ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 30 de octubre de 2021

LUISA SIGEA DE VELASCO

 

Hoy voy a hablar de un personaje que, hoy en día, es casi desconocido. Su nombre era Luisa Sigea de Velasco, aunque en algunos documentos aparezca como Luisa Sigea Toledana o Aloysia Sygaea Toletana.

Nació en 1522 en Tarancón (Cuenca). Una ciudad que entonces pertenecía al antiguo Reino de Toledo. De ahí viene lo de Toledana o también porque heredó el apodo de su padre.

Éste fue un francés llamado Diego Sigée, al que apodaban el toledano, aunque se cree que había nacido en Nîmes (Francia). Posiblemente, le pusieron ese apodo porque había vivido muchos años en Toledo. Curiosamente, no había realizado sus estudios en Francia, sino en la Universidad de Alcalá.

Parece ser que allí tuvo como maestros a los creadores de la Biblia Políglota Complutense: Antonio de Nebrija, Demetrio Ducas, Pablo Coronel, Alfonso de Zamora, etc. Supongo que eso le abriría muchas puertas, porque, en esa época, había mucha demanda de profesores de latín y griego y pocos especialistas en esos idiomas.

Mientras que su madre fue Francisca de Velasco, una dama procedente de una familia de hidalgos vecinos de Tarancón.

Diego tenía una buena formación como humanista y quiso transmitírsela tanto a sus hijos, Diego y Antonio, como a sus hijas, Luisa y Ángela. Así que no escatimó en gastos para darles la mejor educación posible, con la intención de que trabajaran en la Corte.

De hecho, el mismo Diego Sigée, fue maestro de María Pacheco, esposa del famoso cabecilla comunero Juan de Padilla.

Por ello, tras la derrota del bando comunero, tuvo que huir a Portugal, acompañando al séquito de su alumna y se quedó allí durante varios años.

Así que, supongo, estaría allí con su séquito hasta que dejaron de pagarle, porque su alumna se quedó arruinada. Viviendo sólo de la ayuda que le proporcionaron unos parientes suyos, que residían en ese país. Tampoco podía regresar a España, porque había sido condenada a muerte.

Curiosamente, la madre de Luisa, Francisca de Velasco, se negó a huir con su marido a Portugal, quedándose en su ciudad natal y esa fue la razón por la que nuestro personaje nació en ese lugar.

No sé de qué viviría su padre, durante esos años, en Portugal, pero lo cierto es que en 1540 llamó a su familia para que se mudaran a ese país. Parece ser que, poco antes, había sido contratado como preceptor de los hijos del duque don Jaime, miembro de la Casa de Braganza.

Supongo que Luisa ya habría terminado su formación en España, porque, al poco tiempo, fue llamada, junto con su hermana, para ingresar en la Corte de Portugal.

Hay que decir que Luisa estaba muy por encima de la famosa Beatriz Galindo, llamada la Latina a la que han dedicado hasta un barrio entero en Madrid.

Ésta sólo dominaba a la perfección el latín y, por ello, fue preceptora de la reina Isabel la Católica. Mientras que nuestro personaje de hoy dominaba el latín, árabe, hebreo, portugués, francés e italiano. Aparte de tener grandes conocimientos de Filosofía y de Historia. Algo muy llamativo para una joven de la época, pues lo normal es que sus familias no se molestaran en darles tanta formación.

Aunque también es verdad que, en Castilla, el aprendizaje del latín para el uso de la Corte se puso de moda durante el reinado de Isabel la Católica y es posible que la Latina tuviera mucho que ver en ello.

Probablemente, a Luisa la contrataron en la Corte, porque, unos meses antes, había enviado al propio Papa Paulo III una carta redactada en varios idiomas, donde alababa sus dotes como Pontífice. Carta que llegó al Papa y que le respondió en esos mismos idiomas.

Parece ser que allí no la destinaron al servicio de la reina, sino al de su sobrina la infanta María de Portugal, duquesa de Viseu, para que la enseñara esos idiomas. Mientras que su hermana, Ángela, se dedicó a componer e interpretar música para los cortesanos.

No debemos confundirla con María Manuela de Portugal, que fue la primera esposa del rey Felipe II de España y también la madre del príncipe Carlos, aquel que tuvo una extraña muerte, que nunca ha sido bien aclarada.

Cuando Felipe II quedó, muy pronto, viudo de su primera esposa, los dos reinos negociaron el matrimonio de ese monarca con la citada infanta, pero lo cierto es que no se pusieron de acuerdo. Así que Felipe II se casó, en segundas nupcias, con su tía, la reina María de Inglaterra. Es lo que suele ocurrir cuando los matrimonios están basados en intereses políticos.

Durante la estancia de nuestro personaje en la corte portuguesa escribió varios libros de poesía. Posteriormente, escribió otra interesante obra, donde describe su vida en la Corte portuguesa. Está escrita como una conversación entre dos amigas, donde comentan las ventajas y desventajas para decidirse entre vivir en la Corte o tener una vida privada más familiar. También se conservan varias de sus cartas, redactadas en latín y en castellano.

En 1552, ya con 30 años, se casa con Francisco de Cuevas, una persona procedente de una familia hidalga, pero con pocos medios de fortuna, residente en Burgos.

Curiosamente, los familiares de su marido habían luchado en la guerra de los Comuneros de Castilla en el bando real, mientras que su padre había estado en el de los Comuneros.

A partir de esa fecha, escribió varias cartas para que ambos fueran admitidos en otras tantas cortes, pero sin mucho éxito.

No obstante, como su marido ya era conocido en la Corte, por haber sido paje de la reina Juana la loca, supongo que esto haría que lo destinaran como secretario de la reina María de Hungría, hija de Juana y hermana del emperador Carlos V, que, desde que se había quedado viuda, tenía su corte en Valladolid.

En 1557, nació en Burgos Juana, hija única de Francisco de Cuevas y Luisa Sigea. Por ello, a causa de las complicaciones del parto, Luisa se incorporó unos meses después a su nuevo trabajo.

Desgraciadamente, en 1558, falleció María de Hungría, cuando, a pesar de su edad y su mal estado de salud, había aceptado el nombramiento de gobernadora de los Países Bajos y se encaminaba hacia ese territorio para tomar posesión de su cargo. Así que ambos se quedaron otra vez sin trabajo.

Ahora se les ve dirigiendo nuevas misivas a personajes importantes de la Corte de Felipe II a fin de que fueran admitidos en ella, ya que se estaba ampliando, tras el matrimonio del monarca con Isabel de Valois.

Parece que esta vez no encontraron acomodo en ninguna Corte. Aunque Luisa fue recibida en privado por la misma reina. Así que el matrimonio y su hija se fueron a residir a Burgos.

No está muy claro lo que le ocurrió allí a Luisa. Es posible que cayera en una depresión o algo por el estilo. Lo cierto es que su salud se fue deteriorando y murió en esa misma ciudad en octubre de 1560. El caso es que no parece que se encontraran en la pobreza, porque ambos cónyuges e, incluso, su hija, estaban recibiendo rentas vitalicias de los personajes a los que habían
servido.

Desgraciadamente, el papel de esta mujer como escritora fue más reconocido tras su muerte. Aunque también es verdad que, en vida, fue muy alabada por su erudición en diversos campos. Incluso, hubo algún erudito que contactó con ella, porque no se querían creer que sus versos los hubiera escrito una mujer.

En 1854, la conocida escritora extremeña Carolina Coronado escribió una novela sobre nuestro personaje, titulada La Sigea, donde también menciona a la infanta portuguesa. En ella, habla de su pesimismo en cuanto a una posible igualdad social entre los dos sexos. Hay quien opina que Carolina vio en ellas la mujer que quería ser y las califica como “sabias, artistas y hermosas”.

También es cierto que, en 1680, alguien le atribuyó la autoría de una obra erótica y eso le restó mucha fama a Luisa. Luego se demostró que un escritor francés había sido el autor de esa obra, la cual pasó, inmediatamente, al Índice de libros prohibidos por la Iglesia católica. Concretamente, parece ser que el autor fue un fraile, llamado Juan Meurcio.

Su famoso poema Syntra, escrito en latín en 1546, y dedicado a la infanta María de Portugal, fue publicado, muchos años después, gracias a las gestiones que hizo su padre en París. En cambio, en España, no se publicó hasta 1781.

En un pasillo de la actual Biblioteca de Castilla-la Mancha, situada en el Alcázar de Toledo, se pueden ver dos retratos, que representan a las dos hermanas, Luisa y Ángela. Sin embargo, hay que decir que no son contemporáneos de su época, pues los realizó un pintor toledano del siglo XVIII, llamado Dionisio de Santiago. Por ello, no pudo conocer a estos personajes y, simplemente, se inventó sus rostros. Es la imagen que pongo al principio de este artículo.

 

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