ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

martes, 30 de julio de 2024

EL PERRO PACO

 

Confieso que hoy no sabía sobre qué tema escribir, pero he encontrado por ahí una historia que me ha parecido simpática y es la que me he decidido a narrar.

La tarde del 04/10/1879, un grupo de amigos se hallaba en el antiguo Café de Fornos celebrando la festividad de San Francisco de Asís.

Éste era un café bastante lujoso, que se hallaba en la esquina de la calle de Alcalá con la de Virgen de los peligros y donde mucha gente solía celebrar sus tertulias vespertinas. Entre los tertulianos más famosos estaban Azorín, Pío Baroja o Manuel Machado.

Evidentemente, nada que ver con la cafetería de una cadena USA, que, actualmente, ocupa el mismo local comercial. Uno de esos establecimientos sin una personalidad propia, que hacen que todas las ciudades parezcan ya iguales, porque casi todos los comercios son franquicias.

Sin embargo, esa tarde entró en esa cafetería un perro callejero. Dicen que era negro y no demasiado grande.

Supongo que tendría hambre y empezó a hacer saltos y volteretas para que le dieran algo de comer.

Por lo visto, llamó la atención de uno de los comensales, un hombre de unos 50 años, el cual le dio un pedazo de carne asada y el animal se puso muy contento.

El que le dio ese regalo fue Gonzalo de Saavedra y Cueto, marqués de Bogaraya, que solía comer en ese establecimiento. Supongo que a casi nadie le sonará ese nombre, aunque en su época fue un personaje muy conocido. Sin embargo, les podrá sonar más el nombre de su padre, Ángel de Saavedra, III duque de Rivas. El autor de aquel drama romántico titulado “Don Álvaro o la fuerza del sino”, estrenado, con mucho éxito, en 1835, el cual es mencionado en todos los manuales de Literatura española.


El marqués de Bogaraya era un hombre polifacético. En su juventud fue oficial de Caballería, pero renunció a la carrera militar tras el destronamiento de Isabel II.

Después se dedicó a la cría, a la doma de caballos y a la enseñanza de la hípica.

También se dedicó a otras aficiones, como la música clásica. Parece ser que fue un buen flautista. Presidió la Sociedad Filarmónica y hasta consiguió que el famoso Camille Saint-Saëns diera unos cuantos conciertos en España.

Al comienzo del reinado de Alfonso XII empezó a interesarse por la política, afiliándose al Partido Conservador. Fue diputado a Cortes, concejal y hasta alcalde de Madrid. Posteriormente, fue gobernador civil y presidente de la Diputación Provincial de Madrid.

Como ya he dicho que el grupo de amigos conoció al perro el día de San Francisco de Asís, le “bautizaron” con el nombre de Paco.

Por lo visto, a todo el mundo le pareció un perro muy simpático, así que éste siguió yendo, en días sucesivos, a ese café y todos le daban algo de comer. De hecho, los clientes hasta discutían entre ellos, para conseguir que se sentara en su mesa.

Incluso, algunos días, probó suerte en el Café Suizo, que también se hallaba en la calle de Alcalá, pero en la acera de enfrente. Evidentemente, entonces no había el tráfico, que hay ahora y no era tan peligroso cruzar esa calle.

Parece ser que entre sus proveedoras habituales también se hallaban las obreras de la fábrica de tabacos de Embajadores, que siempre solían tener alguna golosina para él.

Por lo visto, era un animal muy sociable. Así que mucha gente solía llevarle al hipódromo, que entonces se hallaba donde ahora están los Nuevos Ministerios. También hubo quien lo llevó, en varias ocasiones, al teatro.

Sin embargo, parece ser que su espectáculo preferido eran las corridas de toros. La plaza de toros de Madrid estaba donde ahora se halla el Palacio de los Deportes, en la avenida de Felipe II. Allí tenía su asiento reservado en el tendido 9. Incluso, solía acompañar a los toreros, cuando se dirigían, montados en un carruaje, hacia la plaza de toros.

Entre un toro y otro, le gusta saltar al ruedo y hacer varios saltos y cabriolas, que gustaban mucho al público, salvo a los puristas. Ya sabemos que los que se las dan de entendidos de los toros suelen ser gente muy conservadora y no les gustan ningún tipo de novedades.

Aunque muchos le propusieron irse con ellos a su casa, él nunca quiso renunciar a su libertad y solía ir a dormir a las cocheras de los tranvías, que estaban en la calle Fuencarral. Todavía se utilizaban los tranvías de tracción animal y no los que se movían por medio de la electricidad.

Como en el Café Fornos se celebraban muchas tertulias de periodistas y literatos, el nombre del perro Paco, pronto empezó a aparecer en artículos y novelas. Así que se hizo muy popular. Incluso, fue mencionado en obras de teatro y en alguna zarzuela. Hasta apareció en las tiras cómicas de algunos periódicos.

Por no hablar de que hubo cronistas, que detallaban las actividades diarias del can y hasta componían canciones en su honor. Llegaron a inventar la frase: “saber más que el perro Paco”.

Por ello, ya podía entrar en cualquier establecimiento, pues nadie se atrevía a echarlo, por miedo a una mala crítica en la prensa. Curiosamente, le dejaban entrar hasta en los establecimientos, que tenían un cartel en la puerta, donde se prohibía la entrada a los animales.

Ya sabemos que, en aquella época, la gente se fiaba de lo que decían los periódicos. No como ocurre ahora, que dicen que sólo tienen dos verdades: la fecha y el precio.

Dado que en los toros la gente tiene derecho a protestar, si no les está gustando la faena, que está realizando el torero. Nuestro personaje, lógicamente, expresaba su descontento ladrando.

El 21/06/1882 asistió a una novillada. Parece ser que uno de los novilleros, al que llamaban Pepe el de los galápagos no estaba teniendo mucho acierto con el estoque a la hora de matar y estaba realizando una auténtica carnicería.

Así que, ni corto ni perezoso, Paco saltó al ruedo y eso hizo que el novillero tropezara y cayera al suelo. Por lo visto, eso no le hizo ninguna gracia y no se le ocurrió otra cosa, que clavarle el estoque al perro, en mitad de las costillas.

No hará falta decir que el novillero tuvo que salir corriendo y esconderse, porque el público saltó al ruedo con la intención de lincharle allí mismo.

Parece ser que el que consiguió retener a las masas fue un conocido empresario teatral, llamado Felipe Ducazcal. Éste se llevó al perro para ver si lo pudieran curar, pero no fue posible y murió.

No obstante, le encargaron a un especialista que lo disecara y luego su cuerpo fue expuesto en una vitrina por el jefe de areneros de la plaza, que también era el propietario de una cafetería en la calle de Alcalá.

Allí estuvo expuesto durante unos años y luego, parece ser que fue enterrado en algún lugar del Parque del Retiro. Por lo visto, hasta le dedicaron unas oraciones fúnebres.

Incluso, algo más tarde, aparecieron unas “Memorias autobiográficas del perro Don Paco”, cuya autoría algunos atribuyeron al propio rey Alfonso XII.

En 1920, se propuso erigirle una estatua por suscripción popular. Parece ser que las donaciones alcanzaron una buena suma, pero quizás no la suficiente. Así que no se hizo.

No obstante, como, muchos años más tarde, aún se seguía hablando del perro Paco, el Ayuntamiento de Madrid tomó cartas en el asunto y encargó una estatua al escultor Rodrigo Romero Pérez. La misma fue ubicada al final de la calle Huertas, en la trasera del Ministerio de Sanidad, e inaugurada en enero de 2023, con motivo el día de San Antón, patrón de los animales.

El propio alcalde Martínez Almeida calificó al perro Paco como “uno de los primeros influencer, cuya fama se extendió gracias a la prensa de época”.

Con ello, mucha gente pensó que así se pagaba una deuda que siempre habían tenido los madrileños con tan ilustre animal.

En la peana de la escultura hay un cartel, también en bronce, donde se puede leer: “Al perro Paco: perro castizo y único de la historia local de Madrid, amigo de literatos, artistas y personajes de finales del siglo XIX”.

Así que espero que os haya  gustado esta entrañable historia tanto como a mí.

 


TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

10 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la historia de l perro Paco que yo ignoraba, es muy entrañable. Por cierto las tertulias que mencionas eran muy frecuentes entre poetas, literatos y artistas de todo pelaje desde la generación del 98 hasta casi nuestros días en el Café Gijón o Viena Capellanes. Saludos.

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  2. Soy Fernando de Lezo Armendia, se me olvidó identificarme

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    1. Había muchos lugares en Madrid, donde se realizaban tertulias. Por ejemplo, la del sótano del Café Lyon, situado enfrente de la antigua sede de Correos, hoy Ayuntamiento de Madrid.

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  3. B. Días.

    Una pregunta.

    Ese café: No se le llamaba el CAFÉ DE LOS INTELECTUALES o algo así? Es que me suena haber leído algo de ello (para los nombres he sido y soy muy malo)

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    1. A lo mejor se refiere al Café Gijón, que está en el Paseo del Prado, donde siempre se han reunido muchos intelectuales.

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    2. Perdón, el Café Gijón está en el Paseo de Recoletos.

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  4. Me ha encantado la historia del perro Paco, y que gran acierto esas dos unicas verdades de la prensa, la fecha y el precio

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  5. Mucchss grscias por esta historta. En cuanto regrese a Madrid voy a renndir homenaje a Don Paco ante su estatua

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  6. Qué peculiar historia la del Perro Paco, Juan. Me ha encantado que le gustara el teatro, como a mí.

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    1. Ciertamente, le gustaba ver el teatro, aunque parece ser que su espectáculo favorito eran los toros.

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