
Su nombre era Manuel Cascón
Briega y nació en 1895 en Oviedo, ciudad en la que estaba destinado su padre,
Avelino Cascón. Éste fue un militar español del Ejército de Tierra, mientras
que su madre, Elvira Briega, se dedicaba a las labores de la casa.
Nuestro personaje de hoy, fue el
tercero de los 6 hijos que tuvo este matrimonio. Tres hijos y tres hijas. El
origen de ambos estaba en Ciudad Rodrigo (Salamanca). Precisamente, por eso
mismo, en cuanto pudieron volvieron a su tierra y fue allí donde se crió Manuel.
Éste hizo sus primeros estudios
en esa ciudad y, en 1912, ingresó en la antigua Academia de Intendencia de
Ávila. Su estancia coincidió con la de su hermano Pedro y también conoció a
otro militar que, posiblemente, fue muy importante en su carrera, Ignacio
Hidalgo de Cisneros.

En 1919, consiguió ser admitido
para los cursos de vuelo, realizando sus estudios en los aeródromos de Getafe y
Cuatro Vientos. Allí coincidió, entre otros, con Ramón Franco, hermano de
Francisco Franco, y con su antiguo compañero, Hidalgo de Cisneros.
En 1922, Cascón e Hidalgo, fueron
destinados a una escuadrilla de bombardeo con base en Melilla. Desde donde
realizaron varias acciones en la Guerra de África.
Al año siguiente, ascendió a
capitán y fue destinado a la base de Getafe (Madrid). Posteriormente, fue
enviado al Reino Unido para perfeccionar su conocimiento del inglés.
Hasta 1930 estuvo destinado en
diversos lugares de la Península, donde fue ascendiendo en su carrera militar.

Así que nuestro personaje, que ya
no estaba muy a gusto con su trabajo, pidió pasar a la reserva y se lo
concedieron.
Sin embargo, tras la llegada de
la II República, el 14/04/1931, pidió el reingreso y fue destinado a la base de
Getafe.

En septiembre de ese año, su
amigo Hidalgo de Cisneros, fue nombrado jefe de las FARE (Fuerzas Aéreas de la República
Española). Seguramente, por ello, nuestro personaje fue nombrado jefe de las
FARE en el norte de España, con base en Santander.

Lo cierto es que, desde el inicio
de la guerra, la FARE se vio en inferioridad de condiciones para luchar contra
los nuevos modelos de aeronaves cedidas por Italia y
Alemania al bando nacional.
Sin embargo, a finales de 1936,
se empezaron a recibir las nuevas aeronaves compradas en la URSS, por el Gobierno republicano, que eran iguales
o más rápidas que las del bando nacional.

Por ello, tuvieron que ir dejando
el combate aéreo, donde sufrieron muchas pérdidas, como en la Batalla del Ebro,
y centrarse en ataques a aeródromos muy estratégicos, donde les llegaron a
hacer mucho daño a los nacionales.

Así que el 05/02/1939, la
Aviación nacional, atacó la base aérea republicana, situada en el pueblo
gerundense de Vilajuïga, destrozando todas las aeronaves que allí se
encontraban. Desde luego, fue una pérdida muy importante para el bando
republicano, porque cada día tenían menos aviones.

Volviendo a nuestro personaje, posteriormente,
fue enviado, junto con dos centenares de pilotos a la URSS, para aprender a
manejar unos nuevos aparatos, que había comprado el Gobierno republicano en ese
país. Parece ser que en ese país se formaron unos 800 pilotos españoles. Muchos de ellos lucharon para la URSS, durante la II Guerra Mundial.
A su vuelta, es ascendido a
teniente coronel y, casi enseguida, a coronel. Se ve que el gobierno republicano
nunca tuvo demasiada confianza en sus militares y fomentaba el ascenso de los
pocos que consideraba leales a su causa.

Cuando la guerra estaba dando sus
últimos estertores, se fundó el Consejo Nacional de Defensa, presidido por el
coronel de Caballería, Segismundo Casado. No confundirlo con el general
Fernando Casado, padre del actor Fernando Rey. Aunque ambos eran ayudantes del
Presidente de la República. El primero por el arma de Caballería y el segundo
por el de Artillería.

El 27/03/1939, Cascón, se reunió
en la base de Los Llanos (Albacete) con los principales

A Cascón le dijeron claramente que los
nacionales le iban a fusilar, pero él les despidió sin querer acompañarles a su
destino en Orán (Argelia).
Las condiciones de la rendición
impuestas a las FARE, durante la reunión de ambos bandos en la base de Gamonal
(Burgos), incluían llevar todas sus unidades al aeropuert o de Barajas, para que fueran incautadas por los nacionales.

Curiosamente, Mendiola, consiguió
regresar a España en los años 60 y ya no tuvo ningún problema para poder
trabajar. Incluso, en los años 90, fue homenajeado por el Ejército del Aire.

También confió en los nacionales,
cuando dijo a sus pilotos que podrían optar entre entregarse o ir a Alicante
para embarcarse hacia el exilio. Ya sabemos todos que lo de Alicante fue una
ratonera, porque los barcos de la Armada nacional bloquearon ese puerto y Allí
pillaron a unas 15.000 personas esperando un barco que los sacara de este país.
Cosa que nunca sucedió.


Lo cierto es que esos pilotos
republicanos tenían muy claro que sólo habían sido unos combatientes y no unos
asesinos y que, en todo momento, sólo habían cumplido con
su deber y no debían
de ser castigados por ello. Incluso, muchos de ellos no huyeron, porque se
corrió la voz de que los dejarían seguir en Aviación, con la misma graduación
conseguida durante la guerra. En cambio, otros no se fueron, porque tenían
dudas o porque los mecánicos les presionaron para no dejarlos solos a merced
del enemigo.
Curiosamente, estos pilotos
republicanos, coincidieron en Barajas con el coronel von Richthoffen, jefe de
la legión Cóndor y sobrino del célebre Barón Rojo, el cual les trató muy
caballerosamente. Incluso, pidió permiso para entrar en los aviones que
acababan de aparcar los republicanos.

En pocas palabras, los
nacionales, al verse victoriosos, hicieron lo que les dio la gana con los
vencidos. Aparte de que les robaron todas sus pertenencias. Como decían los
romanos: “Vae victis”. Algo así como pobres de los vencidos.
Por lo que respecta a nuestro
personaje de hoy, tal y como ya he mencionado anteriormente, fue detenido y
encarcelado. Por lo que se ve, hizo caso de aquella conocida promesa franquista:
“Aquellos que no se hayan manchado de sangre, tienen la absoluta garantía de
que sus vidas serán respetadas”.
Su consejo de guerra se celebró
el 20/07/1939. Parece ser que el tribunal estaba compuesto por antiguos
compañeros suyos, que se habían sumado al bando nacional.
Cuando, durante su alegato, el
fiscal se refirió a él como “coronel de la Aviación roja”. Él se indignó y
respondió: “soy coronel de la Aviación republicana”.

Debe ser que no les hizo ninguna
gracia que les dijera la verdad delante de todo el mundo. Así que no se
compadecieron de él y le condenaron a muerte.
En otro de sus gestos que le
honran, pidió clemencia para todos sus subordinados, pero se abstuvo en pedirla
para él mismo.
Así que fue fusilado en el campo militar de tiro, en Paterna
(Valencia), el 03/08/1939.
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