Muchas veces, cuando se relata un
episodio histórico, casi siempre caemos en la mala costumbre de narrar sólo los
acontecimientos más visibles y obviar a los personajes que hicieron todo lo
posible para que se produjeran.

Volviendo al tema de hoy, porque
no quiero dispersarme, como me ocurre habitualmente, y eso hace que se alarguen
demasiado mis artículos, voy a citar a un personaje del que casi nunca se habla,
cuando se narra la Guerra Civil española.
Se trata de Francisco Ponzán
Vidal. Nuestro personaje nació en 1911, en Oviedo. Hijo de un ferroviario
aragonés, que había sido destinado a esa ciudad.


Antes de terminar sus estudios,
Ponzán, ya había organizado y dirigía un Ateneo Cultural Libertario.
Afortunadamente, pocos días
después, Ponzán, fue puesto en libertad. Mientras que Ancín, que sí había
tenido relación con esa sublevación, tuvo que huir y exiliarse en Francia,
hasta el año siguiente.
Durante unos años, Ponzán, ejerció como
maestro en el pueblo de Ipas, cercano a Jaca, adonde llegó con sólo 18 años.
Allí escribió en la prensa libertaria y apoyó las reivindicaciones de los
obreros, participando en la huelga general de 1933, por lo que fue detenido en
diversas ocasiones.
Por fin, en 1933, aprobó las
oposiciones a Magisterio y fue destinado a una localidad de la provincia de Orense,
pasando luego por otras, todas ellas en Galicia.

Con la llegada del golpe militar
del 18/07/1936, que le pilló de vacaciones en Huesca, no consiguieron convencer
al gobernador civil para que repartiera armas a la población. No obstante, los
sublevados, fueron más rápidos y consiguieron hacerse con el control de la
misma. Así que no les quedó otra que huir.

Ponzán, tras su exitosa huida de
Huesca, fue nombrado consejero de Transportes y Comunicaciones en el Consejo de
Defensa de Aragón, cuya sede estaba en Caspe.


Cuando ya se veía venir la
derrota republicana, esas tropas cruzaron la frontera con Francia a mediados de
febrero. No entregaron su armamento, sino que lo escondieron en una zona
boscosa, cercana a Andorra, por si lo tuvieran que usar más adelante.


Tas la invasión de Francia, tomó
contacto con los servicios de Información belgas y franceses. Más tarde,
también con otra red británica, llamada Pat O’Leary. Esa red fue creada por el
capitán británico Ian Garrow, miembro del SOE (Special Operations Executive).

Sus rutas habituales fueron,
viniendo desde la frontera francesa, atravesaban la Península, vía Logroño y
Salamanca, para entrar en Portugal. Otra ruta fue desde Francia ir hasta Madrid
y de allí, vía Córdoba y Sevilla, llegar hasta Gibraltar.

También existió otra ruta. Por
vía marítima, navegando desde Francia hasta los puertos de Barcelona o Valencia
y desde allí llegar hasta Portugal. En el caso de los llegados a Barcelona, lo
hacían vía Madrid y, para los llegados desde Valencia, su ruta era a través de
Puertollano y Badajoz.
Ciertamente, la red fue muy
eficaz, pues, desde 1940 hasta el final de la guerra, consiguió sacar de
Francia a unas 2.500 personas.
A primera vista, podría parecer
una labor muy sencilla. Sin embargo, siempre estuvieron en el punto de mira de
la Gestapo, la OVRA italiana y la policía del régimen de Vichy.
De hecho, los invasores alemanes
advirtieron que todo el que colaborara con esas redes sería castigado con la
pena de muerte. Se cree que esta red fue la más importante de toda la
guerra.

Aparte de ello, disponían de una
buena logística. Es de destacar que tenían una imprenta en Lyon desde donde
falsificaban cualquier documento. Un laboratorio fotográfico propio y hasta un
sastre que, en muy poco tiempo, podía confeccionar cualquier tipo de uniforme o
ropa de civil.
Desgraciadamente, muchos de los
integrantes de este grupo fueron detenidos. Algunos, incluso, fueron fusilados. Se cree
que la Gestapo consiguió infiltrar en el grupo a algunos colaboracionistas
franceses, que, posiblemente, fueron los que los delataron.
Normalmente, cuando eran
detenidos por los franceses, como tenían muchos contactos con la Inteligencia
francesa, solían ser liberados en poco tiempo.

En agosto de 1944, pocos días
antes de la liberación de Toulouse, fue sacado de la prisión en un grupo de
unos 50 presos. Custodiado por soldados alemanes, fueron subidos a unos
camiones y, a pocos kilómetros de esa ciudad, junto a un bosque, fueron
obligados a apearse de los vehículos, siendo asesinados vilmente.
Posteriormente, sus cuerpos fueron rociados de gasolina y quemados. Tras su
muerte, fue condecorado no sólo por Francia, sino también por el Reino Unido y
USA.
Desgraciadamente. También fueron
capturados otros miembros de su grupo, como el sastre Ullmann o el matrimonio
Mongelard. Ambos desparecieron a manos de la Gestapo.
Incluso, el mismo André Guerisse,
sucesor de Ian Garrow, en la jefatura de la red británica Pat O´Leary, fue
detenido en
Toulouse. Algunos autores afirman que ocurrió a causa de una
delación de Roger Le Neveu.
Hasta llegaron a arrestar a una
hermana de nuestro personaje, llamada Pilar, que también pertenecía a su red.
Parece ser que Pilar se empeñó en
fotografiar a todos a los que habían ayudado a cruzar la frontera para estar a
salvo. Incluso, una vez llegaron a salvar a un general británico.
Según decía, pretendía usarlo
como una prueba para obligar a los aliados a combatir contra Franco. Los
alemanes nunca pudieron obtener ese archivo. Sin embargo, como todos sabemos,
los aliados, nunca lucharon contra Franco. Afortunadamente, Pilar, consiguió
sobrevivir a las dos guerras.
En su tumba, hay instalada una
placa, donde se puede leer:
“A
nuestro hermano Francisco Ponzán Vidal, exiliado político español, Gran resistente
muerto por Francia EL 17/08/1944 a la edad de 33 años”.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES
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