Hoy traigo al blog a un personaje
no muy conocido, pero que influyó mucho en la historia de Europa en el siglo
XX.
La verdad es que se trataba de un
tipo muy singular. Todo un pícaro que vino a España, nada menos que a enseñar a
los españoles…y lo consiguió. Algo muy llamativo en el país de
los pícaros, donde nadie habla bien de sus vecinos y donde se alaba a los que consiguen defraudar a Hacienda, aunque no se atrevan a erigirles una estatua.
Por supuesto, eso de derribar
estatuas es algo muy conocido en España. Lo que pasa es que ahora se dedican a
cambiar los nombres de las calles, que es mucho más barato.los pícaros, donde nadie habla bien de sus vecinos y donde se alaba a los que consiguen defraudar a Hacienda, aunque no se atrevan a erigirles una estatua.
En fin, vayamos al grano. Rudolf
Stallmann, que es como, realmente, se llamaba nuestro personaje, parece ser que
nació en 1871 en Postdam, aunque otros autores afirman que fue en 1867 en
Hannover. Ambas localidades situadas en Alemania. Incluso, en la actualidad,
hay otros que se han decantado por Berlín, fijando su nacimiento en 1871.
Nació en el seno de una familia
de la clase media acomodada, pero, según parece, nunca fue un buen estudiante.
Así que se puso a trabajar sin haber acabado ni siquiera el Bachillerato.

No obstante, ya en aquella época,
era un jugador empedernido. Un vicio que, en muchas ocasiones, le llevó a la
ruina.



Cuando le acosaban con denuncias,
solía irse unos meses de viaje hasta que se olvidaran de él. En cierta ocasión,
visitó Venezuela, donde, según dicen, llegó a participar en uno de esos golpes
de Estado que se suelen dar, periódicamente, en ese continente. Allí se
familiarizó con el uso de las armas, algo que le sería muy útil, unos años
después.

Por lo visto, en 1898, como se
dio cuenta de que estaba siendo vigilado muy de cerca tanto por la
Inteligencia, como por la Policía francesa, cambió su nombre por el de barón de
Koening. Un título nobiliario inexistente en su país.
De todas maneras, no era un
hombre que pudiera pasar desapercibido, debido a que era un tipo alto, rubio,
con un grueso bigote y monóculo. El típico aspecto de un oficial prusiano vestido
de civil.
Posteriormente, se trasladó a
Londres, donde residió durante algún tiempo y donde llegó a hacer muchas
amistades, como lord Alfred Douglas, el amante que llevó a la cárcel a Óscar
Wilde.
En pocas palabras, la primera
parte de su vida se podría resumir en que fue un tipo que vivió de hacer
trampas en el juego. Eso le permitió vivir con todo tipo de lujos y viajar por
todo el mundo.

Lógicamente, eso no le gustó nada
y volvió en varias ocasiones, pues los mejores casinos estaban en ese país. Así
que en cierta ocasión fue detenido y, como vio que los franceses pensaban que,
aparte de ser un tahúr podría ser un espía alemán, se ofreció para espiar a
favor de Francia. Así y todo, seguía vigente la orden que le prohibía la
entrada en ese país.

Ya sabemos todos que la I Guerra
Mundial comenzó el 28/07/1914, justo un mes después del infame atentado de
Sarajevo.

Sólo estaban interesados en las
materias primas y manufacturas españolas. Tal y como ya expliqué en mi anterior
artículo.
Sin embargo, los alemanes, sí que
estaban interesados en que España entrara en la guerra en su bando. De hecho,
hicieron una buena labor en los cuarteles y consiguieron que la mayoría de los
militares fueran germanófilos.

Sin embargo, sí que anularía el
tráfico de mercancías españolas de todo tipo muy necesarias en Francia.
Así que en 1915 nos encontramos a
nuestro personaje, ya residiendo en Fuenterrabía, hoy Hondarribia. Un lugar muy
estratégico, pues se halla cerca de la frontera de Irún y del famoso Casino de
San Sebastián.

Lógicamente, no se fue por propio
deseo, sino que fue destinado allí por los servicios de Inteligencia franceses,
el llamado Deuxième Bureau, para el que trabajaba en ese momento. Desde allí,
hacía frecuentes viajes a Madrid, Barcelona o Francia.
Así que, según parece, los
franceses, buscaron una chica atractiva, que lograra convencer a Calvo para que
atravesara la frontera. Allí, mediante un engaño, fue detenido y llevado ante
un consejo de guerra, junto con otros dos colaboradores suyos, también
españoles. Los tres fueron condenados a muerte y fusilados.
Es muy probable que esto no
gustara nada entre los carabineros españoles, que guardaban esa frontera, pues
un hermano de Calvo pertenecía a ese cuerpo armado.

No hará falta decir que, durante
la guerra, Barcelona, fue un nido de espías de todos los países, pues era un
centro industrial con una gran importancia estratégica para ambos bandos. Eso ya
lo comenté en mis anteriores artículos.

Por lo visto, uno de los
capitanes de submarinos, que más se distinguieron en esas aguas fue el capitán
von Trapp, que hundió varios barcos. El mismo que aparece en la famosa película
“Sonrisas y lágrimas”.
Así que nuestro personaje llegó a
esa ciudad y allí se encontró con dos personajes que ya he mencionado en
anteriores artículos. Uno era el llamado barón von Rolland y otro el comisario
Bravo Portillo. Una ciudad, donde, aparte de esos espías y su febril actividad
industrial, también era un lugar donde había actividades de ocio de todo tipo.
Especialmente, las mesas de juego, la actividad favorita del barón de Koening.

En esa ciudad catalana había un
clima de tensión entre los patronos y los obreros. Los primeros se habían
aprovechado de la I Guerra Mundial para llenar sus bolsillos, sin querer
repartir esas ganancias con el personal de sus empresas y, cuando los obreros
protestaron por los bajos sueldos y la carestía de la vida, los primeros
acudieron a las fuerzas policiales y al Ejército para ejercer una feroz
represión contra ellos.

Por ejemplo, en muchas ocasiones,
algunos empresarios, recibieron una carta de alguna organización obrera. En
ella le daban un número y le decían que no iba a ser el próximo en ser
asesinado, sino que ese era el número de orden que le correspondía para que lo
mataran. Como si fuera una cita para ir al médico.
Por ello, muchos empresarios se amilanaron y dejaron de obedecer a sus organizaciones patronales.
Por ello, muchos empresarios se amilanaron y dejaron de obedecer a sus organizaciones patronales.
Esta vez no les iba a proteger el
Ejército, como ocurría en el resto de regiones, porque los militares se habían
enemistado con la burguesía catalana a causa de varios asuntos relacionados con el catalanismo.
No obstante, estos consiguieron
que la capitanía general de Barcelona permitiera aumentar el número de las
milicias somatens y que éstas pudieran actuar no sólo en los pueblos, como siempre
habían hecho, sino ahora también en las capitales. Incluso, les dieron
armamento y les
formaron militarmente para luchar contra las organizaciones obreras.
formaron militarmente para luchar contra las organizaciones obreras.

Parece ser que, al final de una
primera huelga general, que tuvo lugar en 1919, la CNT salió triunfadora, pues
obtuvo casi todas sus pretensiones. Sin embargo, al ver que no habían puesto en
libertad a todos sus afiliados que habían sido encarcelados, optó por una
segunda huelga. Esta vez, tuvo menos suerte, pues el Gobierno declaró el estado
de guerra y encarcelaron a miles de sindicalistas.
De esa forma, el Ejército y la
patronal se hicieron los dueños de la situación. De hecho, consiguieron que el
Gobierno cesara al gobernador civil y al jefe de la Policía en Barcelona y
pusiera a las personas seleccionadas por estos grupos triunfadores.

El problema es que él y su banda
cometieron varios asesinatos demasiado flagrantes y eso le hizo perder el apoyo
de los militares y la burguesía. De hecho, hasta consintieron que el Gobierno
enviara un nuevo gobernador civil sin esperar a que ellos aprobaran ese
nombramiento.
Incluso, ya lo iban a echar de
Barcelona, porque los estaba poniendo en evidencia, pero, antes de eso, fue
asesinado, cuando volvía a mediodía a su domicilio. La verdad es que nunca se
ha aclarado ese asesinato, porque se trataba de una persona que se había
granjeado muchas enemistades.
Posteriormente, los empresarios
catalanes, contrataron, para ese puesto, al barón von Koenig, a fin de que los
defendiera y realizara las acciones que le encargaran.

Así que, después de varios
atentados, ocurridos en Barcelona, donde murieron varias personas, los agentes
y simpatizantes de los alemanes lograron que, en junio de 1920, se expulsara al
barón del territorio nacional. No olvidemos que era un agente de la
Inteligencia francesa, mientras que la mayoría de los militares y muchos
empresarios eran germanófilos.

No obstante, se sabe que los agentes del barón fueron atacados, en diversas ocasiones, por pistoleros anarquistas. Con el resultado de víctimas por ambos bandos.
Así que se trasladó a Francia y
allí estuvo, durante unos años, trabajando bajo el hombre de Rodolphe Lemoine y
entrevistándose con todo tipo de gentes, que decían poder aportar información a
la Inteligencia francesa a cambio de dinero.

Schmidt fue uno de los mejores
fichajes de la Inteligencia francesa en toda su historia.
Durante varios años, les suministró todo tipo de documentos y códigos para entender los mensajes interceptados por los Aliados, que enviaban los alemanes por medio de la máquina Enigma. Incluso, les dio detalles de cómo era el interior de la misma. Algo que los franceses trasladaron a sus aliados polacos, que iban mucho más avanzados en el estudio de esa máquina.
Durante varios años, les suministró todo tipo de documentos y códigos para entender los mensajes interceptados por los Aliados, que enviaban los alemanes por medio de la máquina Enigma. Incluso, les dio detalles de cómo era el interior de la misma. Algo que los franceses trasladaron a sus aliados polacos, que iban mucho más avanzados en el estudio de esa máquina.
Estos investigadores polacos
fueron, los que, tras la invasión de su país, cedieron una de sus máquinas
Enigma a Francia y otra al Reino Unido, para que pudieran descifrar los mensajes
de los alemanes.

Curiosamente, en cierta ocasión
Lemoine, fue arrestado en una de sus citas, que iba a tener lugar en Colonia.
Sin embargo, aunque cayó en una trampa, logró persuadir a los alemanes para que
lo dejaran en libertad con la promesa de que iba a espiar para ellos en
Austria. Cosa que, evidentemente, no hizo.

Tras varios meses de búsqueda, a
principios de 1943, fue encontrado y capturado por la Inteligencia alemana.
Desde allí lo llevaron a París y fue interrogado día y noche. Parece ser que los
alemanes estaban muy interesados en conocer de dónde procedía la filtración de sus
mensajes.
Al final, no tuvo más remedio que
dar el nombre de Schmidt y también que sus informaciones se las había proporcionado su hermano.
El propio Hitler estaba muy interesado en conocer esa información, así que fue un duro golpe para él, porque el hermano de Schmidt, el general Rudolf Schmidt, era uno de sus militares favoritos. Incluso, acababa de ascenderle y darle el mando de todo un cuerpo de Ejército en el frente ruso, sustituyendo nada menos que al famoso Guderian. Así que fue destituido y sometido a un consejo de guerra.
El propio Hitler estaba muy interesado en conocer esa información, así que fue un duro golpe para él, porque el hermano de Schmidt, el general Rudolf Schmidt, era uno de sus militares favoritos. Incluso, acababa de ascenderle y darle el mando de todo un cuerpo de Ejército en el frente ruso, sustituyendo nada menos que al famoso Guderian. Así que fue destituido y sometido a un consejo de guerra.
A pesar de haberle declarado
inocente, fue enviado a la reserva hasta el final de la guerra. Posteriormente,
fue capturado por los rusos y se pasó casi el resto de su vida encerrado en un
Gulag en Siberia.
También fue un mazazo para el
almirante Canaris, jefe del Abwehr, el principal servicio de Inteligencia
alemán, que era íntimo amigo del general Schmidt.
Evidentemente, también encarcelaron
a Hans Thilo Schmidt, pero no lo sometieron a juicio para no crear un gran escándalo. Se desconoce cómo murió. La versión oficial dice que se suicidó en
su celda.
Así que ese servicio de
Inteligencia le sacó todo lo que pudo al barón y luego lo cedieron a la
Gestapo, que también estaba deseando echarle el guante.
Aunque estos policías
eran mucho más violentos que aquellos agentes, Lemoine, a pesar de ser ya un
anciano, consiguió salir con vida de esos interrogatorios y, tras llevarlo a
Berlí
n, lo pusieron en libertad, cuando los rusos se hallaban asediando esa gran ciudad.

n, lo pusieron en libertad, cuando los rusos se hallaban asediando esa gran ciudad.

del Ejército francés en Alemania para tramitar su visado de regreso a Francia.
Curiosamente, a ella le dieron muy
pronto el visado, pero el de él no acababa de llegar. En un primer
momento, pensaron que podría ser, porque era alemán de nacimiento.

Entonces estaba al mando del mismo un militar llamado Paul Paillole, el cual siempre ha sido visto como un personaje muy controvertido, pues nunca estuvo claro para quién trabajaba. Nuestro personaje ya lo conocía, con anterioridad, y parece que no eran muy amigos.
Así que el barón fue encarcelado e interrogado una
y otra vez, porque le acusaban de connivencia con el enemigo y por haber
confesado que Schmidt era el que les había facilitado todos esos secretos.
Por lo visto, los interrogadores,
se encontraron a un hombre ya anciano, pues había pasado de los 75 y
absolutamente derrotado. Ni siquiera contestaba a sus preguntas, sólo se dedicaba
a rememorar sus recuerdos, sin prestarles ninguna atención.
Parece ser que así estuvieron
durante unos meses hasta que un día entraron en su celda y lo vieron muy
enfermo. Lo llevaron a un hospital militar en Baden-Baden y allí murió a
mediados de 1946.
Algunos afirman que fue un
traidor. En cambio, yo creo que no lo debió de ser, porque, en un principio,
cuando fue enterrado en Alemania, se le rindieron honores militares.
Incluso, unos años más tarde, su
cadáver fue enviado a Francia y enterrado en un cementerio nacional para héroes
de guerra.
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