ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 7 de febrero de 2025

EL JOURNAL DES DÉBATS, UN PERIÓDICO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS

 

Hoy voy a narrar la curiosa historia de un gran periódico francés, que hoy es, prácticamente, desconocido por el público en general.

Ciertamente, tuvo un origen muy curioso. Jean François Gaultier de Biauzat fue un abogado, nacido en 1739, que ejercía su profesión en Clermont-Ferrand.

Por lo visto, siempre estuvo en contra de los privilegios de
los que se beneficiaban algunos terratenientes, procedentes de la época feudal y así lo denunció en algunas de sus obras.

No sé si sería por eso, lo cierto es que, cuando Luis XVI convocó a los Estados Generales, o sea, lo que conocemos por el parlamento, fue nombrado diputado por el Tercer Estado.

No olvidemos que el Primer Estado lo formaban los clérigos y el Segundo, los miles de aristócratas que había en Francia. En el Tercer Estado estaban todos los demás.

Precisamente, una de las razones por las que se produjo la Revolución Francesa fue porque la burguesía, que era la que mantenía aquel régimen a base de impuestos, no quería estar en el Tercer Estado, sino en un puesto preferente, porque se consideraba más importante que los demás.

Volviendo a nuestro primer personaje, hay que decir que fue testigo de todos aquellos hechos. Incluso, fue uno de los que participaron en el famoso juramento del Jeu de Paume, por el que la mayoría de los diputados del Tercer Estado se reunieron en ese edificio y juraron no salir de allí hasta haber redactado una constitución. Lo cual alarmó mucho al rey.

Lo único que pretendió el monarca, al reunir a los Estados Generales, era que le aprobaran la creación de nuevos impuestos, pues las arcas del Estado se hallaban casi vacías.

Como hacía muchos años que el rey no convocaba los Estados Generales, se encontró con la sorpresa de que todos los diputados del Tercer Estado habían redactado una larga lista de quejas y reivindicaciones y se negaron a aprobar ninguna medida hasta que el Gobierno se comprometiera a solucionar los problemas que había en todas las provincias.

Fue lo mismo que ocurrió, un siglo antes, cuando el rey inglés Carlos I convocó la Cámara de los comunes para que aprobasen una serie de nuevos impuestos.


Volviendo a nuestro personaje, parece ser que sus amigos de Clermont-Ferrand se mostraron muy interesados por saber lo que estaba ocurriendo en París. Le escribían muy a menudo y él les iba contando lo ocurrido.

No sé si también le pedirían noticias desde otros lugares, lo cierto es que de ahí le vino la idea de fundar el Journal des débats. Un periódico de aparición semanal, donde contaba todo lo que ocurría en las reuniones de los Estados Generales. Su primer número fue publicado el 30/08/1789.

Parece ser que nuestro personaje era partidario de una monarquía parlamentaria. Por ello, cuando regresó a su ciudad, fue detenido y encarcelado en 1792.

Dos años después, fue liberado y nombrado juez del Tribunal de Casación. Precisamente, fue uno de los magistrados que juzgaron y condenaron a Gracchus Babeuf, al que dediqué otro de mis artículos.

La llegada de Napoleón Bonaparte le obligó a abandonar ese tribunal, aunque fue nombrado magistrado de otro tribunal menor, en el que siguió trabajando hasta su muerte.

Durante la época napoleónica, vendió este periódico a otro político y periodista, llamado Louis-François Bertin.

Éste le dio un nuevo aire a ese periódico, consiguiendo que colaborasen con él algunos autores tan conocidos como Chateaubriand o Charles Nodier. Ambos son considerados como pioneros del romanticismo francés.

Sin embargo, también se le atribuye la creación del llamado folletín. Una especie de suplemento, donde se podían encontrar publicados rumores de todo tipo, modas y hasta críticas literarias y teatrales.

Por lo visto, fue acusado de ser un monárquico y eso le llevó a ser encerrado en el Temple, aunque le dejaron libre al año siguiente, circunstancia que aprovechó para exiliarse, hasta la llegada de Napoleón I.

No obstante, el emperador le obligó a cambiar el nombre del periódico por el de Journal de l’Empire y confiscarle sus ganancias.

En 1814, con la llegada de Luis XVIII, Bertin recuperó su periódico, pero, con el regreso de Napoleón, tuvo que exiliarse en Holanda.

Tras la batalla de Waterloo, pudo regresar a Francia y su periódico pasó a ser una especie de órgano de la oposición liberal y constitucional. Posteriormente, apoyó al rey Luis Felipe I de Orleans. Así consiguió ser el periódico más leído en aquella época.

Durante esos años, también fue dirigido por el famoso autor François-René de Chateaubriand.

A la muerte de Louis-François, ocurrida en 1841, tomó la dirección del periódico su hijo mayor, Armand, nacido en 1801, el cual ya llevaba varios años escribiendo en el periódico.

Aunque siguió apoyando al rey Luis Felipe I, ello no fue óbice para criticar la labor de algunos de sus ministros, asumiendo una ideología liberal moderada. Eso le hizo ganarse amistades entre gentes de todas las tendencias políticas.

De hecho, consiguió sacar adelante el periódico, tras la revolución liberal de 1848, que hizo caer la monarquía de Luis Felipe I y dio lugar a la proclamación de la II República Francesa.

Desgraciadamente, murió en 1854. Por ello, a partir de entonces, se ocupó de la dirección del periódico su hermano, el pintor Edouard Bertin.

La lista de los colaboradores aumentó y, entre los más famosos, seguramente reconoceremos los nombres de Víctor Hugo, Héctor Berlioz, Alejandro Dumas (padre), León Foucault (famoso por su péndulo), Eugenio Sue (autor de Los misterios de París), etc.

Precisamente, Los misterios de París fue una famosa novela publicada por entregas en este periódico, entre los años 1842 y 1843. Éxito que fue seguido por el de la novela El judío errante.

Supongo que esto los animó a seguir publicando otras obras por este mismo procedimiento.

Así que la siguiente fue la archifamosa novela El conde de Montecristo, publicada, en este mismo periódico, en 18 entregas entre los años 1845 y 1846.

Se decía que muchos lectores devolvían los ejemplares, que acababan de comprar, si comprobaban que, por un error, no contenían las entregas de esa novela.

En 1871, a la muerte de Edouard, se hizo cargo de la dirección de este periódico el joyero Jules Bapst, casado con Marie-Luise, hija de Armand Bertin. Para su labor en el periódico, contó con la colaboración del economista León Say, casado con otra hija de Armand, el cual también llegó a ser presidente del Senado.

Supieron llevar muy bien este periódico durante una época muy convulsa, protagonizada por la derrota de Napoleón III en Sedán, su huida al exilio, la proclamación de la Comuna de París y la posterior represión sobre ésta.

Sin embargo, se ve que al joyero Bapst le gustaba más dedicarse a la joyería que al periodismo. Por ello, en 1883, decidió nombrar a su yerno, el político Georges Patinot, nuevo director del periódico.

Por lo visto, continuó con la línea editorial, que había iniciado su predecesor, situada en una posición política republicana de centro-izquierda.

En cambio, le dio más importancia a las noticias de actualidad y menos al mundo de la Literatura. Incluso, creó dos ediciones: una de mañana y otra de tarde. Esta última, impresa en un papel de color rosado. Desde sus páginas apoyó a un nuevo partido, denominado Unión liberal, de tendencia republicana liberal.

Al mismo tiempo, fue partidario de la colonización de África y financió varias expediciones hacia ese continente. Incluso, fue miembro del consejo de administración de la Compañía del Canal de Suez.


A su muerte, ocurrida en 1895, le sucedió Étienne Bandy, conde de Nalèche. Se trataba de un diplomático francés, que se había casado con la heredera del periódico.

Por lo visto, la suegra de Bandy pertenecía a la familia Collas, que fueron los mayores accionistas del periódico. Parece ser que esta familia tenía muchas inversiones en Turquía. Así que no es casual que el periódico tomara partido por ese país.

En 1889 se cumplió el centenario del periódico. Así que le encargaron al pintor francés Jean Béraud que pintara un cuadro, donde apareciera la redacción con los periodistas y colaboradores del diario. Esa obra está expuesta en el Museo de Orsay, en París.

Pero no todo fueron alegrías, también hubo enfrentamientos. Por ejemplo, Fernand de Brinon, primo de Bandy, dirigió la sección política. Así que, durante un tiempo, tras la I Guerra Mundial, pudo escribir a favor de un acercamiento entre Francia y Alemania, porque era contrario a seguir exigiendo el pago de las reparaciones de guerra.

Sin embargo, por esa época, François de Wendel un poderoso industrial del acero, se convirtió en el máximo accionista del periódico. Como era de Lorena y odiaba a los alemanes, no cejó en su empeño hasta conseguir que expulsaran a Brinon del periódico.

Hay que decir que Brinon se fue convirtiendo en un admirador de los nazis y llegó a hacer carrera, tras la invasión y ocupación de Francia. Esto dio lugar a que, en la posguerra, fuera juzgado, condenado y fusilado.

Curiosamente, se había casado con una mujer judía a la que consiguió que le dieran el título de aria honoraria. Gracias a esa especie de salvoconducto, los alemanes nunca la molestaron a pesar de tener origen judío.

Respecto al periódico, tuvieron muchos problemas en los años 30. No sé si no quisieron o no supieron adaptarse a su época. Ni siquiera quisieron instalar teletipos en su redacción.

En un momento tan dramático, en el que la gente reclamaba noticias de primera mano, ellos se dedicaron a contratar columnistas, pero daban pocas noticias. Eso dio lugar a que las tiradas fueran cada día más pequeñas e, incluso, dejaron de publicar los domingos.

Para intentar reducir las pérdidas, en 1936, el periódico se redujo a 4 hojas. Lo que hizo que se vendiera todavía menos.


Étienne siempre fue una persona muy famosa en París. Fue presidente de varias asociaciones y hasta del Sindicato de la Prensa de París.

Sin embargo, eso de seguir ejerciendo, durante la ocupación alemana, como director del Journal des débats y presidente del Sindicato de la Prensa de París, cuando llegó la posguerra, le valió ser acusado de colaboracionismo con los nazis.

El 26/08/1944 entró en vigor en Francia una ordenanza que creaba el delito de indignidad nacional y debía ser aplicado a todos aquellos que hubieran colaborado con los nazis. Unas 55.000 personas fueron condenadas por este delito.

La pena consistía en la llamada degradación nacional y suponía la pérdida de derechos electorales activos y pasivos, la expulsión del funcionariado y de las fuerzas armadas, la expulsión de los directivos de las empresas, así como del periodismo o de la enseñanza.

Incluso, los tribunales podían ordenar que el condenado marchara al exilio y podían confiscar todos sus bienes.

Así que eso supuso que este periódico tuviera que cerrar en 1944 y ya no volvió a publicarse nunca más. Un triste final para un medio de comunicación tan importante en la Historia de Francia. Étienne murió ya muy anciano en 1947.

 

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