Sabemos que nació en 1632 en la
localidad holandesa de Delft, situada en el centro de ese país. Justamente,
cuando las Provincias Unidas, que es como entonces se llamaba su país, pugnaba
por lograr su independencia de España. Al mismo tiempo, a veces se aliaba con
Francia para luchar contra el Sacro Imperio o luchaba contra Inglaterra por la
posesión de una serie de mercados de ultramar.

No sé por qué, en un momento dado,
Reynier, cambió su apellido por el de Vermeer. Parece ser que, tanto los padres
como el hermano de Digna, fueron acusados de estar metidos en una red de
falsificación de moneda. Una acusación muy grave en esa época.
Sin embargo, otros autores dicen
que fue un tema de falsificación de permisos para organizar una subasta de
artículos de lujo.

Otros autores dicen que Reynier también
estuvo metido en una pelea, que terminó con un soldado muerto.
Por lo visto, en muchas ocasiones,
solía utilizar su posada para realizar subastas y ventas de objetos artísticos.
Eso era algo muy común en esa región. Así llegó a conocer a famosos pintores,
que le fueron muy útiles a su hijo para aprender a pintar.

En 1641, la familia adquirió una
posada más elegante, situado en el centro de la ciudad, cuyo nombre era
Mechelen, que es el nombre de la ciudad de Malinas en holandés.
En 1653, cuando Johannes ya había
terminado su formación como pintor fue a la casa de una vecina de su misma
ciudad, llamada María Thins, para pedir la mano de su hija, Catharina Bolnes.

Una prueba de ello es que María
se negó a firmar el consentimiento para el matrimonio de su hija, sin embargo,
no puso ningún obstáculo para la boda.
También es posible que Vermeer
tuviera como maestro a Leonaert Bramer. Un pintor que, hoy en día, no es muy
conocido, pero que estaba especializado en obras, donde retrataba la vida en
las calles de Delft.

También otros creen que es
posible que se hubiera formado con el pintor Abraham Bloemaert, que era
pariente de Catharina y la hubiera conocido con motivo de alguna visita de ella
a su taller.
Así que se casaron en 1653, pero
no en Delft, sino en un pueblo cercano, donde había una iglesia de los
jesuitas. Así que podemos entender que el pintor se plegó a los deseos de su
esposa y se convirtió al Catolicismo.
Lo cierto es que, como se
hallaban entre dos mundos, su decisión de convertirse al Catolicismo, le
acarreó no poder optar a ningún puesto político en la ciudad de Delft, dominada
por los calvinistas.

Por tanto, debió de estar muy
bien defendida y muy bien armada, por lo que se ve en algunos cuadros de la época.
Por lo visto, en 1654, la
explosión de un polvorín, situado en un antiguo convento, provocó muchas víctimas. Entre ellas, el pintor Carel
Fabritius, discípulo de Rembrandt y, según algunos, uno de los posibles maestros
de Vermeer. En una de mis obras preferidas retrató a un jilguero de una manera verdaderamente
magistral.
No obstante, se sabe que, nuestro
personaje, fue nombrado, en dos ocasiones, síndico del prestigioso gremio de
San Lucas. Lo cual, indica que ya tenía cierto prestigio entre sus colegas a
pesar de su conversión al Catolicismo.
Por lo visto, tuvieron apuros
económicos cuando empezaron a tener hijos, y se sabe que vivieron un tiempo en
la casa de su suegra.

Por ello, en 1672, fue llamado para
peritar una serie de cuadros, que un rico comerciante de obras de arte de Ámsterdam,
llamado Gerrit Uylenburgh, había ofrecido a
Federico Guillermo, margrave
elector de Brandemburgo y duque de Prusia. Un tipo muy poderoso, porque era uno
de los que elegían al nuevo emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico.
Incluso, fue el que consiguió que Prusia pasara a ser un reino, cuyo primer
monarca fue uno de sus hijos.
No sé si os suena este cargo de
los famosos “Conciertos de Brandemburgo”, de J. S. Bach, pues bien, los
escribió para otro de sus hijos, que le sucedió en el cargo de margrave de Brandemburgo.

Al final, el margrave le devolvió
las obras al comerciante y esto le llevó a la ruina, porque perdió todo su
prestigio en esa operación.
Por otro lado, Vermeer, nunca
disfrutó de una posición muy holgada, a pesar de que, además de pintar, se
dedicaba a la compra-venta de obras de arte y, tras la muerte de su padre, alquiló
la posada, por la que cobraba una renta. También hay que decir que el
matrimonio tuvo 15 hijos, de los cuales murieron 4, al poco de nacer.
Asimismo, se ocupó de la administración
de las propiedades y rentas de su mujer y su suegra. Con lo cual, vemos que su
suegra ya lo veía de otra manera diferente a la opinión que tenía de él cuando
celebraron su boda.

En un principio, parecía que no
vivían muy mal, aunque es muy posible que Vermeer se dedicase más al comercio
de objetos artísticos, que a la pintura, pues se cree que sólo pintó una media
de dos cuadros por año. Hoy en día, aunque se calcula que pintó unas 50, pero sólo
se conocen 35 obras suyas, aunque hay otras, cuya atribución es muy discutible.
También en 1672 comenzó una
guerra entre Francia y las Provincias Unidas (lo que ahora conocemos como Holanda
o los Países Bajos).
Siguiendo con su habitual sistema
de defensa, los holandeses, al ver que eran invadidos por los ejércitos de Luis
XIV, abrieron los diques y, con ello, inundaron los campos de labor. Lo cual
supuso la ruina de muchos campesinos.

Por ello, en el verano de 1674,
viajó hasta Amsterdam con objeto de pedir un préstamo para poder sobrevivir. El
tema no está muy claro, pero parece ser que se lo negaron y supongo que esto le
llevaría a tener algún tipo de depresión, según declaró su mujer. Así que, de
repente, enfermó y murió en diciembre de 1675. Con sólo 43 años.
Parece ser que, a la muerte de
nuestro personaje, dejó muchas deudas y 10 hijos. El menor de ellos aún no había
cumplido los dos años.
Tras la muerte de Vermeer, su
esposa, acudió al juzgado para pedir que la declararan en quiebra, a fin de
aplazar el pago de sus múltiples deudas. Por lo visto, el juez designó a Anton
como administrador de los bienes de la viuda.
Realmente, en el inventario de
sus bienes, que fueron subastados en 1677, se puede observar que no es que no
tuviera patrimonio, pues, después de haber pagado a varios acreedores con obras
del artista, aún poseía unas 61 obras propias y de diversos autores, que no
habían podido vender. También se vendieron, en esa misma subasta, algunos de
los objetos que suelen aparecer en sus cuadros, como una mesa de roble, unas
sillas con asientos de cuero o un cuadro con un amorcillo armado con un arco.

Por lo que respecta al estilo de
Vermeer. Comenzó pintando obras de carácter religioso o mitológico, quizás
influido por alguno de sus maestros.
De hecho, en esa zona, había dos
escuelas de pintura: los seguidores de Rembrandt y los de Caravaggio.
Sin embargo, a partir de la segunda
mitad del siglo XVII, se empezaron a pintar cuadros con interiores de casas, templos,
etc, iluminados con una luz, que procedía de las ventanas de esos edificios.
Se sabe que, por la ciudad de
Delft, pasaron varios maestros de este estilo, pero el que más tiempo estuvo
allí fue Pieter de Hooch, el cual se hizo amigo de Vermeer y parece que se influyeron
mutuamente.

También le da mucha importancia a
la luz, que suele proceder de unos ventanales situados a la izquierda de sus
cuadros. Por ello, se vale de esa luz para no definir bien los contrastes de
las figuras, sino que juega con las tonalidades de los colores.
En conjunto, las obras de Vermeer
se caracterizan por retratar ambientes íntimos en los interiores de unas casas.
Normalmente, de una burguesía bastante acomodada, en una zona donde consiguió desarrollarse
libremente.

Actualmente, existe una corriente
de opinión que cree que lo que se muestra en esas obras, podía tener un
significado en aquel momento. Como si se tratara de unos lemas morales, que se
pueden encontrar en algunos libros de esa época.
También hay quien cree que los famosos
cuadros “El Astrónomo” y “El Geógrafo” podrían haber sido encargados por el
mencionado Leeuwenhoek y hasta podría ser unos retratos de ese personaje o,
incluso, una especie de homenaje de Vermeer hacia su amigo.

Tal y como ha ocurrido con muchos
otros genios del arte, la figura de Vermeer quedó durante varios siglos en el olvido, hasta que en el siglo XIX un crítico francés, llamado Théophile Thoré,descubrió a un gran artista en su obra “Vista
de Delft” y escribió varios ensayos elogiosos sobre la misma.
El colmo del asunto fue cuando se
descubrió el asunto de Han van Meegeren. Se trató de un pintor al que la
crítica había fustigado, diciendo que tenía poco talento. Así que, como
venganza, se puso a pintar cuadros falsos, copiando los estilos de varios
pintores y consiguió engañar a muchos coleccionistas.

Así que, al final de la guerra,
cuando los aliados encontraron la colección de arte del mariscal, escondida en
una remota mina de sal, situada en Estiria (Austria), inv
estigaron y se
enteraron de que van Meegeren había realizado esa venta.
Por ello, en principio, las nuevas
autoridades de Holanda, le acusaron de haber colaborado con el enemigo y el
fiscal pidió para él una larga pena de cárcel. Así que no le quedó más remedio
que pintar en la prisión otro cuadro parecido para poder demostrar que el otro
también lo había pintado él.
Gracias a ello, sólo le
condenaron por fraude a 1 año de cárcel. Lamentablemente, murió en prisión,
antes de cumplir totalmente su pena, a causa de su mala salud.

Para terminar, me gustaría citar
las obras más importantes de Vermeer. Lo cierto es que hay muchas, pero yo
destacaría algunas, que, además, son muy famosas. Me refiero a “La joven de la perla”,
“La lechera”, “El arte de la pintura”, “Vista de Delft”, “La encajera”, “La
lección de música” y, por supuesto, “El geógrafo” y “El astrónomo”.
Igual me ha quedado un poco
largo, pero espero no haberos aburrido mucho.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN
DE WWW.GOOGLE.ES
No hay comentarios:
Publicar un comentario