico y en especie.

Desgraciadamente, como les solía ocurrir a la mayoría de los soldados españoles de aquella época, no solían cobrar a tiempo y eso hacía que tuvieran que dedicarse también a cultivar la tierra o a cazar.

Allí era también donde los hijos de los dragones aprendían a leer y a escribir y esa labor era realizada por los frailes de los conventos, situados junto a algunos de esos presidios.

Los niños también aprendían a cultivar los huertos o a criar animales de granja. Algo esencial para poder sobrevivir en esas zonas. También las monjas enseñaban a las niñas a coser y bordar.

A finales del siglo XVII se produjo una gran sequía, la cual provocó hambre y dio lugar a la revuelta de varias tribus indias, que culpaban de esta situación a los españoles.

Estas tribus se pusieron de acuerdo para atacar, a partir de 1680, todos los presidios españoles y eso dio lugar a que tuvieran que retirarse hacia el sur. Evidentemente, con eso no consiguieron solucionar su hambre.

En 1692, el virrey de Nueva España dio la orden de recuperar esa zona del actual estado de Nuevo México.

Allí comprobaron que, aunque los indios pueblo habían intentado gestionar la agricultura y la ganadería, no lo habían conseguido por culpa de los frecuentes ataques de apaches y comanches. Así que recibieron con gratitud el regreso de los dragones de cuera.

Por ello, el virrey firmó un tratado con los indios pueblo, por el que España reconocía los derechos sobre sus tierras. Algo que nunca hicieron otras potencias colonizadoras.

En 1718 se fundó el presidio de San Antonio de Béjar y junto a él se edificó una misión, que, en el siglo XIX fue conocida como El Álamo. Allí tuvo lugar aquel famoso combate entre mexicanos y texanos.

En ese lugar, convivieron en paz y armonía sus fundadores, que procedían de Canarias, junto a indios, mestizos, criollos, etc.

Tras haber sufrido algunas derrotas ante los indios, se hicieron algunas reformas, suprimiendo algunos presidios para concentrar los dragones en algunos más estratégicos.

También firmaron tratados con algunas tribus, como los apaches para que ayudaran en la defensa de esos territorios contra otras tribus, venidas del norte de América.

Eso dio lugar a la creación de una muy eficaz línea defensiva.

A finales del XVIII, tras múltiples asaltos de los comanches, se impusieron una serie de reformas.

A partir de entonces, los dragones llevarían unas cueras con menos capas, para disminuir su peso y un armamento menos pesado. No obstante, fueron dotados con pequeños cañones, pero también con exploradores indios.

La idea era ganar en velocidad para perseguir y castigar a los indios, que solían atacar poblados y desaparecer muy rápidamente. Parece que eso fue muy efectivo.

También se legisló que llevaran todos un uniforme azul, con el cuello rojo. Pantalón y capa también azul. Una bandolera, donde llevarían bordado el nombre de su presidio. Corbata y sombrero negros y también unos botines. Utilizaban banderas blancas con la cruz de Borgoña pintada en rojo, que era la antigua bandera de España.

A la vista de esto, ya podemos suponer de dónde copiaron la forma de vestirse los nuevos colonos USA.

Al mismo tiempo, se creó la figura del soldado armero, el cual era responsable del buen funcionamiento de las armas y cobraba un poco más que los demás.

En la segunda mitad del siglo XVIII apareció otra potencia colonial por la zona. Se trataba de los rusos, los cuales habían comenzado su expansión desde Alaska por toda la costa de Canadá. Así que las autoridades españolas tomaron la decisión de colonizar la costa del Pacífico para impedir que la colonizaran antes los rusos.

Así empezó la expedición a California al mando de Gaspar de Portolá y fray Junípero Serra, un clérigo que fue muy querido en aquellas tierras. También les suministraron provisiones por vía marítima.

Las autoridades españolas estaban en lo cierto, porque, en 1812, aprovechando que España estaba en guerra contra Napoleón y que también habían comenzado las guerras de independencia de Hispanoamérica, los rusos fundaron la colonia de Fort Ross o Fuerte Ruso, al norte del actual Estado de California. Allí estuvieron hasta su retirada en 1842.

De esa forma, los españoles consiguieron demostrar que era posible llegar desde México hasta California, atravesando cordilleras, ríos caudalosos y desiertos. Incluso, tuvieron que sufrir uno de los habituales terremotos que se dan en California.

También construyeron algunos presidios nuevos en el actual Estado de Arizona. Concretamente, el de Tucson tuvo que sufrir varios ataques de apaches, aunque los dragones lograron vencerlos.


No obstante, también consiguieron atraer a los indios a las ferias comerciales, que se desarrollaban en algunos presidios, donde podían intercambiar algunos objetos por otros.

En el último tercio del siglo XVIII se crearon dos comandancias para los dragones. Una estaba en la zona occidental y llegaba hasta el actual Nuevo México y la otra era para la zona oriental en la actual Texas y norte de México. Así fue hasta 1792, cuando se fusionaron.

A finales del XVIII muchas tribus apaches empezaron a colaborar con los españoles, residiendo junto a los presidios. Allí les dieron alimentos y herramientas para trabajar el campo a cambio de no luchar contra los españoles.

De esa forma, los dragones empezaron a cambiar su trabajo de combatir a los indios por el de proteger a los que habían empezado a residir en los presidios y mediar en discusiones.

En 1821, con la llegada de la independencia de México, los dragones pasaron a ser unos simples vigilantes de la frontera. Ya no volvieron a usar sus viejas cueras, sino unos uniformes azules, pero sí utilizaron unas armas más modernas.

Curiosamente, una unidad de los dragones de cuera fue la que capturó al cura Hidalgo. Un líder independentista mexicano, el cual fue responsable de varias masacres, como la de la alhóndiga de Garabitas. Tras su captura, fue condenado a muerte por traición y fusilado.

 

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