ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

domingo, 19 de mayo de 2019

ARTHUR ZIMMERMANN, MINISTRO DEL IMPERIO ALEMÁN


Es posible que, a primera vista, a casi nadie le suene el nombre del personaje que traigo hoy al blog. Lo cierto es que sus actuaciones tuvieron una gran trascendencia para la Historia Mundial y ahora lo podréis comprobar.
Nació en 1864 en una pequeña localidad de la, por entonces, llamada Prusia Oriental. Un territorio alemán que, tras la II Guerra Mundial, fue repartido entre Polonia y Rusia.
En 1884 inició sus estudios de Derecho en la Universidad de Königsberg. No busquéis esa ciudad, porque ahora es rusa y se llama Kaliningrado.
Precisamente, fue la misma localidad donde nació, vivió y murió el archifamoso filósofo Immanuel Kant, aquel del que se decía que era tan puntual que todo el mundo ponía sus relojes en hora, cuando lo veía salir de su casa para ir a dar clases a la Universidad.
Volviendo a nuestro personaje, en 1893, ingresó en la carrera diplomática. Lógicamente, al servicio del Imperio alemán.
Su primer destino fue un consulado en China, donde pudo ver en primera persona la famosa rebelión de los bóxer. Esa que todos pudimos ver en la famosa película “55 días en Pekín”, estrenada en 1963.
En 1902, fue destinado a Alemania, donde trabajó en la sede central del Ministerio de Relaciones Exteriores.
A partir de ahí, fue ascendiendo paulatinamente. En 1911, pasó a ser viceministro y cinco años después llegó a ser ministro. Siempre, como hombre de confianza del anterior ministro Gottlieb von Jagow. Éste dimitió cuando el Gobierno alemán decidió hundir con sus submarinos los buques mercantes de todos los países.
Curiosamente, hasta ese momento, todos los ministros de Relaciones Exteriores de Alemania habían pertenecido a la aristocracia. En cambio, Zimmermann, nunca fue noble.
Parece ser que había sido muy bien formado por von Jagow. Incluso, el 05/07/1914, se le permitió participar en la reunión donde el kaiser y el canciller alemán, von Bethmann-Hollweg, decidieron apoyar al Imperio Austro-Húngaro y entrar con él en la I Guerra Mundial.
Precisamente, nuestro personaje, fue el encargado de enviar un telegrama a Viena, donde informaba sobre la decisión tomada por el Gobierno alemán.
Por lo visto, los alemanes, siempre tuvieron muy claro que nunca podrían ganar esa guerra. Hay que recordar que, en aquella ocasión, ni siquiera tuvieron a Japón de su parte, pues combatía en el bando contrario y se dedicó a atacar las colonias alemanas en Asia y Oceanía.
Incluso, la cosa se les puso muy cuesta arriba, tras la ejecución de la enfermera Edith Cavell, a la que dediqué mi anterior artículo. Zimmermann se limitó a decir ante la prensa: “Es una pena que la señorita Cavell tuviera que ser ejecutada, pero era necesario”. Para terminar con esta otra frase: “Estoy convencido de que ningún tribunal del mundo hubiera pronunciado otro veredicto”.
Así que, los alemanes, se dedicaron a urdir sublevaciones de todo tipo para mantener en tensión a sus adversarios o futuros enemigos.
Un ejemplo de ello fueron los contactos realizados, a finales de 1914, donde el famoso líder irlandés, Roger Casement, se entrevistó con el Gobierno alemán a fin de que les suministrara financiación y armamento con vistas a una sublevación. Es preciso decir que, por entonces, Irlanda, todavía pertenecía al Reino Unido.
Parece ser que ese levantamiento fracasó a causa de la fuerte represión ejercida por los británicos en esa isla. No obstante, los irlandeses consiguieron su independencia, tras una encarnizada guerra, que tuvo lugar entre 1919 y 1922. Quedando, exclusivamente, Irlanda del Norte en manos británicas. Tal y como la conocemos ahora.
Parece ser que tampoco fue ajeno a la decisión del Gobierno alemán de atacar, con sus submarinos, a todos los barcos que surcaran las zonas próximas a las costas de los países enemigos. Aunque fueran barcos mercantes o de pasajeros. Ello provocó la muerte de miles de personas en alta mar.
En los años anteriores a esta guerra, Alemania, había multiplicado sus relaciones diplomáticas y comerciales con México. Algo que no sentó nada bien ni en USA, ni el Reino Unido.
Dado que, por entonces, las relaciones entre México y USA no eran muy buenas, Alemania, intentó evitar que Washington entrara en la guerra. Por ello, Zimmermann, a través de su embajada en USA, envió un famoso telegrama al presidente mexicano, Venustiano Carranza, donde se ofrecía a darle todo su apoyo para una posible guerra entre esos dos países fronterizos.
Incluso, le prometía toda su influencia para que México recuperara sus antiguos territorios de California, Texas, Nuevo México y Arizona, perdidos ante USA, en 1848, tras la firma del Tratado Guadalupe Hidalgo. De esa manera, México, había perdido casi la mitad de su antiguo territorio.
Al mismo tiempo, ya que México tenía buenas relaciones con Japón, le pedía a Carranza que convenciera al gobierno japonés, que ahora se hallaba en guerra contra Alemania, para que ayudara a México en su posible guerra contra USA.
Curiosamente, como Alemania se había quedado sin la posibilidad de comunicarse con América, USA, que entonces era neutral, se había comprometido a transmitir los mensajes alemanes cifrados, pues les habían prometido que eran simples instrucciones a sus embajadas y consultados, sin la mayor importancia.
Así que el telegrama fue recibido por James Gerard, entonces embajador de USA en Alemania y éste fue transmitido, vía Dinamarca.
Parece ser que el telegrama Zimmermann fue interceptado por los servicios británicos de Inteligencia. Concretamente, por la denominada “sala 40”. Una oficina de desciframiento de códigos, perteneciente a la Armada británica.
El encargado de descifrar ese telegrama fue un experto llamado Nigel de Gray, el cual entregó ese documento a su jefe, el capitán William Reginald Hall.
Lo cierto es que este oficial optó por demorar la entrega de ese documento descodificado, para que los alemanes no descubrieran que los británicos estaban descifrando sus mensajes.
Por otra parte, tampoco quería que los USA se enteraran de que los británicos también leían los suyos.
El momento llegó cuando el 1 de febrero de ese año, el Gobierno USA, rompió las relaciones diplomáticas con Alemania, por haber atacado varios de sus barcos con submarinos.
Para que no se notara que los británicos tenían intervenida la línea de comunicación submarina, consiguieron otra copia, correspondiente al envío desde USA hasta la embajada alemana en México. Así parecería que el mensaje hubiera sido interceptado en México.
Por lo visto, habían interceptado el cable submarino que comunicaba Alemania con América. Lo descifraron gracias a que encontraron un libro de claves en un barco de guerra alemán, que había naufragado.
En febrero de 1917, el texto, ya descodificado, fue entregado por el Gobierno británico al embajador de USA en ese país.
Parece ser que fue llevado a la Casa Blanca por el secretario de Estado, Robert Lansing y el presidente Wilson, quedó muy sorprendido, al leerlo. Supongo que, como la opinión pública de ese país no estaba por la labor de entrar en la guerra, al presidente no se le ocurrió otra cosa que entregar ese documento a la prensa, para que lo publicaran libremente. Eso ocurrió a primeros de marzo de ese año.
No hay que olvidar que la opinión pública USA siempre ha visto  los asuntos europeos como ajenos a ellos.
El propio Robert Lansing, refiriéndose a la publicación del telegrama en la prensa, narró en sus memorias que: “En un día, logró un cambio en el sentimiento y en la opinión pública, que, de otro modo, habría requerido varios meses para cumplir” “Así se aseguró el ingreso de USA en la guerra”.
Por otra parte, también hay que decir que la colonia alemana es una de las más numerosas de ese país. Hoy en día, se calcula que viven en USA unos 50.000.000 de personas de origen alemán.
Tanto es así que, en algunas ciudades, como Cincinati (Ohio), lugar de nacimiento de algunos personajes célebres, como la recientemente fallecida Doris Day, Steven Spielberg o Tyrone Power, sólo se habló alemán, hasta la I Guerra Mundial.
Volviendo al telegrama, en un principio, se pensó que todo se debió a una trama organizada por el Gobierno británico para empujar a USA a entrar en la guerra. Incluso, los portavoces de los gobiernos de México y de Alemania, negaron conocer ese documento.
Sin embargo, a finales de marzo, el propio Zimmermann, intervino en el parlamento alemán y reconoció ser el autor del mismo.
A partir de ahí, los acontecimientos se desarrollaron a una mayor velocidad.
El 2 de abril de 1917, el presidente Wilson, presentó ante el Congreso una propuesta para declarar la guerra a Alemania. Ésta se debatió y, a la semana siguiente, fue aprobada por el Congreso y por el Senado. De esa forma. USA, entró de lleno en la I Guerra Mundial. Algo que siempre habían querido evitar los alemanes.
Sin embargo, les vino muy bien a los franceses y británicos, pues se hallaban exhaustos, después de varios años de guerra.
Para colmo de los males, México, se negó a aceptar las propuestas alemanas, pues no vieron viable la posibilidad de recuperar esos territorios, ya que necesitarían mucho más armamento del prometido por Alemania. Así que rechazaron esa proposición a mediados de abril.
Incluso, a finales de junio del mismo año, el nuncio (embajador) del Vaticano, Eugenio Pacelli, que llegaría a ser el Papa Pío XII, mantuvo negociaciones con el Gobierno alemán, a fin de discutir un armisticio.
Parece ser que el Gobierno alemán, que ya debió de ver perdida la guerra, sólo se contentaba con retener las colonias de ultramar y prometía respetar las fronteras anteriores a la guerra. Incluso, devolver Alsacia y Lorena a Francia. Sin embargo, no se pudo ir más allá a causa de la caída de ese gobierno.
Por lo visto, también intentaron sublevar a los habitantes de la India, entonces, la principal colonia británica, a fin de tener entretenidos a los ingleses para que no enviaran más tropas, procedentes de Asia y Oceanía, al frente europeo.
Dado que al estado Mayor alemán siempre le ha aterrorizado mantener dos frentes abiertos a la vez, a nuestro personaje no se le ocurrió otra cosa que ayudar al revolucionario Lenin a volver a Rusia.
Lenin, junto con otros revolucionarios, se hallaban exiliados en Suiza. El Gobierno alemán se puso en contacto con ellos, porque sabía que eran contrarios a la guerra.
Así que los alemanes les introdujeron en un tren, cerrado y precintado, donde viajarían, exclusivamente, ellos, que cruzaría Europa y llegaría hasta Finlandia. Desde allí, entrarían en Rusia.
Aunque Zimmermann dimitió de su cargo en agosto de 1917, esta vez tuvo mucho éxito. Lenin consiguió vencer en la famosa Revolución de octubre y fundar la URSS.
Por ese motivo, a principios de marzo de 1918, se reunieron en la localidad bielorrusa de Brest-Litovsk, los delegados de Rusia, Imperio Austro-Húngaro, Alemania, Bulgaria y Turquía y firmaron un tratado de paz muy favorable para Alemania. Eso fue visto como una traición de Rusia a sus antiguos aliados.
De hecho, las conversaciones entre los bolcheviques y Alemania ya habían comenzado a primeros de diciembre de 1917 y la firma de un primer armisticio tuvo lugar a mediados del mismo mes.
Ese tratado ya no fue firmado por Zimmermann, sino por su sucesor, Richard von Kühlmann. Curiosamente, el encargado de la firma, por parte soviética, fue el conocido revolucionario León Trotsky.
Parece ser que no era muy partidario de la firma, sin embargo, Lenin, convenció a los miembros de su Gobierno, al decirles que, si seguían en la guerra, eso acarrearía la invasión de la URSS y el fin de la Revolución bolchevique.
Por lo visto, la postura de Trotsky era la de resistir lo máximo posible. Rechazar cualquier ultimátum alemán y fomentar una sublevación de obreros alemanes, para poner fin a la guerra.
A pesar de haber conseguido el fin de la guerra, las condiciones draconianas impuestas por Alemania, dieron lugar a que Rusia perdiera la tercera parte de su población y de sus mejores tierras de cultivo. Así como la mayor parte de sus zonas industriales.
Tras el final de la guerra, la URSS, consiguió recuperar la mayor parte de esos territorios cedidos, pues el anterior tratado no fue reconocido por ningún país.
Volviendo a nuestro personaje, dimitió de su cargo el 06/08/1917, tras reconocer su responsabilidad en el famoso Telegrama Zimmermann. Como ya he mencionado, fue sustituido por Richard von Kühlmann.
A partir de ese momento, no se conocen muchos más detalles sobre su vida.
Lo único cierto es que falleció en 1940, en plena II Guerra Mundial, a causa de una neumonía



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