ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

miércoles, 31 de julio de 2024

STELLA GOLDSCHLAG

 

Ayer tuve una conversación con otro tuitero, el cual me dijo que los judíos, que habían colaborado con los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial, lo habían hecho bajo presión. Yo le dije que fue así, en la mayoría de los casos, pero no en todos. Así que ahora voy a mostrar el caso de una mujer judía, que colaboró voluntariamente con los nazis.

Stella Goldschlag nació en julio de 1922 en Berlín. Era hija única y pertenecía a una familia judía acomodada y muy integrada en Alemania. Ellos se consideraban, ante todo, alemanes.

Su padre fue un periodista, que trabajaba como redactor jefe para la productora cinematográfica Gaumont y su madre era concertista de piano.

Curiosamente, tanto su madre como ella eran altas, rubias y con ojos azules. O sea, que no tenían pinta de ser judías. Además, Stella siempre fue una mujer muy atractiva.

En 1935, todo empezó a torcerse debido a las presiones del Ministerio de Propaganda, encabezado por el Dr. Goebbels, el cual exigía que todos los judíos fueran despedidos de los puestos de trabajo que tuvieran alguna importancia.

Así que su padre fue despedido y tuvo que dedicarse a dar clases de música y tocar en una orquesta compuesta sólo por judíos. Evidentemente, ahora sus ingresos eran muy inferiores a los que había tenido hasta entonces.

El alcance de esa represión también afectó a Stella, la cual, aunque era una alumna brillante, tuvo que dejar la escuela pública y sus padres la tuvieron que matricular en una escuela privada sólo para judíos.

Parece ser que allí tuvo que aguantar muchas burlas del resto de sus compañeros, porque era la que parecía menos judía.

Supongo que ahí empezaría su odio por todo lo judío y su pretensión de no parecer judía.

En 1938, empezaron las persecuciones contra los judíos, cuando los nazis invadieron sus barrios y enviaron a muchos de ellos a los campos.

De momento, sus padres pudieron esconderse y evitar ser deportados. Así que intentaron, por todos los medios, emigrar a USA, donde tenían unos parientes que los podrían acoger en su casa.

Sin embargo, el Gobierno USA utilizaba el sistema de cuotas de visados por países y les informaron de que, aunque les apuntaran en la lista, tendrían que esperar un par de años para poder emigrar a ese país.

Mientras tanto, Stella estuvo estudiando para ser diseñadora de modas. Un trabajo que pensaba realizar a su llegada a USA.

Parece ser que también se le daba bien cantar y lo hacía en una
banda de jazz, compuesta sólo por judíos. Allí conoció a Manfred, su primer marido, con el que se casó en 1941.

De momento, no fueron deportados a ningún campo, porque empezaron a trabajar en la industria armamentística.

Curiosamente, Manfred también era un judío alto, rubio y con ojos azules. Por ello, en muchas ocasiones, les paraban los alemanes para preguntarles por qué llevaban cosida en sus ropas la estrella de David, si no eran judíos.

Así que Stella tomó una decisión bastante arriesgada. Decidió llevar sólo la estrella en el trabajo, pero no por la calle.

No obstante, el Gobierno nazi decidió que la mayoría de los judíos, que trabajaban en las fábricas de armas, fueran deportados a los campos. Stella y su madre se libraron. Sin embargo, Manfred fue deportado al temible campo de Auschwitz, de donde no logró salir con vida.

Su padre tampoco fue detenido, porque esas detenciones se realizaban en horario nocturno y él tenía el turno de noche. Así que no lo hallaron en su casa para detenerlo.

En aquella época conoció a un joven judío llamado Rolf Isaaksohn, que, más tarde, se convertiría en su segundo marido. Éste no tenía ese aspecto de ario, pero sí parecía italiano. Así que ambos podían pasar desapercibidos. Incluso, un amigo les proporcionó unos documentos de identidad falsos para que no fueran deportados.

De momento, las cosas les fueron bien. Sin embargo, su felicidad terminó en julio de 1943, cuando ella estaba sentada en una cafetería esperando a su marido y una judía cazadora de judíos la reconoció e, inmediatamente, fue arrestada por la Gestapo.

Fue interrogada y golpeada, porque los agentes de la Gestapo querían saber quién era el falsificador de esos documentos, pero ella no pudo responder, porque no lo conocía. Así que la enviaron a una prisión para mujeres judías.

Unos días después, pidió ser llevada al dentista, ya que sufría muchos dolores a causa de los golpes recibidos en el interrogatorio. Por lo visto, aprovechó un descuido para zafarse de la vigilancia y escapar.

Consiguió reunirse con sus padres y se escondieron en una pensión. No sé si alguien los denunciaría, lo cierto es que, pocas horas más tarde, fueron detenidos. Sus padres fueron enviados a una cárcel a donde llevaban a los que iban a ser enviados a los campos, mientras que a ella la devolvieron a la prisión de donde había escapado.

Sin embargo, unos meses después, consiguió huir de la prisión, aprovechando uno de los bombardeos aliados.

Esta vez, Stella no huyó, sino que se presentó voluntariamente en el centro, donde estaban detenidos sus padres. La Gestapo la volvió a interrogar y ella siguió diciendo que no conocía al falsificador de esos documentos de identidad.

Sin embargo, Rolf, su pareja, que también había sido detenido, aceptó convertirse en un cazador de judíos. Así que a ella le ofrecieron la oportunidad de no deportarla ni a ella, ni a sus padres, si se comprometía a hacer la misma labor que su marido. De esa manera, ingresaron en una unidad compuesta por 20 hombres y mujeres, que se dedicaban a cazar a los judíos.

Podrían moverse con libertad por todo Berlín, no tendrían que llevar cosida la estrella de David y recibirían 200 marcos por cada captura. Por no hablar de que les proporcionaban raciones abundantes de comida de las que carecían el resto de los berlineses.

Incluso, podían portar un arma y llevaban un carnet, que les acreditaba como miembros de la Gestapo. Parece ser que Stella siempre fue reacia a llevar armas, mientras que Rolf era más aficionado a ellas.

Al principio, Stella y Rolf actuaron juntos. Solían visitar los lugares de entretenimiento, donde sabían que acudían los judíos, que se hallaban escondidos, por lo que aún no habían sido deportados a los campos.

Así que ahora los nazis contaban con la valiosa colaboración de dos judíos, que querían traicionar a los demás. Por tanto, muchos de los que la habían conocido, temían encontrarse con ella por la calle, porque tenía muy buena memoria y no dudaría en entregarlos a la Gestapo.

Incluso, Rolf, los detenía a punta de pistola y hasta aprovechaba para golpearles fuertemente.

En febrero de 1944, fue traicionada por los nazis, ya que decidieron deportar a sus padres a un campo en la antigua Checoslovaquia.

Posteriormente, fueron enviados al cruel campo de Auschwitz, donde fueron asesinados. No obstante, Stella siguió colaborando con los nazis.

Como su jefe vio que Stella y Rolf ya no se llevaban tan bien, en octubre de 1944, les obligó a casarse para ver si así mejoraban las relaciones entre ellos. Cosa que no ocurrió.

Empezaron a trabajar cada uno por su cuenta y a tener sus propias relaciones. Concretamente, Stella, mantuvo una relación con un tal Heino Meissl, que la dejó embarazada, dando a luz, en abril de 1945, a una niña llamada Yvonne.

Consiguió escapar con una amiga de Berlín, poco antes de que las tropas soviéticas la rodearan por completo.

Llegaron a un pueblo, que, poco después, fue invadido por las tropas soviéticas, aunque ella consiguió librarse de ser violada.

Sin embargo, fue denunciada por una enfermera, que la había oído decir que la policía soviética era peor que la Gestapo. Así que fue detenida por los soviéticos y dejaron a su hija al cuidado de una familia judía.

En un principio, se defendió haciéndose pasar por otra de las víctimas de los nazis.

Sin embargo, supongo que los policías soviéticos tendrían serias dudas y la enviaron, para confirmar su identidad, a la comunidad judía de Berlín.

Lógicamente, allí la reconocieron enseguida, porque muchos de sus capturados habían conseguido salir con vida de los campos. Los jefes de esa comunidad se opusieron a que la lincharan y sólo dejaron que la pelaran al cero.

Posteriormente, fue devuelta a las autoridades soviéticas. Estas le llevaron a un juicio, donde la condenaron a 10 años de trabajos forzados en varios antiguos campos nazis.

Tras haber cumplido su condena, consiguió salir con vida, aunque muy afectada por la tuberculosis.

Decidió reunirse con su hija para empezar de nuevo, pero fue rechazada por ésta, que nunca quiso saber nada de ella. Incluso, se hizo enfermera y se trasladó a Israel.

Por el contrario, Stella, fue nuevamente, detenida por las autoridades de la República Federal de Alemania.

Este nuevo juicio comenzó en junio de 1957 y fueron llamados varios judíos capturados por ella, en calidad de testigos de la acusación.

No se sabe la cifra exacta de los que consiguió capturar, pero se cree que fue un mínimo de 600 y un máximo de 3.000 judíos.

Ella se defendió alegando ser una víctima de los comunistas. Aparte de alegar su mala salud y la obligación de verse separada de su hija.

Evidentemente, fue condenada por sus actividades de ayuda a la Gestapo. El fiscal pidió 15 años de cárcel, pero el juez sólo la condenó a 10.

Curiosamente, no tuvo que volver a la cárcel, porque ya había cumplido esa misma condena.

En 1972, consiguieron llevarla otra vez ante los tribunales de Justicia. Sin embargo, los jueces ratificaron el anterior veredicto y la pusieron en libertad.

Stella, que nunca quiso admitir ser judía, se convirtió al cristianismo y llegó a casarse 3 veces más.

Parece ser que sufrió una gran depresión y apenas salía de casa, ni podía conciliar el sueño.

El mazazo final lo recibió cuando uno de sus amigos de la infancia escribió un libro sobre ella y sus actividades, donde entrevistó a muchas de sus víctimas.

Por ello, en 1994, cuando ya había cumplido los 72 años, se suicidó en un lago cercano a su casa.

 

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4 comentarios:

  1. La Alemania del III Reich éstos judíos se consideraban alemanes hasta que aparecía la realidad mu dura y muy inhumana ...

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    1. Alemania decían que era el país de Europa donde mejor se habían integrado los judíos. Otra cosa era lo que pensaban los alemanes, que siempre han sido muy racistas.
      Al principio, muchos altos mandos militares fueron reacios a encarcelar a los judíos, porque muchos de ellos habían sido héroes condecorados en la I Guerra Mundial.

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  2. El bloguero tiene razón, después de lo que pasó está mujer y su familia se vio forzada a colaborar para sobrevivir, no considero que fuese voluntario ni por su amor a Hitler.

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    1. Me da la impresión de que lo hizo por dos motivos. Uno fue intentar salvar a sus padres a los que siempre estuvo muy unida. El otro fue porque nunca se sintió judía y despreciaba a todos los judíos, pero tampoco creo que fuera nazi.

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