Hoy voy a narrar la curiosa
historia de un gran periódico francés, que hoy es, prácticamente, desconocido
por el público en general.
Ciertamente, tuvo un origen muy
curioso. Jean François Gaultier de Biauzat fue un abogado, nacido en 1739, que
ejercía su profesión en Clermont-Ferrand.
los que se beneficiaban algunos terratenientes, procedentes de la época feudal y así lo denunció en algunas de sus obras.
No sé si sería por eso, lo cierto
es que, cuando Luis XVI convocó a los Estados Generales, o sea, lo que
conocemos por el parlamento, fue nombrado diputado por el Tercer Estado.
No olvidemos que el Primer Estado
lo formaban los clérigos y el Segundo, los miles de aristócratas que había en
Francia. En el Tercer Estado estaban todos los demás.
Volviendo a nuestro primer
personaje, hay que decir que fue testigo de todos aquellos hechos. Incluso, fue
uno de los que participaron en el famoso juramento del Jeu de Paume, por el que
la mayoría de los diputados del Tercer Estado se reunieron en ese edificio y
juraron no salir de allí hasta haber redactado una constitución. Lo cual alarmó
mucho al rey.
Lo único que pretendió el
monarca, al reunir a los Estados Generales, era que le aprobaran la creación de
nuevos impuestos, pues las arcas del Estado se hallaban casi vacías.
Como hacía muchos años que el rey
no convocaba los Estados Generales, se encontró con la sorpresa de que todos
los diputados del Tercer Estado habían redactado una larga lista de quejas y
reivindicaciones y se negaron a aprobar ninguna medida hasta que el Gobierno se
comprometiera a solucionar los problemas que había en todas las provincias.
Fue lo mismo que ocurrió, un siglo antes, cuando el rey inglés Carlos I convocó la Cámara de los comunes para que aprobasen una serie de nuevos impuestos.
Volviendo a nuestro personaje, parece ser que sus amigos de Clermont-Ferrand se mostraron muy interesados por saber lo que estaba ocurriendo en París. Le escribían muy a menudo y él les iba contando lo ocurrido.
No sé si también le pedirían
noticias desde otros lugares, lo cierto es que de ahí le vino la idea de fundar
el Journal des débats. Un periódico de aparición semanal, donde contaba todo lo
que ocurría en las reuniones de los Estados Generales. Su primer número fue
publicado el 30/08/1789.
Parece ser que nuestro personaje
era partidario de una monarquía parlamentaria. Por ello, cuando regresó a su
ciudad, fue detenido y encarcelado en 1792.
Dos años después, fue liberado y
nombrado juez del Tribunal de Casación. Precisamente, fue uno de los
magistrados que juzgaron y condenaron a Gracchus Babeuf, al que dediqué otro de
mis artículos.
La llegada de Napoleón Bonaparte le
obligó a abandonar ese tribunal, aunque fue nombrado magistrado de otro
tribunal menor, en el que siguió trabajando hasta su muerte.
Éste le dio un nuevo aire a ese periódico,
consiguiendo que colaborasen con él algunos autores tan conocidos como
Chateaubriand o Charles Nodier. Ambos son considerados como pioneros del
romanticismo francés.
Sin embargo, también se le atribuye
la creación del llamado folletín. Una especie de suplemento, donde se podían
encontrar publicados rumores de todo tipo, modas y hasta críticas literarias y
teatrales.
Por lo visto, fue acusado de ser
un monárquico y eso le llevó a ser encerrado en el Temple, aunque le dejaron
libre al año siguiente, circunstancia que aprovechó para exiliarse, hasta la
llegada de Napoleón I.
No obstante, el emperador le
obligó a cambiar el nombre del periódico por el de Journal de l’Empire y
confiscarle sus ganancias.
Tras la batalla de Waterloo, pudo
regresar a Francia y su periódico pasó a ser una especie de órgano de la
oposición liberal y constitucional. Posteriormente, apoyó al rey Luis Felipe I
de Orleans. Así consiguió ser el periódico más leído en aquella época.
Durante esos años, también fue
dirigido por el famoso autor François-René de Chateaubriand.
A la muerte de Louis-François,
ocurrida en 1841, tomó la dirección del periódico su hijo mayor, Armand, nacido
en 1801, el cual ya llevaba varios años escribiendo en el periódico.
De hecho, consiguió sacar
adelante el periódico, tras la revolución liberal de 1848, que hizo caer la
monarquía de Luis Felipe I y dio lugar a la proclamación de la II República Francesa.
Desgraciadamente, murió en 1854. Por
ello, a partir de entonces, se ocupó de la dirección del periódico su hermano,
el pintor Edouard Bertin.
La lista de los colaboradores aumentó
y, entre los más famosos, seguramente reconoceremos los nombres de Víctor Hugo,
Héctor Berlioz, Alejandro Dumas (padre), León Foucault (famoso por su péndulo),
Eugenio Sue (autor de Los misterios de París), etc.
Supongo que esto los animó a
seguir publicando otras obras por este mismo procedimiento.
Así que la siguiente fue la archifamosa
novela El conde de Montecristo, publicada, en este mismo periódico, en 18
entregas entre los años 1845 y 1846.
Se decía que muchos lectores
devolvían los ejemplares, que acababan de comprar, si comprobaban que, por un
error, no contenían las entregas de esa novela.
En 1871, a la muerte de Edouard,
se hizo cargo de la dirección de este periódico el joyero Jules Bapst, casado
con Marie-Luise, hija de Armand Bertin. Para su labor en el periódico, contó
con la colaboración del economista León Say, casado con otra hija de Armand, el
cual también llegó a ser presidente del Senado.
Sin embargo, se ve que al joyero
Bapst le gustaba más dedicarse a la joyería que al periodismo. Por ello, en
1883, decidió nombrar a su yerno, el político Georges Patinot, nuevo director
del periódico.
Por lo visto, continuó con la línea
editorial, que había iniciado su predecesor, situada en una posición política
republicana de centro-izquierda.
En cambio, le dio más importancia
a las noticias de actualidad y menos al mundo de la Literatura. Incluso, creó
dos ediciones: una de mañana y otra de tarde. Esta última, impresa en un papel
de color rosado. Desde sus páginas apoyó a un nuevo partido, denominado Unión
liberal, de tendencia republicana liberal.
Al mismo tiempo, fue partidario de la colonización de África y financió varias expediciones hacia ese continente. Incluso, fue miembro del consejo de administración de la Compañía del Canal de Suez.
A su muerte, ocurrida en 1895, le sucedió Étienne Bandy, conde de Nalèche. Se trataba de un diplomático francés, que se había casado con la heredera del periódico.
Por lo visto, la suegra de Bandy
pertenecía a la familia Collas, que fueron los mayores accionistas del periódico.
Parece ser que esta familia tenía muchas inversiones en Turquía. Así que no es
casual que el periódico tomara partido por ese país.
En 1889 se cumplió el centenario
del periódico. Así que le encargaron al pintor francés Jean Béraud que pintara
un cuadro, donde apareciera la redacción con los periodistas y colaboradores
del diario. Esa obra está expuesta en el Museo de Orsay, en París.
Pero no todo fueron alegrías, también hubo enfrentamientos. Por ejemplo, Fernand de Brinon, primo de Bandy, dirigió la sección política. Así que, durante un tiempo, tras la I Guerra Mundial, pudo escribir a favor de un acercamiento entre Francia y Alemania, porque era contrario a seguir exigiendo el pago de las reparaciones de guerra.
Sin embargo, por esa época, François
de Wendel un poderoso industrial del acero, se convirtió en el máximo
accionista del periódico. Como era de Lorena y odiaba a los alemanes, no cejó
en su empeño hasta conseguir que expulsaran a Brinon del periódico.
Hay que decir que Brinon se fue
convirtiendo en un admirador de los nazis y llegó a hacer carrera, tras la
invasión y ocupación de Francia. Esto dio lugar a que, en la posguerra, fuera
juzgado, condenado y fusilado.
Respecto al periódico, tuvieron
muchos problemas en los años 30. No sé si no quisieron o no supieron adaptarse
a su época. Ni siquiera quisieron instalar teletipos en su redacción.
En un momento tan dramático, en
el que la gente reclamaba noticias de primera mano, ellos se dedicaron a contratar
columnistas, pero daban pocas noticias. Eso dio lugar a que las tiradas fueran
cada día más pequeñas e, incluso, dejaron de publicar los domingos.
Para intentar reducir las pérdidas, en 1936, el periódico se redujo a 4 hojas. Lo que hizo que se vendiera todavía menos.
Étienne siempre fue una persona muy famosa en París. Fue presidente de varias asociaciones y hasta del Sindicato de la Prensa de París.
Sin embargo, eso de seguir
ejerciendo, durante la ocupación alemana, como director del Journal des débats
y presidente del Sindicato de la Prensa de París, cuando llegó la posguerra, le
valió ser acusado de colaboracionismo con los nazis.
El 26/08/1944 entró en vigor en
Francia una ordenanza que creaba el delito de indignidad nacional y debía ser
aplicado a todos aquellos que hubieran colaborado con los nazis. Unas 55.000
personas fueron condenadas por este delito.
La pena consistía en la llamada
degradación nacional y suponía la pérdida de derechos electorales activos y
pasivos, la expulsión del funcionariado y de las fuerzas armadas, la expulsión
de los directivos de las empresas, así como del periodismo o de la enseñanza.
Incluso, los tribunales podían
ordenar que el condenado marchara al exilio y podían confiscar todos sus
bienes.
Así que eso supuso que este
periódico tuviera que cerrar en 1944 y ya no volvió a publicarse nunca más. Un
triste final para un medio de comunicación tan importante en la Historia de
Francia. Étienne murió ya muy anciano en 1947.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN
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