Hoy voy a narrar una historia,
que está repleta de inexactitudes, por decirlo de una manera muy fina.
El personaje de hoy se llamaba
Marina Ginestà Coloma. Hay quien afirma que era catalana, pero no es cierto.
Nació en 1919, en Toulouse (Francia). Su único hermano, Albert, había nacido 3
años antes en la misma localidad.
Nació en una familia, que siempre apostó por las reivindicaciones sociales. Sus padres fueron el catalán Bruno Ginestà y la valenciana Empar Coloma, ambos de ideología comunista.
Mientras que su abuela fue nada menos que la valenciana Micaela Chalmeta o Xalmeta Martí, la cual se hizo famosa como una mujer feminista y que siempre luchó para que las mujeres se organizaran en cooperativas, sobre todo, de consumo, para luchar contra las subidas de los precios de los alimentos.Parece ser que a su partido, el
PSOE, no le gustaba nada eso del feminismo y le costó mucho convencerles para
que admitieran agrupaciones feministas en su seno.
En 1909, según parece, su familia
había participado en los violentos sucesos de la Semana Trágica, en Barcelona y
esa podría ser la razón por la que se exiliaron en Francia. Aunque también
pudiera ser porque Bruno, el padre de Marina, no quería ir a luchar a la impopular
guerra de África.
En 1928, la familia decidió
volver a España. Por lo visto, volvieron atraídos por la gran demanda de
trabajadores, con motivo de la Exposición Universal a celebrar en Barcelona. Me
parece que eligieron un momento poco afortunado, porque entonces estaba vigente
la dictadura del general Primo de Rivera.
Así que, para empezar, al padre
de Marina lo encarcelaron por no haber querido hacer el servicio militar cuando
le tocó hacerlo.
Curiosamente, Empar se presentó a
las elecciones municipales de 1933, compitiendo nada menos que con Lina Odena.
Esta última era una joven, favorita de la Pasionaria para que la sucediera en
el mando del PCE. Murió, durante la guerra civil, en Andalucía.
Incluso, en 1934, Empar llegó a
visitar la URSS, en compañía de otras dos militantes de su partido, para ver
los progresos realizados por el régimen comunista en ese país. A su regreso,
impartieron varias conferencias para narrar lo que vieron allí.
Así que, como he dicho, Albert y
Marina, se afiliaron, desde muy jóvenes, a las juventudes del antiguo PCC. O
sea, el Partido Comunista de Cataluña. Grupo que luego se fusionaría con el
PSUC.
En 1936, Marina también participó
en aquella famosa Olimpiada Popular, que se iba a celebrar en Barcelona y donde
también iba a competir un tío mío.
Esa Olimpiada fue organizada por la Internacional para hacer sombra a los Juegos Olímpicos de Berlín. Casualmente, Barcelona también había sido candidata para organizar
los juegos, pero la ciudad elegida fue Berlín, donde entonces ya gobernaba Hitler y éste la aprovechó para hacer propaganda de su régimen.Marina no iba a participar como
deportista, sino que, como hablaba muy bien francés, fue contratada como
traductora de ese idioma. Aunque parece ser que se estuvo entrenando para
correr en alguna de las pruebas.
Desgraciadamente, ese certamen no
se pudo realizar en Barcelona, porque, justamente, el día en que se iba a
inaugurar, comenzó la guerra civil española y todas las delegaciones
internacionales tuvieron que marchar, apresuradamente, de España.
En Barcelona se combatió durante
varias horas. Uno de los lugares, donde pretendieron hacerse fuertes los
golpistas fue el Hotel Colón, de Barcelona. Situado en la famosa Plaza de
Cataluña.
Una vez que esas tropas se
rindieron, los milicianos de las JSUC incautaron ese edificio y lo convirtieron
en su sede central.
Esa es la primera inexactitud.
Este tipo no se llamaba así, sino que era un alemán que, entre otras cosas, se
dedicaba a la fotografía y su verdadero nombre era Hans Gutmann.
Este hombre no se limitó a
ejercer como fotógrafo, sino que, durante la guerra civil, combatió en el bando
republicano como oficial de ingenieros, ya que había estudiado unos cursos de
Ingeniería en su país de origen.
No sé de quién sería la idea de
hacerle esa foto a Marina en la terraza del Hotel Colón. En ella, se da a
entender que es una miliciana haciendo guardia con un fusil al hombro.
lo prestó alguien para esa foto. Es más, cuando fue a coger esa arma, se le escapó un tiro y casi se carga a otro miliciano.
Con el tiempo, esa fotografía fue
comprada, junto con el resto de su colección, a la viuda de Guzmán, por la
española Agencia Efe.
Posteriormente, cuando empezaron
a llegar los periodistas y consejeros soviéticos, hicieron falta muchos
traductores. Marina fue asignada como traductora a un periodista que se hizo
famoso en España y del que ya hablé en otros de mis artículos, Mijail Koltsov.
Un tipo muy respetado por el resto de los soviéticos, pues era considerado como
los ojos y los oídos de Stalin en España. Así que había que tener cuidado con
lo que se decía delante de él. No hará falta decir que el periodista y ella se
comunicaban en francés.
Durante el transcurso de la
guerra, Marina pasó a ser periodista, llegando a ser redactora del periódico
comunista Verdad, que se editaba en Valencia.
Fue conducida, como tantos otros
a un campo de concentración. Afortunadamente, como no vieron que tuviera ningún
tipo de responsabilidad sobre lo ocurrido en la guerra, a las pocas semanas, la
dejaron en libertad.
Más tarde, se reencontró con su
novio y se trasladaron a un pueblo pirenaico, cercano a la frontera francesa. Posteriormente,
decidieron huir a Francia, sin embargo, su novio no consiguió cruzar la
frontera y murió.
Cuando se produjo la invasión
alemana de Francia, huyó con su familia hacia México. Sin embargo, durante la
travesía en barco, conoció a otro republicano exiliado, llamado Manuel
Periáñez, que había sido comandante de Caballería, con el que se casó.
Decidieron quedarse en la República Dominicana, donde nació su hijo.
Por ello, se trasladaron a
Venezuela, donde residía su hermano Albert, que también había luchado en la
guerra civil.
Marina estuvo residiendo allí con
toda su familia hasta 1949, año en que se divorció de su marido y se fue, con
su hijo, a vivir en Francia. Allí seguía viviendo su adorada abuela Micaela y
fue donde empezó a escribir. Su primera obra fue una novela titulada Los
precursores, luego titulada Otros vendrán, donde trataba las luchas sindicales
de los años 20.
Supongo que su abuela le contaría muchas de esas cosas, porque ella era muy niña cuando ocurrieron esos acontecimientos.
De hecho, uno de los personajes
principales de esa obra está inspirado en Salvador Seguí, líder de la CNT, que
fue asesinado en 1923. Su abuela también fue muy amiga de Andreu Nin, al que ya
dediqué otro de mis artículos.
En 1951, Marina conoció a un
diplomático belga, llamado Charles o Carl Werck. Se casaron y tuvieron una
hija. Hicieron la típica vida de un diplomático, o sea, vivir en diferentes países.
Incluso, entre 1972 y 1976, su
marido fue nombrado cónsul general de Bélgica en Barcelona. Por lo que Marina
tuvo que asistir a algunas recepciones, donde había autoridades franquistas.
Lo que me parece extraño es que,
conociendo cómo se las gastaba el régimen franquista, no hubieran investigado a
ese diplomático y su esposa, antes de darle el plácet, por parte del Ministerio
de Asuntos Exteriores.
Aprovechó para escribir y publicar la novela Las antípodas, que obtuvo el premio Fastenrath, que otorga la Real Academia de la Lengua Española. Trata sobre la vida
de Jesús de Galíndez, un miembro del PNV, exiliado en la República Dominicana y luego en USA, que fue secuestrado en Nueva York, por agentes dominicanos y luego nunca más se supo de él.Un hombre con una vida muy
curiosa. En un futuro, es posible que escriba a un artículo sobre él.
Posteriormente, Marina vivió con su
marido en Bruselas y más tarde se fueron a vivir a París, donde residió hasta
su muerte, en 2014.
TODAS LAS ILUSTRACIONES
PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES
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