

La Paz de Dios fue un movimiento
impulsado por algunos obispos con el fin de proteger a la gente más expuesta a
las frecuentes guerras de los señores feudales en la Alta Edad Media.
Se intentaba prohibir que
atacaran a los pobres, a los campesinos, a los clérigos y a los mercaderes que
viajaban por los caminos de pueblo en pueblo.

Por ejemplo, los vasallos podrían
llegar a dejar de obedecer a su señor, con lo cual, ya veis por dónde iban los
tiros.
La tregua de Dios buscaba ampliar
estas medidas para ponerlas siempre en práctica en una mayor cantidad de días
del año.
En cambio, otros autores afirman
que el inicio de este movimiento se dio en un concilio celebrado en 987 en la
ciudad de Puy.
Empezaron prohibiendo la
violencia los domingos. Luego, fueron añadiendo los sábados y algunos viernes y
jueves muy concretos. Como durante la Semana Santa.
A eso se añadieron otros días,
como ciertas festividades de santos, además de la Cuaresma o el Adviento. Más o
menos, la idea era ir acorralando a los señores feudales violentos a base de prohibirles
ejercer la violencia contra los demás.

En dicho acuerdo se decía que
nadie podría atacar ni robar ni a clérigos, ni a laicos que fueran o volvieran
de la iglesia. A este concilio asistió un personaje muy importante: el abad
Oliva, al que dediqué otro de mis artículos.
En 1064, otro nuevo concilio,
donde asistieron varios obispos y condes de los territorios catalanes situados
a ambos lados de los Pirineos, decidió que no habría guerras entre la puesta
del sol de los miércoles hasta la madrugada de los lunes. Aparte de otras
festividades cristianas.

En 1068, durante el concilio de Gerona,
al que asistieron autoridades civiles y eclesiásticas de toda la región, se
creó una paz y tregua de Dios a cumplir desde el domingo después de Pascua
hasta 8 días después de Pentecostés.
Posteriormente, algunos reyes se
sumaron a ese carro y, durante sus consejos, acordaron nuevas medidas de paz y
tregua, como la de 1173, presidida por Alfonso I el batallador. Aquel rey que
se hizo famoso por legar su reino de Aragón a las órdenes militares.
En esa reunión, se amplió su
radio de protección, no sólo a clérigos y laicos, sino también a su ganado, sus
propiedades y hasta a sus aperos de labranza.


El personaje político que más se
caracterizó por apoyar estos movimientos pacifistas fue el duque de Aquitania.
También colaboran las órdenes religiosas para buscar el apoyo de las masas
populares.
En ciertas ocasiones, los nobles,
eran obligados por los clérigos a asistir a algunos concilios, donde juraban
respetar esas normas y no guerrear durante esos días.

Tal y como era de esperar, pues
los señores feudales disponían de soldados profesionales, acostumbrados a la
guerra.
La excomunión sirve para ser
apartado de la Iglesia y que, en caso de muerte, se prohíba que su cadáver sea
enterrado en un cementerio religioso. No hará falta decir que en aquella época
no había otros cementerios que esos. Así que a nadie le gustaría ser enterrado
en el campo, como si fuera un animal.

El éxito de este movimiento hizo
que se utilizase en otras regiones de las actuales Francia, Bélgica, Holanda,
Alemania, Italia, Inglaterra, España.

En cambio, la tregua de Dios,
nació en el Rosellón, uno de los condados ultrapirenaicos catalanes.
Actualmente, dentro de Francia. Aunque luego llegó a aplicarse en otros lugares
más alejados, como Normandía.
A mediados del siglo XI, en el
Concilio de Narbona (1054), se decide la prohibición de que se derramase la
sangre de cualquier cristiano.

Uno de los que se deciden a tomar
cartas en el asunto es el propio Papa, lo cual hace que aumente su peso a nivel
político. No olvidemos que el Pontífice siempre ha sido tanto un líder

Hay algunos autores que dicen que
los Papas aprovecharon las Cruzadas para encauzar y aprovechar la violencia de ciertos
señores feudales hacia un enemigo de la Cristiandad.
Digamos que la Iglesia logró
convencer a los señores feudales de que utilizar la violencia contra los clérigos
o los pobres podría ser una forma de acabar en el Infierno. Mientras que, si se
alistaban en las Cruzadas para luchar contra el infiel, era una forma segura de
salvación.

Incluso, ya en el siglo XII, los
propios monarcas, empiezan a apoyar este movimiento, pues les da cierto poder
para “domesticar” a ciertos nobles, que siempre habían tendido a ir a su aire
en sus respectivos territorios.

Con esto, yo creo que queda muy
claro que no es tan difícil conseguir la paz. Sólo es cuestión de voluntad. Para ello, se pueden introducir una serie de medidas tan originales como estas, que
hagan que el mundo sea más seguro para todos.
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