ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 17 de enero de 2025

EL GENOCIDIO DE USA EN LAS ISLAS FILIPINAS

 

Todos sabemos que a los USA les gusta mostrarse como un país que ha liberado al mundo y que ha llevado la democracia a todos los rincones del Universo. Eso no es del todo cierto. Así que ahora vamos a ver algunas cosas que han ocultado, porque ya sabemos que los anglosajones suelen tener una memoria muy selectiva.

En 1896, los movimientos independentistas filipinos fundaron lo que llamaron la República de Kakarong, porque fue creada en esa ciudad de la isla de Luzón.

Lógicamente, el gobernador español mandó sus tropas a esa ciudad y eso hizo que la cosa no fuera a más. Sin embargo, la cosa quedó en tablas, porque los españoles no eran muchos, mientras que los guerrilleros filipinos tampoco estaban lo suficientemente preparados para poder vencerlos.

Al año siguiente, los independentistas filipinos quisieron repetir la jugada, creando la llamada República de Biak-na-Bató y ocurrió lo mismo. Así que, a final de 1897, el teniente general Primo de Rivera, tío del que luego fuera dictador y padre de José Antonio, llegó a un acuerdo con los revolucionarios por el que enviarían a sus jefes a residir en Hong Kong y darían una autonomía a Filipinas, similar a las que ya se habían concedido a Cuba y a Puerto Rico.

Lógicamente, esto no hizo mucha gracia en USA, porque muchos de sus empresarios habían visto que ese archipiélago tenía mucho potencial y pretendían apropiárselo. De hecho, algunos de ellos dijeron: “Su comercio será nuestro en el futuro”.

Por ello, buscaron la excusa de la explosión del acorazado Maine para iniciar una guerra contra España y poder quedarse con los restos que aún quedaban del antiguo imperio español.

A principios de mayo de 1898 tuvo lugar la batalla de la Bahía de Cavite o de Manila, donde la flota USA venció cómodamente a la escasa flota española en Filipinas.

A finales de mayo de ese año, regresó Emilio Aguinaldo de su exilio y, a mediados de junio, proclamó la independencia de Filipinas, estableciendo un régimen dictatorial.

Supongo que luego los USA le harían cambiar de opinión, porque se avino a convocar elecciones generales. Éstas fueron realizadas en el verano de ese mismo año y Aguinaldo fue proclamado primer presidente de Filipinas.

Sin embargo, esto no debió de ser del agrado del Gobierno USA, porque empezó una guerra entre estos y los filipinos.

Tampoco esta nueva república fue buen vista en el contexto internacional, ya que no fue reconocida por ningún país.

No olvidemos que ya habían sido evacuadas las tropas españolas de ese archipiélago, salvo los llamados “Últimos de Filipinas” a los que nadie había avisado de que la guerra había terminado.

Por tanto, esas tropas coloniales pasaron a ser sustituidas por las tropas USA, que, como veremos, no se portaron tan bien como esperaban los isleños.

A principios de febrero de 1899, un soldado USA disparó contra otro soldado filipino, que estaba cruzando un puente. Ese fue el comienzo de lo que en USA se denominó la insurrección filipina.

Las tropas USA estaban al mando de un general llamado Jacob Smith. Un militar, que había luchado en la guerra civil USA, donde fue herido en varias ocasiones. En una de ellas fue en la famosa batalla de Shiloh. Al final de ese conflicto estuvo al mando de una oficina de reclutamiento.

Parece ser que tampoco fue un héroe de guerra, pues se le acusó de haberse quedado con el dinero destinado a los reclutas. También fue sometido a varios consejos de guerra a causa de peleas por deudas de juego.

En pocas palabras, al ascenderlo a general de brigada, lo que quiso el Ejército USA fue que se jubilase cuanto antes para quitárselo del medio.

Supongo que, como no quiso jubilarse, lo enviaron a un sitio alejado del territorio USA y donde los problemas que solía dar no aparecieran en los artículos de la prensa de la época.

Es de suponer que, como en Filipinas siempre ha habido muchos musulmanes, los frailes españoles no estarían muy bien vistos.

Parece ser que la disputa fue a más, porque intervinieron el general Smith y sus tropas. Estos tuvieron que enfrentarse a unas tropas filipinas, que habían sido destinadas a esa zona por el presidente Aguinaldo.

Esta disputa acabó a tiro limpio y allí murieron 51 soldados de Infantería del Ejército USA. Ni que decir tiene que esta noticia apareció en la portada de muchos periódicos USA, los cuales pidieron venganza.

Por ello, el general Chaffee, gobernador militar de Filipinas, ordenó al general Smith la pacificación de las islas y éste se lo tomó al pie de la letra. De hecho, le dijo a un periodista que se había inspirado en las guerras contra los indios.

Las órdenes que dio a sus tropas fueron aplastar a sangre y fuego la rebelión filipina. Entre las muchas “ocurrencias” de Smith estuvieron la de no hacer prisioneros, quemar todas las aldeas y campos por los que pasaran sus tropas e, incluso, fusilar a todos los filipinos de esas aldeas, mayores de 10 años y violar a las mujeres.

Además, impidieron la llegada de los alimentos y también
mataron al ganado, como los famosos carabaos. Ello dio lugar a que muchos filipinos murieran de hambre y de sed, porque también les cortaron el agua.

Curiosamente, en USA siempre han criticado la estrategia del general español Weyler en Cuba, que hizo que muchos lugareños pasaran hambre. Sin embargo, no recuerdan la hambruna que provocaron en Filipinas.

Nunca se ha sabido la cifra de muertes provocadas mediante fusilamiento en Filipinas por el Ejército USA. El abanico de cifras va desde los 2.500 muertos hasta los 50.000. Muchos de ellos eran niños.

Por ejemplo, en varias localidades situadas al sur de Manila, en 1896, vivían 40.000 habitantes. Sin embargo, en 1900, sólo había 11.500.

Sin embargo, en marzo de 1902, durante el consejo de guerra celebrado contra el mayor Littleton Waller, que estaba a las órdenes del general Smith, se descubrió todo este asunto.

En un principio, Waller no quiso culpar al general Smith. Sin embargo, cuando vio que Smith pretendió salvar el culo a base de echarle todas las culpas a Waller, éste presentó varios testigos y algunos documentos, donde se ordenaba que había que fusilar a los mayores de 10 años. Con lo cual, fue absuelto.

Contra todo pronóstico, en mayo de 1902, Smith fue sometido a otro consejo de guerra, pero no por sus múltiples crímenes, sino por su conducta contraria a la disciplina militar. Aunque fue declarado culpable, sólo fue amonestado y luego el Gobierno USA ordenó su retiro forzoso.

A partir de entonces vivió discretamente y, cuando USA entró el la I Guerra Mundial, ofreció sus servicios, pero no fue aceptado para no dañar la imagen, que pretendía dar en Europa el Ejército USA.

Murió en 1918 y fue enterrado en el famoso Cementerio de Arlington, que se supone que está dedicado a los héroes de guerra.

Evidentemente, todo esto no tuvo mucho eco en la prensa USA. Por entonces dominada por los famosos Hearst y Pulitzer. Sin embargo, el célebre escritor Mark Twain escribió que los soldados USA en Filipinas deberían de cambiar su bandera por la que suelen llevar los piratas.

Por otra parte, las autoridades USA pusieron un especial empeño en desterrar el idioma español de ese archipiélago e implantar el inglés.

No obstante, nunca se les ocurrió incorporar a Filipinas como un nuevo Estado de USA, sino que lo veían como a una especie de colonia, sin ningún derecho para sus habitantes.

Curiosamente, aunque se decía que el uso del español no estaba muy extendido en Filipinas, todas las proclamas de los líderes independentistas fueron realizadas sólo en español.

En marzo de 1901, las tropas USA capturaron al presidente Emilio Aguinaldo y decretaron su arresto domiciliario, porque juró lealtad a USA.

Por ello, Macario Sacay asumió la presidencia, sustituyendo a Aguinaldo. Sacay fue engañado y capturado por las tropas USA. Desgraciadamente, fue ahorcado.

En cuanto a las cifras de esta guerra, los expertos dicen que murieron unos 20.000 soldados filipinos y unos 4.200 soldados USA.

Sin embargo, en cuanto a la población civil, se calcula que murieron alrededor de 1.000.000 de personas de un total de 9.000.000 de habitantes, que había cuando empezó la guerra.

Filipinas acabó siendo una colonia USA, donde estuvieron destinados algunos famosos militares como los generales MacArthur o Eisenhower. Sólo conseguiría su independencia en 1946.

Curiosamente, tras la muerte de Alfonso XIII, ocurrida en 1941, se celebraron unos funerales por él en la catedral de Manila. Para sorpresa de muchos, uno de los asistentes fue Emilio Aguinaldo.

Cuando le preguntaron qué hacía allí, respondió que estaba arrepentido de haberse sublevado contra España “porque bajo España siempre fuimos ciudadanos españoles, mientras que ahora, bajo los USA, somos tan solo un Mercado de consumidores de sus exportaciones, cuando no parias, porque nunca nos han hecho ciudadanos de ningún Estado de USA”. “Los españoles me abrieron paso y me trataron como a su hermano”.

Esa siempre fue la gran diferencia entre el Imperio español y los de otros países europeos y USA.

 

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miércoles, 15 de enero de 2025

JUAN ANTONIO LLORENTE, UN HOMBRE QUE SUPO ESTAR EN LOS DOS BANDOS.

 

Hoy voy a narrar la curiosa historia de Juan Antonio Llorente González, un personaje que supo sacar partido de dos ideologías enfrentadas y ahora veréis por qué digo esto.

Juan Antonio Llorente nació en 1756 en el pueblo riojano de Rincón de Soto. Su padre era un hidalgo, que se dedicaba al cultivo de sus tierras, las cuales se hallaban cerca de Calahorra.

La familia estaba compuesta por el matrimonio y 5 hijos. Todo parecía irles muy bien, sin embargo, el padre de nuestro personaje falleció cuando éste sólo tenía 2 meses de edad.

Para mayor desgracia, su madre también falleció unos 10 años después. Así que a los chicos no les quedó más remedio que irse a vivir con uno de sus tíos, que era párroco en la cercana localidad de Calahorra.

De esa manera, el hermano mayor, Francisco Javier, que tenía 16 años más que nuestro personaje, accedió pronto al clero y fue nombrado párroco de otro pueblo riojano.

En cambio, envió a Juan Antonio a estudiar Filosofía en Tarazona, para, posteriormente, licenciarse en los llamados dos Derechos, Civil y Canónico, en la Universidad de Zaragoza, obteniendo el doctorado en la de Valencia y colegiándose como abogado en Madrid.

No obstante, parece que no le atrajo demasiado el ejercicio de la abogacía. Así que, como había recibido formación teológica, en 1779, accedió al sacerdocio y, posteriormente, el obispo de Calahorra lo nombró fiscal eclesiástico y vicario general de su obispado.

Por aquella época, conoció a un ilustrado, que le dio a conocer las nuevas ideas que se estaban desarrollando en la vecina Francia. Parece ser que influyó mucho sobre él y eso le llevó a trasladarse a la corte madrileña.

Así que, con 32 años, llegó a Madrid. Al principio, empezó a trabajar como administrador y albacea de los duques de Sotomayor.

Sin embargo, muy poco tiempo después, fue nombrado censor de libros y secretario supernumerario de la Inquisición en Madrid. Un cargo dotado con un magnífico sueldo.

Supongo que ya, en aquella época, la sede central de la Inquisición se habría trasladado desde su primera sede, donde ahora está la Basílica de Atocha, al edificio de la calle Torija, muy cercano al Senado y que, en 2008, fue comprado por el Estado a la congregación de monjas que allí vivían.

Curiosamente, en su fachada, se puede ver una placa, indicando que allí estuvo la sede central de la Inquisición. Sin embargo, en la acera de enfrente, hay otro edificio, que albergó  la infame checa de Fomento, pero no tiene ninguna placa que la identifique como tal.

Por si alguien todavía no lo sabe, en Madrid, el quemadero de la Inquisición estaba en la actual Glorieta de Ruiz Giménez, esquina con la calle Alberto Aguilera. Justamente, donde ahora se hallan unos pisos muy llamativos, que, según tengo entendido, son para el personal militar.

De hecho, se cuenta que, en 1869, cuando unos obreros estaban ampliando esa calle, encontraron, bajo tierra, muchos restos de madera quemada y cenizas. Ya nos podemos imaginar de dónde procedían.

Volviendo a nuestro personaje, debió de tener un buen enchufe, pues llegó a conseguir que el propio Carlos IV le otorgase las rentas de una canonjía en Calahorra, sin la obligación de tener que residir en esa localidad. Hay que decir que la duquesa de Sotomayor era la camarera mayor de la reina.

No obstante, supongo que, debido a envidias, tuvo que desplazarse a Calahorra para hacerse cargo de su puesto. Por ello, poco después, protegió a varios clérigos franceses, que habían llegado a esa localidad, huyendo de los revolucionarios de su país.

Supongo que alguien le habría “tomado la matrícula”, porque en 1801 le acusaron de ser un hereje jansenista. Por ello, ordenaron su encierro en un convento madrileño hasta que se resolvió satisfactoriamente y a su favor ese asunto. Parece ser que su puesta en libertad se debió a su amistad con Godoy.

Por lo visto, esa acusación se basaba en la buena relación, que tuvo Llorente con el anterior inquisidor general, Manuel Abad, el cual fue cesado de ese cargo, tras haber sido acusado de ser jansenista. Incluso, éste le había encargado que realizara un informe para hacer reformas en los procedimientos inquisitoriales. Eso le sirvió para poder estudiar los archivos de la Inquisición.

También habían interceptado algunas cartas en las que Llorente aconsejaba a algunos de sus amigos jansenistas cómo hacer frente a la vigilancia a que les tenían sometidos los inquisidores.

En 1805 regresó a la Corte y, al año siguiente, el rey le nombró canónigo de la importante Catedral de Toledo, sin la obligación de tener que trasladarse a esa ciudad.


Ya no tendría nunca más ninguna relación con la Inquisición.

Por otro lado, le encargaron realizar un estudio sobre los fueros vascos. Algo que parece que no hizo mucha gracia a los amantes de esos fueros. Incluso, fue nombrado caballero de la Real Orden de Carlos III.

Sin embargo, su vida cambió, tras la llegada de las tropas de Napoleón a España y el comienzo de la guerra de la Independencia.

Para empezar, el mariscal Murat, le ordenó que se desplazase hasta la ciudad francesa de Bayona a fin de formar parte del comité, formado por 91 notables españoles, que redactarían la llamada Constitución de Bayona.

Eso dio lugar a que, a su regreso a la Corte, el rey José I le nombrase consejero de Estado para asuntos religiosos.

También, como acababan de abolir la Inquisición, le entregaron los archivos de esa institución y esa fue una aportación muy valiosa para que, unos años más tarde, escribiera su famosa Historia Crítica de la Inquisición.

A la vez, fue en esa época cuando publicó el Reglamento para la Iglesia española, donde, como buen afrancesado, proponía algo muy parecido a la llamada constitución civil del clero en Francia. Se podría decir que pretendía una nacionalización de la Iglesia española. Algo parecido a la iglesia anglicana.

En 1809, cuando ya se habían prohibido las órdenes religiosas, se le nombró colector general de los bienes de los conventos. O sea, que pusieron al zorro al mando del gallinero y, como era de esperar, se forró al apropiarse de muchos bienes conventuales.

Así que no nos debería extrañar que se dedicó a comprar viviendas en las zonas más lujosas de Madrid y tierras de labor alrededor de la Corte. Evidentemente, en aquella época, las tierras de labor tenían más importancia que en la actualidad.

También le nombraron comendador de la nueva Orden de España. Un puesto dotado con un sueldo nada desdeñable. Precisamente, se conserva el retrato que le hizo Goya con el uniforme de esa Orden.

Otro de sus éxitos lo halló “buceando” en los Archivos de la Inquisición. Por ello, redactó una memoria, que leyó en 1811 en la Real Academia de la Historia, en la que, según sus investigaciones, podía demostrar que el pueblo español siempre estuvo en contra de la implantación de la Inquisición en todos los territorios españoles.

Incluso, esta documentación fue utilizada por los mismos diputados reunidos en las Cortes de Cádiz.

Como dice el refrán: “Lo que se gana con facilidad, pronto se pierde”. Eso fue lo que le ocurrió a nuestro personaje.

A partir de 1812, los franceses empezaron a perder la guerra de la Independencia y, tras su derrota en Arapiles (Salamanca), huyó junto al rey hacia Valencia. Desde allí fueron a Zaragoza.

Llorente no perdió el tiempo en la ciudad aragonesa. Allí se puso a investigar en los archivos de la Inquisición y encontró los documentos relativos al proceso de Felipe II contra Antonio Pérez y contra los asesinos del inquisidor Arbués.

Sin embargo, tras la derrota francesa en Vitoria, tuvieron que atravesar, apresuradamente, la frontera francesa por Canfranc (Huesca).

Muy a su pesar, fijó su residencia en París, a donde no pudo llevarse ni su fortuna personal, ni tampoco su amplia biblioteca. Compuesta por unos 8.000 libros y considerada la mejor de todo Madrid. Aunque sí consiguió llevarse muchos documentos extraídos de los archivos de la Inquisición y que vendió, en 1821, a la Biblioteca Nacional de Francia.

En 1817, publicó la mencionada obra, “Historia crítica de la Inquisición en España”. Según los expertos, se trata de una obra llena de inexactitudes y exageraciones. Por ejemplo, afirma que la Inquisición española quemó a unas 31.000 personas, cuando no se tiene constancia de que fueran más de 1.000. No obstante, tuvo un gran éxito en Francia.

En 1822, publicó “Retrato político de los Papas”, donde, entre otras cosas, afirma que fue real la leyenda de la papisa Juana, a la que ya dediqué otro de mis artículos.

Parece ser que esta obra provocó un gran escándalo en Francia y eso, unido a su aproximación a ciertas organizaciones revolucionarias liberales, dio lugar a que lo expulsaran de ese país y
tuviera que regresar a España.

A pesar de que sólo tenía 66 años, ya estaba bastante achacoso y ese viaje, realizado a finales de 1822, le debió sentar muy mal.

Así que, en febrero de 1823, nada más llegar a Madrid, sufrió una apoplejía que le llevó a la muerte.

En París había dejado una hija, que sólo tenía 3 años, fruto de su relación con una joven francesa.

Marcelino Menéndez Pelayo le dedica varios capítulos en su famosa obra “Historia de los heterodoxos españoles”.

 

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lunes, 23 de diciembre de 2024

EL MURO DE BERLÍN

 

Todos los que suelen leer mis artículos saben que dejo para el final de cada año un tema para creer que en la esperanza. Siempre hay que esperar que lo próximo que venga sea mejor.

Así que se me ha ocurrido tocar este tema, porque recuerdo que siempre había pensado que nunca vería caer lo que muchos llamaron “el muro de la vergüenza”. Sin embargo, cayó.

Ya sabemos que siempre se ha dicho que “no hay dictadura que cien años dure” y esa es la pura verdad.

Una vez hecha la presentación del tema, me voy a meter en él a fondo.

Como todo el mundo sabe, al final de la II Guerra Mundial, Alemania fue dividida en 4 zonas, las cuales fueron administradas por las 4 potencias vencedoras de ese conflicto.

Como Berlín quedó dentro de la zona administrada por la URSS, ya en la Conferencia de Yalta se decidió que esa ciudad también se dividiera en 4 zonas, administradas por las mismas potencias.

Muy pronto, los soviéticos empezaron a colocar alambre de púas en el límite entre su zona de ocupación y el resto de Alemania. No sólo eso, sino que exigían unos pases para poder transitar de una zona a otra.

Así que los alemanes, que no son tontos, se fueron dando cuenta de las malas intenciones de los soviéticos y cada vez eran más los que emigraban a las zonas de los aliados occidentales. Se calcula que huyeron más de 3.500.000 de alemanes y ciudadanos de otros países de Europa Oriental hacia Alemania occidental.

En 1948 se creó una nueva moneda, llamada marco alemán, pero sólo fue adoptada por las zonas de los aliados occidentales y en Berlín occidental.

La URSS respondió ordenando el bloqueo de Berlín occidental y los aliados crearon un puente aéreo, con el que consiguieron llevar todo tipo de suministros por vía aérea. Esta situación duró desde junio de 1948 hasta mayo de 1949.

Unos días después del fin del bloqueo, los aliados occidentales cedieron sus zonas de ocupación y se fundó la República Federal de Alemania (RFA). Esto dio lugar a que los soviéticos fundaran en su zona la República Democrática de Alemania (RDA).

Evidentemente, Berlín ya no podía ser la capital de la RFA y la nueva capital sería Bonn. La ciudad donde nació Beethoven.

Aunque parezca mentira, parece ser que a los policías de la RDA les era más sencillo controlar la frontera con la RFA que los accesos a Berlín occidental.

Según parece, lo que propuso el Gobierno soviético fue que Berlín fuera una especie de ciudad neutral, donde no hubiera fuerzas de ocupación de ninguno de los países aliados.

Obviamente, los aliados occidentales no cayeron en la trampa, porque, en cuanto se fueran sus tropas de Berlín, probablemente, esa ciudad sería ocupada por tropas soviéticas.

No hay que olvidar que estamos al comienzo de la Guerra Fría. Como la situación iba cada vez peor, siguieron huyendo miles de personas hacia el sector occidental. Lo cual empezó a poner en peligro la economía de la zona soviética. Sólo el 12/08/1961 huyeron 3.190 personas.

Así que, a principios de agosto de 1961 se reunieron Kruschev y el líder de la RDA Walter Ulbricht y decidieron construir un muro alrededor de Berlín occidental, cuya longitud alcanzó los 168 km.

Por ello, la noche del 12 al 13 de agosto de 1961 se movilizaron las tropas del Ejército, la Policía y hasta milicianos de la RDA para cerrar todas las fronteras y proteger la construcción del muro.

En septiembre de ese año, cuando todavía se estaba construyendo el Muro, hubo mucha gente que consiguió huir hacia la zona occidental. De esa época data la foto de un policía de fronteras, llamado Conrad Schumann, que dejó caer su fusil y saltar la alambrada.

Ciertamente, se registraron muchas protestas en la RDA, pero fueron, rápidamente, reprimidas por la Policía.

También protestaron Konrad Adenauer, canciller de la RFA, y Willy Brandt, alcalde de Berlín occidental, pero no les sirvió para nada.

Sin embargo, tanto USA como la URSS incrementaron sus tropas en esa zona. Incluso, llegaron a apuntarse, mutuamente, los carros de combate de esos dos ejércitos en el famoso Check point Charlie.

En junio de 1963 tuvo lugar la famosa visita del presidente USA John F. Kennedy, donde dijo aquello de “Yo soy berlinés”. Una frase que provocó una gran admiración entre los berlineses.

Mientras tanto, el Gobierno de la RDA sólo concedía algunos pases a los ciudadanos de Berlín occidental para poder visitar a sus familiares en la RDA.

A partir de los años 70, con la aplicación de la política de Brandt hacia el este de Europa, las autoridades de la RDA fueron aflojando la presión sobre sus fronteras.

No obstante, siguieron vigilando, incluso con unos 1.000 perros policía y hasta derribaron los bloques de viviendas, que hubieran quedado junto al Muro. Previamente, habían obligado a la evacuación forzosa de las personas, que residían en esos bloques. Incluso, se atrevieron a volar una iglesia, que estaba situada al lado del Muro.

No hará falta decir que, a los policías y soldados de la RDA, que vigilaban el Muro les dieron instrucciones muy precisas de disparar a todos los que se acercaran a esa pared y parece que les gustaba mucho tener que hacerlo.

Parece ser que el mando de control de fronteras de la RDA estaba compuesto por 11.500 soldados y 500 funcionarios. Siempre había un turno formado por 2.500 soldados y policías en la frontera.

No sólo había fronteras terrestres, sino también otra, que discurría a través de varios ríos y lagos. Así que también colocaron barreras submarinas para que nadie pudiera escapar buceando.

En cuanto al número de víctimas por intentar escapar a través del Muro, es algo que todavía no está claro a causa de la falta de colaboración de las antiguas autoridades
de la RDA.

En el año 2000 se constituyó un grupo de trabajo, pero no alcanzaron unos resultados muy fiables. Consiguieron demostrar que unas 140 personas fueron asesinadas al intentar escapar. Entre ellas, había varios niños.

Sin embargo, se sabe que hubo otras 251 que murieron por diferentes causas, como heridas o ataques cardiacos, al intentar escapar.

No obstante, se sabe que unas 75.000 personas fueron procesadas por intentar escapar de la RDA. La mayoría de ellas fueron condenadas a penas de 8 años de cárcel.

Por el contrario, tras la reunificación, se produjeron varios juicios contra los políticos de la RDA y los guardianes del Muro. De los 277 procesados, la mitad de ellos fueron condenados a diversas penas de cárcel.

A partir de septiembre de 1989 se produjeron las primeras manifestaciones en la RDA para exigir más libertad y la apertura de las fronteras.

Por entonces, muchos ciudadanos de la RDA estaban escapando a Occidente a través de las fronteras de su país con otros países de la Europa Oriental.

El 04/11/1989 tuvo lugar una gran manifestación en el centro de Berlín oriental, la cual, increíblemente, fue transmitida en directo por la TV de la RDA.

Eso provocó que, tres días más tarde, dimitiera todo el Gobierno de la RDA.

Contra todo pronóstico, el 09/11/1989, el portavoz del Gobierno en funciones dijo en una rueda de prensa, transmitida en directo por TV, que, si se solicitaba, los ciudadanos de la RDA podrían salir de su país. Tanto para salir hacia la RFA como al Berlín Occidental.

Un periodista se atrevió a preguntarle cuándo se pondría en vigor esa medida y él, como no le habían dado ninguna instrucción al respecto, dijo que inmediatamente.

Así que, poco a poco, los ciudadanos de la RDA, se fueron hacia los pasos fronterizos del Muro y los guardianes no tuvieron más remedio que dejarles pasar a Berlín Occidental.

Al principio, lentamente, y luego con mayor rapidez, mucha gente fue pasando hacia su soñado Occidente. Allí se fueron dando cuenta del atraso en que se encontraban en la RDA con relación al mundo occidental. De hecho, Berlín occidental era una especie de escaparate publicitario del mundo capitalista.

No obstante, desde los diferentes puestos fronterizos continuaron llamando al Ministerio de Interior. Sin embargo, como no fueron capaces de darles unas instrucciones muy concretas y la gente se había acumulado por miles en esos puntos, muchos responsables de esos puestos optaron por dejar de realizar controles y dejar salir a todo el mundo.

En el lado occidental, los ciudadanos de la RDA fueron recibidos con entusiasmo, pues también se había informado de la apertura de la frontera. Muchos familiares pudieron abrazarse, después de muchos años sin poder verse.

Incluso, muchos ciudadanos de Berlín occidental se atrevieron a escalar el Muro, sin que se lo pudieran impedir los guardianes del mismo.

La euforia general hizo que en muchos barres sirvieran cerveza gratis a los ciudadanos de la RDA y el alcalde de Berlín occidental ordenó que, a cada uno de ellos, les dieran 100 marcos, ya que allí no les valían para nada los marcos de la RDA.

No vayamos a pensar que el Muro fue, inmediatamente, derribado. En los días siguientes, se fueron reparando los daños en esta pared, pero también se abrieron nuevos pasos fronterizos.

A partir de la Nochebuena de 1989 se permitió la entrada en la RDA, sin necesidad de visado, a los ciudadanos de la RFA.

La vigilancia del Muro se fue relajando y ya el 01/07/1990, fecha en la que entró en vigor la unión monetaria entre las dos Alemanias, se suprimió por completo.

Curiosamente, en junio de ese mismo año, ya había empezado a demolerse una parte de ese Muro para construir una línea ferroviaria. La demolición del resto del Muro terminó a finales de 1991.

La caída del Muro de Berlín fue la expresión más clara del final de la Guerra Fría y no sólo supuso la reunificación de Alemania, sino también el acercamiento de la Europa Oriental a Occidente.

En fin, como ya he dicho al principio, yo no esperaba ver caer el Muro de Berlín. Sin embargo, esto nos dice que nunca hay que perder la esperanza.

Por eso, os deseo a todos UN MUY FELIZ AÑO 2025 y que se cumplan todos los deseos que estamos esperando.

 




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sábado, 21 de diciembre de 2024

LA SOCIEDAD SECRETA DE LA GARDUÑA

 

Hoy voy a escribir un artículo sobre una sociedad secreta, que algunos autores dicen que existió, mientras que otros lo niegan rotundamente.

Yo no estoy a favor ni en contra, pero nunca descarto nada y además me parece un tema muy interesante.

Parece ser que la Garduña fue una sociedad secreta formada por expresidiarios y galeotes huidos de sus naves y creada alrededor de 1412.

Por lo visto, su primera sede estuvo en Toledo, aunque, tras el descubrimiento de América y la llegada del oro y la plata, procedente de ese continente, se trasladaron a Sevilla.

No hay que olvidar que la Casa de la Contratación estaba en esa ciudad y tenía el monopolio de todo el comercio con Hispanoamérica. Luego la trasladaron a Cádiz.

Lógicamente, los delincuentes suelen ir a los lugares donde corre el dinero con una mayor facilidad y, por entonces, Sevilla era la ciudad más rica de Europa.

No obstante, los miembros de La Garduña también operaron en los territorios españoles de ultramar.

Un autor afirma que, en el siglo XVII, había en Sevilla unas 300 casas de juego y otras 3.000, donde se practicaba la prostitución.

Parece ser que estaban muy bien organizados en La Garduña, ya que tenían prostitutas, que se dedicaban a atraer a tipos con pinta de tener dinero, para que luego otros les robaran.

También tenían una gran cantidad de espías para enterarse de cuándo vendrían los mejores cargamentos y también si habían llegado algunas personas ricas a la ciudad. Incluso, disponían de testigos falsos para testificar en los juicios.

Por supuesto, disponían de asesinos y duelistas a sueldo, que mataban a cualquiera por encargo.

Algunos autores del siglo XVII, como Sebastián de Covarrubias o Jerónimo de Barrionuevo, escribieron algunas obras sobre esta organización criminal.

Otros autores afirman que los miembros de la Garduña también se dedicaban a denunciar a musulmanes y judíos a los que acusaban de seguir practicando sus respectivas religiones, en secreto.

Evidentemente, esto no lo hacían gratuitamente. Como los autos de fe inquisitoriales costaban mucho dinero, los inquisidores solían ir a la búsqueda de gente adinerada con el fin de incautarles sus riquezas, poder pagar todos los gastos y enriquecerse.

Así que, según algunos autores, ese era un negocio, donde colaboraban los miembros de la Garduña y donde, obviamente, también sacaban tajada, pues solían quedarse con los bienes de los condenados. Supongo que era una forma de que los inquisidores no se mancharan las manos con la sangre de los reos.

Incluso, dicen que solían robar en las casas de los judíos y, si los pillaban, alegaban ser agentes de la Inquisición para quedar, inmediatamente, en libertad.

Hay quien dice que el personaje de Monipodio, protagonista de la novela Rinconete y Cortadillo, está basado en una persona, que Cervantes llegó a conocer, cuando estuvo preso en la cárcel de Sevilla.

También aparece una especie de asociación de delincuentes sevillanos en la obra “La vida del Buscón don Pablos”, de Francisco de Quevedo.

Con el paso del tiempo, parece ser que se transformó en una especie de hermandad religiosa, para poder camuflarse con una mayor facilidad en la sociedad sevillana. Así que tenían hermanos mayores y menores, como cualquier cofradía, a la que llamaban “San Hernando de los afligidos”.

Aunque ya habían creado una especie de sucursales en otras ciudades. Preferiblemente, en las que tenían puerto. Evidentemente, para dedicarse al contrabando.

Dicen que sus miembros se reconocían por tener un tatuaje con tres puntos en ambas palmas de las manos.

También dicen que algunos de sus miembros fueron asesinados por sus propios compañeros por haber actuado por su cuenta.

Por otra parte, hay una leyenda del siglo XV, que dice que tres hermanos, que pertenecían a esta organización, huyeron de Toledo, después de haber cometido un crimen y acabaron residiendo muchos años en Sicilia.

Desde allí, se repartieron por Italia con el fin de crear organizaciones del mismo tipo. Uno de ellos fundó la Mafia en Sicilia, otro la Camorra napolitana y otro, la Mafia calabresa.

No hay que olvidar que esos territorios pertenecieron a la Corona de Aragón.

Dicen que esa leyenda fue recogida, en el siglo XVII, por Alonso de Castillo Solórzano, al publicar su obra “La Garduña de Sevilla”.

Por supuesto, con el tiempo, no sólo hubo delincuentes profesionales entre los miembros de la Garduña, sino que también admitieron en sus filas a jueces, alcaldes, personajes importantes, etc.

Esta organización criminal siguió funcionando hasta que, en 1821, un grupo de policías, al mando del oficial Manuel de Cuendias, entró a registrar la vivienda de un personaje muy conocido en Sevilla, llamado Francisco Cortina.

Estaban buscando a una joven, que había sido secuestrada y todas las pistas les llevaron hasta el domicilio de Cortina.

Efectivamente, allí encontraron el cadáver de la chica, que había sido enterrado en el jardín de la casa y, al realizar el registro, se encontraron con una obra, que llevaba varios años escribiendo Cortina, donde se narraba toda la historia de La Garduña. Una organización de la que él era el jefe.

Así que eso dio lugar a su detención, procesamiento, juicio y condena. También fueron condenados otros 16 de sus compinches, los cuales fueron ejecutados públicamente, en noviembre de 1822.

Por lo visto, todos los documentos relativos a este proceso judicial quedaron destruidos, tras el incendio sufrido, en agosto de 1918, en la Audiencia Provincial de Sevilla.

Sin embargo, toda esta narración se vino abajo, cuando el famoso antropólogo, Julio Caro Baroja, sobrino de Pío Baroja, estudió el tema, llegando a ciertas conclusiones.

Parece ser que Manuel de Cuendias fue una persona nacida en Madrid en 1800, pero que tuvo que exiliarse en Francia, huyendo de Fernando VII.

Allí fue profesor de idiomas y escritor de novelas sobre diversos temas. A partir de 1848, regresó a España, residiendo, primero en Barcelona y luego en Madrid, donde ganó la cátedra de inglés en la Escuela de Comercio. Muriendo en Argelia en 1881.

Por lo visto, la Garduña empezó a ser conocida a partir de una obra publicada en París en 1845, titulada “Misterios de la Inquisición y otras sociedades secretas” y cuyos autores fueron Manuel Galo de Cuendias y Víctor de Féréal.

Como es de suponer, el primero es el ya mencionado Manuel de Cuendias. Mientras que el segundo, parece ser que es uno de los varios seudónimos utilizados por la escritora francesa Victorine Germillan, con la que el autor había tenido una relación amorosa, durante su larga estancia en París.

Aunque muchos autores, como León Arsenal, Hipólito Sánchiz o Fernando Prado consideran que esta organización no llegó nunca a existir, sin embargo, en 1914, la propia Guardia Civil calificó a la Garduña como “una peligrosísima asociación de delincuentes”.

Así que supongo que algo habría, porque los uniformados no suelen fiarse de las leyendas. Incluso, algunos dicen que esa organización siguió funcionando de manera clandestina.

 

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sábado, 14 de diciembre de 2024

LA HISTORIA DE PETER HAMELIN

 

Seguro que algunos, al ver el título de este artículo habrán pensado que iba a escribir sobre la leyenda del famoso Flautista de Hamelin, que fue popularizada por los cuentos de los famosos Hermanos Grimm. Pues no están en lo cierto, porque este artículo no está dedicado a ese personaje, cuya historia se remonta al siglo XIII.

Realmente, voy a narrar la historia de un niño al que encontraron en estado salvaje. Tampoco se trata del archifamoso Caspar Hauser, al que ya dediqué otro de mis artículos.

Nuestro personaje de hoy parece ser que fue descubierto por un campesino, llamado Jürgen Meyer, que trabajaba en sus faenas agrícolas en el verano de 1724.

Según su descripción, se trataba de un chico de unos 12 años, con abundante pelo negro rizado y la piel tostada por el sol, porque iba casi desnudo. No sabía hablar y caminaba a cuatro patas, como los animales.

Así que fue llevado ante el alcalde de Hamelin y éste ordenó que fuera llevado al Hospital del Espíritu Santo, situado en esa misma localidad.

Parece ser que, durante el traslado, fue acompañado por varios niños, los cuales le pusieron como nombre Peter.

Ese Hospital también era un asilo. Así que a Peter no le gustó nada tener que estar allí encerrado e intentó escapar en varias ocasiones.

Ni siquiera sabía sentarse y permanecía siempre en cuclillas. Parece ser que, hasta ese momento, su alimentación se basaba en comer pájaros crudos y la hierba, que encontraba en el bosque. Así que, al principio, no le gustaban los alimentos cocinados que le ofrecían en ese centro.

Sin embargo, posteriormente, empezó a comer alimentos cocinados y parece que le gustaron, porque los devoraba con mucho apetito. Incluso, solía tomarse una copa de licor.

También le gustaba sentarse junto al fuego. Sin embargo, nunca tuvo el más mínimo interés por el dinero o por las mujeres. Tampoco nunca se le vio reír. En cambio, sí que le gustaba ayudar en las faenas del campo.

También hay otra versión, que dice que fue hallado por un grupo de cazadores y campesinos, que estaban realizando una batida, liderados por el futuro rey Jorge II de Inglaterra.

Seguro que muchos se preguntarán ¿qué hacía el rey de Inglaterra cazando en Alemania? Para poder explicarlo, voy a tener que hacer un breve inciso en nuestra historia.

En 1688, la nobleza inglesa derrocó al rey Jacobo II, porque este monarca pretendía que su reino regresara al catolicismo. Por ello, se organizó la llamada Revolución Gloriosa, que lo mandó al exilio en Francia.

En principio, su sustituta fue su hija María, casada con Guillermo, príncipe de Orange, el cual había encabezado esa revolución. Sin embargo, este matrimonio no tuvo hijos y ella murió pronto. Así que la sucesión pasó a su hermana Ana, casada con el príncipe Jorge de Dinamarca, hermano del rey danés Cristian V.

Desgraciadamente, aunque este matrimonio tuvo nada menos que 19 hijos, todos ellos murieron durante la infancia. El que vivió durante más tiempo, sólo llegó a cumplir los 11 años.

Así que la sucesión pasó a un primo segundo suyo, Jorge, príncipe de Hannover, que, en 1714, se convirtió en el rey Jorge I de Gran Bretaña e Irlanda, pues, unos años antes, Escocia e Inglaterra se habían unido en un solo reino.

En 1727, llegó al trono su hijo, con el nombre de Jorge II, que llegó a ser rey del Reino Unido y de Hannover, en Alemania. Por eso, todos sus sucesores, fueron, a la vez, reyes británicos y de Hannover. Eso ocurrió hasta la llegada de la reina Victoria, la cual no pudo reinar en Hannover, porque allí todavía existía la Ley Sálica, que impedía que las mujeres reinasen.

Parece ser que a Jorge II le gustaba más estar en Hannover que en Londres, porque en el primer sitio había una monarquía absoluta y en el segundo quienes mandaban eran el gobierno y el parlamento. Así que esa fue la razón por la que estaba cazando en Alemania, concretamente, en el Electorado de Hannover, que era donde había nacido.

Jorge II estaba casado con Carolina de Brandeburgo-Ansbach. Parece ser que fue un matrimonio feliz y les sobrevivieron 7 de los hijos que tuvieron.

Por lo visto, Carolina se enteró del suceso y le pidió a su marido, entonces príncipe de Gales, que le enviara a Peter a Inglaterra. Por ello, el chico llegó a ese país a finales de 1725.

Parece ser que allí fue reconocido por un famoso médico y matemático escocés, llamado John Arbuthnot, el cual dictaminó que el chico tenía una enfermedad en la lengua que le impedía hablar.

Tras su llegada, hubo opiniones de todo tipo y hasta los famosos escritores Jonathan Swift y Daniel Defoe escribieron varias obras sobre este personaje.

Así que estuvo unos años viviendo la Corte, donde fue muy bien tratado, pero nunca consiguieron que hablase. Sólo se comunicaba por señas.

Posteriormente, la reina se lo confió al cuidado de una de sus damas de la corte a la que dio una generosa pensión para su manutención.

Por lo visto, su cuidadora, solía ir todos los años a pasar el verano a una finca, situada en el este de Inglaterra.

No sé si a él le gustó esa zona, pero lo cierto es que su cuidadora lo cedió al propietario de esa granja. Posteriormente, a la muerte de éste, pasó a quedar al cuidado de su hermano, en otra granja vecina.

En el verano de 1751, Peter huyó de esa granja y llegaron a poner anuncios en la prensa, en los que ofrecían una recompensa.

En octubre de ese mismo año, se incendió una iglesia situada en Norwich, más al norte de la granja donde había vivido Peter.

Parece ser que no eran capaces de controlar el incendio y, como amenazaba propagarse por una cárcel cercana, dieron la orden de liberar a todos los presos. Uno de ellos, llamó la atención del público, porque decían que se comportaba como si fuera un orangután. Se trataba de Peter.

Así que, como salió en los periódicos, lo devolvieron a la granja y allí vivió hasta el final de sus días.

A partir de entonces, siempre llevó en el cuello un collar de cuero y latón, con un cartel, donde podía leerse: “Peter the wild man”, el cual todavía se conserva en una escuela de esa zona.

En 1782, fue visitado por un juez. Parece ser que ya tenía una larga barba canosa, pero seguía sin poder hablar. Lo único que decía era Peter y King George, aparte de tararear algunas canciones de moda en aquella época.

Desgraciadamente, Peter murió en 1785 y está enterrado en el cementerio de Northchurch. La localidad más próxima a la granja donde vivía. Su tumba tiene una protección especial del Gobierno. Similar a la que tienen algunos monumentos importantes.

Curiosamente, en 1811, el famoso antropólogo alemán Blumenbach, sospechó que el chico podría ser un hijo mudo, que tuvo un tabernero de otro pueblo de esa zona de Alemania y es posible que su madrastra lo hubiera expulsado de su casa.

Incluso, el gran naturalista sueco Carl Linneo escribió un artículo, en el que opinaba sobre lo que le podría haber ocurrido a este chico.

Un estudio más reciente dice que podría haber sufrido el llamado Síndrome de Pitt-Hopkins. Éste se caracteriza por un retraso en el desarrollo y discapacidad intelectual grave. Tiene una serie de rasgos faciales distintivos y suelen padecer apneas del sueño.


Los signos faciales que los distinguen son párpados caídos, boca grande, labios gruesos y también el cabello grueso y rizado. Esos signos se pueden observar en un retrato de nuestro personaje.

Lamentablemente, todavía no existe ninguna cura para esta enfermedad.

 

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