Cuando se habla de la II Guerra
Mundial y algunos se refieren al ejército alemán, como “el ejército nazi”, la
verdad es que no me gusta nada, porque eso sería como decir que todos los que
combatieron, durante nuestra guerra civil,
en el ejército nacional, eran franquistas de toda la vida.
La verdad es que, tanto en un
caso como en el otro, la mayoría de los integrantes de esos ejércitos eran
jóvenes a los que se había movilizado obligatoriamente sin saber ni cómo ni por
qué.
Incluso, en nuestra guerra civil,
se dieron muchos casos en los que unos hermanos
estaban en un bando y otros en el
otro.
Esto debe de ser muy común en las
guerras civiles. Precisamente, el otro día estuve leyendo algo sobre la vida
del famoso general O’Donnell y me encontré que, durante las guerras carlistas,
él tomó partido por el bando isabelino, mientras que su padre y el resto de sus
hermanos lucharon en el bando carlista.
Bien, ahora procuraré ceñirme al
tema que nos ocupa y no andarme por las ramas, como de costumbre.
A pesar de que la propaganda nazi
manejada por Goebbels, nos dio siempre una idea de que Alemania era un país
donde todos pensaban igual y apoyaban unánimemente la política de Hitler, poco
a poco, se ha ido sabiendo que esto nunca fue así. No deberíamos de olvidar
que, cuando Hitler llegó al poder casi la mitad de la gente le votó a él, pero
la otra mitad votó al PC alemán.
Ya en 1940, el conde Helmuth
James von Moltke, que era un noble alemán y además sobrino nieto del gran
mariscal Helmuth von Moltke, intentó crear un grupo de oposición clandestina al
régimen.
Es posible que estuviera influenciado
en su cristianismo por su madre y su abuelo, que eran miembros destacados de la
Ciencia Cristiana. Además, eran sudafricanos de origen británico. Incluso, su
abuelo fue presidente del Tribunal Supremo en esa colonia británica.
Había nacido en 1907 en una zona
de Silesia, que actualmente pertenece a Polonia, donde se halla su
castillo-palacio de Kreisau.
En 1926, al viajar por su región,
se asombró por las malas condiciones de vida de la gente. Así, poco después, se
reunió con algunos profesores y universitarios para fundar el grupo de trabajo
Löwenberger.
Al año siguiente, se realizó la
primera reunión de este grupo, a la que asistieron unos 70 participantes y donde todos hablaron de su vida y de la forma en que se podría arreglar esta situación. En un principio, sólo fueron hombres
a estas reuniones, pero ya en 1930, también lo hicieron las mujeres.
Incluso, participaron gentes
venidas del socialismo, de los sindicatos, del empresariado, de la Iglesia,
etc.
Para fomentar la participación
en estos encuentros, se realizaban también eventos deportivos y culturales.
Este grupo dejó de reunirse a
partir de la toma del poder por los nazis. Posiblemente, porque el organizador
del mismo, Rosenstock-Huessy, era judío y se fue pitando a los USA, por si
acaso.
Precisamente, su amigo, von
Moltke, se dedicó desde 1934 a organizar la salida de muchos judíos alemanes
hacia el Reino Unido.
Él mismo se fue una temporada al
Reino Unido, concretamente a Oxford, para acabar su formación en Derecho.
Seguramente lo hizo por si un día tuviera también que abandonar su país.
Incluso, cedió partes de su finca
en Kreisau para que los trabajadores jóvenes pudieran montar nuevos negocios
rurales.
Helmuth se reunió con algunos
amigos suyos, procedentes de diversos sectores de la sociedad alemana, para
intentar crear un grupo que se dedicara a organizar el futuro de Alemania, tras
la II Guerra Mundial, y la previsible caída del nazismo.
Solían reunirse en Berlín, pero
en algunas ocasiones lo hicieron también en el castillo de Kreisau, propiedad
de von Moltke y, por ello, le pusieron ese nombre a este grupo.
Los principales dirigentes de
este movimiento, aparte de von Moltke, fueron Peter Graf Yorck von Wartenburg y
Adam von Trott zu Solz.
Al igual que von Moltke, Yorck,
era nieto de un famoso general prusiano de la época napoleónica.
Además de estos y otros nobles,
también había en el grupo otro tipo de gentes como dos jesuitas, dos pastores
luteranos, liberales, monárquicos, terratenientes, empresarios, etc. Lo que más
les unía era su oposición al nazismo y a la subcultura que había generado entre
las masas.
Para ellos, en la posguerra,
sería vital regenerar a la sociedad alemana, respetando todas las libertades
básicas, con un poder central débil y diluido en comunidades autónomas.
Parece ser que el grupo ya había
sido detectado por la eficaz Gestapo, pero, en principio, no los detuvieron, al
no ver que representaran un peligro para el régimen.
En cuanto a la ideología del
grupo, ya veréis que coincide con los actuales objetivos de la UE, porque algunos
de sus miembros estuvieron entre los fundadores del Mercado Común Europeo, hoy
Unión Europea.
Para ellos, el Cristianismo tenía
que ser el que hiciera la renovación de la moral del país. Para lo cual,
querían montar un nuevo Estado de Derecho, que tuviera en cuenta el
humanitarismo y fuera de carácter federal. Evidentemente, habría de garantizar
las libertades de culto y de conciencia, a fin de respetar las ideas de cada
uno.
Hacían mucho hincapié en que
fuera una verdadera democracia, pero no dejar que se convirtiera en una partitocracia,
porque se había demostrado que ésta era la que había dejado triunfar al nazismo.
Deberíamos tomar buena nota en España sobre este tema.
Buscaban que hubiera una paz
duradera en Europa y, para poder garantizarla, querían que el país se sumara a
una gran alianza europea, que tuviera una política exterior y una defensa, que
fueran comunes. Así, los gobiernos no tendrían la soberanía suficiente para
comenzar una guerra cada uno por su cuenta. Seguro que todo esto os irá sonando
de algo.
La mayoría de ellos eran gente de
paz y no pretendían hacer ningún atentado y mucho menos contra Hitler, para poder
alcanzar sus objetivos.
Mantenían contactos con otros
grupos más radicales, pero no se sumaron a ellos hasta la detención de von
Moltke, a principios de 1944. A partir de entonces, muchos de ellos se pasaron
al grupo de Klaus von Stauffenberg, el militar que intentó asesinar a Hitler en
julio de 1944, fracasando en el intento.
Tras este atentado, el régimen
tuvo las manos libres para eliminar a todos los opositores que le diera la gana
y eso fue lo que hizo.
También hay que reconocer que, a
esas alturas de la II Guerra Mundial, a los aliados les interesaba que Hitler
siguiera en el poder, pues estaba tomando una serie de decisiones precipitadas
y erróneas, que les venían muy bien al otro bando para poder ganar la guerra. A
lo mejor, por eso, no ayudaron al grupo opositor de von Stauffenberg.
Tras ese atentado fracasado, los
nazis, aprovecharon para detener a todo el que les estuviera molestando,
independientemente de que hubiera estado metido o no en el complot. Tenían a la
opinión pública de su lado.
Muchos de los detenidos fueron llevados
a presencia del carnicero juez Freisler, al que ya dediqué hace tiempo uno de
mis artículos.
Como siempre, les hizo uno de sus
espectaculares “juicios”, que consistía en poner a parir en la sala a todos los
reos que pusieron delante de él y luego ordenar su ejecución inmediata.
Así, varios de ellos terminaron
sus días ante el verdugo y sus restos, por orden directa de Himmler, en forma
de cenizas, lanzados sobre zonas de aguas residuales.
Entre los ejecutados tenemos a
Alfred Delp, sacerdote jesuita. También al periodista y socialista Theodor
Haubach, que ya había estado varias veces en la cárcel a causa de su filiación
política.
Por otra parte, Hans Bernd von
Haeften, jurista y diplomático, que siempre apoyó un golpe contra el nazismo,
pero se opuso frontalmente al asesinato de Hitler, a causa de sus creencias
religiosas. Incluso, persuadió a su hermano para que no lo hiciera.
Lo cierto es que de nada le
sirvió que su madre fuera pariente del mariscal von Brauchitsch, que llegó a
ser general en jefe del ejército alemán. Fue llevado ante el ya mencionado juez
Freisler, que le calificó como “enviado del diablo” y, lógicamente, sentenciado
y ejecutado.
Otros, como Horst von Einsiedel,
tuvieron distinta suerte. Concretamente, éste no murió a causa de los nazis,
sino en 1947, cuando los soviéticos le internaron en el antiguo campo de
concentración de Sachsenhausen, acusado de ser un espía USA.
Algunos se salvaron de las garras
de las SS, como Otto Heinrich von der Gablentz, que luego sería uno de los miembros fundadores
de la CDU.
Otro del círculo que tuvo suerte fue
Eugen Gerstenmaier, teólogo luterano, que sólo fue condenado a 7 años de
prisión y luego liberado por los aliados. Posteriormente, fue presidente de la
CDU y del Bundestag, o sea, el congreso
de diputados alemán.
En el caso del jurista Paulus van
Husen, que había llegado a pedir, en alguna reunión del círculo, que se tomaran
medidas a nivel internacional, cuando acabara la guerra, contra los criminales nazis,
sólo le cayeron 3 años de cárcel y fue liberado por las tropas soviéticas que
invadieron Alemania. Posteriormente, fue otro de los fundadores de la CDU y presidente
del Tribunal Constitucional en Renania del norte-Westfalia.
El jesuita Lothar König, que hizo
una labor callada y eficiente de oposición al nazismo, fue advertido de que le
iban a arrestar y logró esconderse hasta el fin de la guerra en los túneles del
Metro. Como vivió en condiciones muy precarias cogió una grave enfermedad que
le llevó a la muerte en 1946. Llegó a obtener documentación muy valiosa sobre los
campos de exterminio nazis y la envió a Roma
En el caso del militante
izquierdista, Julius Leber, fue denunciado y detenido antes del intento de
golpe de Estado. Ya lo había estado en otras múltiples ocasiones. No le
pudieron sacar ninguna confesión, sin embargo, le condenaron y ejecutaron en la
horca.
El abogado y funcionario Hans
Lukaschek tuvo mucha más suerte. Siempre había luchado por una buena
coexistencia con los polacos, por lo que los nazis le obligaron a dejar sus
cargos en la Administración Pública. Incluso, ayudó a emigrar a muchos judíos.
A pesar de haber sufrido mucho
por las torturas padecidas durante los interrogatorios, llegó al Tribunal
Popular cuando ya había fallecido el famoso y carnicero juez. Así que su caso fue
sobreseído por falta de pruebas y puesto en libertad.
Ya en la posguerra, fue ministro
con Adenauer y luego vicepresidente de Caritas, hasta su muerte.
Carlo Mierendorff, fue un
socialista, que llegó a ser jefe del grupo del SPD en el parlamento alemán y un
conocido enemigo de los nazis. Cuando éstos llegaron al poder, se exilió en
Suiza, pero 5 años después volvió, siendo encarcelado en varios campos de
concentración. En 1938 logro ser puesto en libertad y contactó con el grupo,
donde estaba su íntimo amigo Haubach.
Tuvo mala suerte, pues murió a causa de
un bombardeo aliado en Leipzig, en 1943.
El caso de Hans Peters fue
diferente. Se trataba de un profesor de Derecho en Breslau y de filiación
católica. Apoyó a varios grupos de resistencia a los nazis. Cedió muchas veces
su apartamento en Charlottenburg para que estos grupos hicieran allí sus
reuniones, por lo que es extraño que no fuera detenido tras el intento de
golpe.
En la posguerra, fue fundador de
la CDU, concejal en Berlín y profesor en la Universidad Humboldt y luego en la
de Colonia.
Parecido fue el caso del capellán
y pastor protestante Harald Poelchau. Éste, aparte de asistir a algunas reuniones
con esta organización, también participó en otra llamada
"Tío Emilio”.
Se dedicó a dar protección a los
perseguidos, acogiéndolos en su apartamento y aportándoles comida, documentación
falsa y billetes de transporte para poder salir de Alemania.
No fue capturado y, como era
capellán en la prisión donde estaban sus compañeros, les sirvió como
intermediario para comunicar con sus respectivas familias, aparte de
suministrarles comida en buen estado. Por todos esos buenos actos fue premiado
en 1972 por Israel con el nombramiento de justo entre las naciones.
Adolf Reichwein tuvo peor suerte.
Posiblemente, por ser ya muy conocido por ellos. Se trataba de un afamado
pedagogo al que los nazis, cuando llegaron al poder, habían expulsado de la Academia Pedagógica de
Halle. Realmente, se puede decir que era un hombre con unas ideas muy
interesantes y poco conocidas hoy en día. Algunos dicen que hubiera sido el ministro
de Cultura, si hubieran conseguido derrotar al nazismo.
Desgraciadamente, fue capturado
y, más tarde, “juzgado” por el carnicero juez Freisler, y ejecutado junto con
otros compañeros. Es curioso, porque este Freisler procedía de las filas
comunistas y a lo mejor es que quería, con sus condenas, hacer méritos entre los nazis.
En el caso del sacerdote jesuita
Augustin Rösch, que fue uno de los jefes de los jesuitas en Alemania y puso en
contacto a varias organizaciones anti-nazis, le fue algo mejor. Fue capturado y
salvajemente golpeado en los interrogatorios, pero luego le enviaron a Dachau,
donde le liberaron los aliados.
El militar Theodor Stelzer
también tuvo suerte, pues, aunque fue descubierto, juzgado y condenado a
muerte, algunos amigos influyentes consiguieron que se aplazara su ejecución y luego
fue liberado.
En la posguerra fue uno de los fundadores
del CDU y presidente del Estado de Schleswig-Holstein, fronterizo con
Dinamarca. También fundó la asociación “Mundus Christianus”, desde donde
difundió la ideología del círculo de Kreisau.
El economista Carl Dietrich von
Trotha ayudó a los perseguidos desde dentro de la Administración, como
funcionario del Reich, aunque siempre fue un ferviente anti-nazi y un ideólogo
de una futura unión europea. También contactó con sindicalistas ilegales de cara
al futuro, si llegaban a ocupar el poder.
No fue capturado, así que
sobrevivió y en la posguerra se dedicó a organizar reuniones ecuménicas, como
la del Consejo Mundial de Iglesias, celebrada en Amsterdam en 1948. También estuvo
presente en Estrasburgo en las negociaciones celebradas para intentar conseguir
una Europa unida.
El aristócrata Adam von Trott zu Solz
se hizo funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores y miembro del
partido nazi para no levantar sospechas.
Fue muy amigo de Stauffenberg y partidario
del asesinato de Hitler, por lo que tras haber fracasado este intento, fue capturado
en el propio ministerio, juzgado y ejecutado.
El noble Peter Yorck von
Wartenburg, muy amigo de von Moltke, tampoco tuvo suerte. Trabajó durante
varios años como asesor del Gobierno, pero se le apartó del mismo por oponerse
al nazismo.
Antes de pertenecer al círculo de
Kreisau, había estado en otras organizaciones afines. Incluso, prestó su finca
en Silesia, para realizar algunas de sus reuniones.
Participó en el frustrado golpe
de Estado de von Stauffenberg, así que fue capturado por la Gestapo y llevado
ante el mencionado juez, el cual lo condenó a muerte y lo ejecutaron ese mismo día.
Su esposa, Marion, también fue
encarcelada durante varios meses y puesta en libertad con la llegada de los aliados.
En la posguerra trabajó como juez y llegó a presidir la Gran Corte Penal de
Berlín.
Por último, Freya, la esposa de von Moltke, también abogada como él, le apoyó
para formar ese grupo y organizaron juntos las 3 reuniones principales que se
dieron en su mansión entre 1942 y 1943.
En enero de 1944, su marido fue
capturado cuando iba a advertir a un amigo suyo, que estaba siendo vigilado por
la policía. No llegó a formar parte del golpe, pero fue “juzgado” y condenado como
si hubiera participado en él. Luego fue ejecutado.
Tras la llegada de las tropas
soviéticas, la esposa y los hijos de von Moltke cayeron bajo su protección. No obstante,
un amigo USA le recomendó que se fueran de Kreisau. Primero vivieron en Sudáfrica
en casa de unos parientes y luego volvieron a Alemania, para emigrar, más
tarde, a los USA, residiendo en el Estado de Vermont.
Fue una gran difusora de las
ideas paneuropeas de su marido y del círculo y así quiso demostrar que no todos
los alemanes fueron nazis.También promovió, como su marido, el entendimiento entre Alemania y Polonia. Su residencia en Kreisau fue restaurada y en 1998 se inauguró allí la sede del Centro Internacional de la Juventud Kreisau. Ella asistió a su inauguración, junto con el canciller federal Helmut Kohl. También se creó una fundación para darle apoyo financiero a este centro.
Incluso, se reunió en 2004 con el
canciller Schroeder en una ofrenda floral para honrar a todos los resistentes anti-nazis
y, en 2007, con Ángela Merkel, para conmemorar el centenario del nacimiento de
su marido, al que la canciller calificó como un símbolo de “valor europeo”.
Interesantisimo tu estudio sobre el tema. Además, su lectura es muy coloquial, nada aburrida, pues parece un monologo delante de un tercero. Tambien es muy interesante la participacion clandestina de tanta gente desconocida(para mi) . Estoy seguro que faltan mchos mas alemanes y alemanas que trabajar contra el nazismo. ¡ instruyenos!
ResponderEliminarEn ello estoy. He encontrado varios grupos de los que no había oído hablar nunca. Así que pronto haré otro artículo sobre el tema.
EliminarMuchas gracias por tu amable comentario y saludos.
En ello estoy. He encontrado varios grupos de los que no había oído hablar nunca. Así que pronto haré otro artículo sobre el tema.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu amable comentario y saludos.
Interesante legado para las nuevas y futuras naciones para que no se vuelva a repetir la locuras de guerras civiles por diferencias políticas que al final causan millones de muertes
ResponderEliminarOjalá no vuelvan a ocurrir más guerras. Sin embargo, parece que a los gobernantes les gusta que las haya. Igual es que se han olvidado que, actualmente, les podrían tirar un misil, que también les podría matar a ellos.
EliminarMuchas gracias por su comentario y saludos.