Esta vez voy a dedicar mi
artículo de hoy a un militar que gozó de un cargo muy importante durante la
época franquista, pero que tuvo un final muy extraño.
Juan Bautista Sánchez González,
nació en la localidad granadina de
Illora, precisamente, el día del Pilar de 1893.
Desde muy pequeño tuvo vocación
militar, así que, al terminar sus
estudios en una Academia de Granada, ingresó,
en 1911, en la Academia de Infantería de Toledo.
Su primer destino fue el
regimiento Córdoba 10, de guarnición en Toledo y allí permaneció hasta su
ascenso a capitán, cuando fue destinado a Marruecos, en plena Guerra de África.
Participó en diversos hechos de
guerra. El más destacado de todos ellos fue el famoso Desembarco de Alhucemas,
que tuvo lugar en 1925, donde fue herido tres veces y citado por su valor en el
informe redactado por su inmediato superior.
Permaneció destinado en África y
allí le pilló la Guerra Civil. En 1936, tenía el grado de coronel y el cargo de
coronel interventor regional del Rif, destinado en Alhucemas.
El día 16 de julio ya empezó a
movilizar ciertas unidades de Regulares, al mando del comandante Ríos Capapé, para
intentar que tuviera éxito la sublevación militar. El mismo día 17 de julio ya
había sublevado a todas las tropas de su zona de influencia. Incluida Melilla. Más
tarde, fue nombrado comandante general de Melilla. Ya entonces destacó por
oponerse a los asesinatos indiscriminados llevados a cabo por los falangistas.
Estuvo en ese destino hasta 1937.
Por lo que respecta al citado comandante, nos lo volveremos a
encontrar a lo largo de esta historia.
Hay que hacer hincapié en que los
militares del bando nacional nunca pensaron que su sublevación iba a degenerar
en una guerra civil. Eso ocurrió porque el golpe de Estado fracasó al dividirse
el Ejército en dos bandos.
Parece ser que, tras la guerra,
un periodista les preguntó a varios generales si se hubieran unido al golpe,
sabiendo que iba a provocar una guerra civil. La mayoría de ellos contestó
negativamente.
Volviendo a nuestro personaje, en 1937, pasó a la Península, donde estuvo luchando en varios frentes al mando de
diversas unidades como la 5ª Brigada de Navarra. Incluso, participó en las famosas batallas de Brunete, Belchite y Teruel. Además de llegar con sus
tropas hasta el Mediterráneo, por Vinaroz, a fin de dividir en dos la zona
republicana.
Parece ser que su estreno en la
guerra civil fue avanzar, con la V Brigada de Navarra, sobre Bermeo (Vizcaya)
para dar apoyo urgentemente a las tropas italianas, que estaban siendo
rebasadas en ese sector.
Como general de brigada, también
participó en la campaña de Cataluña, siendo sus unidades las primeras que entraron
en Barcelona.
En una alocución radiada, entre
otras cosas, dijo a los barceloneses: “Os diré en primer lugar a los
barceloneses, a los catalanes, que os agradezco con toda el alma el
recibimiento entusiástico que habéis hecho a nuestras Fuerzas Armadas. También
digo al resto de españoles que era un gran error eso de que Cataluña era
separatista, de que era antiespañola. ¡Debo decir que nos han hecho el
recibimiento más entusiasta que yo he visto” “…en ningún sitio, os digo, en
ningún sitio nos han recibido con el entusiasmo y cordialidad que en Barcelona”.
Aunque
el bando nacional siempre quiso mostrarse como un bloque monolítico, en su
interior siempre hubo diversos grupos, que rivalizaban entre sí. Nuestro
personaje siempre se consideró monárquico y, como otros muchos, pidió en varias
ocasiones a Franco la restauración de la Monarquía. A lo que éste siempre les
dio largas, prometiendo que lo haría, pero más adelante.
De hecho,
cuando el general Varela fue ministro del Ejército, quiso nombrarlo
subsecretario de ese Ministerio, pero él no aceptó ningún cargo de tipo
político hasta que no se restaurara la Monarquía.
Los
principales grupos del bando nacional eran los falangistas, como el general
Yagüe; carlistas, como el general Varela, y monárquicos, como el general
Kindelán.
Parece
ser que, nuestro personaje, mantuvo diversos contactos con emisarios de don
Juan, conde de Barcelona. Algo que no les pasó desapercibido a los servicios
secretos españoles. Según algunos autores, entre esos emisarios estaría el
conde de San Pedro de Ruiseñada, Juan Claudio Güell, también marqués de
Comillas.
Parece ser
que en alguna ocasión invitó a comer a su casa a don Juan Carlos, futuro rey de
España, que, por entonces, se hallaba estudiando en nuestro país.
Incluso,
apareció su nombre, como ministro del Ejército, en un posible gobierno monárquico, si
conseguían echar a Franco del poder.
En algunas
obras figura este movimiento como “Operación Ruiseñada”, en la que estaban
presentes monárquicos, enemigos de la Falange y hasta algunos miembros del Opus
Dei.
De hecho, algunos tenientes generales se reunieron con Franco para intentar restaurar la Monarquía,
definiéndola como “ese modo de gobierno genuinamente español, que hizo la grandeza
de nuestra patria”. Lógicamente, en la persona de don Juan de Borbón, porque su
padre, Alfonso XIII, había muerto en
Roma en 1941.
Parece ser
que entre esos generales estaban algunos nombres muy conocidos, como Aranda,
Tella, Kindelán, Ponte, Galarza, Orgaz, etc. Como era de esperar, casi todos
ellos fueron apartados de sus cargos hasta pasar a la reserva.
En
1944, nuestro personaje, ascendió a teniente general y estuvo al frente de
diversas capitanías generales, como las de Aragón, Baleares o Cataluña. Tomó
posesión de esta última a finales de noviembre de 1949.
Parece
ser que el que, posteriormente, sería ministro del Ejército, capitán general
Muñoz Grandes, lo tuvo siempre muy vigilado. A lo mejor os suena el nombre de
este militar, porque fue el primer jefe de la División Azul, la unidad que
envió Franco para ayudar a los alemanes en su invasión a la antigua URSS. Se le
consideraba contrario a la monarquía. Incluso, en cierta ocasión, rechazó ser nombrado
ayudante del rey Alfonso XIII.
Por
otra parte, algunos autores comentan que Muñoz Grandes era un militar admirado
por Hitler y siempre pensó en él como relevo de Franco, con el que nunca se
entendió muy bien.
Volviendo
a nuestro personaje, parece ser que, durante su destino en Barcelona, tuvo
algunos enfrentamientos con Franco. Por una parte, se negó a ejecutar a algunos
condenados por haber participado en la guerra. También prohibió que los
falangistas asesinaran a la gente, con sus famosos “paseos”.
Realmente,
parece ser que él pensaba que sólo se había sublevado contra la II República
para echar del poder al Frente Popular y no para dar paso a una dictadura. Según
dicen, tampoco era partidario utilizar a los consejos de guerra para juzgar a
los civiles.
Por otra
parte, se negó a sacar a las tropas a la calle, cuando se produjeron las
huelgas de tranvías de Barcelona en 1951 y 1957. Eso no gustó nada al régimen.
También
tuvo siempre fama de austero y honrado. Se cuenta que, en cierta ocasión, fue
enviado al frente de una delegación española para estar presente en la
coronación del nuevo rey de Irak. Curiosamente, administró muy bien los fondos
que le dieron y sólo los gastó en el viaje y las comidas. Así que devolvió una
buena parte de lo que se había llevado. Por supuesto, durante el viaje, no
aprobó ningún otro tipo de gasto. Así que los componentes de esa delegación no quedaron
muy contentos con él. La única afición que se le conocía era asistir a las
corridas de toros.
También,
según dicen, manifestó su antipatía por la Dictadura, no asistiendo a casi
ninguna de las sesiones de las Cortes a pesar de que, en 1955, había sido
nombrado procurador en ellas.
Incluso,
cuando en febrero de 1956, le fue permitido a don Juan hacer una escala en
Barcelona, para visitar a una hermana suya, que se hallaba enferma en esa ciudad,
tuvo una entrevista con nuestro personaje.
Curiosamente,
al teniente general Sánchez, se le prohibió asistir a una cacería a la que había
sido invitado por el conde de Ruiseñada, por sospechar que a la misma acudirían
varias personalidades monárquicas, que podrían estar tramando un golpe contra
el régimen.
Parece ser
que, poco a poco, su salud se fue deteriorando a causa de problemas cardíacos. Así
que en enero de 1957, tras una visita a unas unidades militares, que se
hallaban realizando unas maniobras en los Pirineos, se sintió mal. Fue el
primer militar de ese rango que subió a inspeccionar las defensas en la cumbre
del Puigmal y en pleno invierno.
El 30/01/1957
falleció en su habitación del Hotel del Prado en Puigcerdá a causa de un ataque
cardiaco. Otras fuentes dicen que falleció el día antes.
Sobre esta
extraña muerte se han escrito muchas hipótesis. Una de ellas dice que le dio
ese ataque, tras una discusión telefónica con Muñoz Grandes, ministro del
Ejército.
Otros
dicen que fue tras una anterior discusión, que tuvo lugar en el campamento
militar, con el general Ríos Capapé, que
asistía a esas maniobras en calidad de capitán general en Valencia. Lo cierto
es que éste último debía imponer mucho, porque medía casi 2 metros de altura.
Incluso,
que el ministro había movilizado hacia esa zona a fuerzas de la Legión, porque sospechaba
que nuestro personaje podría negarse a ser cesado y utilizar las fuerzas a su
cargo para hacerse fuerte.
Es más,
también se rumoreaba que en esa discusión también había participado el general
Gallarza y había recibido un disparo de alguno de ellos.
Lo cierto
es que Franco, a pesar de que lo apreciaba como un gran militar, se sintió muy
aliviado con su muerte.
Parece ser
que el comandante, que estaba destinado como ayudante de nuestro personaje,
también falleció electrocutado, cuando regresaba, por carretera, procedente de
esas maniobras.
Según parece,
nuestro personaje siempre fue muy querido en Cataluña. Algo que se demostró por las
miles de personas que fueron a firmar en el libro de condolencias y la cantidad
de coronas de flores que se enviaron. Incluso, por la cantidad de gente que fue
a su entierro. Hasta se vio en el mismo a una representación de los oficiales
de la VI Flota de USA, que estaba atracada en el puerto de Barcelona.
Hasta
el mismo Muñoz Grandes encargó una en cuya cinta podía leerse: “Al honrado
soldado y modelo de caballeros”.
Luis
Martínez de Galinsoga, entonces director de La Vanguardia, que entonces se
llamaba “La Vanguardia española”, le dedicó un editorial en su periódico
elogiando las virtudes de este militar y el afecto que le tenían los
barceloneses.
Hasta
el mismo Ayuntamiento de Barcelona regaló la lápida y la tumba, donde
enterraron el cadáver del general, en prueba de la gratitud de esa ciudad.
Casualmente,
también el conde de San Pedro de la Ruiseñada falleció de igual forma, el
23/04/1958, cuando viajaba en tren por Francia.
Su sucesor,
el general Pablo Martín Alonso, tras su toma de posesión como capitán general
de la IV Región Militar, con sede en Barcelona, se trasladó hasta el cementerio
del Sudoeste de la misma ciudad, también llamado de Montjuic, para depositar
una corona de flores y rezar ante la
tumba de su amigo y predecesor en el cargo.
Soy familiar de la Mujer de Sanchez Gonzalez que era de Amorebieta, Bizkaia.
ResponderEliminarLa tumba familiar tenía unas escrituras en euskera y por ello estaba dada la vuelta.
Juan Bautista, al verlo, ordenó inmediatamente xolocar la piedra en su forma original con la inscripción a la vista.
Hoy dí comparten panteon mi abuel, el hijo de Juan Bautista, y mi madre algún día.
Gran persona.
Desde luego, siempre me ha parecido que fue un militar muy humano, pero que tuvo una muerte muy sospechosa. En aquella época se produjeron muchas muertes de ese tipo.
EliminarMuchas gracias por su comentario y saludos.
Desde luego, siempre me ha parecido que fue un militar muy humano, pero que tuvo una muerte muy sospechosa. En aquella época se produjeron muchas muertes de ese tipo.
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario y saludos.