ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 9 de marzo de 2019

GÉRARD DE NERVAL, OTRO EXTRAÑO POETA


Hoy traigo al blog a otro de esos escritores raros y éste se podría decir que es de los más raros. Algo que podríamos definir como destacable, ya que otros pusieron el listón muy alto en este aspecto de sus vidas.
Como siempre, empezaré por presentarlo. Nuestro personaje de hoy se llamaba Gérard Labrunie, pero será más conocido por su seudónimo, Gérard de Nerval. Nació en 1808, en el París de Napoleón Bonaparte.
Precisamente, su padre ejerció como médico militar en los ejércitos de Napoleón. Fue destinado al Ejército del Rhin, donde le acompañaron su mujer y su único hijo.
Desgraciadamente, su mujer falleció en 1810, cuando se hallaban en Silesia. Así que Gérard tuvo que ser criado por su tío abuelo materno, en la campiña de Valois (Francia).
En 1814, tras la derrota de Napoleón, su padre fue desmovilizado y pasó a trabajar como médico civil. Puso una consulta en París y se llevó a su hijo a vivir con él.
Desde 1822, Gérard, estudió Secundaria en el Colegio Carlomagno, donde tuvo como compañero al conocido escritor Théophile Gautier.
A partir de entonces, se anima a escribir. En un principio, sólo haría pequeños poemas. Más adelante, se atrevería con escritos satíricos, una obra de teatro y hasta una traducción del clásico Fausto, de Goethe.
Más adelante, se atreve con dos antologías. Una sobre los poetas alemanes y otra sobre los franceses. No tiene demasiado éxito, pero le sirven para darse a conocer entre las figuras literarias más importantes de ese momento.
Ahí es cuando adopta su seudónimo de Gérard de Nerval. Parece ser que toma ese apellido del nombre de una finca, donde se había criado, durante su niñez, el Clos de Nerval.
Por lo visto, estos escritores noveles se reunían en cierto lugar, sólo para hablar de sus problemas. Sin embargo, la Policía, pensó que se trataba de unos conspiradores y fueron encerrados durante una temporada, hasta que se aclaró ese asunto.
Es posible que su locura comenzara en esa época. Es muy conocida una curiosa anécdota. Cierto día, lo vieron por esa zona céntrica de París, llamada Palais Royal, paseando una langosta viva, la cual llevaba atada con una cinta azul. Como si estuviera paseando a un perro.
Parece ser que, cuando alguien le preguntó por ello, dijo que era lo más natural del mundo y además afirmó que “las langostas son más tranquilas, serias, conocen los secretos del mar y no ladran”.
Es posible que lo hiciera sólo para llamar la atención. Algo que es muy frecuente entre los artistas. Lo que los franceses llaman “epatar” o asombrar al personal.
En 1834, cobró una herencia de su abuelo, la cual le permitió viajar por varios países europeos. Sin embargo, pronto se le acabó el dinero y tuvo que volver.
Posteriormente, se dedicaría al periodismo. Esto ya le permite viajar y vivir con cierta comodidad.
Incluso, colaboró con Dumas en el libreto de la ópera Piquillo, aunque, como era muy común entonces, todo el mérito se lo llevó Alejandro Dumas.
Por lo visto, en esa ópera actuaba una cantante francesa de su misma edad, llamada Jenny Colon, a la que considera su mujer perfecta y de la que se enamora perdidamente.
La verdad es Gérard tuvo mala suerte, porque también se había fijado en esta cantante un financiero británico, llamado William Hope.
Desgraciadamente, nuestro personaje tuvo uno de esos desengaños amorosos, que todos hemos padecido alguna vez en la vida.
Parece ser que, por aquella época, ya manifestaba eso que, actualmente, se define como un trastorno bipolar.
Es más, sus habituales lecturas esotéricas, hacen que empeore. Frecuentemente, solía decir que oía voces de personajes famosos, como Adán, Moisés, etc. Incluso, llegó a decir que descendía del emperador romano Nerva y se dedicó a comprar todas las monedas que vio con la efigie de ese soberano.
En 1843, realizó varios viajes por Oriente. Logró visitar Egipto, Siria, Chipre y Constantinopla. Se dice que en esos viajes tuvo varios amoríos con mujeres de esos países. Incluso, que llegó a comprar una esclava, con la que convivió en El Cairo. Todo ello, lo narra en su obra “Viaje a Oriente”, publicada en 1851. No sé si sería cierto o fruto de cierta dosis de fanfarronería por su parte.
Incluso, llegó a prologar una edición de “El Diablo enamorado”, de Jacques Cazotte, al que dediqué mi anterior artículo.
También probó fortuna dentro del género de la Literatura de terror, con su obra “La mano encantada”.
A su regreso, su estado mental empeoró. En muchas ocasiones, lo vieron  por la calle, a altas horas de la noche, paseando como un sonámbulo y es detenido, pensando que estaría borracho.
Continúa sufriendo depresión y esquizofrenia, lo que le lleva a ser ingresado, varias veces, en centros psiquiátricos.
Pasa por el sanatorio del Dr. Blanche, que tiene cierta fama, por haber tratado a otros enfermos famosos, como Van Gogh o Baudelaire. Allí no hace más que leer libros esotéricos, lo cual no le hace ningún bien a su estado mental.
A la salida de uno de esos hospitales es cuando escribe una de sus obras maestras, “Aurelia o el sueño y la vida”. Donde describe las fases de su locura e, incluso, afirma, como muchos otros enfermos mentales: “Temo estar en una casa de cuerdos y que los locos estén fuera”.
En el siglo XX, esta obra fue calificada nada menos que como una precursora del movimiento Surrealista.
Es más, un día entró en el Hospital de la Caridad y, descalzándose, recorrió las salas del centro. De esa guisa, fue imponiendo sus manos en la cabeza de varios enfermos. Según dijo, estaba convencido de que disponía de ciertos poderes de curación.
Supongo que igual pudo leer eso en algún libro de Historia, donde se narraría que a los reyes de Francia se les atribuían ciertos poderes taumatúrgicos. O sea, que se creía que curaban a la gente con sólo colocar sus manos sobre ellos.
No es broma, eso sucedió durante muchos siglos y la mayoría de la gente estaba absolutamente convencida del poder de curación de sus monarcas.
También ingresó en varias sociedades secretas, como la llamada Sociedad de la Niebla, cuyo miembro más conocido fue Julio Verne.
Por lo visto, tampoco era ajeno al mundo de las bebidas fuertes o al de las drogas, como el llamado dawamesk. Es lo que antes se llamaba buscar el conocimiento por “el camino de la mano izquierda”. 
Por lo visto, decían que así encontraban nuevas percepciones. Cosa que yo dudo.
Otros lo llamaban a esto encontrar el verdadero conocimiento, bien por la “vía húmeda” o por la “vía seca”.
Parece ser que, en enero de 1855, sus amigos, le vieron con muy mal aspecto. Realmente, no se sabe si eso fue debido a sus habituales deudas económicas o a un empeoramiento de sus enfermedades mentales.
El día 25 de enero, su tía, con la que vivía desde hacía algún tiempo, vio que no llegaba y encontró en su casa una nota de Gérard, que terminaba con la siguiente frase: “No me esperes esta noche, porque la noche será blanca y negra”.
A la mañana siguiente, su cadáver apareció de una forma muy sospechosa. Estaba ahorcado en un callejón de París. Cuando lo encontraron, el termómetro marcaba unos -18ºC. Sin embargo, todavía tenía puestos una bufanda y un sombrero de copa. Lo cual es muy chocante, porque lo normal es que se le hubiera caído al dar su cuerpo sus últimos estertores, justo antes de su muerte.
Poco antes de su aparente suicidio, había compuesto, dentro de un libro de poemas titulado “El desdichado”, un soneto que tituló “Epitafio”. Éste acaba con una extraña frase: “Lo quiso saber todo y al final no supo nada”.
Seguido de este otro párrafo: “Y una noche de invierno, cansado de la vida, dejó escapar el alma de la carne podrida y se fue preguntando: ¿para qué habré venido?”

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

9 comentarios:

  1. Estos genios/locos nos entretienen y nos hacen disfrutar con sus obras y también con sus biografías. Pero la verdad es que muy a menúdo sufrieron mucho en sus vidas.Un alto precio a pagar. En ese sentido no los envidio para nada.Luis Manteiga Pousa

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    1. En este caso, yo creo que se trataba de un hombre con grandes problemas psiquiátricos y es muy posible que eso le hubiera llevado a suicidarse.
      Muchas gracias por su comentario y saludos.

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    2. Me matizo. Estos genios/locos, en su mayoría, tuvieron una vida básicamente desdichada. Pero también vivieron la otra cara de la moneda, vivieron con gran intensidad, para lo bueno y para lo malo, para el placer y para el dolor (a veces mezclados), fluctuando entre los extremos, en una ambivalencia radical, mucho mayor de la habitual en la mayoría de las personas. En ese sentido, también hay una parte de sus vidas que es envidiable.

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  2. Luis Manteiga Pousa16 de enero de 2023, 14:15

    Me parece que ser un genio puede dar miedo.

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  3. Luis Manteiga Pousa22 de febrero de 2023, 14:06

    Ser un genio te hace ver más allá de lo que se ve a simple vista, o sentirlo, hace que tu cabeza de vueltas aunque no quieras, planteandote cuestiones que la mayoría de la gente no se plantea, que le des vueltas y vueltas a los temas rompiendo los estereotipos. Desde luego, te quita tranquilidad y te hace vivir en la incertidumbre y en la búsqueda contínua. Y eso puede dar miedo. Ya se dice que la genialidad y la locura pueden estar muy cercanas, mezcladas, y ese es otro de los posibles miedos, el de enloquecer. Profundizar demasiado te puede llevar al abismo mental incluso, muy a menudo, sin llegar a ninguna parte satisfactoria. Por otra parte, la genialidad puede ser apasionante, entrar en territorios desconocidos y conseguir grandes logros. Puede tener esa ambivalencia, como de algún modo las drogas. Nerval atravesó la frontera y entró de lleno en la locura.

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  4. Luis Manteiga Pousa22 de febrero de 2023, 14:44

    Entró de lleno, o en gran parte, claro. Y, por ejemplo, ¿hubo lucidez en su supuesto suicidio?.

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    1. No lo sé, pero me da la impresión de que se trataba de un genio inadaptado a su tiempo, porque no podía comprender que no tuviera éxito entre el público. Es algo que les ocurre a muchos depresivos, que se ponen unos objetivos muy altos y se deprimen, porque no los han conseguido.
      Recuerdo que, cuando yo empecé a trabajar, me dijeron que las empresas no querían listos, sino adictos y ese es el problema.
      Muchas gracias por su comentario y saludos.

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  5. Luis Manteiga Pousa23 de febrero de 2023, 9:22

    Efectivamente, no sabemos hasta que punto su suicidio fue un acto de lucidez ante lo que tenía pinta de que se le venía encima y/o de desesperación. Un saludo.

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    1. Más bien, yo diría que fue un acto de desesperación de una persona, del que todos decían que era un genio, pero que no triunfaba.
      Ya se sabe que la gente sólo habla bien de uno cuando se ha muerto.

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