ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 3 de octubre de 2025

EL MISTERIO DE GIULIO CANELLA

 

Como parece que ha tenido una buena acogida mi anterior artículo sobre Martin Guerre, se me ha ocurrido hacer otro, sobre un suceso similar, pero esta vez ocurrido en pleno siglo XX.

En marzo de 1926 un tipo, que parecía ser un vagabundo, penetró en el cementerio judío de Turín y se quiso llevar un pequeño jarrón de bronce, que había encima de una delas sepulturas.

Cuando ya se iba tan contento, por haber conseguido algo de valor, a fin de venderlo para sacar algo para comer, fue interceptado por un vigilante del cementerio, el cual lo detuvo y llamó a los carabineros.

Era un hombre de aspecto fornido y cuarentón y con una barba muy desaliñada, el cual sólo pronunciaba unas frases sin sentido. Ni siquiera sabía cómo se llamaba, pero un detalle que anotaron fue que hablaba en un dialecto propio del Piamonte.

Parece ser que el vigilante estaba muy atento, porque, en días anteriores, ya se habían producido otros robos en ese mismo cementerio

Así que lo llevaron a la comisaría y luego al juez de guardia, el cual decidió ingresarlo en un manicomio para ver si mejoraba su estado mental.

Curiosamente, este paciente hizo buenas amistades entre los psiquiatras del centro, quizás debido a su buen comportamiento y a sus finos modales.

Así que, en 1927, estos tuvieron la idea de llevar su historia a la prensa y poner su foto en los periódicos, para ver si alguien lo podía reconocer.

Un habitante de Verona, llamado Renzo Canella, al ver la foto en la prensa, se le ocurrió que ese hombre se parecía mucho a su hermano Giulio, el cual había desaparecido durante la I Guerra Mundial. Incluso, lo visitó en ese centro, pero le quedaron dudas de que fuera el mismo.

Para colmo, el paciente llegó a escribir una carta a Renzo, donde le decía que creía unirle algún vínculo familiar, pero no lo recordaba.

No obstante, fueron varios amigos de Giulio a visitarlo al manicomio y hubo división de opiniones.

En cuanto a Giulio Canella, se trataba de una personalidad en el mundo de la Filosofía. Había nacido en 1881 en la ciudad de Padua. Fue catedrático de esta disciplina académica, consiguiendo dos doctorados, y también fue director de una especie de Escuela normal de Magisterio, en Verona.

Parece ser que también fue un católico ferviente y en 1909 había fundado, con el sacerdote Agostino Gemelli, una revista dedicada a la visión católica de la Filosofía y también un periódico de tendencia católica.

Este clérigo, aparte de ser franciscano, también se dedicó a la Medicina. Por ello, le pusieron su nombre a uno de los hospitales más grandes de Italia. Donde también suelen recibir atención médica los Papas.

En 1913, Giulio se casó con una prima suya, Giulia Concetta Canella, mucho más joven que él y perteneciente a una familia con muchas propiedades en Brasil. Su padre había emigrado en 1891a ese país.

De este matrimonio nacieron dos hijos, llamados Rita y Giuseppe.

Desgraciadamente, en 1916, Giulio fue movilizado para luchar en la I Guerra Mundial, con el grado de capitán.

La última vez que lo vieron con vida fue en una batalla en la actual Macedonia del norte, donde los italianos combatieron contra los búlgaros y él fue hecho prisionero por las tropas enemigas, tras haber sido herido en la cabeza. A partir de entonces se le dio por desaparecido.

Evidentemente, su familia estaba deseando que un día volviera. Quizás, esa fue la razón por la que Giulia se personó en el manicomio y allí, tras algunas dudas, abrazó y besó al paciente tras haberlo reconocido como su marido. Curiosamente, él ni siquiera la reconoció.

Parece ser que, para esta primera visita, idearon que ambos debían de pasear, junto a un grupo de gente, por el patio del manicomio, para ver la reacción del paciente.

Sin embargo, durante una segunda visita, él ya pareció empezar a recordar algo.

Tras una tercera visita, parece que él empezó a recordar y a reconocerla como su esposa.

También fue reconocido por una condesa, que había sido compañera de estudios de Giulio.

Así que en marzo de 1927 se lo llevó a casa. Un acontecimiento que apareció en varios periódicos de la zona.

Hasta aquí todo bien ¿Qué podía salir mal? Sin embargo, siempre hay ciertos acontecimientos que se nos escapan.

Sólo una semana después del regreso de Giulio a su casa, un comisario de Turín recibió una carta anónima en la que le decían que este hombre no era Giulio, sino un tipógrafo anarquista, llamado Mario Martino Bruneri, nacido en 1886, del cual ya existían antecedentes policiales. Por lo visto, tenía pendiente una condena de dos años por estafa.

Así que dieron la orden de conducirlo hasta Turín y allí, en la propia comisaría de Policía, fue reconocido por Rosa, su esposa, su hijo, al que hacía varios años que no veía, sus hermanos y hasta su amante.

Sin embargo, él siguió negando conocerlos y eso dio lugar a varios artículos periodísticos y a que la opinión pública se dividiera entre los que creían que era Giulio y los que creían que era Mario.

Por el contrario, Giulia seguía defendiendo que se trataba de su marido y que esto no era otra cosa que una jugada bien estudiada para meter ruido y sacarle dinero.

Esta vez la Policía quería salir de dudas y le tomaron las huellas digitales. Como ya tenían fichado a Mario, sólo tuvieron que comparar las huellas y comprobaron que se trataba de la misma persona.

Aparte de ello, también hicieron uno de aquellos estudios antropológicos, que todavía se utilizaban en aquella época, y vieron que existían varias diferencias con las fotos de Giulio.

Por lo visto, como el tema no quedaba aún claro, lo volvieron a ingresar en el mencionado manicomio. Algo que no gustó nada a Giulia, la cual contrató a un famoso abogado y hasta movió sus hilos dentro del gobierno fascista que existía entonces en Italia.

A finales de 1927, un juez dictaminó que era Mario Bruneri y ordenó su salida del manicomio.

Curiosamente, ahora era Rosa, su mujer, la que no lo quería, porque le había dado muchos disgustos. Aparte de que todavía tenía pendientes algunas condenas por robos y estafas.

Me viene a la memoria un refrán medieval que dice: “La buena mujer, que tiene un mal marido a menudo tiene el corazón dolido”.

El famoso escritor Leonardo Sciascia escribió una novela sobre este extraño asunto, titulada “El teatro de la memoria”. Se refería a que le fabricaron una personalidad para que Mario creyera ser Giulio Canella. Sin embargo, muchos de los que habían conocido a Giulio se dieron cuenta de que la formación de Mario era la propia de un autodidacta.

Aparte de que Giulio hablaba varios idiomas y tocaba muy bien el piano. Mientras que Mario no sabía nada de eso. Ni siquiera conocía las notas musicales. Incluso, se las ingenió para no ir a la guerra.

Independientemente de que este hombre tuviera problemas mentales, tampoco le interesaba reconocer que era Mario Bruneri, porque sería un hombre pobre y con varias condenas pendientes. Mientras que, si decía ser Giulio, sería un hombre rico y viviría con una familia que le querría.

En 1928 tuvo lugar en Florencia un juicio para dilucidar quién era. Allí acudieron varios testigos, entre ellos, estuvo el mencionado padre Gemelli.

Por lo visto, éste dijo que no era Giulio y Giulia se enfadó muchísimo con él, alegando que querían quedarse con sus negocios.

Incluso, compareció la amante de Mario para declarar que ella le estaba esperando no lejos del cementerio, ya que fue a robar ese jarrón, porque no tenían para comer y que, como no volvió, fue a preguntarle al guardia si lo había visto por allí.

Sin embargo, compareció un testigo, que había sido soldado con el capitán Canella. Dijo que lo había conocido en el campo de concentración y que le escribía sus cartas. Sin embargo, tras escribir las suyas personales, solía romperlas entre llantos, porque no conseguía recordar la dirección de su casa.

Curiosamente, los abogados de ambas partes elogiaron la personalidad académica de Giulio Canella. En cuanto al abogado de la mujer de Mario no quiso echar mucha leña al fuego, porque ésta tampoco quería que fuera a la cárcel.

Parece ser que el tribunal no le hizo caso a Giulia a pesar de mostrar su barriga de embarazada. Así que ordenó que Mario cumpliera los dos años de cárcel, que tenía pendientes de cumplir, aunque luego le rebajaron mucho esa pena, debido a su buena conducta.

Así que tuvieron primero una hija y luego dos hijos más. Lógicamente, no los podía reconocer como hijos de Giulio Canella.

Por ello, la familia de Giulia optó por una rápida solución y les dijeron que se trasladaran a Brasil. Como el padre era uno de esos potentados, que vivían en ese país,
lograron inscribirlo como Julio Canella y así pudo reconocer a los hijos habidos entre ambos.

Es de suponer que sobornarían a algún funcionario para que le hiciera un pasaporte a nombre de Giulio Canella, porque, si se lo hubieran hecho a nombre de Mario Bruneri no le hubieran dejado salir de Italia.

Incluso, aprendió a hablar en portugués y hasta se interesó por la Filosofía, impartiendo varias conferencias a lo largo de ese gran país.

Posteriormente, unos expertos brasileños estuvieron estudiando los rasgos faciales y hasta la dentadura de él y de los hijos de Giulia y afirmaron que todos podían ser hijos del mismo padre.

Aquí se podría aplicar otro refrán medieval: “El amor puede mucho, pero el dinero lo puede todo”.

Giulia seguía empecinada en que lo reconocieran los tribunales italianos, pero pinchó en un hueso muy duro de roer. Perdió en 1930 y luego en 1931. Hasta el ministro de Justicia de Italia se interesó por este asunto. Apelaron hasta al mismo Mussolini.

Así que ya no pudo recurrir más y se quedaron viviendo en Brasil, donde el nuevo Julio murió en 1941.

Parece ser que la familia de Giulia tenía muy buenas relaciones con el Vaticano. Así que logró que el Papa Pío XI reconociera al hombre como Giulio Canella y a todos los hijos como suyos.

Giulia siguió recurriendo hasta su muerte, ocurrida en 1977. Por lo visto, llegó a contratar a Francesco Carnelutti, considerado uno de los mejores abogados de Italia.

Incluso, en los años 50, le propusieron hacer una película sobre la vida de Giulio, pero no llegaron a ningún acuerdo.

 

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domingo, 28 de septiembre de 2025

EL CASO DE MARTIN GUERRE

 

Recuerdo que, en los años 80, estuve viendo una película que me gustó mucho. Así que he estado durante mucho tiempo intentando conseguirla en DVD.

Es posible que algunos vean un poco antiguo lo del DVD, pero lo cierto es que es una película que no suelen poner en TV, ni tampoco la hay en las más conocidas plataformas de streaming, como Amazon, Netflix, etc. Creo que es por un tema de licencias o algo por el estilo.

Luego me enteré de que también existía un libro sobre el tema, escrito por la gran historiadora Natalie Zemon Davis. Se trata de una especialista, ya fallecida, nacida en USA, pero especializada en Historia Moderna de Europa.

Así que, no hace mucho, tuve un golpe de suerte y conseguí comprar el DVD y el libro.

La película se titula El regreso de Martin Guerre. Se estrenó en 1982 y estaba protagonizada por Gérard Depardieu y Nathalie Baye, bajo la dirección de Daniel Vigne.

En este caso no se trata de una historia inventada, sino algo que ocurrió en la Francia del siglo XVI.

Parece ser que Nathalie Zemon había encontrado algunos datos sobre esa historia y alguien le dijo que también estaban escribiendo un guion para hacer una película sobre este mismo tema. Así que se unió a ellos.

Sin embargo, parece ser que, para hacerla más comercial, la productora exigió algunos cambios, que no le gustaron demasiado a esta historiadora y, tras el estreno de la película, decidió escribir este libro para aportar más datos sobre esta historia.

Una de las fuentes más conocidas, donde se encuentran más datos sobre este asunto es un libro titulado Arrest memorable du Parlament de Tolose, publicado en 1561, cuyo autor fue el jurista Jean de Coras, el cual intervino en el proceso contra Martin Guerre.

Desgraciadamente, ya no se conservan las actas de los juicios celebrados en esas fechas.

En 1527, Sanxi Daguerre, su esposa, su hijo Martin y su hermano, Pierre, que todavía estaba soltero, decidieron trasladarse desde su habitual lugar de residencia en Hendaya, en el País Vasco francés, hasta otra localidad, llamada Artigat, situada más al noreste, en el condado de Foix.

Parece ser que este traslado no se debió a motivos económicos, ya que tenían una economía muy saneada. Por lo visto, aparte de dedicarse a la agricultura y la ganadería, también tenían una fábrica de tejas.

Se cree que se mudaron a esa localidad, situada lejos de la frontera, porque estaban hartos de aguantar los problemas que les estaban dando las frecuentes guerras entre Francia y España, que llevaban aparejadas la destrucción de los bienes de los residentes en esas zonas. Como solía ocurrir en las aceifas entre moros y cristianos durante la Reconquista.

En Artigat no tenían las mismas costumbres de los vascos, pero ellos se adaptaron enseguida a su nuevo lugar de residencia.

Parece ser que, a pesar de ser una especie de aldea, donde vivían unas 70 familias, estaban muy organizados. En caso de que hubiera algún pleito, tenían los llamados 3 cónsules, que eran como unos jueces de paz, nombrados entre los vecinos del pueblo.

Si recurrían la sentencia de estos, podían acudir al juez de Rieux, otro pueblo de ese condado y, si volvían a recurrir, tendrían que ir al Parlamento de Toulouse. Es preciso decir que en Francia se les llamaba parlamentos a los tribunales de Justicia.

Por lo visto, era una zona donde había muy pocos nobles y no solían entrometerse en la vida de la gente de los pueblos.

Los Daguerre compraron unos terrenos, que iban cultivando. También montaron otra fábrica de tejas y ladrillos y cambiaron su apellido por el de Guerre.

Posteriormente, Sanxi y su esposa tuvieron 4 hijas y Pierre se casó y se fue a vivir con su esposa.

En una época en la que la esperanza de vida no era la de ahora, todo el mundo hacía las cosas muy pronto. Eso unido a que la familia Guerre y la familia Rols estaban impacientes por estar emparentados, hizo que Martin, que sólo tenía 14 años, se casara con Bertrande de Rols, que tenía dos años menos.

Estaba claro que se trataba de uno de esos matrimonios de conveniencia entre familias. Por ello, los padres de ambos estaban muy contentos.

Sin embargo, hubo algo con lo que no habían contado. Parece ser que Martin era impotente y, durante varios años, no pudieron consumar su matrimonio. Así que tuvo que aguantar continuas burlas por parte de sus conciudadanos.

Sin embargo, al cabo de 8 años, fueron a ver a una vieja curandera, la cual les dijo que fueran a hablar con el cura del pueblo y comieran unos panes especiales.

Parece ser que fue, como se suele decir, mano de santo, pues consiguieron tener un hijo, al que llamaron Sanxi, como su abuelo paterno.

De todas formas, Martin nunca se encontró a gusto en Artigat. Era un sitio que le venía pequeño y el cuerpo le pedía disfrutar de aventuras en otros lugares.

Así que, en 1548, cuando Martin había cumplido los 24 años, le robó una carga de trigo a su padre y se marchó sin despedirse de nadie.

Curiosamente, no se le ocurrió conocer Francia, sino que vino a España. No sé si sería por temor a la Justicia francesa. Lo cierto es que vivió varios años en Burgos, trabajando como criado del cardenal Mendoza.

Posteriormente, se enroló como soldado a las órdenes del capitán Pedro de Mendoza, hermano del cardenal. Éste fue con sus soldados a combatir en Flandes.

Allí el ejército de Felipe II combatió y venció a los franceses en la célebre batalla de San Quintín.

También allí fue donde Martin fue herido en una pierna por un disparo de arcabuz y los cirujanos decidieron amputársela.

Evidentemente, en la película no se menciona que Martin estuvo luchando en el bando español contra los franceses. De lo contrario, nadie hubiera ido a ver esa película en Francia. También la historiadora se atrevió a decirlo, porque no era francesa.

Con el tiempo, los padres de Martin murieron y Pierre fue nombrado administrador de los bienes de Martin, del cual no habían vuelto a saber nada, pero confiaban en que algún día volvería.

Posteriormente, tanto Pierre, que se había quedado viudo y con dos hijas, se casó con la madre de Bertrande, que también se había quedado viuda. Era una forma de asegurar el patrimonio de las dos familias.

Por otro lado, Bertrande quedó en una situación complicada, pues, aunque era muy joven, no podía volver a casarse, salvo que pudiera demostrar con muchos testigos, que su marido ya habría muerto.

Sin embargo, todo cambió durante el verano de 1556. Habían pasado ya 8 años desde que Martin desapareciera y apareció por el pueblo un hombre con un cierto parecido con Martin y al que algunos confundieron con él. Parece ser que acababa de ser licenciado del Ejército.

Hay quien dice que estos fueron los que le dieron mucha información sobre Martin y sobre sus relaciones con los demás habitantes de Artigat.

No está tampoco muy claro, pero seguro que, en algún momento, pero muchos años antes, tuvo cierta amistad con Martin, que fue el que le contó la mayoría de esas cosas.

Parece ser que, cuando se atrevió a ir a Artigat, en un primer momento, Bertrande no le reconoció. Sin embargo, le besó cuando éste le recordó algunos detalles, que sólo podría conocer el verdadero Martin. Su tío Pierre tampoco lo reconoció hasta que el otro le contó algunas de las cosas que habían hecho juntos.

Él les contó que había estado luchando en el Ejército francés y que luego había estado viviendo un tiempo en España.

Ciertamente, habrá quien piense que su mujer se daría cuenta enseguida de que no era su marido. Sin embargo, parece que ella estaba deseando tener una pareja. Además, este hombre la trataba mucho mejor que Martin, que siempre fue muy irascible.

Les fue tan bien que, en sólo 3 años, tuvieron dos hijas, aunque la primera se les murió. Algo muy corriente en aquella época. Parecía que estaban muy enamorados y que se pusieron de acuerdo para vivir juntos.

Curiosamente, la historiadora Nathalie Zemon Davis, sospechaba que esta pareja podría tener unas ideas, que les podrían haber enseñado los protestantes, que en Francia se llamaban hugonotes. Una religión más permisiva con ese tipo de parejas y que permitía el divorcio.

Hasta el mismo Jean de Coras, el jurista mencionado al comienzo de este artículo, acabó haciéndose protestante. Algo que le costó ser asesinado en 1572, en la infame matanza del Día de San Bartolomé.

El nuevo Martin y Bertrande gozaron de una gran prosperidad, ya que él se dedicó a las labores agrarias, algo que ya había hecho en su lugar de nacimiento, y también vendía sus productos en los mercadillos de los alrededores.

Sin embargo, toda esta bonanza se vino abajo cuando se le ocurrió pedirle cuentas a su tío por los beneficios obtenidos por sus propiedades, durante el tiempo que estuvo ausente.

Parece ser que, aparte de no rendirle cuentas por los beneficios generados por sus propiedades durante su ausencia, este Martin se empeñó en vender un par de fincas de su propiedad. Eso iba en contra de las costumbres de los vascos. Aquellas costumbres decían que los bienes eran de la familia y, si se quería vender alguna propiedad, antes de ello, había que tener la autorización de sus familiares más cercanos. Cosa que él no hizo.

Eso dio lugar a una demanda realizada por este Martin en 1559, que provocó la desconfianza de muchos en su verdadera identidad, azuzados por su tío Pierre. Incluso, la madre de Bertrande la presionó para que lo demandara a fin de evitar una terrible condena por adulterio, pero ella se negó a denunciarle. En aquella época el adulterio podía ser castigado hasta con la pena de muerte para ambos amantes.

Uno de los testimonios más favorables a Pierre fue el del zapatero del pueblo, el cual se extrañaba mucho de que este nuevo Martin tuviera los pies más pequeños que el anterior.

La situación se volvió tan alarmante que, en cierta ocasión, Pierre citó en su casa a este Martin para devolverle los beneficios conseguidos y lo que hizo fue juntarse con unos cuantos más y darle una buena paliza. Todo esto hizo que el pueblo se dividiera entre los que apoyaban a Martin y los que lo veían como un impostor.

Esta balanza empezó a bascular hacia el lado de Pierre cuando, a finales de 1559, pasó por Artigat un soldado veterano, que dijo haber conocido a Martin en la guerra y que le habían amputado una pierna.

Por lo visto, al año siguiente, salió ardiendo un granero de una finca, cuyo propietario era de la pequeña nobleza de la zona. No entiendo por qué o quizás de acuerdo con Pierre, no se le ocurrió otra cosa que acusar de ello a este Martin, al cual encarcelaron en Toulouse.

Evidentemente, tuvieron que soltarlo por falta de pruebas. Sin embargo, Pierre no perdió el tiempo. Estuvo haciendo averiguaciones en varios pueblos de los alrededores y consiguió saber que el nuevo Martin se llamaba Arnaud du Tilh y era natural de Sajas, un pueblo situado a unos 54 km al noroeste de Artigat. Así que obtuvo del juez de Rieux el permiso para detenerlo y llevarlo ante su presencia.

Parece ser que Bertrande fue presionada por Pierre y su madre, que era la esposa de éste para que lo denunciara, alegando haber sido engañada. A fin de protegerse de la acusación de adulterio y también para proteger a la hija, que habían tenido juntos.

Cuando empezó el juicio en Rieux contra Arnaud, las parroquias de la comarca pidieron a cualquiera que lo conociera que fuera a declarar como testigo. Por ello, se presentaron 150 testigos de las dos partes. Curiosamente, la mayoría de ellos no tuvo claro si se trataba de Martin o de Arnaud.

Bertrande tenía que jugar un doble juego, ya que había sido presionada para denunciar a Arnaud, pero quería que saliera en libertad.

Sin embargo, Arnaud llegó a decir que “si Bertrande juraba que él no era su marido, Martin Guerre, aceptaría morir, según dictaminara el tribunal”. Así que Bertrande se limitó a callarse.

Por lo demás, Arnaud, gracias a su elocuencia, hizo una gran defensa y se mostró muy seguro de sí mismo, porque no disponía de un abogado. Refutó todas las acusaciones y puso en entredicho a sus acusadores. Por lo visto, era una persona con mucho mundo y también disponía de una memoria privilegiada.

No obstante, el juez condenó a Arnaud por haber usurpado la personalidad de Martin Guerre y por haber abusado de Bertrande. La condena fue a muerte por decapitación y descuartizamiento.

Como era de suponer, Arnaud recurrió la sentencia y el nuevo juicio tuvo lugar a mediados de 1560 en el Parlamento de Toulouse.

De momento, a los miembros de ese tribunal no les quedó muy claro de dónde partía esa acusación. Así que, tras un careo, decidieron encarcelar a Pierre y a Bertrande. Arnaud también siguió encarcelado.

El juicio continuó durante varios días y los miembros del tribunal ya estaban por declararlo inocente, cuando ocurrió algo extraordinario.

En la película se ve que, cuando ya estaban a punto de declararlo inocente, se presentó en la sala el verdadero Martin Guerre, con su pata de palo, y se les sometió a un careo entre ambos. Curiosamente, Arnaud recordaba más detallas de la vida de Martin que el propio Martin.

Parece ser que el capitán Pedro de Mendoza le pidió a Felipe II, que le dieran alguna indemnización a Martin por los servicios prestados. Éste ordenó que fuera aceptado como hermano lego en la Orden de San Juan de Jerusalén. Sin tener derecho a ello por no ser noble. Igual tuvieron en cuenta lo de ser vasco, pues los consideraban a todos hidalgos.
A partir de entonces, el tribunal sometió a los dos a varios careos, sin conseguir nada. Posteriormente, llamaron a los familiares cercanos para que los reconocieran. Ahí fue donde la mayoría de ellos reconoció como Martin Guerre al de la pata de palo.

Cuando llamaron a Bertrande, ésta fue llorando hacia Martin, pidiéndole que la perdonara, porque Arnaud la había engañado. Sin embargo, Martin no se compadeció de ella y la acusó de ser la culpable de todas las desgracias acaecidas sobre su familia.

El ya mencionado Jean de Coras, que era el ponente, presentó su informe ante ese tribunal. Por ello, condenaron a Arnaud “por impostura y falsa suposición de nombre y de persona y también de adulterio” a la pena de morir ahorcado en la localidad de Artigat.

Los jueces hicieron la vista gorda en lo referente al adulterio de Bertrande, también perdonaron a Martin por haber luchado en el bando español y a Pierre por haber falsificado la firma de Bertrande en la denuncia. También consideraron como legítima la hija tenida con Arnaud.

En septiembre de ese mismo año tuvo lugar la ejecución de Arnaud, que se hizo enfrente de la casa de Martin Guerre. Ya sólo le quedaba hacer la retractación pública y firmar su testamento. Antes de morir, le pidió a Martin que no fuera duro con Bertrande. Tras morir en la horca, su cuerpo fue quemado, para que nadie le recordase en aquel pueblo.

Hay quien dice que la llegada de Martin Guerre, a tiempo antes de leer la sentencia, fue una jugada política. Parece ser que se iban a celebrar unas elecciones para los Estados Generales, o sea, lo que aquí llamamos el Congreso de los diputados. Coras quería presentarse, pero Mansencal, el presidente de ese tribunal, también.

Así que uno de los jefes de sala de ese tribunal movió sus hilos para encontrar al verdadero Martin Guerre, el cual estaba en un monasterio de esa Orden. Como dio la casualidad de que su hijo era el gran maestre de esa Orden, consiguió traerlo y que el rey le perdonase su traición por haber luchado en el bando español.

Por ello, Coras no consiguió el ansiado escaño, pero Mansencal sí que lo obtuvo.

Seguro que a alguno le haya sonado el argumento de esta película de otra que hayan visto. Ciertamente, en 1993, se estrenó la película Sommersby, protagonizada por Richard Gere y Jodie Foster, pero esta vez ambientada durante la guerra civil USA. Creo que esa no estaba basada en ningún hecho histórico.

Espero que me disculpéis, porque me ha quedado un poco más largo de lo habitual, pero era necesario para poder explicar este hecho histórico.

 

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viernes, 19 de septiembre de 2025

SAMANTHA SMITH, UNA PACIFISTA INFANTIL

 

Reconozco que hoy tenía pensado escribir un artículo sobre otro tema. Sin embargo, me he encontrado esta historia por ahí y me ha resultado simpática.

De hecho, me ha recordado mucho a las ocurrencias de la famosa heroína de comics Mafalda.

Samantha Reed Smith, que era su verdadero nombre, nació en 1972 en una pequeña localidad del Estado de Maine, al norte de USA.

Supongo que pertenecería a una familia acomodada, pues su padre ejercía como profesor de Literatura en la Universidad de Maine, mientras que su madre era una trabajadora social y ambos debían de tener una mente muy abierta por la buena educación que le estaban dando a su hija.

Parece ser que Samantha siempre fue muy aficionada a escribir cartas. Por lo visto, con sólo 5 años, se le ocurrió escribir una a la reina Isabel II para decirle que admiraba la monarquía británica y que le caía muy simpática. ¡No sé qué hubiera pensado el propio general Washington sobre esto!

Supongo que eso sería debido a que, como en 1977 se celebraba el Jubileo de Plata de la reina, ésta apareció en las portadas de muchos periódicos y la niña los habría visto.

En 1982, murió el líder soviético Leónidas Breznev, el cual fue sustituido por Yuri Andropov.

Supongo que a esta niña le gustaría mucho leer los periódicos (algo casi insólito en nuestros días). Así que es posible que en ellos leyera las duras críticas contra el nuevo mandatario soviético. También que su nombramiento sería una amenaza para la paz mundial.

En esos artículos se mencionaba que Andropov había sido embajador soviético en Hungría, cuando tuvo lugar la sublevación de ese país contra las autoridades comunistas. Como todos sabemos esos disturbios fueron reprimidos a tiro limpio, provocando muchos muertos.

Por otro lado, también fue director del temible KGB durante la época en la que sufrieron una dura represión algunos personajes tan célebres como el físico Andrei Sakharov o el escritor Alexander Solzhenitsyn.

De hecho, solía decir que la lucha por los derechos humanos era, simplemente, una conspiración internacional contra la URSS. En pocas palabras, era un tipo muy duro.

Además, en la época de Ronald Reagan, éste hizo una terrible apuesta por militarizar el espacio con su Iniciativa de defensa estratégica, popularmente conocida como la Guerra de las galaxias. Así que en la URSS también se estaban realizando esfuerzos en ese sentido.

Por ello, en este contexto prebélico, Samantha leyó un artículo en la famosa revista Time. Parece ser que en la portada decía que Andropov era una persona muy peligrosa y hostil a USA y que tenía la intención de iniciar una guerra nuclear.

Por eso, se le ocurrió preguntarle a su madre: “Si la gente le tiene tanto miedo, ¿por qué no le escribe alguien una carta, preguntándole si quiere o no hacer una guerra?”

Supongo que la madre no le daría mucha importancia a esa ocurrencia y le respondió: “¿Por qué no lo haces tú?”

Así que, ni corta, ni perezosa, en noviembre de 1982, Samantha le escribió una carta al líder soviético Andropov, en la cual le dijo:

“Estimado Sr. Andropov:

Me llamo Samantha Smith. Tengo diez años de edad. Felicitaciones por su nuevo trabajo.

Estuve preocupada pensando en la posibilidad de que Rusia y los Estados Unidos se involucren en una guerra nuclear.

¿Votará por la guerra o no? Si no, por favor cuénteme cómo ayudará a evitar una guerra.

Esta pregunta no la tiene que responder, pero me gustaría saber por qué quiere conquistar el mundo o al menos nuestro país.

Dios hizo el mundo para que viviéramos juntos en paz y no para pelear.

Atentamente.

Samantha Smith”.

Aunque parezca mentira, el famoso diario soviético Pravda publicó la carta de esta niña y en abril de 1983 ella recibió la respuesta, también por carta, de Andropov.

No voy a reproducir esa carta, porque es un poco larga. En ella, va diciendo que los soviéticos saben muy bien lo que traen las guerras y, por ello, no las quieren. Así que, según dice, lo que quiere es tener unas buenas relaciones con USA a fin de cooperar en paz.

Por otro lado, dice que ambos países disponen de miles de armas nucleares, pero que la URSS nunca será la primera en utilizarlas contra ningún país del mundo.

Al final de esta misiva, le invita a viajar, junto con sus padres, a la URSS, para encontrarse con otros niños de su edad y ver que todos quieren la paz.

Como era de esperar, los medios de comunicación USA se pusieron las pilas y enseguida apareció esta niña en cientos de periódicos, canales de radio y de TV. Siendo entrevistada por los periodistas más famosos de su país.

Al fin, a primeros de julio de 1983, aceptó la invitación de Andropov y voló con sus padres a la URSS, donde iban a pasar dos semanas para conocer a la gente de ese país.

Empezaron visitando Moscú y Leningrado (hoy San Petersburgo) para luego residir casi todo el tiempo en un campamento de verano, situado en Artek, en la península de Crimea.

Quedó gratamente sorprendida por la amabilidad de los soviéticos y llegó a decir que eran “iguales a nosotros”. No sé si le habrían dicho que los comunistas tenían cuernos y rabo, como se decía antes.

Por lo visto, Andropov no pudo reunirse con ella, porque ya era un hombre mayor, que andaba muy mal de salud. De hecho, murió unos pocos meses después. Pero sí hablaron por teléfono.

Los niños soviéticos también la vieron como una niña normal e hizo muchas amistades entre ellos. Incluso, participó en la grabación de un documental con motivo del 60 aniversario de ese campamento infantil.

Incluso, fue a verla la famosa astronauta soviética Valentina Tereshkova, la primera mujer que voló alrededor de nuestro planeta.

Dicen que, cuando se despidió de sus amigos del campamento, les dijo:” ¡Vamos a vivir!”. Con esa amplia sonrisa que todavía recuerdan los que la conocieron.

Curiosamente, aunque fue muy bien recibida al regreso a su ciudad natal, sin embargo, el Gobierno USA la veía como alguien que hacía propaganda a favor del comunismo. Algo muy lejos de la realidad.

En diciembre de 1983 fue invitada a viajar a Japón, donde también la agasajaron muy bien.

Allí pronunció un curioso discurso en el que dijo que no estaría mal que los nietos de los líderes de USA y la URSS intercambiaran a sus nietos un par de semanas al año, porque “no creo que un presidente quisiera enviar una bomba a un país donde estuvieran sus nietos”.

Esos viajes de Samantha también dieron lugar a los de otros niños, como la de la niña rusa Katya Lycheva, que tenía la misma edad que ella, fuera a USA.

Samantha siguió siendo muy popular y llegó a publicar un libro titulado “Viaje a la Unión Soviética”, donde relataba sus experiencias en ese país.

En 1984, fue contratada por la Disney como “corresponsal especial”. Allí hizo un programa dedicado a realizar entrevistas con candidatos a las elecciones de 1984. Uno de ellos fue el famoso astronauta John Glenn.

Seguramente, lo habréis visto en la famosa película Elegidos para la gloria (1983), representado por el gran actor Ed Harris.

Desgraciadamente, ella también llamó la atención de un acosador. Se trataba de Robert John Bardo.

Tuvo mucha suerte, porque ya era conocido por la Policía y no lo dejaron que se acercara a ella.

Por el contrario, en 1989, se dedicó a acosar a una joven actriz, llamada Rebecca Schaeffer. Como estuvo acosándola durante 3 años y no le hizo caso, un día la fue a buscar a su apartamento. Ella abrió, confiadamente, porque le habían dicho que le iban a llevar un guión para una película. Él sacó su pistola y le disparó en el pecho, muriendo sólo media hora más tarde.

Posteriormente, fue detenido en una autopista, juzgado y condenado a cadena perpetua.

Volviendo a nuestro personaje de hoy, siguió acaparando fama. De hecho, la cadena ABC la fichó para actuar en una serie televisiva junto al famoso actor Robert Wagner.

El 25/08/1985 Samantha y su padre habían llegado al aeropuerto de Boston, procedentes de Londres, que era donde se estaba rodando esa serie.

Allí tomaron un vuelo, que los llevaría hasta un pequeño aeropuerto de su Estado, Maine.

Se trataba de una avioneta de la compañía Bar Harbor Airlines y tenía previsto hacer tres escalas en sendos aeropuertos de ese Estado para ir dejando a los pasajeros. Concretamente, en su interior había 6 pasajeros y 2 tripulantes.

Desgraciadamente, las condiciones meteorológicas no eran buenas, debidas a la fuerte lluvia y a que el vuelo se realizaba en una noche muy oscura.

Parece ser que, según dijeron, el piloto no tenía mucha experiencia.
Por ello, enfiló mal la pista del aeropuerto de Auburn, que era su primera escala, y estrelló el avión a unos 150m a la derecha de la pista.

Desafortunadamente, tras el choque, el avión se incendió, muriendo todos sus ocupantes.

Jane Smith, la madre de Samantha, se salvó, porque se había quedado en casa. Así que, poco más tarde, presentó una demanda contra esa aerolínea y parece ser que su abogado y el de la otra parte llegaron a un acuerdo económico, sin tener que acudir a un juicio.

Al funeral de esta niña acudieron unas 1.000 personas. Curiosamente, la Embajada de la URSS en ese país envió a uno de sus diplomáticos, que leyó un mensaje de condolencia de Gorbachov, el cual había sucedido a Andropov. Sin embargo, no acudió ningún enviado del Gobierno USA.


Supongo que, por ello, se suscitaron algunos comentarios sobre que podría no haber sido un accidente, sino algo preparado por los servicios secretos de alguno de los dos países.

También es muy curioso que en USA apenas le dieran importancia a la gran labor de esta niña. Sin embargo, en la URSS, emitieron sellos de Correos con su efigie. Le dedicaron calles y avenidas en varias localidades y hasta le pusieron su nombre a un barco de pasajeros. Incluso, le pusieron su nombre a un asteroide.

En 1985, su madre creó la Fundación Samantha Smith, la cual sigue funcionando hasta la actualidad.

En una entrevista le preguntaron a su madre a qué se dedicaría ahora su hija, si hubiera seguido viva. Ella respondió que, en aquella época, decía que quería ser actriz. Sin embargo, su padre prefería que hubiera sido senadora por su Estado.

 

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jueves, 18 de septiembre de 2025

EL CURIOSO CASO DE KARL RADEK

 

Hoy traigo al blog a un personaje que, a mi modo de ver, quiso pasarse de listo en un sitio tan peligroso como la URSS de Stalin.

Karl Radek, cuyo verdadero nombre era Karl Sobelsohn, nació en 1885 en la localidad de Lemberg, que entonces pertenecía al Imperio Austro-Húngaro, y hoy se llama Lviv y pertenece a Ucrania.

Su familia estaba formada por judíos de origen lituano. No obstante, parece ser que estaban muy integrados en este país, pues en su casa sólo se hablaba en alemán y casi nunca en hebreo.

Su padre era un funcionario de Correos, pero, desgraciadamente, murió cuando Karl era aún muy joven.

Por lo visto, nuestro personaje era muy aficionado a la lectura. Así que tomó el apellido Radek del personaje de una novela muy popular en la zona donde vivía.

Desde muy joven se implicó en movimientos revolucionarios. En 1904, se afilió al llamado Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y Lituania.

Al año siguiente, luchó en la fallida revolución rusa de 1905. Fue detenido, pero consiguió huir hacia Alemania.

No olvidemos que, en aquella época, la mayoría de Polonia formaba parte de Rusia.

Allí empezó a trabajar como periodista en varios medios, especializándose en artículos sobre temas internacionales, y se afilió al SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania).

Sin embargo, en 1913, fue expulsado de ese partido por haber sido acusado de diversos robos. Algo que nunca fue probado. Parece ser que la orden de expulsión vino de Friedrich Ebert, entonces líder de ese partido.

Al estallar la I Guerra Mundial, se trasladó a Suiza, para estar cerca de Lenin, al que había conocido unos años antes y con el que compartía una buena amistad. Radek le facilitó a Lenin relacionarse con otros partidos similares en Alemania.

Sin embargo, parece ser que tuvo algunas discusiones con él sobre el famoso Alzamiento de Pascua en Irlanda. Mientras que Lenin estaba entusiasmado, Radek le decía que no tenía futuro, porque se trataba de un territorio, principalmente, agrícola, pero nadie había contado con los agricultores.

En 1917, Radek fue uno de los que acompañó a Lenin en aquel tren, facilitado por los alemanes, para que pudieran regresar a Rusia.

Sin embargo, a Radek le prohibieron la entrada en Rusia, debido a que tenía pasaporte austro-húngaro. Un país que estaba en guerra con Rusia. Así que se tuvo que quedar en Estocolmo.

Tras la Revolución Rusa de octubre, ya se le permitió la entrada en ese país y fue nombrado vicecomisario de Asuntos Exteriores. De hecho, fue uno de los participantes en las negociaciones para el famoso Tratado de Brest-Litovsk, con el que terminó la participación de Rusia en la I Guerra Mundial. Algo que nunca le perdonaron los demás aliados.

Posteriormente, fue enviado a Alemania, para, como se dice coloquialmente, alborotar el gallinero en ese país.

En principio, como ya le conocía la Policía alemana, no le dejaron pasar. Sin embargo, luego cruzó la frontera ilegalmente.

Participó en varias reuniones, que dieron lugar a la fundación del Partido Comunista de Alemania.

En 1919, participó en el sangriento levantamiento Espartaquista. Motivo por el que fue detenido y encarcelado hasta el año siguiente.

Parece ser que las autoridades alemanas le dejaron en libertad como un acto amigable hacia el gobierno ruso. Recordemos que la URSS no se fundó hasta 1922.

En mi artículo sobre el Tratado de Rapallo ya comenté que Alemania y Rusia habían firmado ese acuerdo, porque no les dejaron entrar en las sesiones para deliberar sobre el Tratado de Versalles.

Parece ser que ese tratado, hoy en día, casi olvidado, se empezó a perfilar durante una entrevista entre Radek y el futuro canciller Walther Rathenau, cuando el primero todavía se hallaba encarcelado.

Cuando regresó a Rusia ocupó un alto cargo en el Komintern. Sin embargo, no le duró mucho tiempo, porque se opuso a algunas iniciativas apoyadas desde arriba, ya que siempre fue una especie de verso suelto.

Así que algunos le acusaron de ser uno de los culpables de la derrota del levantamiento comunista, que se había producido en 1923 en Alemania. Por ello, fue expulsado del Comité Directivo del Komintern.

A partir de ese momento, dijo ser partidario de las ideas de Trotsky y criticó las de Stalin.

Aunque este último todavía no gobernaba en la URSS, sí que tenía un importante cargo en el Gobierno. Posiblemente, por ese motivo, no admitió las críticas mordaces de Radek, expulsándole del partido y deportándole a una localidad de Siberia. Para que se le refrescaran las ideas.

Se ve que no comprendió que sus críticas llenas de humor y sus chistes políticos no le iban a hacer ninguna gracia a un tipo como Stalin, el cual tenía un sentido del humor muy peculiar.

De todas formas, no vayamos a pensar que Radek era un santo, sino que también fue partidario de aplicar medidas contundentes contra los que se desviaran de la doctrina oficial del partido.

A pesar de que la gente podía ser condenada a largos años en Siberia, hubo muchos que se atrevieron a hacer chistes.

Por ejemplo: ¿Cómo se va a gestionar el problema de los ratones en el Kremlin?

Se pondrá un cartel que diga Granja colectiva. Así, la mitad de ellos morirán de hambre, mientras que la otra mitad saldrán huyendo de allí.

Otro ejemplo: ¿Cuál es la diferencia entre un cuento de hadas capitalista y uno comunista?

El capitalista comienza diciendo: “había una vez”. Mientras que el comunista empieza: “habrá alguna vez”.

Otro más. Stalin perdió su pipa favorita. Unos días más tarde, fue a verlo Beria y le preguntó si ya la había encontrado. Stalin le dijo que estaba bajo el sofá. Beria le respondió que eso era imposible, porque ya habían detenido a 3 personas, las cuales confesaron haberla robado.

Otro más. En un desfile del 1º de mayo, un anciano llevaba una pancarta, en la cual se podía leer: “Gracias, camarada Stalin, por mi feliz infancia”.

Un líder comunista le preguntó si se estaba burlando, porque todavía no había nacido Stalin, cuando el abuelo era un niño. El otro le respondió: por eso le estoy agradecido.

Tampoco Breznev pudo librarse de los chistes. Tras un discurso, fue a quejarse a su redactor, porque le había pedido que le escribiera un discurso que durase 15 minutos y éste duró 45. El otro le respondió que le había dado 3 copias.

Curiosamente, aunque Radek solía contar chistes sobre Stalin, sin embargo, también escribió en Pravda unos artículos, donde elogiaba la labor del político.

Parece que no le gustó mucho el clima siberiano. Por ello, en 1929, junto con otros deportados, escribieron un mensaje para que fueran perdonados.

Contra todo pronóstico, Stalin les perdonó e, incluso, nombró a Radek para un alto cargo en el Comité central del PCUS.

A partir de entonces, siguió, al pie de la letra, las instrucciones
del Kremlin y se dedicó a elogiar la política alemana. Incluso, les felicitó cuando ocuparon Renania. Seguro que entonces estarían debatiendo lo que luego sería el famoso pacto Ribbentrop-Molotov.

También se le consideró inventor del término nacionalbolchevismo, con el que criticó a algunos líderes comunistas alemanes, que eran demasiado nacionalistas, en lugar de ser internacionalistas.

Fue uno de los redactores de la Constitución de la URSS de 1936. No obstante, eso no le libró de caer en una de las grandes purgas de los años 30.

Así que fue juzgado en 1937, acusado de traición. Un cargo que había admitido, después de sufrir fuertes torturas. Por ello, fue condenado a 10 años de trabajos
forzados. Hay quien dice que había llegado a ciertos acuerdos con el fiscal para que no lo condenaran a muerte. Una pena habitual en aquella época.

Oficialmente, murió en mayo de 1939, durante una pelea con otro preso. Sin embargo, algunos autores afirman que lo mataron por encargo de la NKVD. Lo que luego se llamó la KGB.

No obstante, en 1988, fue oficialmente rehabilitado por Gorbachov.

 

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