Esta vez voy a hablar de uno de
los miles de extranjeros que pasaron por España para conocer lo que para ellos
era algo muy exótico: una guerra civil.
La verdad es que, cuando te pones
a ver documentos sobre la guerra civil española, te encuentras con que por aquí
pasó media Humanidad. Unos vinieron a pegar tiros y otros, simplemente, a darse una
vuelta por aquí. Hasta el mismo Nehru y su hija, la futura Indira Gandhi,
estuvieron de visita por esa España en guerra. Supongo que muchos de ellos se
llevarían una impresión bastante lamentable de nuestro país.
Curiosamente, aunque en la zona
nacional se declaró el estado de guerra nada más empezar la misma, en cambio, en la zona
republicana no se declaró hasta 1939, cuando ya se estaba acabando. Lo que, como era
de esperar, fue motivo de chistes en los dos bandos.
No me extraña, si, como se ha
demostrado, en España, tenemos algunos políticos que no conocen el precio de un
café con leche, pues igual tampoco se habían enterado de que en nuestro país la
gente llevaba así tres años matándose, a causa de una cruenta guerra civil.
Nuestro personaje de hoy se
llamaba Jane Anderson y nació en el sur de USA. Concretamente, en 1888, en
Atlanta (Georgia). Actual sede de algunas conocidas multinacionales.
Parece ser que nació en el seno
de una familia acomodada de esa ciudad y que tenían unas amistades muy
variopintas, entre ellas, con el famoso Buffalo Bill.
Como ya sabemos, a los ciudadanos
de USA, no les importa cambiar constantemente de Estado. Así que, mientras sus
padres se fueron a Arizona, ella se quedó al cuidado de sus abuelos en Georgia.
Allí comenzó su formación y la terminó en Dallas (Texas).
Posteriormente, en 1909, se
trasladó a la gran metrópoli de Nueva York, donde conoció a su primer marido, el
compositor y crítico musical Deems Taylor, con el que se casó en 1910. Por su parte, ella se
dedicó a escribir cuentos infantiles, que se publicaban en periódicos
nacionales.
Este compositor
apareció en la célebre película de Disney “Fantasía”, haciendo el papel de
maestro de ceremonias.
En 1915, en plena I Guerra
Mundial, Jane, se trasladó sola a Europa y allí destacó por ser una de las primeras
mujeres corresponsales de guerra. Enviaba sus reportajes al periódico
londinense Daily Mail.
Parece ser que era una mujer muy bella,
con una llamativa cabellera pelirroja. Algunos la apodaron como “el melocotón
de Georgia”. Así que no le faltaron amantes. Por lo visto, uno de ellos fue el
conocido escritor Joseph Conrad.
Poco después, volvió a su país y
en 1918 se divorció de su primer marido, pero no duró mucho tiempo su estancia
en USA.
En 1922, consiguió ser enviada de
nuevo a Europa. Esta vez como corresponsal del International News Service, una
agencia de noticias propiedad del magnate W.R.
Hearst. Ese que Orson Welles
retrató magistralmente en su película “Ciudadano Kane”.
En 1934, se casó en la catedral
de Sevilla con un tipo que decía ser un aristócrata español, Eduardo Álvarez de
Cienfuegos. Parece ser que ni era noble ni nada parecido. Lo cierto es que la
pareja pasó a residir en España.
Lógicamente, el estallido de la
guerra civil, los pilló en nuestro país. Así que ella retomó su papel de corresponsal
y se dedicó a enviar sus crónicas al Daily News, donde insertaba informaciones de interés para el bando nacional. Sin embargo, pronto se dio
cuenta de que este conflicto no fue algo tan “civilizado” como lo fue la I
Guerra Mundial. Así que pronto fue detenida, acusada de espionaje y encerrada
en una de las famosas checas, que se prodigaron por todo Madrid.
Es posible que la detuvieran, porque
solía presumir de ser una aristócrata y todos los aristócratas, salvo algunas excepciones,
se decantaron por el bando nacional. Así que solían ser encerrados por los
milicianos y, posteriormente, muchos de ellos fueron asesinados.
Para el que no lo sepa, una checa
era una cárcel más o menos secreta, donde los milicianos izquierdistas y anarquistas
encerraban a los que consideraban sus enemigos y allí se dedicaban a
torturarles hasta que, al final, muchos de ellos aparecían asesinados en los
lugares más remotos.
Afortunadamente, como ella nunca
perdió su nacionalidad USA, alguien denunció su arresto en la embajada de su
país en Madrid y la diplomacia se puso en marcha. Hasta el mismo secretario de
Estado, Cordell Hull, tuvo que presionar al Gobierno de la II República para
que la pusieran en libertad.
Esta vez tuvieron éxito y llegaron a tiempo, porque
ya la habían condenado a muerte. Así que, según parece, nuestro personaje sólo pasó unas 3 semanas en
una de las checas de Madrid. Eso sí, fue liberada con la condición de que
tendría que abandonar España.
A partir de entonces, se dedicó a
dar múltiples conferencias por todo USA, supongo que financiada por la Iglesia
Católica de ese país, pues, igual que ella, se mostraba a favor de Franco. No hay que olvidar que
ella se convirtió al catolicismo poco antes de su boda en Sevilla. Aparte de
eso, siempre fue una conocida anticomunista.
En esas charlas, y también por
medio de artículos en la prensa de su país, se dedicó a narrar las atrocidades
que dice haber contemplado tanto en la España republicana, como en la checa
donde estuvo encerrada. Haciendo hincapié en las vejaciones sufridas por los miembros
del clero católico.
Seguramente, se la utilizó para
presionar al Gobierno USA, entonces presidido por F. D. Roosevelt, para que no
ayudara al Gobierno de la II República. Como así se hizo.
Otra de sus curiosas actividades
fue ayudar en la promoción del turismo de guerra. Una iniciativa muy curiosa
del bando nacional y al que ya dediqué otro de mis artículos. Por medio de
ella, se mostraba a los turistas extranjeros cómo habían quedado algunas zonas
de España, tras haber sido conquistadas por el bando nacional. Nada menos que
36 agencias de viajes se dedicaron a impulsar esta curiosa iniciativa.
Supongo que para apoyar esta
iniciativa, nuestro personaje, regresó en 1938 a España, para, según decía,
mostrar a esos turistas lo que había visto ella durante la guerra civil. Por supuesto,
estuvo contratada por el Ministerio de Propaganda del bando nacional.
Algún destacado militar franquista
dijo de ella que, probablemente, había sido la mujer que más había contribuido
a la victoria de su bando en la guerra.
Incluso, parece ser que fue
condecorada por el mismo Franco con la medalla de sufrimientos por la Patria y
otra como Dama mutilada de guerra. Parece ser que un famoso obispo de USA la
calificó como de “mártir viviente”.
Ante la perspectiva de otra nueva
guerra mundial, España ya se hallaba repleta de
espías de todos los países. Así que esta mujer no pasó desapercibida para los
eficientes agentes alemanes. De este modo, en 1940, nada más acabada la guerra,
fue contratada por la radio pública de Alemania.
En Berlín llegó a entrevistarse,
en mayo de 1941, con el famoso ministro Goebbels y éste le dio un puesto en la
radio y en una publicación alemana, que se editaba en inglés.
Tras el ataque japonés a Pearl
Harbor, Alemania declaró la guerra a USA. Así que a los ciudadanos de este país,
que residían en Alemania, les dieron la opción de regresar a su país. En
cambio, ella no aceptó esa invitación y prefirió seguir viviendo allí.
Hasta mediados de 1942 tuvo un
programa, donde, bajo el seudónimo del “Melocotón de Atlanta”, se dedicaba a
enviar propaganda a favor de Alemania, dirigida a los soldados aliados.
Curiosamente, en el mismo también se hacía propaganda de los famosos cereales
Kelloggs.
Se comenta que siempre acudía a
realizar esos programas vestida con el uniforme de las enfermeras del bando
nacional y con la boina roja de los requetés. Esos programas eran emitidos
todos los jueves y sábados a las 21.00 horas.
Parece ser que su voz no volvió a
salir por las ondas hasta 1944, cuando tuvo a su cargo un programa en el que
hacía referencia a las atrocidades cometidas por el Ejército de la antigua URSS.
Antes de que acabara la guerra,
un tribunal de su país la acusó de traición, junto a otros personajes que
también se dedicaban a emitir propaganda a favor del Eje.
Como muchos otros nazis, al
finalizar la guerra, se escondió donde pudo, hasta que en 1947 fue detenida en
Salzburgo (Austria) y entregada a las autoridades militares de ocupación de
USA.
Aunque fue repatriada a su país,
increíblemente, en octubre de ese año, un tribunal la puso en libertad por
falta de pruebas. Sin embargo, en el caso de Ezra Pound, que hizo lo mismo para los italianos, fue condenado por ello.
Hay quien dice que podría ser
porque ella también tenía la ciudadanía española, obtenida tras su matrimonio,
y no se la podía acusar de traición a USA. Sin embargo, no hay que olvidar que
fue liberada de la checa por haber tenido la nacionalidad de USA.
Ciertamente, me parece algo muy
extraño. Se me ocurre pensar que la pusieron en libertad, porque igual pensaron
que les podría venir bien para hacer
propaganda contra los comunistas, ya que acababa de empezar la Guerra Fría.
Como la vida de esta mujer no
deja de ser sorprendente, esta vez la pareja decidió irse a vivir a una finca
que poseía su marido en la localidad española de Almoharín (Cáceres). Allí, los
lugareños la conocieron como doña Juanita. Parece ser que les llamaba la atención
por su elevada estatura, alrededor de 1,80 m, y porque no paraba de fumar en una larga pipa.
Parece ser que, posteriormente,
se trasladó a Cáceres, donde, durante unos años, se dedicó a dar clases de idiomas. Allí residió
hasta enviudar. Poco después, se trasladó a Madrid, donde falleció en mayo de
1972.
Interesantes tus artículos sobre personajes de la guerra civil española, pienso que a través de sus vivencias, nos ayuda en algo a entenderla, pero claro que seria mejor no centrarnos en personajes por así decirlo, anecdoticos, sino en personajes determinantes; es solo una sugerencia, por lo demás igual te felicito por el detallado en tus artículos. Un abrazo.
ResponderEliminarEn primer lugar, te agradezco tu consejo. Lo que ocurre es que, por una parte, ya he escrito sobre alguno de los personajes más conocidos de la Guerra Civil. En cambio, por otra parte, me parece que todo el mundo es importante a la hora de ganar o perder una guerra. Aunque en los libros de Historia sólo aparezcan los nombres de los generales, los que realmente ganan las batallas son los soldados. Al igual que los que ganan los partidos son los jugadores y no los entrenadores.
EliminarAdemás, a base de leer las biografías de estos personajes, creo que se puede tener una idea de la Historia desde varios puntos de vista y que, en muchas ocasiones, no coincide con lo que dice la Historia oficial.
Muchas gracias por tu comentario y saludos.