
Esto es lo que ocurre con algunos
datos sobre la vida de este personaje, que han llegado a un punto en que no se
sabe qué fue lo real y qué fue lo inventado.
Nuestro personaje de hoy se
llamaba Pedro González Velasco. Nació en 1815 en la pequeña localidad segoviana
de Valseca.
Su familia era muy modesta y se
dedicaban a la Agricultura. Incluso, su padre falleció siendo él muy niño. Todo
ello, condicionó mucho su vida.
Así que tuvo que hacer lo que
muchos chicos hicieron en España durante la posguerra, o sea, irse a estudiar a
un Seminario. En este caso, le tocó ir al de Segovia. Allí llegó a estudiar
Teología e, incluso, recibió las llamadas órdenes menores.
En 1840, empezó a estudiar
Cirugía. No sé si sabréis que, por tradición, en muchos países, como España, la
Medicina y la Cirugía estaban separadas.
Parece ser que los miembros de
estos dos grupos no se llevaban muy bien, pues se consideraba a los cirujanos
como a unos auténticos matarifes o barberos de pueblo y hasta mediados del
siglo XIX no empezaron a unificarse estas dos profesiones.
En 1781, se fundó en Madrid el
Real Colegio de Cirugía de San Carlos, similar a los que ya existían en Cádiz y
en Barcelona, cuya sede estaba compartida con el Hospital General. Actualmente,
este edificio está ocupado por el Museo Reina Sofía, pues el hospital se cerró
en 1965.


Actualmente, el edificio del
antiguo Hospital Clínico, está ocupado por el Real Conservatorio Superior de
Música de Madrid.

Actualmente, el edificio de la
antigua Facultad de Medicina pertenece al Colegio de Médicos de Madrid.
Posteriormente, el Hospital
General de Madrid, se trasladó en 1968 a lo que hoy se llama Hospital General
Universitario Gregorio Marañón.
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Por entonces, se enamoró de una
mujer llamada Engracia Pérez, que trabajaba como sirvienta, igual que él. Fruto
de esa relación nació una niña llamada Concepción. El problema es que él no
podía casarse al pertenecer ya al clero. Así que tuvo que esperar unos cuantos
años para que el Papa le dispensara de sus votos a fin de poder celebrar su
matrimonio.

También trabajó en el Hospital
General, donde estuvo mucho tiempo dedicado a la disección de cadáveres. Se
cree que llegó a diseccionar unos 8.000 cadáveres durante toda su carrera

Tuvo un gran prestigio como
cirujano. De hecho, se sabe que mucha gente viajaba hasta Madrid para ver si
les podría operar él, pues era de los pocos cirujanos que se atrevían a hacer
ciertas intervenciones quirúrgicas muy complejas. Se le consideraba uno de los
mejores cirujanos de España.

En 1863, consiguió que, al
fin, el Papa, le dispensara de sus votos
religiosos y ya pudo casarse con Engracia e inscribir legalmente a su hija. No
obstante, Concepción, ya tenía 14 años. Por
entonces, la familia habitaba una vivienda de la calle Santa Isabel, en Madrid.
Muy cerca de su lugar de trabajo. Posteriormente, se compraron una casa en la
calle Atocha, también en Madrid.

En 1864, su hija enfermó de
fiebres tifoideas. No hace falta decir que, en aquella época, la Medicina no
estaba tan adelantada como ahora y la gente se moría por cualquier enfermedad
que, hoy en día, se puede curar perfectamente.
Parece ser que el Dr. Velasco no
estaba muy de acuerdo con el tratamiento que le estaba dando a su hija el Dr.
Mariano Benavente, padre de Jacinto Benavente y director del Hospital del Niño
Jesús. Así que, por su cuenta, le dio un vomitivo. Esto no hizo más que
empeorar la salud de su hija, muriendo a los pocos días, entre muchos
sufrimientos.
Nuestro personaje nunca se
perdonó lo que había hecho y se creyó culpable de la muerte de su hija. Se puede
decir que a partir de ese momento perdió la cordura. De hecho, sufrió una gran depresión,
que le llevó a estar mucho tiempo encerrado en su casa, sin querer ver a nadie.

En 1874, ordenó la construcción
de su nueva casa en la que también construyó un Museo Anatómico, que llevaba adjunta
la Escuela Práctica de Medicina y Cirugía.
Este centro fue inaugurado, en
1875, por el rey Alfonso XII y es lo que
hoy se llama el Museo Nacional de Antropología, situado frente a la Estación de
Atocha, en Madrid. Desgraciadamente, la Escuela, no funcionó durante muchos
años, debido a la falta de alumnos.

El autor de ese edificio fue el
famoso marqués de Cubas. Tiene una fachada claramente neoclásica. Una de las
alas se utilizaba para la mencionada Escuela. Mientras que en la otra estaba la
vivienda del doctor Velasco y su familia.
Tras la inauguración del Museo,
obtuvo el permiso para exhumar el cadáver de su hija y llevarlo a su Museo Antropológico.

Su padre llegó a ordenar que la maquillaran,
que la vistieran a la moda y que la colocaran en una vitrina, en una especie de
capilla, donde ahora está la biblioteca de ese museo. Hay que aclarar que se encontraba
dentro de su vivienda, no expuesta en el Museo.
A partir de aquí hay todo tipo de
rumores. Unos dicen que la vieron sentada junto a su padre, paseando en coche
de caballos o yendo a los toros o a la ópera con éste.
Incluso, algunos dicen que en
esta farsa estuvo también mezclado el futuro doctor Muñoz Sedeño, alumno del Dr. Velasco, que había sido novio
de Concepción. Al que también dicen que se le vio paseando en coche de caballos
con la momia de la chica.

Parece ser que en el Museo de
Anatomía de la Universidad Complutense de Madrid, fundado por el Dr. Velasco, existe,
desde hace muchos años, una momia dentro
de una caja, la cual tiene una etiqueta en la que se puede leer “Momia de la
hija del doctor Velasco”.

Lo cierto es que, tras una investigación
se comprobó que no era así. Ese cadáver correspondía a otra chica de la misma
edad, que murió 3 años después a consecuencia de una tisis pulmonar. Lo cierto
es que esa momia también formó parte de la colección del doctor Velasco y luego
pasó a formar parte de la colección de la Facultad de Medicina.
Desgraciadamente, el doctor
Velasco, murió en 1882 a causa de una grave enfermedad pulmonar. Parece ser que
su entierro fue uno de los que más gente congregó en Madrid.

El museo estuvo vacío y cerrado
hasta 1910, cuando se decidió crear un nuevo museo de Etnología con colecciones
procedentes de otros centros.
El doctor Velasco, que siempre
fue un gran coleccionista, se puso en
contacto con él y le hizo firmar que, a su muerte, donaría su cuerpo al Museo. Todo
ello a cambio de una generosa pensión que le pagaría el doctor hasta que
muriera Agustín.
Algunos dicen que eso no es
cierto y que Agustín acudió a su consulta, acompañado por su madre, para ver si
podría curarlo. Parece ser que padecía una enfermedad llamada acromegalia. Posteriormente,
fue su madre la que donó su cuerpo a la Ciencia.

Parece ser que este chico no se
cuidó mucho y murió con sólo 26 años. Se cuenta que su fallecimiento tuvo lugar
en una posada de Madrid, llamada Parador de Cádiz, que estaba situada junto a
la Puerta de Toledo.
En cuanto lo supo, el doctor, se
fue en busca de su cadáver. Parece ser que con él hizo un vaciado. Luego le extrajo
la piel y, por último, el esqueleto. Todo ello, fue expuesto en su Museo.
Por entonces, también tenía
expuesto el cadáver de otro gigante. Parece ser que se trataba del cuerpo de un
soldado gastador francés, muerto en la batalla de Vitoria, durante la Guerra de
la Independencia. De ese cuerpo no se han vuelto a tener noticias.
Espero que os haya gustado este
tema. Saludos.
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